Asociación Civil Bolivariana "Defensores del bolívar"

martes, noviembre 24, 2009

Vivimos en Crisis
(Sin ella no habría capitalismo)
Manuel C. Martínez M.
23 nov. 09


Para tranquilidad de los angustiados con la reciente "crisis" hipotecaria euronorteamericana, sobre la que ya la mediática guarda silencio, sepan que cada vez que los capitalistas de un país cualquiera terminan su periodo económico anual, antes de enviar al mercado el PIB correspondiente, todos ellos alimentan una inevitable crisis ínsita al propio sistema burgués de producción.


El caso es que las ganancias de producción, si bien son potenciales en función del plusvalor creado por el asalariado, ellas están obviamente representadas por inventarios "fríos" de bienes de consumo final y de mercancías de demanda intermedia o medios de producción en general que no pueden conseguir comparadores más allá de la masa de asalariados, de los pocos inversionistas que también son consumidores de bienes finales , ni más allá de los pocos rentistas terratenientes ni de atesoradores de dinero previamente adquirido, o de ahorristas que opten por agotar estas existencias en lugar de sumarse competitivamente a la masa de productores en funciones, ni más allá de quienes a punta de créditos se provean de un poder de compra extemporáneo al periodo económico del año en curso.


Ese inventario de mercancías representa lo que se conoce como "acumulación capitalista" con fines de ampliación económica, un proceso de nunca acabar vendido como un indicador de prosperidad, y que por supuesto se traduce en crisis periódicas cada vez más insoportables por el sistema nacional e internacionalmente. No puede esperarse otra cosa de un modo de producción donde parte de PIB se obtuvo durante el tiempo de trabajo impago excedente, más allá del que sirvió para que el asalariado reintegrara el salario recibido.


Digamos que en este sistema mercantil capitalista siempre el consumo anda por un lado y la producción por otro, la compra se halla divorciada de la venta, la mercancía del dinero, y el valor de cambio del valor de uso. Toda una típica desorganización y un descuadre económico que "normalmente" se corresponde con el mismo azar y carencia de planeación que caracteriza a una empresa privada donde cada productor anda por su lado y cuyo soporte jurídico es la libre empresa sin cortapisa alguna.


Macroeconómicamente, es observable que la ganancia del productor, aunque termine traduciéndosele en dinero, supone que el mismo excedente de mercancías invendibles dentro del periodo pasa a llenar los estantes del inversor comerciante quienes muy posible y parcialmente compraron gracias a créditos recibidos por la banca, con un posible cargo también a títulos valores o dinero que los productores depositaron en esta última.


El párrafo anterior es una apretada síntesis de cómo se concibe y gesta las conocidas "burbujas financieras". Porque, pasado un tiempo prudencial, los comerciantes del ejemplo no logran colocar toda ese inventario, entran en mora con su financista, este a su vez reacciona y declara baja liquidez ante lo cual el productor que suele girar sobre esa banca se ve obligado a constreñir su producción. Tan pronto esa situación de insolvencia se generalice, la sobreproducción aflora y se manifiesta como resultado de una crisis que provoca permanentemente la actuación burguesa de cada empresario.


Esa crisis consiste, pues, en que tenemos productores de excedentes mercantiles fabricados por un valor que no le reconocen a sus trabajadores, un excedente en mercancías que no hallan ni hallarán compradores solventes por la sencilla razón de que se trata de una parte del PIB que tomó para sí
el productor capitalista con la esperanza de venderlo al mejor postor en un mercado donde todos concurren con la misma intención y con excedentes de producción obtenidos explotacionalmente o sin haberlos comprado.


Una crisis consistente en la concomitancia de mercancías invendibles con necesidades insatisfechas que se traduce en sobreproducción en medio del hambre. Digamos que sin esa crisis de excedentes invendibles per se no podría haber capitalismo alguno.