Los Callos de la Humildad
Los Callos de la Humildad
Manuel C. Martínez M.
20 may. 10
Observe los tendones de Aquiles, particularmente los suyos, o los de las demás personas, damas y señoritas. En la mayoría de los casos muestreados verá una formación callosa cuyos orígenes se remontan a la adolescencia y hasta antes.
Con esas personas ocurre que generalmente pertenecen a gente humilde, y el calzado que pudieron usar fue generalmente baratico o de precios al alcance de sus padres. Esta baratura, como se infiere, está asociada a zapatos de tercera calidad aunque muy boniticos a los ávidos ojos de todo menesteroso.
Su pésima calidad se refiere a que su confección va con cargo a suelas y de bajo coste de fabricación, cueros mal trabajados, tiesos y rústicos, cuyo uso dará inmediata salida a una seguidilla de ampollas que a fuerza de costumbre e insistencia se transforman en tremendos callos. No se diga de aquellos zapatos que le quedaban apretados, pero que se resignó a usar, no fuera cosa que mientras se encontraran los adecuados se le atravesara una necesidad urgente a su comprador. En refuerzo comercial, el vendedor siempre afirma que esas molestias del calzado apretado pasarán cuando se les estire con el uso, y se cuida de omitir que para entonces varios callos se habrán desarrollado a sus anchas.
Tales callos blanquecinos pasan a ser la defensa natural ante cuanto zapato de tercera siga poniéndose la gente humilde, y de “talón de Aquiles” pasan a ser tendones de Aquiles, por aquello del lado flaco que representan, puesto que no es necesario buscar documentación curricular para reconocer el estatus de una persona: Basta con mirarle sus talones y las coyunturas superiores de sus dedos inferiores.
Esos callos de la humildad suelen estar acompañados de cicatrices de variados tamaños pertenecientes a las niñas de unas dos generaciones hacia acá. Sus padres pertenecen al grupo de gente “sin techo” que a raíz de la caída de Marcos Pérez Jiménez optaron por invadir tierras urbanas ociosas para una improvisada fabricación de ranchos. En esa fabricación entraron muchas latas y latones, alambres y púas de hierros diversos capaces de producir rasguños y heridas más profundas a los niñitos semidesnudos y descalzos de entonces que correteaban dentro y fuera de semejantes viviendas.
De vez en cuando usted observará personas con unos taloncillos delicadamente tratados; estos revelan que sus padres fueron gente de buen dinero, mismos que pudieron adquirirle al dueño de esos tendones unos calzados de primera calidad en suavidad, talla y elegancia, y única forma de evitarle al usuario la formación de los mencionados callos de la humildad.
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