DEUDA y AMORTIZACIÓN ECOLÓGICAS
Por Manuel C. Martínez M.
19-mar-06
Ratificamos plenamente el poco divulgado criterio, según el cual, la pobreza humana y la del ecosistema terrestre no son causa de males, sino todo lo contrario: representan uno de los peores efectos causados por otros responsables, y efectos que a su vez derivan en terceros, y que perfectamente tienden más tarde o más temprano a devolverse integradamente sobre víctimas y victimarios. Tal es el drama del daño ecológico que se manifiesta en desertificaciones, deshidrataciones, inundaciones irrefrenables, atípicas variaciones climáticas, enfermedades epidémicas varias y, como síntesis: la amenaza de una muerte <
El Ing. Pedro González Heredia, y mi persona, hemos estado trabajando el tema ad honórem desde nuestros modestos laboratorios, y cuyos primeros frutos intento señalar en cortas líneas, luego de exponer mi Propuesta Personal para la solución inmediata y de asequible costo para esos terrenos ya erosionados o en víspera de tal sufrimiento.
Considero que, en reemplazo o/y complementación de los conocidos <
Instrumentos de transporte y de recolección ad hoc darían cuenta de este barato procedimiento que, por cierto, no tuvo ninguna acogida en la venezolana UNIVERSIDAD PEDAGÓGICA EXPERIMENTAL LIBERTADOR (UPEL, núcleo de Maracay), como tampoco en otros burócratas responsables de estas actividades ecologistas y quienes, hasta ahora (hasta donde yo sé), no le <
Tenemos una conjetura explicativa de dicha indiferencia e incompetencia gubernamentales para atacar de frente el problema en cuestión: los intereses mercantiles en juego que obviamente privan sobre cualquier gobernante convencionalmente puesto allí por el mismo Poder que causa los males ecológicos.
El trabajo reivindicativo que hemos adelantado, González y yo, y que presentamos años atrás como <
Cuando los trabajadores se dedican a la producción de un bien cualquiera, terminan exhibiendo por primera vez bajo el Sol una porción de utilidad energética adecuadamente metamorfoseada, según los fines pragmáticos que circunstancialmente los artesanos y trabajadores en general se han propuesto durante toda su existencia, y que, respecto del Sol, puede considerarse como parte suya en ese limitado y largo proceso de la desintegración solar que la dinámica heliocéntrica genera y desprende en fotones, eolia, calor y demás variedades de su masa hidrógena, de partida trastrocada en helio.
De resultas, la sociedad humana ha estado explotando, además de la mano de obra forzosa y socialmente involucrada, el Sol y la Tierra, que han ido cediendo sin cobro contable alguno sus invalorables aportes vitales. Digamos que estamos en deuda con la Naturaleza, y que, si seguimos en mora, si no la amortizamos, ella podrá, más tarde o + temprano, pasarnos su pagadera y mortal factura.
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