Asociación Civil Bolivariana "Defensores del bolívar"

viernes, julio 04, 2008

Los Fallidos Cambios Metafísicos del Capitalismo

Por Manuel C. Martínez M.
04 jul. 08
A sabiendas de que “no hay peor analfabeto que quien no quiera leer”, seguimos con nuestra honorífica tarea de ayudar a los Presidente de estas repúblicas capitalistas.


El Capitalismo es una categoría de amplio alcance, un auténtico problema limpiamente macroeconómico, global o de conjunto según la terminología propia del siglo XIX. Como eso es así, si respetamos la Dialéctica Materialista que es el antónimo de la Metafísica aquel problema sólo podría cambiar de calidad cuando endógenamente el mismo sistema, desde adentro, desde sí, haya generado condiciones irreversibles para desembocar en su propia fase de cambio, realizar su propia destrucción o parir su propio verdugo. Es un hecho dialéctico que ningún fenómeno problemático se halla vacío de solución; todos están preñados de ella como nos lo sigue enseñando la filosofía socrática.


Eso lo vieron con claridad meridiana los científicos e ideólogos alemanes Karl Marx y Frederick Engels, descubridores de la “pseudotecnología” de la Dialéctica Materialista y del Materialismo Histórico, categorías estas que deben considerarse como las únicas bases teoréticas que por ahora pueden alumbrarnos para dar cuenta del fin de la presente época social.


La ignorancia de esas leyes dialécticas, su Incorrecta comprensión o los “intereses creados” dentro del propio seno burgués, no se cansan de ensayar fórmulas salvadoras o alternas para zanjar las desgracias masivas y contrahumanitarias, ya centenarias, que se derivan del sistema más perfectamente desarrollado en la carrera de las inicuas y todavía “prehistóricas” sociedades clasistas.


Últimamente, estos tercos ensayistas, por socialistas y anticapitalistas que se nos presenten, siguen atrapados dentro del sistema que desean superar, cuales jugadores con naipes marcados que obtusamente seguirán perdiendo mientras sigan jugando con la misma baraja.


Tales conatos de cambio fallido contraproducentemente oxigenan y conservan el sistema que desean suavizar o reemplazar. Es así cómo los movimientos reformistas y cooperativistas se ven infiltrados en su periferia por morbosos contaminantes burgueses y más temprano que tarde las relaciones capitalistas terminan abortando las iniciativas de tales ensayistas. Por ejemplo, ¿qué puede salir de la asociación de empresarios “socialistas” mezclados con empresarios capitalistas? Tales empresarios mixtos terminaran unívocamente capitalistas.


Esos ensayos fracasan porque subconsciente y sencillamente sus ejecutores albergan una arraigada conciencia burguesa, e inevitablemente dicha conciencia está incubada en la mentalidad y personalidad del mismo proletario. No podría ser de otra manera, habida cuenta de que estos asalariados se hallan saturados de educación burguesa, de leyes burguesas, de Derecho burgués, de literatura burguesa y de reivindicaciones burguesas. Vale resumir: de cultura burguesa. La condición de burgués de los explotadores, su ilícita riqueza y su “buen” vivir, lejos de ser condenado por la víctimas proletarias, es envidiada por estas. Casi todos los asalariados sueñan con hacerse empresarios burgueses, con tener sus propios asalariados.


Ahora bien, ¿cuándo diremos que el sistema motiva y crea sus propias condiciones de cambio? Esta pregunta no tiene todavía respuesta terminante; darla resultaría una extemporaneidad por no decir una irresponsabilidad filosófica.


Aquellos teóricos e ideólogos ya aludidos, luego de evaluar la Economía Burguesa, de criticarla de cabo a rabo y considerarla vulgar u obsoleta, reconocieron que no se discontinuaría hasta tanto ella no agotara la última gota de sudor laboral, ni superpoblara con sus “codiciadas” mercancías los galpones y oficinas de la explotación salarial hoy imperante en el planeta Tierra.


Tales críticos se limitaron a señalar síntomas o tendencias económicas que podrían dar fin al sistema en cuestión. Entre estas tendencias se halla el declive de la tasa media del lucro industrial, una tendencia universal largoplacista que sufren unos inversionistas, otros la pasan inadvertida y los más terminan ignorándola completamente.


La pregunta que sí impone una respuesta actual es: ¿por qué fallan los intentos socialistas emprendidos por gobernantes y empresarios dotados de buena voluntad, tan empreñados de la más pura filantropía y de amor por la humanidad?


Y filosófica y sociológicamente respondemos: porque esas tentativas resolutorias, esas vías alternas, son de naturaleza metafísica. Emanan exógenamente de la voluntad humana, de la conciencia humana y burguesa, y de la propia conciencia “socialista” si se quiere y admite como tal.


No hay mente sana en cuerpo enfermo, aconsejó el poeta latino Juvenal. Un sistema que como el capitalista practica el engaño publicitario, el mercadeo especulativo, que niega el plusvalor, niega la explotación del hombre por el hombre, niega sus propias características, sólo puede engendrar un espíritu y una conciencia no menos falsos.


Es que si somos dialécticos materialistas debemos respetar que todas las ideas humanas carecen de originalidad primaria, que todas son derivadas de nuestro quehacer laboral tanto técnico como intelectual. No tenemos una conciencia creadora per se sino reflexiva del modo de vida que nos toca llevar y practicar.


De allí que mientras no haya una alternativa súbita, global, macroeconómica o de conjunto, la misma que involucre a los propios explotadores actuales, tal como se desprende de la Dialéctica, nuestros preensayos socialistas serán ineficaces productos y tentativas exógenas, metafísicas y materialmente contradialécticas.