Asociación Civil Bolivariana "Defensores del bolívar"

martes, abril 12, 2011

LA REVALORIZACIÓN DEL CACHICAMO: Un cuentico y una cuentica…

Por Eudes Vera


Érase un país subdesarrollado monoproductor y monoexportador que gracias a los malos gobiernos que lo han azotado durante más de 100 años de explotación de su único producto de exportación, el viscoso mineral que llamaron petróleo, fue saqueado por el Gran Capital Nacional e Internacional con la venia de sus gobernantes, quienes no se preocuparon en absoluto por sembrar esa riqueza providencial para desarrollar el agro y la industria del país, lo que ocasionó que antes del cuentico y la cuentica aquí relatados, ese país sufriera de la mayor vulnerabilidad, pues carecía de autosuficiencia alimentaria, debiendo importar el 83% de lo que consumían sus habitantes, pues de ñapa, el aparato industrial fue prácticamente desmantelado para implantar el Sistema Modelo del Siglo XXI. Los trabajadores de ese país durante demasiado tiempo habían sido víctimas de gobernantes demagogos y corruptos que incurriendo en todo género de triquiñuelas se dedicaron a enriquecerse y a acumular poder, empeño con el que casi lograron destruir el país: En efecto, sin ninguna necesidad, acogotaron a la población de impuestos tan injustos y regresivos como el IVA y el IDB. Y no conformes con los ingresos petroleros y el impuesto sobre la renta que pagaban sólo los pendejos, endeudaron al país hasta más no poder, pese a que con los ingresos petroleros bastaba y sobraba para cubrir las necesidades presupuestarias del país, lo cual cualquier persona con tres dedos de frente hubiera podido discernir, simplemente sacando bien las cuentas.



Nuestra pequeña historia se refiere a dos trabajadores, Pedro y Juan. Pedro, de la clase media, se caracterizaba por ser muy emprendedor y por estar siempre buscando las maneras de aumentar sus entradas. Su amigo, Juan, era un obrero a quien, desde que apareció el blackberry, se le metió la idea de regalarle uno a su esposa para su cumpleaños. Sin embargo, su sueño le resultaba imposible, ya que sólo ganaba el escaso salario de 1224 Cachicamos, la moneda de ese país. Pero, un buen día la suerte le sonrió y se ganó 860 cachicamitos en la lotería. La ilusión lo embargaba, pero su decepción fue grande cuando fue a las tiendas de celulares, y encontró que el precio del blackberry más barato pasaba de mil y déle. Casualmente se encontró ese día con su amigo Pedro, a quien le comentó el motivo de su frustración. Éste, quien no volaba por miedo a los cables de alta tensión, le dijo inmediatamente: “No te preocupes, chico, yo te consigo el blackberry por Internet por tan solo 860 cachicamitos”. Casualmente, el astuto Pedro recordó que un par de días antes había encontrado, navegando en Internet, que una de esas grandes empresas de ventas online ofrecía un blackberry con cámara, mp3, etc., por tan solo 100 dólares, incluyendo los gastos de envío. Juan convino entonces en pagarle los 860 cachicamitos por el blackberry y acordaron en reunirse en una semana para hacer efectiva la negociación. Esa misma noche, Pedro utilizó su cupo KDIBI de Internet de 400 dólares y adquirió el celular por 100 dólares. La cuenta que sacó Pedro fue la siguiente: “He pagado 100 dólares por el celular, que al cambio oficial de 4,30 Cachicamos por dólar me da una inversión de 430 Cachicamos, pero, al vendérselo a Juan en 860 Cachicamos obtengo una ganancia neta de 430 Cachicamos, o sea me quedan para mí 100 dólares completiticos, libres de todo gasto. Umjú, no está mal para una semana matando tigres. No sé qué le pasa a la gente que no ve lo facilito que es esto de sacar cuentas. Gracias señor por darme esta cabeza para sacar cuentas, pensó sonriendo con satisfacción”.

Pero resulta que al día siguiente el Presidente salió de viaje por una semana al exterior y dejó encargado de la Presidencia a su dilecto Vicepresidente, una persona dispuesta a jugárselas en esa semana en que fungiría como el mandamás del país... A los 4 días como Presidente Encargado no podía más con su conciencia, ya que en lo más recóndito de su ser, siempre se había opuesto a las devaluaciones de la moneda nacional. Así que ni corto ni perezoso convocó a su Ministro de Finanzas y al Presidente del Banco Central y les dijo haciendo un estirón de hombros: “Con la anuencia del Presidente, he decidido revertir la devaluación del Cachicamo que ustedes implantaron en el 2010 y el 2011. Por lo tanto les ordeno que de inmediato redacten un nuevo convenio cambiario, dejando sin efecto los dos anteriores, de tal manera que a partir de mañana el tipo de cambio retorna a 2,15 Cachicamos por dólar”. Tremendo paquete tenía encima el Vice, pero decidió jugárselas todas. Estaba clarísimo que el modelo cambiario vigente hasta ese entonces solo era resultado de las presiones para devaluar la moneda nacional que ejercían sobre el gobierno los poderosos capitalistas y banqueros que iban surgiendo como élite por causa de la estructura de poder del estado. Sabía hasta la saciedad que los grandes depósitos de esa élite en el exterior superaban los 200.000 millones de dólares. Seguramente se alborotarían y presionarían, pero ya era hora de revertir tamaña hipocresía social, ya era tiempo de cortar con las mafias que aferradas a la tesis del control de cambio y a mantener el Cachicamo cada vez más desvalorizado, desafiaban la cordura para obtener pingües e inmorales ganancias en el mercado negro de divisas que ellos controlaban

Efectivamente, los acaparadores de dólares pusieron el grito en el cielo cuando se enteraron de la medida porque sabían que se les acababa la manguangua de la que habían disfrutado durante los últimos 28 años. Exactamente al quinto día de viaje del Presidente entró en vigencia la nueva tasa de cambio y de inmediato los precios de muchos bienes y servicios comenzaron a bajar. A la semana, Pedro y Juan se reunieron para cerrar el negocio, como habían convenido. Sin embargo, Juan le dijo entonces a su amigo: “Lo siento mucho, mi pana. Pero ahora no te puedo pagar los 860 Cachicamos que te ofrecí por el celular, porque los precios han bajado. Lo más que te puedo pagar es 430 Cachicamos”. Pedro de inmediato se puso furioso, pero su panita se mantuvo firme: “Sólo te pagaré 430 Cachicamos. Los tomas o los dejas”. A Pedro no le quedó más remedio que aceptarlos y para su sorpresa, Juan le dijo entonces: “Yo necesito otro blackberry para mí, pero sólo estoy dispuesto a pagarte 430 Cachicamos por él”. Pedro, como buen vivián al fin, le dijo: “Está bien, compadre, pero déme los 430 Cachicamos por adelantado y en una semana le traigo su otro blackberry”. Juan le entregó los otros 430 Cachicamos y se fue de lo más contento, pensando qué buen negocio había hecho al comprarle dos blackberrys a su amigo por sólo 860 cachicamitos. Bendijo al Vicepresidente por haberle aumentado el poder adquisitivo a su amada moneda, pensando para sus adentros: “Ese tipo si tiene la cabeza puesta pa’ pensar”. Por su parte, Pedro sacó la siguiente cuenta: “Invertí 430 Cachicamos en la compra del celular, pero lo vendí por sólo 430 Cachicamos, con lo cual claramente ni perdí ni gané. Pero, esos 430 Cachicamos equivalen ahora a 200 dólares, gracias al Vicepresidente. Es decir, en realidad me he ganado 100 dólares facilitos. Además, con los otros 430 Cachicamos que me dio Juan, le compro otro blackberry, por el que pagaré 100 dólares, que equivalen ahora sólo a 215 Cachicamos, con lo cual me gano 215 Cachicamos más, es decir, 100 dólares más pa’ mi bolsillo, en total una ganancia de 430 Cachicamos o lo que es lo mismo 200 dólares en 15 días. No está mal, no está mal…”

Las noticias volaron hasta donde estaba el Presidente en viaje de negocios y de promoción de su liderazgo mundial. No entendía mucho por qué lo felicitaban, no entendía por qué le decían que eso que había hecho su gobierno sí era realmente revolucionario. Lo invitaban a dar conferencias sobre la revaluación del Cachicamo, pero él seguía sin entender de qué le hablaban… “Debe ser una cosa muy buena la que hice, pero ¿Qué será? Voy a echar una llamadita a la isla de la felicidad para que el Zoila Félix Carpio me eche los cuentos…” Tras mucho repique el Comandante Félix Carpio finalmente atendió al teléfono y le dijo: “Mago, eso que hiciste fue lo máximo… ¡Qué cosa más grande, caballero!” A lo cual, replicó el Gran Líder: “Pero, ¿Qué hice, Qué hice???

…Se cayó la llamada.

Epílogo: La revalorización del Cachicamo sirvió para favorecer a los trabajadores de esa república petrolera quienes vieron como de la noche a la mañana el equivalente en dólares de sus salarios se duplicó, pues el salario mínimo pasó de 284,65 dólares a 569, 30 dólares, la inflación pasó de más del 30% a apenas un dígito bajo, en menos de 1 año, y la economía se reactivó y diversificó rápidamente. Sin embargo, la revalorización también fue causa de que le dieran patatús y calenteras a la minúscula élite de grandes acaparadores de dólares, a quienes no les quedó más remedio que repatriar sus capitales. El Cachicamo adquirió gran aprecio entre la población quien lo prefería al billete verde del Imperio. Ciertamente, a los ojos del mundo, el Presidente adquirió gran prestigio, pero todos sabemos quien en realidad fue el verdadero mago de este cuento.



Eudes Vera, eudesvera@gmail.com , @eudesve, 0416 – 384 4511