Asociación Civil Bolivariana "Defensores del bolívar"

miércoles, enero 28, 2009

OPEP, Precios y Producción (Cambiemos el nombre a la OPEP)

Por Manuel C. Martínez C.
27 ene. 09

La Organización de países Exportadores de Petróleo, OPEP, debe urgentemente cambiar de denominación. Proponemos que se llame: Organización de Países Productores de Petróleo (OPPP).

De seguidas pasamos a exponer nuestras razones: Cuando sus fundadores decidieron agrupar a los principales países productores de petróleo cuyas reservas ociosas sobrepujaban en mucho sus propias necesidades domésticas energéticas, se quedaron cortos. Cierto que esos países producían básicamente para exportar y de allí la denominación original que aún conserva la organización que nos ocupa.

Observemos la definición biográfica fundacional que nos ofrece la Pág. Web Wikipedia:

<Viena (Austria). Creada como respuesta a la bajada del precio oficial del petróleo acordada unilateralmente por las grandes compañías distribuidoras en agosto de 1960 (que eran extranjeras), sus fines son la unificación y coordinación de las políticas petroleras de los países miembros, con la defensa de sus intereses como naciones productoras. Los países consumidores consideran a la OPEP como un cartel.[1]

Fue fundada en Bagdad, en una conferencia entre el 10 y el 14 de septiembre de 1960 con la iniciativa del entonces ministro de Energía y Minas venezolano Juan Pablo Pérez Alfonzo y el ministro de Petróleo y Recursos Minerales de Arabia Saudita, Abdallah Tariki. Alfonzo señaló que era necesario un "instrumento de defensa de los precios para evitar el despilfarro económico del petróleo que se agota sin posibilidad de renovarse". Las rojillas me pertenecen.

Como puede interpretarse, el motivo inicial de la incipiente OPEP fue evadir o suavizar el control de los “precios del mercado” fijados por parte de los intermediarios quienes ayer como hoy juegan arbitrariamente con unos inventarios generalmente comprados a precio de gallina flaca y en su condición de grandes financistas e inversionistas de la poderosa industria petrolera derivada mundial.

Ahora bien, los intermediarios, independientemente de los productores petroleros, podrían imponer sus controles de precios a punta del juego de la Oferta y la Demanda, pero sólo tratándose de mercancías producidas en serie o ya industrializadas.
Nuevamente, pasamos a explicarnos:

Pensemos en un artesano. Este no fijará el precio de su mercancía según el volumen de encargos que le hagan ni del vaivén de la oferta y demanda, digamos, de sus trajes. Léase bien: de sus trajes y no de los trajes en general donde entrarían los confeccionados en serie.

Mutatis mutandis, los productos naturales, los bienes del subsuelo y los mineropetroleros en particular tampoco no tienen porqué ajustar sus precios a esos vaivenes del mercado. Ha sido la ignorancia y los ventajismos tecnológicos e ideológicos los que han determinado que los precios del petróleo crudo respondan a la incierta e incontrolable coyuntura de unos mercados que siempre estarán al margen de los intereses de los productores, mientras estos no funjan de vendedores directos al consumidor sin pasar de intermediario alguno.

Es claro que si baja la demanda del petróleo, los países productores deben dejar de extraer más petróleo que la cantidad efectiva y finalmente demandada. Es estúpido y antieconómico extraer excedentes en espera de mejores precios, por ejemplo, o para aprovechar la capacidad productiva instalada y llenar inventarios fuera del pozo. Esta estrategia sólo es recomendable para la industria de productos sintéticos en general.

Digamos que Pablo Pérez Alfonso no tenía muy claro el rol de los intermediarios ni la diferencia entre productos no renovables y los manufacturables en fábricas ad hoc. Se dejó llevar por la influencia del mercado, por una concepción mercantilista que ha pasado limpiamente al modo burgués donde el mercado sigue dictándole órdenes al sector productor.

Un mercado que gobierne la producción es un mercado que no se compagina con las características de los bienes y recursos naturales no renovables.

Por eso, así como el artesano mantiene sus precios para evaluar y vender cada unidad de su obra, asimismo la OPEP, que debería llamarse OPPP, puede perfectamente reducir su extracción y venta de petróleo en la justa medida que sus compradores así lo decidan, pero esto no tiene porqué llevarla al abaratamiento simultáneo de los precios del petróleo.

Cierto que las reducción de extracción reduce costes de prospección y extracción y almacenamiento fuera de pozos o a cielo abierto, pero sin extraer un solo barril de petróleo este seguiría allí naturalmente en reserva como lo ha estado por gigas de tiempo.

A continuación ofrecemos una gráfica demostrativa de la conducta que debe asumir la “OPPP”:



Para D = demanda; O, de Oferta; Pu, de precio único, y Q, de cantidades ofrecidas y demandadas.

En esa gráfica observamos cómo el precio se mantiene o mantendría constante (Pu o precio único) a pesar de las bajas en la demanda.

Sin embargo, es de suponerse que cuando la demanda crezca los precios seguirían el curso ascendente de la curva de la oferta que coyunturalmente determinen los costes de producción del petróleo, y según las necesidades sociales que convencionalmente presente la organización de Países Productores de Petróleo, OPPP.