Asociación Civil Bolivariana "Defensores del bolívar"

jueves, febrero 17, 2011

Conozcamos el Arrendamiento Capitalista (La vivienda propia es una práctica capitalista de inspiración marxista)

Manuel C. Martínez M.

17/02/2011 18:28:14

Cuando Marx descubre la fuente de la riqueza de las naciones (mediados del siglo XIX), como resultado de una investigación científica contra la que se estrellaron lumbreras como la del escocés Adam Smith, tan venerado todavía, y la de David Ricardo, de origen lusojudaico, estuvo lejos de sospechar que los capitalistas del siglo XXI demostrarían que este sistema, preso como se halla de su propio egoísmo competitivo burgués, tardaría más de 150 años en darse cuenta de que una de las formas más expeditas de abaratar los salarios y consecuencialmente incrementar las ganancias, de minimizar el reclamo obreril y de garantizar una mayor duración de la paz burguesa, es paradójicamente la dotación de vivienda propia para sus explotados[1] .



El proceso de mercantilización de todos los bienes, principalmente de la fuerza de trabajo, fue tan aceleradamente expandido e indetenible que no escapó servicio personal ni producto del trabajo alguno que no se convirtiera en valores de cambio tan pronto fueran tocados con la magia del capital.



La vivienda de cualquier calidad no escapó de tal capitalización, y fue así cómo hasta los trabajadores de la construcción de lujosos edificios y viviendas modernas, con sus rascacielos neoyorquinos, sus largos puentes, calzadas y aceras, hasta esos trabajadores que han embellecido ciudades y lo siguen haciendo, han carecido en su mayoría hasta de un indigno rancho de “primera”.



Hoy por hoy, seguimos sintiendo pena ajena por los obreros de la construcción de vivienda y afines cuando los observamos durante su hora de almuerzo. Entonces, los vemos tirados en el sucio suelo, sin mesas ni manteles, sin lavamanos, sin servilletas, sin cepillo de dientes, etc. Así comen o, más bien, magullan, en condiciones que no envidiarían muchos animales. Los que trabajaron, y posiblemente con salario minimizado, en la reciente remodelación de la Plaza Bolívar de Valencia, Venezuela, ofrecieron tamaño y oprobioso espectáculo. Embelleciendo la Plaza Bolívar, por un lado, y comiendo en el suelo, por otro.



Yendo al punto de esta entrega, resulta que la realización de un plan oficial agresivo destinado a la construcción de millones de viviendas, con la expresa finalidad de acabar con el rancho, no solo garantizaría inmediatamente un fuerte impulso a la deprimida economía venezolana, hasta ahora sostenida a punta del sacrificio de ahorros de vieja formación, sino que a mediano plazo dotaría al país de una mano de obra asalariable que ya no tendría motivo para mayores exigencias salariales, no, por lo menos, por este concepto de consumo. Es que con vivienda propia el trabajador se ahorraría ipso facto aproximadamente 30% de su ingreso actual, según parámetros estadístico relativos al coste de vida o del destino que obligatoria e inevadiblemente le da el trabajador por concepto de alquileres.
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[1]  Por definición, el salario, o capital variable, según la terminología marxiana, envuelve los gastos necesarios para la renovación y mantenimiento de la fuerza de trabajo, y entre aquellos figura obviamente el costo de la vivienda. Cónfer: Carlos Marx, El Capital, Libro I, Sección II, Cap. VI.