Asociación Civil Bolivariana "Defensores del bolívar"

jueves, abril 21, 2011

La clase trabajadora venezolana debe auto empoderarse en ejercicio de su legítima defensa

Por Eudes Vera
eudesvera@gmail.com
0416 – 384 4511

Mientras  los trabajadores no se decidan a reclamar la revalorización del bolívar, inútiles serán todas las peticiones de aumento salarial que se hagan al gobierno

En virtud de que la clase trabajadora constituye potencialmente el mayor poder de nuestro país, muy por encima de la Fuerza Armada, de los partidos políticos, de la Iglesia, e inclusive, del liderazgo mesiánico, porque no se trata del poder de una persona, sino del mayor poder colectivo del país. Sin el concurso de la clase trabajadora no hay país, no hay patria, no hay nación venezolana.



Por tal razón, todos los gobiernos, conscientes de esa realidad, se han dedicado a neutralizar y mantener dominado a ese gigante dormido que es la clase trabajadora. Se está acercando rápidamente el momento de que despierte.



No cabe duda de que los trabajadores venezolanos vienen siendo agredidos sistemáticamente durante los últimos 28 años, por lo menos. En efecto, desde el Viernes Negro hasta nuestros días, los trabajadores han sido víctimas de las políticas económicas de todos los gobiernos. La agresión gubernamental se ha puesto de manifiesto de varias maneras: Primero, mediante la depreciación por decreto de la moneda nacional. Cada depreciación del bolívar se traduce en una rebaja súbita del salario. Segundo, mediante la aplicación de impuestos regresivos como el IVA y el IDB. Tercero: Mediante el incremento año tras año de la Deuda Externa del país. El servicio de esa deuda reduce no solo nuestras posibilidades de desarrollo sino también la cantidad y calidad de los servicios públicos, viviendas, escuelas, hospitales y vías públicas. Cuarto: Permitiendo o propiciando la destrucción del aparato productivo nacional. Cada empresa que migra a otro país o, cierra sus puertas, es mano de obra que queda cesante. Quinto: Mediante las expropiaciones, porque en el mejor de los casos en que los empleados y obreros son absorbidos por el Estado, en el nuevo esquema de empresa socialista, éste no le reconoce a los trabajadores muchos de los beneficios contractuales adquiridos



Pero estas agresivas y anti–obreras políticas económicas no han sido fortuitas, sino más bien el producto de un plan sistemático, calculado y premeditado para producir la mayor suma de malestar social y la mayor involución económica posibles, con el propósito de depauperar progresivamente a la clase trabajadora, minimizar su combatividad y aumentar su dependencia del Estado.





Ese plan deliberado de neutralización y avasallamiento de la clase trabajadora se repite año tras año, de manera sistemática, cuando en el mes de noviembre de cada año el Ministro de Finanzas somete a la consideración de la Asamblea Nacional el Anteproyecto de Ley de Presupuesto Nacional y de Endeudamiento. En ambos instrumentos jurídicos se consagran año tras año las siguientes prácticas aberrantes: 1. La creación de un déficit presupuestario falso o ficticio, a partir de la subestimación grotesca de los ingresos petroleros que tendrá el país al año siguiente. A tal efecto, de manera deliberada se estima un precio absurdamente bajo para el barril de petróleo del próximo año. Por ejemplo en noviembre de 2010 se estimó en la Ley de Presupuesto de 2011 un precio de 40 dólares para el barril de crudo, cuando era de esperase que no bajaría de los 80 dólares, como en efecto ha ocurrido. (De hecho, ya sobrepasó los 100 dólares). Los funcionarios del gobierno tratan de justificar tan grotesca subestimación calificándola como una estimación “prudente”. La realidad, sin embargo, no es la prudencia la que priva en tal subestimación sino la intención de crear artificiosamente un déficit fiscal ficticio para cubrirlo mediante la emisión de bonos de la deuda. Por tal razón, la deuda externa del país crece año tras año y el servicio de esa deuda se ha convertido en un componente infaltable en todos los presupuestos nacionales, independientemente de que el precio del petróleo alcance altísimos valores (1). Esta es una política claramente entreguista y antinacional. 2. Otra forma de cubrir el falso déficit consiste en acogotar a la clase trabajadora con impuestos regresivos como el IVA y el IDB. 3. Pero, como si estos impuestos y endeudamiento no fueran suficientes para cubrir el falso déficit fiscal, el Ejecutivo recurre entonces a la aplicación del peor impuesto que se le puede aplicar a la clase trabajadora: La depreciación del bolívar. Es muy fácil demostrar que con una estimación más honesta de los ingresos petroleros y del Impuesto Sobre La Renta, resulta totalmente innecesario e injustificado castigar al país y a la clase trabajadora con las tres políticas hambreadoras de todos los gobiernos post Viernes Negro: Deuda Externa, IVA y Devaluación.



Ha llegado el tiempo histórico para que la clase trabajadora diga: ¡Ya basta! ¡No más Deuda Externa! ¡No más IVA! ¡No más Devaluaciones!



La subestimación de los ingresos petroleros tiene también el objeto de producir al año siguiente un superávit, con una doble finalidad. Por una parte, seguir con la viciosa práctica de los tristemente célebres créditos adicionales. Por otra parte, para que el Ejecutivo le ponga la mano a las reservas excedentarias, que el Banco Central está obligado a transferir al Fondo de Desarrollo Nacional (FONDEN). Por supuesto que los trabajadores venezolanos no tienen participación alguna en el manejo de ese fondo, el cual por cierto es inconstitucional. Ese fondo es manejado en exclusividad y con la mayor discrecionalidad y opacidad por el Sr. Presidente de la República. Hasta la fecha y desde su creación en el año 2005, el Presidente ha gastado recursos de ese fondo por el orden de los 35.000 millones de dólares, sin que los venezolanos sepamos a ciencia cierta cuál ha sido el destino de esos recursos, ni el cómo ni el por qué se han gastado. Ese gasto de las divisas del FONDEN constituye una agresión directa contra el bolívar porque le reduce el respaldo en reservas que de otro modo tendría la moneda nacional. La clase trabajadora venezolana debe entender que cualquier agresión contra el bolívar constituye una agresión directa contra ella.



La reducción de divisas ocurre también por la vía del endeudamiento sistemático del país cada año. De no ser por la quema de divisas que se hace por la vía del FONDEN o del servicio de la deuda, el nivel de las reservas internacionales sería muchísimo mayor que el actual (26.000 millones de dólares) y nuestro bolívar sería muchísimo más robusto. Por supuesto, un bolívar robusto significaría una inflación muy baja, y una calidad de vida mucho mejor para los trabajadores.



Otra forma de cubrir el falso déficit fiscal es a través de la depreciación del bolívar por vía de decreto (convenios cambiarios). Eso fue precisamente lo que hicieron los digitalizados funcionarios Giordani y Merentes en Enero de 2010 y Enero de 2011, a través de los convenios cambiarios números 14 y 15. Como ya señalamos en un artículo anterior (2), el efecto más negativo de esos convenios ha sido la reducción en un 36%, del salario mínimo expresado en dólares, pues el mismo pasó desde los 446 dólares en Diciembre de 2009 a tan solo 285 dólares, en la actualidad, lo que lo convierte junto con el salario mínimo de Haití en los más bajos del continente (3).



El dólar implícito definido por la relación del circulante o masa monetaria en bolívares a las reservas internacionales está actualmente en el orden de los 11,67 bolívares (4). La altísima inflación que padecemos hoy día los venezolanos se debe a esta situación y a los dos convenios cambiarios anteriores. Es necesario y urgente robustecer nuestra moneda, y para ello los trabajadores deben exigir al Ejecutivo la aplicación inmediata de dos medidas fundamentales: 1° Aumentar el respaldo del bolívar, elevando el nivel de las reservas retornando las divisas represadas en el FONDEN al Banco Central de Venezuela, es decir, eliminar el FONDEN de tal manera que las reservas internacionales reposen en un fondo único manejado exclusivamente por el Banco Central. 2°. Disminuir sustancialmente el circulante, mediante la revocatoria de los convenios cambiarios números 14 y 15 a los fines de que la tasa de cambio retorne a la vigente en el 2009 (2, 15 Bs/dólar).



Los convenios cambiarios Giordani-Merentes claramente violaron los derechos humanos de los trabajadores venezolanos, específicamente, el artículo 91 de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, el cual estipula:



Artículo 91. “Todo trabajador o trabajadora tiene derecho a un salario suficiente que le permita vivir con dignidad y cubrir para sí y su familia las necesidades básicas materiales, sociales e intelectuales…...



El Estado garantizará a los trabajadores y trabajadoras del sector público y privado un salario mínimo vital que será ajustado cada año, tomando como una de las referencias el costo de la canasta básica. La Ley establecerá la forma y el procedimiento.”



La depreciación del bolívar trajo como consecuencia la altísima inflación que padecemos, la cual a su vez ha elevado la canasta básica a Bs. 2.892, muy por encima del salario mínimo (Bs. 1.224). Por lo tanto, en virtud de lo estipulado en el artículo 25 de la CRBV:



Artículo 25. “Todo acto dictado en ejercicio del Poder Público que viole o menoscabe los derechos garantizados por esta Constitución y la ley es nulo, y los funcionarios públicos y funcionarias públicas que lo ordenen o ejecuten incurren en responsabilidad penal, civil y administrativa, según los casos, sin que les sirvan de excusa órdenes superiores”,



resulta claro entonces, que los dos últimos convenios cambiarios son nulos.



Por tal razón, en ejercicio de su derecho legítimo a la defensa, los trabajadores deben demandar la anulación inmediata de esos convenios al Presidente de la República, quien lo podría hacer mediante decreto vía Ley Habilitante. Paralelamente, los trabajadores pueden formular igual solicitud al Tribunal Supremo de Justicia, por la vía Recurso de Amparo.



Sin embargo, si a corto plazo tales gestiones resultasen infructuosas, los trabajadores deben hacer uso del derecho a la huelga, plasmado en el artículo 97 de la CRBV:



Artículo 97. “Todos los trabajadores y trabajadoras del sector público y del privado tienen derecho a la huelga, dentro de las condiciones que establezca la ley”.



Pudiera comenzarse con un paro nacional de 24 horas. De no haber una respuesta positiva de parte del Ejecutivo, entonces se deben radicalizar las acciones huelguísticas, escalonando progresivamente los paros nacionales hasta lograr la derogación de los convenios cambiarios.



Lograda la derogación, los trabajadores deben pasar a la segunda fase de lucha que es el reclamo por un aumento salarial del 136%, para equiparar el salario mínimo a la canasta básica, como lo ha planteado el dirigente sindical Orlando Chirino (5), con lo cual el salario mínimo pasaría a Bs. 2.892.



Debemos dejar claro que el objetivo de los paros no es subvertir el orden constitucional. Su propósito exclusivo es revertir las políticas económicas y cambiarias que vulneran los derechos humanos de los trabajadores consagrados en la Constitución Nacional.



Consideramos que el Presidente de la República debe terminar su mandato constitucional en la fecha prevista, pero los atropellos a los derechos de los trabajadores tienen que cesar.



El empoderamiento de los trabajadores jamás provendrá del gobierno ni mucho menos de los patronos. El empoderamiento debe ser conquistado pulso a pulso por los propios trabajadores, sin violencia, pero con firmeza inquebrantable, haciendo uso de las armas que le brinda la Constitución, a través de etapas de luchas sucesivas, en cada una de las cuales los trabajadores irán adquiriendo gradualmente conciencia del enorme poder que tienen, pero que no han ejercido hasta ahora, por una diversidad de razones, entre ellas, la falta de vocación de poder de la mayor parte de la dirigencia que prefiere avenirse con el Ejecutivo, anteponiendo sus intereses personales o partidistas a los del gremio que representan. La clase trabajadora venezolana tiene el deber histórico de crear el primer gobierno colectivo de la era moderna.



El empoderamiento de la clase trabajadora venezolana debe constituir el verdadero hito revolucionario del Siglo 21 y va más allá de los partidos políticos, más allá de las ideologías, más allá de los caudillos y de las veleidades mesiánicas.



Cualquiera que sea el aumento del salario mínimo que decrete el Ejecutivo, los trabajadores deben exigir de inmediato la nulidad de los convenios cambiarios números 14 y 15, con la finalidad de que la nueva tasa de cambio este año sea 2,15 Bs. /$. Para ver el por qué es importante lograr esta reivindicación consideremos los siguientes escenarios.



Escenario 1. Los trabajadores se conforman con un aumento del 50% del salario mínimo, pero con la tasa de cambio actual de 4,30 Bs./$. En ese caso el nuevo salario mínimo en bolívares pasa a ser Bs. 1836, pero al aplicarle la tasa de cambio de 4,30 se convierte en tan solo $427, el cual resulta inferior al salario mínimo de Diciembre de 2009 (el cual era de Bs. 959, o $446, a la tasa de entonces, 2,15 Bs. /$). Es decir, los trabajadores serían burlados una vez más y su sueldo resultaría inferior al de Diciembre de 2009.



Escenario 2. Los trabajadores aceptan el aumento del 50% en el salario mínimo, pero sujeto a la condición de que el Gobierno revoque los convenios cambiarios 14 y 15, y la tasa de cambio retorne a 2,15 Bs./$. En este caso, el nuevo salario mínimo en bolívares pasa a ser Bs. 1836, pero al aplicarle la tasa de cambio de 2,15 se convierte en $854, ¡el más alto de la América Latina, aunque todavía muy por debajo del salario mínimo de los Estados Unidos!



Es claro entonces que bajo ninguna circunstancia, los trabajadores deben permitir que persista la tasa de cambio de 4,30 Bs. /$. A toda costa deben exigir y obtener que la nueva tasa de cambio este año sea 2, 15 Bs./$ y si para lograr ese objetivo irrenunciable tienen que hacer uso del artículo 97 de la Constitución, pues que así sea. Si se logra ese triunfo podremos afirmar entonces que la clase trabajadora venezolana ha comenzado a lograr su auto empoderamiento por primera vez en la historia de nuestro país. Habrá despertado entonces el gigante dormido para reclamar sus derechos conculcados.



El auto empoderamiento de la clase trabajadora significa que todas aquellas medidas que los gobernantes apliquen y que vayan en beneficio de los trabajadores recibirán el respaldo y el aplauso de los trabajadores. Pero, por el contrario, todas aquellas medidas que vayan en detrimento del progreso y de la calidad de vida de los trabajadores, como los impuestos recesivos (IVA e IDB), el incremento injustificado de la deuda externa o la depreciación de la moneda nacional serán enfrentadas y derogadas por la clase trabajadora empoderada por sí misma.



¡Sólo el pueblo salvará al pueblo!



Eudes Vera, eudesvera@gmail.com , 0416 – 384 4511



Referencias


1. http://www.soberania.org/Articulos/articulo_3995.htm

2. http://www.aporrea.org/trabajadores/a121014.html

3. http://lalechugaverde.blogspot.com/2011/04/el-peor-salario-del-continente.html

4. http://lechugaverde.com/

5. http://www.elpueblosoberano.net/2011/04/chirino-exigimos-un-salario-minimo-que-permita-cubrir-las-necesidades-basicas-del-trabajador-y-su-familia/



martes, abril 12, 2011

LA REVALORIZACIÓN DEL CACHICAMO: Un cuentico y una cuentica…

Por Eudes Vera


Érase un país subdesarrollado monoproductor y monoexportador que gracias a los malos gobiernos que lo han azotado durante más de 100 años de explotación de su único producto de exportación, el viscoso mineral que llamaron petróleo, fue saqueado por el Gran Capital Nacional e Internacional con la venia de sus gobernantes, quienes no se preocuparon en absoluto por sembrar esa riqueza providencial para desarrollar el agro y la industria del país, lo que ocasionó que antes del cuentico y la cuentica aquí relatados, ese país sufriera de la mayor vulnerabilidad, pues carecía de autosuficiencia alimentaria, debiendo importar el 83% de lo que consumían sus habitantes, pues de ñapa, el aparato industrial fue prácticamente desmantelado para implantar el Sistema Modelo del Siglo XXI. Los trabajadores de ese país durante demasiado tiempo habían sido víctimas de gobernantes demagogos y corruptos que incurriendo en todo género de triquiñuelas se dedicaron a enriquecerse y a acumular poder, empeño con el que casi lograron destruir el país: En efecto, sin ninguna necesidad, acogotaron a la población de impuestos tan injustos y regresivos como el IVA y el IDB. Y no conformes con los ingresos petroleros y el impuesto sobre la renta que pagaban sólo los pendejos, endeudaron al país hasta más no poder, pese a que con los ingresos petroleros bastaba y sobraba para cubrir las necesidades presupuestarias del país, lo cual cualquier persona con tres dedos de frente hubiera podido discernir, simplemente sacando bien las cuentas.



Nuestra pequeña historia se refiere a dos trabajadores, Pedro y Juan. Pedro, de la clase media, se caracterizaba por ser muy emprendedor y por estar siempre buscando las maneras de aumentar sus entradas. Su amigo, Juan, era un obrero a quien, desde que apareció el blackberry, se le metió la idea de regalarle uno a su esposa para su cumpleaños. Sin embargo, su sueño le resultaba imposible, ya que sólo ganaba el escaso salario de 1224 Cachicamos, la moneda de ese país. Pero, un buen día la suerte le sonrió y se ganó 860 cachicamitos en la lotería. La ilusión lo embargaba, pero su decepción fue grande cuando fue a las tiendas de celulares, y encontró que el precio del blackberry más barato pasaba de mil y déle. Casualmente se encontró ese día con su amigo Pedro, a quien le comentó el motivo de su frustración. Éste, quien no volaba por miedo a los cables de alta tensión, le dijo inmediatamente: “No te preocupes, chico, yo te consigo el blackberry por Internet por tan solo 860 cachicamitos”. Casualmente, el astuto Pedro recordó que un par de días antes había encontrado, navegando en Internet, que una de esas grandes empresas de ventas online ofrecía un blackberry con cámara, mp3, etc., por tan solo 100 dólares, incluyendo los gastos de envío. Juan convino entonces en pagarle los 860 cachicamitos por el blackberry y acordaron en reunirse en una semana para hacer efectiva la negociación. Esa misma noche, Pedro utilizó su cupo KDIBI de Internet de 400 dólares y adquirió el celular por 100 dólares. La cuenta que sacó Pedro fue la siguiente: “He pagado 100 dólares por el celular, que al cambio oficial de 4,30 Cachicamos por dólar me da una inversión de 430 Cachicamos, pero, al vendérselo a Juan en 860 Cachicamos obtengo una ganancia neta de 430 Cachicamos, o sea me quedan para mí 100 dólares completiticos, libres de todo gasto. Umjú, no está mal para una semana matando tigres. No sé qué le pasa a la gente que no ve lo facilito que es esto de sacar cuentas. Gracias señor por darme esta cabeza para sacar cuentas, pensó sonriendo con satisfacción”.

Pero resulta que al día siguiente el Presidente salió de viaje por una semana al exterior y dejó encargado de la Presidencia a su dilecto Vicepresidente, una persona dispuesta a jugárselas en esa semana en que fungiría como el mandamás del país... A los 4 días como Presidente Encargado no podía más con su conciencia, ya que en lo más recóndito de su ser, siempre se había opuesto a las devaluaciones de la moneda nacional. Así que ni corto ni perezoso convocó a su Ministro de Finanzas y al Presidente del Banco Central y les dijo haciendo un estirón de hombros: “Con la anuencia del Presidente, he decidido revertir la devaluación del Cachicamo que ustedes implantaron en el 2010 y el 2011. Por lo tanto les ordeno que de inmediato redacten un nuevo convenio cambiario, dejando sin efecto los dos anteriores, de tal manera que a partir de mañana el tipo de cambio retorna a 2,15 Cachicamos por dólar”. Tremendo paquete tenía encima el Vice, pero decidió jugárselas todas. Estaba clarísimo que el modelo cambiario vigente hasta ese entonces solo era resultado de las presiones para devaluar la moneda nacional que ejercían sobre el gobierno los poderosos capitalistas y banqueros que iban surgiendo como élite por causa de la estructura de poder del estado. Sabía hasta la saciedad que los grandes depósitos de esa élite en el exterior superaban los 200.000 millones de dólares. Seguramente se alborotarían y presionarían, pero ya era hora de revertir tamaña hipocresía social, ya era tiempo de cortar con las mafias que aferradas a la tesis del control de cambio y a mantener el Cachicamo cada vez más desvalorizado, desafiaban la cordura para obtener pingües e inmorales ganancias en el mercado negro de divisas que ellos controlaban

Efectivamente, los acaparadores de dólares pusieron el grito en el cielo cuando se enteraron de la medida porque sabían que se les acababa la manguangua de la que habían disfrutado durante los últimos 28 años. Exactamente al quinto día de viaje del Presidente entró en vigencia la nueva tasa de cambio y de inmediato los precios de muchos bienes y servicios comenzaron a bajar. A la semana, Pedro y Juan se reunieron para cerrar el negocio, como habían convenido. Sin embargo, Juan le dijo entonces a su amigo: “Lo siento mucho, mi pana. Pero ahora no te puedo pagar los 860 Cachicamos que te ofrecí por el celular, porque los precios han bajado. Lo más que te puedo pagar es 430 Cachicamos”. Pedro de inmediato se puso furioso, pero su panita se mantuvo firme: “Sólo te pagaré 430 Cachicamos. Los tomas o los dejas”. A Pedro no le quedó más remedio que aceptarlos y para su sorpresa, Juan le dijo entonces: “Yo necesito otro blackberry para mí, pero sólo estoy dispuesto a pagarte 430 Cachicamos por él”. Pedro, como buen vivián al fin, le dijo: “Está bien, compadre, pero déme los 430 Cachicamos por adelantado y en una semana le traigo su otro blackberry”. Juan le entregó los otros 430 Cachicamos y se fue de lo más contento, pensando qué buen negocio había hecho al comprarle dos blackberrys a su amigo por sólo 860 cachicamitos. Bendijo al Vicepresidente por haberle aumentado el poder adquisitivo a su amada moneda, pensando para sus adentros: “Ese tipo si tiene la cabeza puesta pa’ pensar”. Por su parte, Pedro sacó la siguiente cuenta: “Invertí 430 Cachicamos en la compra del celular, pero lo vendí por sólo 430 Cachicamos, con lo cual claramente ni perdí ni gané. Pero, esos 430 Cachicamos equivalen ahora a 200 dólares, gracias al Vicepresidente. Es decir, en realidad me he ganado 100 dólares facilitos. Además, con los otros 430 Cachicamos que me dio Juan, le compro otro blackberry, por el que pagaré 100 dólares, que equivalen ahora sólo a 215 Cachicamos, con lo cual me gano 215 Cachicamos más, es decir, 100 dólares más pa’ mi bolsillo, en total una ganancia de 430 Cachicamos o lo que es lo mismo 200 dólares en 15 días. No está mal, no está mal…”

Las noticias volaron hasta donde estaba el Presidente en viaje de negocios y de promoción de su liderazgo mundial. No entendía mucho por qué lo felicitaban, no entendía por qué le decían que eso que había hecho su gobierno sí era realmente revolucionario. Lo invitaban a dar conferencias sobre la revaluación del Cachicamo, pero él seguía sin entender de qué le hablaban… “Debe ser una cosa muy buena la que hice, pero ¿Qué será? Voy a echar una llamadita a la isla de la felicidad para que el Zoila Félix Carpio me eche los cuentos…” Tras mucho repique el Comandante Félix Carpio finalmente atendió al teléfono y le dijo: “Mago, eso que hiciste fue lo máximo… ¡Qué cosa más grande, caballero!” A lo cual, replicó el Gran Líder: “Pero, ¿Qué hice, Qué hice???

…Se cayó la llamada.

Epílogo: La revalorización del Cachicamo sirvió para favorecer a los trabajadores de esa república petrolera quienes vieron como de la noche a la mañana el equivalente en dólares de sus salarios se duplicó, pues el salario mínimo pasó de 284,65 dólares a 569, 30 dólares, la inflación pasó de más del 30% a apenas un dígito bajo, en menos de 1 año, y la economía se reactivó y diversificó rápidamente. Sin embargo, la revalorización también fue causa de que le dieran patatús y calenteras a la minúscula élite de grandes acaparadores de dólares, a quienes no les quedó más remedio que repatriar sus capitales. El Cachicamo adquirió gran aprecio entre la población quien lo prefería al billete verde del Imperio. Ciertamente, a los ojos del mundo, el Presidente adquirió gran prestigio, pero todos sabemos quien en realidad fue el verdadero mago de este cuento.



Eudes Vera, eudesvera@gmail.com , @eudesve, 0416 – 384 4511