Asociación Civil Bolivariana "Defensores del bolívar"

sábado, enero 10, 2009

No a la "manía miserable"

Opinión
Jorge Sánchez Meleán /Economista - - 09/01/2009 00:01 09 La Verdad http://www.laverdad.com

Como bien lo expresara un ex presidente uruguayo, "la reelección es un veneno para la democracia", y mucho más, cuando esa reelección es indefinida. Enmendar inconstitucionalmente una Constitución sólo por la conveniencia de un gobernante, desvirtúa el principio de supremacía constitucional y desnaturaliza la carta fundamental, sobre todo cuando esa enmienda altera principios fundamentales, como ocurre en el caso actual de Venezuela.

La reelección aún siendo limitada, requiere de una institucionalidad consolidada, que asegure igualdad de condiciones para todos los participantes en el proceso electoral, en un régimen pluralista de partidos. Mucho más si ésta es ilimitada como lo pretende Hugo Chávez? Podrá darse igualdad de condiciones en una elección presidencial en un régimen autocrático como el actual, donde los diversos poderes no se atreven a ejercer con autonomía sus competencias? ¿Podrá darse igualdad de condiciones entre los aspirantes a la presidencia de la República, en un país donde el CNE no se atreve a regular en lo más mínimo el comportamiento ventajista de un presidente en campaña, con todos los recursos del poder y del Estado a su disposición?

En estas condiciones, aprobar la reelección indefinida es acabar con la alternabilidad y entronizar en el poder a un autócrata como el de Cuba, hasta que le dé la gana de dejar a otro familiar. Un candidato-presidente divide al país y acaba con la legitimidad de la institución presidencial, que en nuestro caso, incluye a la jefatura del Estado y la del Gobierno.

Un candidato-presidente como ha sido el caso reciente de Venezuela, no gobierna, pues siempre está en campaña, situación por demás peligrosa cuando el mundo entero está entrando en una crisis económica de pronóstico reservado, con repercusiones gravísimas en Venezuela. Cuando un presidente es potencial candidato siempre el poder se concentra aún más, la corrupción llega a niveles inimaginables y el ventajismo en el uso de los recursos del Estado en función candidatural, acaba con la ética y la moral. Cuando un presidente no tiene límite en el ejercicio del poder, lo que menos le importa es la eficiencia y la legalidad. Ella es sustituida por la violencia política, instrumento con el que se dirime cualquier conflicto.

Cuando un presidente no tiene ninguna limitación para el ejercicio del poder lo que menos le preocupa es ejecutar las leyes. Por el contrario, las destruye, las viola, las interpreta a su conveniencia, pues goza de total impunidad. ¡Pobre revolución aquella que depende de los caprichos de un solo hombre que se cree indispensable! ¡Pobre pueblo aquel que tenga que soportar a un dictador con la "manía miserable de querer mandar a todo trance", como lo dijo Bolívar. Por eso, a esa "manía miserable", hay que decirle "No" y mil veces "No".