Asociación Civil Bolivariana "Defensores del bolívar"

jueves, julio 28, 2011

Conozcamos la Formación de los Precios de Fábrica o “Costes Marginales", Segunda Parte (ii)

(La fábrica estima primero el precio, y luego el mercado lo ajusta al valor)


Manuel C. Martínez M.

25/07/2011




“Cada vendedor no puede encarecer en forma permanente sus mercancías, a no ser que también se someta a pagar siempre más caras las de los otros vendedores. Y por la misma razón, ningún consumidor llega a pagar habitualmente menos caro lo que compra, salvo que se someta también a una disminución similar del precio de las cosas que vende.”[1]




Observación preliminar: En ese epígrafe hay un sentido macroeconómico que no puede perderse de vista. Generalmente, cuando se elucubra sobre cuestiones económicas solemos echar mano a casos aislados, a particularidades. Muchos amantes de la Economía escogen casos como “una (1) arepera”, y hasta más allá: “una (1) arepa”. Otros citan una pieza de carne de res. Por supuesto, los hay que toman en forma modular la casa que construyeron para su hogar y le siguieron los pasos a toda su construcción en materia contable, cosas así. Esta tendencia irrefrenable a la comisión de desaguisados como esos debe evitarse si se quiere tener ideas más claras y acertadas sobre una ciencia que se las ha traído consigo misma, y sigue trayéndoselas por la sencilla razón de que hay apologistas de la Economía Política Vulgar que basan sus “academizados” criterios y defensas del sistema burgués de producción sobre semejantes menudencias.

 

Hecha esa digresión, vayamos al tema que nos ocupa: Como hemos señalando en la Primera Parte, las supuestas ganancias que dejarían las unidades que se hallan representadas en la curva de costos marginales (ver figura siguiente) no son otra cosa, en conjunto, que la plusvalía no reconocida por el fabricante, única forma de explicarnos con lógica, coherencia y sinceridad, por qué el fabricante logra vender por encima del subcosto que él registra en sus libros, habida cuenta de que lo hace sin asentar explícitamente el aporte de valor excedente que dejan sus trabajadores por cada unidad salarial recibida diariamente[2].

 Para: CP=Costes y precios; D= Curva de demanda; O= Curva de Oferta = C. de “costes o valores marginales”; Q= Cantidades ofrecidas y demandas; Zona zigzagueada= Ganancia obtenida cuando se logra el equilibrio entre demanda y oferta.




El caso es que ningún fabricante determina su ganancia mediante la diferencia aritmética entre el precio unitario de venta y el costo unitario, tal como lo dejan entrever los espejismos contables identificados como coste marginal, productividad marginal y otros artilugios propios de la Economía Vulgar y apologética del sistema capitalista.
De resultas, como la contabilidad burguesa ignora la plusvalía y limita sus cargos por concepto de mano de obra al volumen de salarios causados, se deja al mercado los ajustes pertinentes del precio de venta que ya el fabricante tiene en mientes (zona zigzagueada en la grafica superior que representa los excedentes de valor al que se vende sobre el valor que se paga al asalariado) y precio de venta con el cual lanza su oferta. Por experiencia, esos ajustes ya se han realizado, y el mercado limitará sus cambios y diferencias coste-valor a las variaciones de precios que vayan apareciendo, inclusive por ofertas de mercancías ya registradas, como son los casos inflacionarios, los cambios de paridad cambiaria, crisis ocasionales, inestabilidad política y afines.

Ese cálculo de costes marginales explica el entusiasmo y sigilo[3] que pone el productor en el control de precios de costo, sus economías, sus cargos hasta de las más insignificantes compras que realicen sus administradores; lo hace con tanto esmero y vigilancia como el puesto en los incrementos y sostenimiento de la productividad de sus trabajadores. De esa manera busca maximizar su producción de plusvalía y minimizar sus costes en dinero invertido, y cumple con la famosa ley de oro de la Economía Vulgar: “Mínimos costes y máxima ganancia”.

Hemos indicado en entregas anteriores [4] que la “concurrencia” de muchos en el mercado les permite a los vendedores y compradores conocer de los precios vigentes en cada momento, salvo que se trate de innovaciones mercantiles cuyos precios va introduciendo el fabricante hasta que poco a poco logre imponer y fijar el que más rentabilidad de deje. Recordemos que la penetración del mercado supone ensayos, descuentos, facilidades, publicidad, etc., pero, muy especialmente la introducción de unos precios ex ante que quedarán sujetos a todos los ajustes que a bien tenga la “mano invisible” con la que ya estamos familiarizados.

El mercado se ocupará sencillamente de frenar las ventas con precios distanciados del valor promedio que la propia dinámica, con sus obsolescencias e innovaciones, y la experiencia bursátil haya señalado. Como hemos dicho, el mercado terminará imponiendo el valor de las mercancías con un error mínimo, con lo cual la valoración de sus costes que haya hecho el fabricante tenderá a quedar ajustada a los cargos estándar por conceptos no menos estandarizados, entre los cuales se hallan las depreciaciones de medios de producción fijos o medios de trabajo, de los alquileres, del gasto administrativo, de las plantillas gerenciales, jurídicas, seguros, vigilancia, decoraciones y afines.

De esa forma, el plusvalor creado en fábrica no sólo queda reconocido por el mercado[5], sino que, por falta de regulación de “costes y precios justos” se admite los costes de medios de trabajo como costes imputables al precio fijado por el fabricante para sus ventas, cargos que, además de esquilmar a los consumidores, al lado de la explotación por concepto de plusvalía, sirven para burlar el IS/R de todos los países burgueses. Venezuela, 28/07/2011 12:47:50
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[1] Carlos Marx, El Capital, Libro Primero, Cap. V, Nota 14.


[2] Carlos Marx, Ibídem.


[3] Carlos Marx, El Capital, Libro Primero, Cap. VII, Subc. I.


[4] http://www.aporrea.org/tiburon/a127142.html

[5] “El intercambio que se hace de dos valores iguales no aumenta ni disminuye la masa de los valores existentes en la sociedad. El intercambio de dos valores desiguales…tampoco modifica la suma de los valores sociales (macroeconómicos), aunque aumente la fortuna de uno en lo que quitó de la fortuna de otro.” (Carlos Marx, Ob.cit., Cap. V, Nota 19. Introduje el paréntesis.