Asociación Civil Bolivariana "Defensores del bolívar"

domingo, septiembre 23, 2007

Señor Presidente, No regale nuestro Salario

Por Manuel C. Martínez M.
23-sep-07

De muchos es sabido que fiscalmente el Estado se alimenta de todos los impuestos provenientes legalmente de la masa de ciudadanos trabajadores, según lo dice la Constitución, Art. 316 y 317.

Los tributos, tanto directos (IVA e impuesto anual sobre la renta anual) como los indirectos (impuestos sobre importaciones, tasas varias, etc.) tienen como finalidad el costeo de los Gastos Públicos (servicios e inversiones productivas), una contraprestación que ha sido coadmitida dentro del esquema administrativo según el cual el Estado centraliza, coordina y da cuenta de los servicios colectivos de todos los habitantes, y estos consecuencialmente deben cubrirlos con sus ingresos individuales.

El resto de las necesidades cotidianas menores corren a cargo de los bolsillos particulares de quienes tengan poder adquisitivo, o en su defecto el Estado prevé servicios de beneficencia pública, hoy conocidos como Misiones. Es el modelo de vida individualista dentro del cual cada ciudadano debe trabajar para cubrir sus necesidades, salvo aquellas que por su envergadura y calidad forman parte obligatoria de los Servicios Públicos.

Los salarios sirven para la satisfacción personal de necesidades menores, las compras de comida, calzado, ropa, zapatos, divertimentos, salud, etc., y en dichas compras el Estado interviene con sus impuestos, unos más abusivos que otros, unos más justificados y otros menos.

En nuestro país se ha vendido reforzando exitosamente la actividad tributaria indirecta, y ahora se dispone de un servicio de recaudación tributaria (Seniat) que si bien ha mejorado la recaudación, no así vigila para nada la aplicación de estos ingresos fiscales. Tenemos un Seniat con grandes logros tributarios al lado de una Contraloría Nacional que sigue tan desvergonzadamente inoperante como antes del Seniat).

Pero lo de la incongruencia entre Seniat y Contraloría Nacional lo dejamos a un lado para enfocarnos hacia el uso que viene dándole el Estado al tributo conocido como IVA, o sea, Impuesto al Valor Agregado, es decir, impuesto por concepto de trabajo realizado, única fuente lícita que permite a un comprador disponer de ingresos para ir al mercado y decir, por ejemplo: *Píqueme de esta carne, señor carnicero*.

Ahora bien, el Fisco Nacional o Erario Público dispone de variopintos ingresos tributarios. En él desembocan el Impuesto sobre la renta anual, el IVA, las regalías mineropetroleras, las tasas aduaneras, etc. Con estos variados tributos se forma un fondo común, una caja única con cargo a la cual van todos los gastos que el Estado realice.

Particularmente nos llama la atención que el Presidente de la república ahora dispone a su arbitrio de esta Caja Común para hacer cuantiosos donativos al exterior, y no precisamente para cubrir contingencias, sino para cubrir ciertos déficit presupuestarios de algunos países, unos donativos que lógicamente están siendo costeados por esos impuestos que satisfacen los trabajadores venezolanos.

El Ingreso petrolero quizás no lo sintamos en carne propia porque se trata de una fuente natural donde el trabajo colectivo participa con poco esfuerzo, pero destinar el IVA al donativo de *ayudas* a al exterior es poco menos que una burla y un abuso tributario.

E independientemente de las razones e intenciones de dichos donativos, por considerar que ningún impuesto que recaiga sobre los hombros de los trabajadores deben tener como destino su salida gratuita hacia otros países, le rogamos al estimado Señor Presidente que por favor no siga regalando nuestro trabajo, que no siga regalando nuestro salario.