Asociación Civil Bolivariana "Defensores del bolívar"

miércoles, octubre 15, 2008

De cómo se pierde la Propiedad Privada en la Sociedad Capitalista

Por Manuel C. Martínez M.
10 oct. 08

Muchos recordarán la triste historia de Dn. Fulano quien tenía buena posición económica y cayó en desgracia. De esta historieta hay abundantes y permanentes casos. Lo que debe preocuparnos es que una familia que logre estabilizarse económicamente, industriosa, honesta y responsable, debe mantener su posición y si se quiere mejorarla con el paso de los años.


Sin embargo, paradójicamente la propiedad privada (PP) acusa una fuerte vulnerabilidad en el sistema capitalista, mientras sus ideólogos enfatizan su respeto y máxima estabilidad frente a otros sistemas, como el socialista.


Cierto que las constituciones y leyes correspondientes garantizan y protegen la legalidad de la PP pero lo hacen sobre la curiosa base jurídica de su expedita transmisibilidad mercantil. Viene al caso señalar que la crisis financiera actual sufrida por los ciudadanos de la clase media norteamericana y europea se manifiesta precisamente con la ruina de muchos y la sobrerriqueza de unos pocos.


Las constantes e ingobernables penurias económicas familiares, la competencia mercantil y tecnológica, el copyright y el tráfico de los valores bursátiles amparados en el libre cambio burgués, son la mejor prueba de que nadie, absolutamente nadie, ningún patrono ni ningún ciudadano están libres de bancarrotas en el corto, mediano o largo pazos.


Durante el milenario Medioevo la propiedad del suelo fue inconmovible. Sus dueños mantuvieron rivalidades políticas que pudieron desembocar en sometimientos interfeudales, pero los feudos eran intransmisibles por vías comerciales, esa figura no la conocemos. Condados, marcas, ducados y reinos fueron geográficamente sólidos. No se comerció la tierra sino sus frutos. Los señores feudales fueron monopolistas per se. Los imperios fueron fusiones feudales.


Modernamente, todas y cada una de las empresas capitalistas se hallan constantemente amenazadas por un competidor en funciones o por otros en proceso de formación. La libre empresa alberga ese potencial. Crecer o perecer es su mandamiento.


Unos empresarios emigran su capital hacia aquellos rubros de mayores ganancias, y para la conquista de una mayor cuota de mercado no se paran en hueso. El dumping y las asociaciones carlelianas van dando cuenta de las empresas débiles a favor de propietarios cada vez más poderosos. Dentro de estos la competencia expropiatoria sigue vigente con pasmosa simetría.


De manera que si en algún momento se corre el riesgo de perder hasta nuestras modestas propiedades es en la actualidad burguesa debido a este sistema. Si, pongamos por caso, usted se hace de una parcela y su vecino termina codiciándosela, entonces comercialmente buscará comprársela, y si usted se opone siempre habrá formas legales de forzarlo a venderla. Posteriormente, cuando quiera adquirir otra propiedad ya será de características inferiores.


Por lo demás, los centros comerciales y los desarrollos urbanísticos no son estables. Todos ellos son susceptibles de mutaciones económicas tan pronto los principales propietarios opten por mudarse. Recordemos la Urbanización El Paraíso, Caracas, Venezuela. De zona residencial de la “alta sociedad” gomecista, pasó a ser un laberinto aguardentoso y pestilente creado por comerciantes con libérrima actuación. Sus habitantes se vieron obligados a emigrar hacia el Este de esa misma ciudad.


La propiedad sobre cuentas bancarias y acciones de compañías anónimas sólo las garantiza el buen ritmo y desenvolvimiento de las empresas correspondientes. Cuando estas tambalean o se hunden, el Estado termina socorriendo a los principales y menores accionistas, pero deja por fuera una buena parte de ahorristas.


De manera que el sistema capitalista es un fértil semillero de inestabilidad económica para familias y empresas, y consecuencialmente en ella la propiedad privada resulta ocasional y errática. Por el contrario, la posible propiedad comunal de la sociedad socialista albergará unos ciudadanos que sólo rivalizarían por la búsqueda de mejoras para todos y no para el éxito de unos pocos con cargo al sufrimiento y fracasos de las mayorías.