Asociación Civil Bolivariana "Defensores del bolívar"

sábado, abril 17, 2010

                                                                                      
 Las ALIENANTES y CRIOLLAS PUERILES PIÑATAS 3ra. Edición
Manuel C. Martínez M
16 abr. 10

 Ud. fue uno de los primerísimos invitaditos de aquellas fiestas infantiles, y también a Ud. le tocó ser un anfitrioncito en las que le hicieron en uno que otro de sus cumpleaños. Recordará que el encanto de dichas fiestas lo ponía la tradicional y católica PIÑATA, aquella que solía hacerse con pesadas ollas de arcilla -causantes de algunos casos de niños contusionados con los guijarros que aterrizaban en las cabezas de los bailadores.
Posteriormente tales piñatas fueron hechas de cartón, a partir de las cuales sus variados y coloreados tipos comenzaron a ser moldeados zoomorfa y antropológicamente. Hoy representan a los animalitos más inducidamente queridos: ratoncitos, perritos, pollitos; pajaritos, muñecas y muñequitos.
Pues bien, con esas prácticas, financiadas, promovidas y dirigidas por los papás y mamás, de lo más entusiastas, también   se ha venido induciendo de la manera más irresponsable e inconsciente una conducta sui géneris de adultos predispuestos o chapados para el maltrato de animales y de personas, ya que no se esperaría otra respuesta de unos adultos a quienes, como niños se les enseñó a caerle a palos a sus adoradas piñatas.
 Verdaderamente espeluznante resulta, p. eje., una hermosa figura de rubia niña vestida antañonamente que es realmente guindada por su cuello y sometida a torturantes templones de subida y bajada; es furiosamente apaleada repetidas veces por todos los niños invitados, y finalmente destripada con profuso derrame de sus acarameladas vísceras, mismas que salpican a los propios victimarios y protagonistas de tan macabro espectáculo (sólo para adultos).
 Por supuesto, esos niños son instantáneamente inocentes, pero en su adultez muy probablemente se verán impulsados a responder con los estereotipos subliminalmente incubados como ese de la muerte por apaleamiento aplicado a los muñecos usados en esas alienantes y pueriles fiestas venezolanas. Si a esto se suma (hoy, dentro de la V república venezolana) el empleo de piñatas alusivas a la cabeza de determinados personajes de la vida pública, la subliminalidad morbosa estaría traduciéndose en futuros sicarios para la Política Contemporánea por venir.