Asociación Civil Bolivariana "Defensores del bolívar"

miércoles, abril 04, 2007

No son Corruptos, sino Explotadores

Por Manuel C. Martínez M.
3-abr-07

En materia de Administración Pública, el tratamiento de corruptos y sus comisiones de corrupción presuponen un Estado dotado de funcionarios honestos, de elevada moral ciudadana y altruistas por excelencia. Bajo esa premisa, los funcionarios corruptos serían desviaciones administrativas controlables y excepcionales.

Pero bien miradas las cosas, cuando analizamos la fuente de alimentaria del Presupuesto Nacional, tenemos que identificarla con los tributos municipales y nacionales, con el Impuesto sobre la renta, los impuestos sobre el comercio, las regalías y afines de minas e hidrocarburos, y en consecuencia no es difícil deducir que ese Presupuesto Nacional se nutre del trabajo impago de los asalariados del país.

El impuesto anual sobre la renta salarial, deducido mensual y obligatoriamente en las nóminas privadas y públicas, por ejemplo, es una explotación de segundo grado sufrida por el trabajador que viene a sumarse a la que recibe de sus correspondientes patronos.

Los impuestos que a la fuerza y con persecuciones aplicadas por organismos como el actual *Seniat* son simples repartos compulsivos que hace el Estado a las retenciones que el patronato practica a sus trabajadores cuando a estos sólo les reconoce una parte del valor agregado a sus medios de producción.

Los impuestos que el Estado le saca a los comerciantes son el reparto que hace de la ganancia que el productor de cede al comerciante para que este se vea estimulado en la colocación de sus mercancías.

Las regalías e impuestos varios que el Estado recibe de empresas estatales, como Pdvsa, son simples apropiaciones ilícitas que el Estado le hace a los trabajadores de esta empresa. El petróleo, como los metales y minerales útiles, no tienen valor per se, ni siquiera de uso (sólo tiene en potencia). Su valoración y su valor sólo lo adquieren cuando esos hidrocarburos, esos metales y minerales, son descubiertos por trabajadores especializados, cuando son extraídos, refinados, transportados y convertidos en mercancías.

Y como eso es así, tenemos que inferir que los malos manejos administrativos del Erario Público, las comisiones irregulares o matracas, sobreprecios, y demás triquiñuelas que a diario son cometidas impunemente por buena parte de la burocracia de todos los gobiernos del Estado burgués no pueden seguirse asimilando a actos inmorales ni a desviaciones laborales.

La corrupción y los corruptos surgen necesariamente como formas de tomar directamente lo que el Estado toma ilícitamente del trabajador, y si calificamos de corruptos a esos funcionarios que se valen de sus cargos públicos para enriquecerse, lo mismo tenemos que aplicarle a todo el aparataje estatal.

El estado burgués, que pecha a todos los ciudadanos tributarios, a todas las empresas industriales, comercios, bancos, y a todos los trabajadores y compradores, es un Estado no menos corrupto que mercería su extinción como tal, una extinción que sólo vendrá cuando se agote el estado burgués. Por eso no puede esperarse sanciones para el corrupto, ni suavización ni eliminación de la corrupción, ya que esta es ínsita al propio sistema y al propio Estado capitalista.

Por tales razones el combate y los ataques a la corrupción debe revisarse y convertirse en ataques y denuncia y condena al saqueo oficial que hace el Estado a los trabajadores al lado de los patronos, de los comerciantes y de los banqueros, porque definitivamente, no hay un Estado corrupto, sino un Estado Explotador.