Asociación Civil Bolivariana "Defensores del bolívar"

martes, julio 22, 2008

Jesucristo, Azote de la criminalidad, aún no descansa en paz

Por Manuel C. Martínez M.
21-jul-08


Según reportes bíblicos, hace 2 mil ocho años, aprox., nació el inspiradorde la vigente Religión Cristiana, repleta de amor y paz por todos sus costados. Su mensaje político sigue pendiente de aplicación más allá de las simples plegarias, ruegos y ritos que parecieran llenar supletiva y espiritualmente la verdadera lucha social contra los instigadores de la inquietud ciudadana, contra los dueños de las armas bélicas, de sus productores, mercaderes y usuarios. Y conste que ese cuadro de belicosidad efectiva y potencial ha cambiado muy poco luego de esos apelotonados 20 siglos.


Antes de este nacimiento, los conflictos sociales entre patriarcados,tribus, reinos, cacicazgos y demás entes políticos solían resolverse mediante la expedita lucha armada. Mutilados a granel, mortandades ilimitadas y demás cruentas barbaridades cubren la "mediática literaria"de esas sociedades, una más primitivas que otras, y lo siguen haciendo. El violento exterminio de millones de personas ocurrido y factible casi a la velocidad de la luz es el "orgullo" de los países imperialistas del pasado inmediato y presente siglos.


Científicos galardonados con el anzuelo del Premio Nobel, instaurado ydispuesto por un fabricante sueco de los explosivos que en capacidad mortal precedieron a la bomba atómica, dan cuenta de un connotado físico alemán quien asilado en EE UU en este país le vendió denodados servicios a los magnates del mundo moderno sitos allá y con jurisdicción económica y financiera de mando en el resto de los países capitalistas. Estos magnates son los amos del verdadero y más eficaz arsenal contemporáneo, vale decir las mercancías elaboradas con mano de obra asalariada.

La Historia Universal nos ofrece una copiosa gama de personajes, unos bautizados como héroes y heroínas, otros como grandes libertadores, independentistas y conductores de masas, y otro puñado como azotes de la humanidad. Por ejemplo, el "bárbaro" Atila fue un experto jinete criminal a quien la leyenda le atribuye la desecación de los territorios hollados por sus caballos durante su aplastante derrota infligida a los "civilizados" imperialistas romanos.


Los jefes tribuales, reyes y reyezuelos, sátrapas, faraones, cónsules y pares coetáneos, además de otras variadas formas gubernamentales, poco democráticas, sobrevivían por la única forma social que conocían. La guerra era su meta y a los habitantes se les preparaba para ella. Hubo hasta ciudades cuarteles como la de los espartanos, a cuyos soldados se les privaba de hacer familia para evitarles posibles distracciones en sus funciones de vigilancia y mantenimiento de la "paz" peloponense.


Uno de los ejemplos más conocidos de mortandad causada por guerras entres eres humanos nos lo ofrecen los reyes de Macedonia, conquistadora y devastadora del "estado griego" y de un amplísimo territorio periférico. El rey Filipo y su hijo Alejandro "Magno", muy bien entrenados, asesorados y culturalmente formados por su preceptor favorito, un renombrado ciudadano de marras, el llamado "sabio" Aristóteles de Stagira, batieron record en esa cruenta función aniquiladora de pueblos enteros para someterlos a su insaciable imperio balcánico. Al segundo y magno criminal le bastó 33 años para devastar medio mundo. Fue fundador de ciudades con su nombre en las lejanas tierras egiptanas. Como a todos esos criminales, las ensangrentadas reseñas de literatos y periodistas les reconocen virtudes como estrategas militares y otras no menos "altruistas" que subrepticiamente han pretendido esconder lo que el hebreo Jesucristo quiso fallidamente abolir desde hace dos milenios.


Efectivamente, Jesús introduce sin precedentes la idea del amor, la amistad, la antibelicosidad, la hermandad entre todos los hombres a quienes de partida considera hijos de un mismo patriarca. Principalmente, cuestiona el fratricidio e hizo hincapié en la necesidad de amarnos y respetarnos los unos a los otros. Una idea pendiente todavía de cristalización y que no fraguará mientras haya personas que sigan lucrándose con el sudor ajeno y mal pagado.


Una de las principales partidas presupuestarias de los países actuales es la dedicada a la constitución, producción y mercadeo, ampliación y potenciaciónde su capacidad bélica. Curiosa y constitucionalmente, las llamadas Fuerzas Armadas tienen como fin supremo la conservación de una paz que poco se observa en sociedades acosadas diaria y nocturnamente por el hampa común y la nacional e internacionalmente organizada.


En casi todas las constituciones modernas el Gasto Militar sobrepuja el de otros ministerios públicos. La paz social es reducida a la quietud de sus trabajadores camino a los centros de explotación, pero fuera de sus fábricasy talleres, en calles, plazas y hogares, reina la angustia en casi todaslas familias, unas asaltadas a las puertas bancarias, otras secuestradas, otras masacradas. Y lo dramático es que los organismos policiales ad hoc casi limitan sus informes de progreso en materia de seguridad pública a fríos y maquillados datos estadísticos porcentuales presentados en coloridos y bien hechecitos gráficos de variopintos formatos.


En el caso venezolano la "despacificación" de sus hogares es hoy por hoy uno de los flagelos que evidencian violaciones constitucionales al lado de innegables, ingentes y crecientes gastos castrenses y policiales de toda índole.


Pareciera que las sugerencias de pacificación cristiana siguen siendo reducidas a la paz laboral y no a la de los hombres dentro y fuera de sus centros de trabajo. De tal manera que Jesús descansará en paz sólo cuando esta reine entre las sociedades liberadas de la criminalidad que aún las mantiene en constante y colectivos fratricidios.