Asociación Civil Bolivariana "Defensores del bolívar"

viernes, mayo 21, 2010

Los Callos de la Humildad

Los Callos de la Humildad

Manuel C. Martínez M.

 

20 may. 10

Observe los tendones de Aquiles, particularmente los suyos, o los de las demás personas, damas y señoritas. En la mayoría de los casos muestreados verá una formación callosa cuyos orígenes se remontan a la adolescencia y hasta antes.

Con esas personas ocurre que generalmente pertenecen a gente humilde, y el calzado que pudieron usar fue generalmente baratico o de precios al alcance de sus padres. Esta baratura, como se infiere, está asociada a zapatos de tercera calidad aunque muy boniticos a los ávidos ojos de todo menesteroso.

Su pésima calidad se refiere a que su confección va con cargo a suelas y de bajo coste de fabricación, cueros mal trabajados, tiesos y rústicos, cuyo uso dará inmediata salida a una seguidilla de ampollas que a fuerza de costumbre e insistencia se transforman en tremendos callos. No se diga de aquellos zapatos que le quedaban apretados, pero que se resignó a usar, no fuera cosa que mientras se encontraran los adecuados se le atravesara una necesidad urgente a su comprador. En refuerzo comercial, el vendedor siempre afirma que esas molestias del calzado apretado pasarán cuando se les estire con el uso, y se cuida de omitir que para entonces varios callos se habrán desarrollado a sus anchas.

Tales callos blanquecinos pasan a ser la defensa natural ante cuanto zapato de tercera siga poniéndose la gente humilde, y de talón de Aquiles pasan a ser tendones de Aquiles, por aquello del lado flaco que representan, puesto que no es necesario buscar documentación curricular para reconocer el estatus de una persona: Basta con mirarle sus talones y las coyunturas superiores de sus dedos inferiores.

Esos callos de la humildad suelen estar acompañados de   cicatrices de variados tamaños pertenecientes a las niñas de unas dos generaciones hacia acá. Sus padres pertenecen al grupo de gente sin techo que a raíz de la caída de Marcos Pérez Jiménez optaron por invadir tierras urbanas ociosas para una improvisada fabricación de ranchos. En esa fabricación entraron muchas latas y latones, alambres y púas de hierros diversos capaces de producir rasguños y heridas más profundas a los niñitos semidesnudos y descalzos de entonces que correteaban dentro y fuera de semejantes viviendas.

De vez en cuando usted observará personas con unos taloncillos delicadamente tratados; estos revelan que sus padres fueron gente de buen dinero, mismos que pudieron adquirirle al dueño de esos tendones unos calzados de primera calidad en suavidad, talla y elegancia, y única forma de evitarle al usuario la formación de los mencionados callos de la humildad.