Asociación Civil Bolivariana "Defensores del bolívar"

martes, abril 13, 2010

Ilusiones del Mercado




  class="Normal__Char">Ilusiones del Mercado


(El mercader explota a sus empleados y a los asalariados de las
fábricas)


Manuel C. Martínez
M.


13 abr. 10


 Las economías administrativas y la minimización
de los costes del mercadeo provocan una visión de ganancias tal que
pareciera que en el mercado es posible obtener riquezas sin explotación
de asalariados. Nada más falso.


Sea usted un comerciante, dótese de un inventario,
emplee algunos vendedores, un contable, etc. Ahora, pasado un período
económico convencional, pida sus estados financieros. El balance de
Ingresos – Gastos (anticipos de capital) suele arrojar ganancias como
diferencia positiva entre sus activos y pasivos.


Luego, para un segundo período procure hacer
ajustes en sus desembolsos: compre al menor precio, reduzca gastos (anticipos)
inútiles, escatime la paga de sus empleados, no permita que manguareen
ni un minuto, sea estricto con sus entradas y salidas a su empresa.
Use descuentos por pronto pago, especule, sobreprecie, etc. En el próximo
balance, para unos Ingresos constantes su ganancia habrá mejorado.


De ahora en adelante haga un “credo” con
estos procedimientos y hasta formule una teoría al respecto. Porque
es indudable que usted jurará y perjurará que sus ganancias provienen
de sus economías, de gastar (anticipar) lo mínimo y obtener máximos
ingresos.


Por otra parte, ha sido difícil convencer al
asalariado que su patrono lo explota, que no le paga nunca todo el valor
de su trabajo, y que cuando le mejora el salario entonces más lo explota
como consecuencia de la revalorización del PTN.


Bueno, con mayor razón
la incredulidad para
considerar que los comerciantes explotan a sus
empleados cobra mayor fuerza, pero sí los explota. Ocurre que mientras
el fabricante de la mercancía se queda con parte de ellas, justo por
el monto del valor de la
plusvalía,
el mercader recibe de sus empleados un
plusproducto.
Sus empleados trabajan durante unas horas excedentarias luego de prestarle
servicios al público por un valor equivalente a la cesta básica que
representa el monto de la paga recibida por el comerciante del caso.


Pero, además, el mercader recibe del proveedor
fabricante unas mercancías previamente rebajadas a un precio tal que
implícitamente le dejan un margen de ganancias a su clientela mercantil,
de manera que cuando él comerciante determina los precios de sus ventas
en ellos recoge el valor de compra más los incrementos de coste variable
que sus propios empelados añaden al lado de los costes constantes infraestructurales
de muebles, energéticos, papeleo y otros.


 Súmese el sobreingreso por aquellas economías
y el margen de ganancia que aplica a los mercancías vendidas y la
ilusión habrá prendido brillantemente: El mercado pareciera generar
riquezas y la mejor prueba es el enriquecimiento personal de un comerciante
que “sin tirar un palo” productivo termina con un capital que perfectamente
mañana lo colocará en bancos o en fábricas a fin de acrecentar la
riqueza que de partida “su mercadeo” le permitió.