Asociación Civil Bolivariana "Defensores del bolívar"

sábado, julio 19, 2008

Para qué Nacionaliza el Estado Burgués las Empresas Privadas

Por Manuel C. Martínez M.
19 de Julio de 2008


Adelante decimos: Nunca hemos terminado de comprender la farsa concerniente a las "nacionalizaciones" venezolanas de propiedades estatales, de aquellas que por Constitución vigente pertenezcan al Estado y sean de rigurosa intransferibilidad a terceras personas. Este fue el caso de la Industria petrolera que dio origen a Pdvsa. ¿Cómo se nacionaliza o estatiza una propiedad que ya lo está en sí misma? Hasta dónde yo sé, las concesiones petroleras nunca supusieron desnacionalización alguna.


Hecha esa digresión preambular, sigamos:


A pesar de que alguna literatura burguésmente maquillada, que nos llega con mucha libertad afirme lo contrario (Cónfer Comunismo Científico, Diccionario, Editorial Progreso, Moscú, año 1975), el Estado capitalista moderno, además de representar la fase superior de protección al capitalismo avanzado, conocida como Imperialismo o modernamente Transnacionalismo, y de esta forma proteger directamente a los mayores inversores privados, entre otros y por ahora en forma de "empresarios mixtos", además de ese capitalismo de Estado, decimos, el Estado moderno tiene esta importante motivación:

Evitarle la posible competencia ruinosa del resto de las empresas que quedan en manos privadas. De esa manera estas pueden seguir prestando servicios de baja calidad a sabiendas de que el prestado por el Estado siempre será inferior en ese aspecto aunque su precio nominal luzca de menor cuantía. Como ejemplo, citamos a Movilnet, una paraempresa estatal venezolana que presta un servicio de cuestionable calidad, con lo cual facilita y permite que las restantes operadoras telefónicas hagan de las suyas con los precios relativos y la mala calidad de sus correspondientes ydeficientes servicios.


Eso responde a que, como es sabido, por término medio el burócrata venezolano carece de una sólida cultura que lo responsabilice y sea capaz de mantenerlo como un buen prestador de servicios. Su ética es de bajo perfil, como dicen por allí. La tradicional matraca, la irresponsabilidadhoraria, los reposos forjados, el padrinazgo para la consecución y conservación del cargo en las oficinas públicas independientemente de sus capacidad técnica y moral; el carnetismo civil, religioso o militar, y muy especialmente el adulismo tartufiano y presidencialista, y ministerialista ydiputadista, y magistradista y fiscalista, y gobenadorista, alcaldista y prefecturista, dan cuenta aislada o mancomunadamente de la estabilidad burocrática de/y para un funcionario que da vergüenza en materia de sus servicios públicos. Y esta no es ninguna calumnia, lo que puede ser es unac ontraproducente declaración antipopulista.


Su deficiente ética lo convierte en un *parásito subsidiado y oficialista*, con las pocas y existentes excepciones. Estas excepciones de excelentes y abnegados funcionarios no hacen peso suficiente para privar en el resultado final. Todo lo contrario, en nuestras oficinas públicas los trabajadores honrados, de alta moral y orgullo profesional, terminan siendo acorralados, anquilosados y reducidos a poco menos que estorbos para la mayor libertad y ejercicio de los de la mayoría de los burócratas. Esta deficiencia burocrática guarda perfecta armonía con la baja calidad de los gobernantes de estos países, interesados más en conservar el sistema social que en la buena calidad de los servicios públicos, y en una mayor protección de los intereses privados. De esta manera el esquema de la tributación para el costeo de los servicios públicos y las privatizaciones estatales siguen siendo una utopía mientras no dispongamos de un Estado dotado previamente de gente con menos taras burocráticas que las que caracterizan al grueso de los funcionarios públicos actuales.