Asociación Civil Bolivariana "Defensores del bolívar"

domingo, octubre 15, 2006

Saramago Nobel busca otra cosa

Por Manuel C. Martínez M.
15-oct-06

Confieso que me impresionó muchísimo la propuesta literal del Nobel lusitano José Saramago, la expuesta brillantemente en su obra: Ensayo sobre la lucidez.

De su primera lectura inferí que se trataba de un posible y soberano revolcón político popular tendente a socavar el modus vivendi de estos pueblos que llevan cientos de años sometidos ideológicamente a la estrategia del voto eleccionario, fincado a su vez en la idea de que los pueblos civilizados deben darse gobiernos democráticos al mejor estilo de la clásica Atenas, que supuestamente los electores son libres para consumar el voto, y los elegibles, libres para postularse.

El VOTO en BLANCO me lució una sabia elección, una especie de salida pacífica de contundente mensaje dirigido a los tradicionales y reiterados electores de la Política de estos países, mismos que con sus disciplinados votos se han limitado a quitar al presidente Chucho para poner al Presidente Jacinto, resultando ambos cucarachas de la misma letrina. Porque, bien miradas las cosas, ni somos libres para votar, ni los Candidatos lo son para postularse.

Nos explicamos: los electores están constantemente sometidos a la tendenciosa mediática de ayer y de hoy, al temor de las persecuciones políticas, al reconcomio anidado en los posibles ganadores, a las presiones económicas, y a su grado de capacidad para distinguir lo bueno de lo malo más allá de las apariencias. Digamos que carece de pensamiento propio.

Los elegibles, por su parte, cuando resultan sinceros y honestos suelen pasar inadvertidos por el elector, presa como se halla, este, según acabamos de exponer. Y los afortunados con el voto popular, aquellos que logran entrar en el marcador, parodiando la Hípica lúdica, ora están ya presos de los intereses creados nacionales, del poder financiero burgués, ora de las conveniencias políticas internacionales, para que todo siga lo más exactamente igual, para que se conserven las raíces y troncos principales, y sólo, a lo sumo, se poden las ramas externas y molestas de intrascendencia alguna, parodiando al autor de Desde el jardín.

El VOTO en BLANCO, sugerido por Saramago, el Nobel, se nos presenta como la alternativa más aleccionadora. La comunidad les diría NO a todos esos farsantes y tartufos de la sociedad electora, a sus financistas, quienes, aturdidos por semejante actitud, posiblemente echen a un lado el trillado y engatusador mecanismo de las elecciones democráticas de vieja y griega práctica que tantos buenos frutos, estabilidad, riqueza y tranquilidad espiritual, conocidos con el nombre de PAZ, les ha proporcionado a los amos del poder del mundo, pero fundamentalmente a las poblaciones timoratas, al pequeño comerciante y pequeño burgués, a esos que prefieren rezar y esperar que se haga la voluntad de Dios en lugar de tomar cartas directas en el asunto, más allá de la sumisa y periódica caminata hacia los cajones electorales, cajones que siempre dirán NO a la aspiraciones populares, que siempre dirán NO al hambre que crece exponencialmente en el mundo mientras la riqueza burguesa lo hace en proporciones aritméticas, un desbalance económico que más tarde o más temprano dará cruenta cuenta de todo esta farsa democrática.

Si eso es así, entonces debemos buscar otro mensaje para el VOTO en BLANCO sugerido por Saramago, el Nobel. Creemos que es la más desesperada estrategia diseñada por la alta burguesía internacional, en colusión con los académicos de Suecia para minimizar la verdadera alternativa popular de la masa potencialmente electora. Hablamos de que la verdadera elección sería la ABSTENCIÓN. Pasamos a detallar su importancia:

Con la abstención, obviamente no sólo se reducen las cifras de ganadores y perdedores en la cuestionable estrategia electoral democrática, sino que siempre quedaría el sabor amargo de la preocupación, de la angustia latente y estresante, de la martillante pregunta que siempre se estarán haciendo los políticos prestados a esta farsas, los pequeños burgueses, los medianos burgueses, los altos burgueses, los nacionales y extranjeros, en fin, los adeptos al eslogan: *si tú estás bien, los demás también*.

Porque la abstención no necesariamente supone indiferencia ni anarquía, no es pasividad, es, sencillamente, una suerte de pausa electoral que se toma el pueblo para pensar sin el acoso objetivo y subliminal del bombardeo mediático que suele obnubilarle, sin el acoso periódico de políticos y gobernantes inescrupulosos, una pausa para repensar con mayor libertad lo que el abstencionista, en la PAZ de su casa podría diseñar para verdaderamente ensayar, no con un nuevo elegible, sino con el destino mismo de su país.

Porque la abstención es la más expedita y barata formula popular para el quebrantamiento incruento y pacífico de la PAZ, misma que tanto desean los explotadores del mundo. Una PAZ deseada y suplicada mental y esotéricamente por los pecadores, a fin de zanjar así la correspondiente e inevitable inseguridad que obviamente debería existir en unas sociedades preñadas de una masa electoral llena de miserias, de problemas irresolubles por ningún gobierno, saturada de desigualdades sociales, de una pasmosa repitencia de los mismos problemas económicos y sociológicos por los siempre han luchado los mejores hombre que ha botado la humanidad pos grecorromana.

Digamos que el Nobel Saramago busca que todo siga en paz, para pobres y ricos, para los políticos inescrupulosos y para los que no lo son, para explotadores y explotados, para crédulos y ateos, para santos y pecadores, una tabula rasa electoral que, por el contrario acabaría con los inescrutables, con los rebeldes abstencionistas que siempre serán el permanente dolor de cabeza de los amos del mundo, ya que nunca sabremos qué estarán pensando hacer, en lugar de preguntarnos: ¿Qué hacer?