Asociación Civil Bolivariana "Defensores del bolívar"

martes, abril 14, 2009

Hablemos del Salario para el Pro. de Mayo


Hablemos del Salario para el Pro. de Mayo



(Una renta chucuta)



Manuel C. Martínez M.



13 abr. 09



El salario es una vieja categoría económica muy susceptible de diferentes lecturas interpretativas. Depende del escenario clasista donde nos ubiquemos. Si bien tentativa y etimológicamente alude al medio de pago recibido por el trabajador a cambio de su labor diaria, desde el arribo y consolidadación del sistema capitalista, hace más de dos siglos, salario fue identificado por Karl Marx como renta “chucuta” percibida por el asalariado, y a este como representante de trabajadores en funciones a manos de insaciables empresarios burgueses. Estos por su parte personifican al explotador de moda que han relevado al de los tiempos de feudales y descarados esclavistas de otrora.



Sociológicamente, salario alude a una estafa cometida legalmente por un patrono habida cuenta de que este retiene para sí, ventajista, leonina e impositivamente una porción de la paga que en iguales condiciones contractuales también debería recibir el trabajador por sus servicios prestados, además del monto recibido actualmente como salario.



Salario es sinónimo de explotación, de opresión, de hambruna, de indefensión, de sometimiento y de una curiosa y atípica libertad para que los trabajadores modernos costeen con su trabajo la suntuaria vida de quienes fungen de ser lo más granado de la sociedad moderna.



El salario es la fuente misma de la riqueza mancomunadamente apropiada por los ricos modernos, y por ricos entendemos explotador en funciones o recipiendarios del capital de otro explotador. Por ejemplo, todo cuentacorrentista o ahorrista perceptor de algún interés financiero se convierte automáticamente un coexplotador indirecto. De allí que los mismos asalariados hayan terminado asimilándose como coexplotadores de sí mismos. Algún patrono lo explota directamente, y él lo hace con otros a través de ese que representa el curioso logro de haber convertido a la víctima
en verdugo de sí misma.



A mayor riqueza ostentada por alguien, mayor el grado y acumulación de la explotación ya aplicada y aplicable por sus tenedores. Decimos que el salario es fuente de la riqueza burguesa por cuanto su admisión como justa paga al trabajador lleva consigo la aprobación de que en la contrata laboral del asalariado va incrustada la posibilidad cierta que tiene el patrono de obtener una ganancia cuando el resultado del trabajo mercantil termine vendiéndose incluso justamente al coste de su producción en los mercados correspondientes.



Para los apologistas y panegíricos del burguesismo, el salario es la paga justa recibida por los trabajadores como resultado de un contrato sinalagmático o equitativa y espontáneamente coadmitido por ambas partes: patrono, generalmente rico, y trabajador, comúnmente pobre y hasta miserable. El salario así entendido pasa a ser el súmmum de las reivindicaciones laborales alcanzado desde hace más de 500 años por el moderno trabajador de fábricas y talleres.



La ganancia que hace ricos a los patronos provendría de diferenciales en precios-costes arrancados a los consumidores en las inevitables pujas entre compradores y vendedores,



De esa manera, la visión proburguesa silencia la explotación del rico sobre sus trabajadores, y da por normal que un comerciante venda por encima del precio pagado por sus inventarios.



Dentro de ese escenario proburgués, las discusiones salariales suelen girar alrededor de simples ajustes para ir adaptando cuantitativamente el monto del salario para los
años entrantes, sin asomo alguno de su cuestionamiento como expresión de explotación. El cacareado “SALARIO MÍNIMO”, por ejemplo, se ha convertido en la más y mejor desarrollada fórmula burguesa para inducir al Estado a que le evite a los patronos las reiteradas y costosas discusiones anuales sobre el cuánto de la paga salarial. El Estado fija el SM, y con este los patronos modernos ajustan legal y estrictamente todo su tabulador.



A partir del SM los escalafones alcanzados, las diferentes reivindicaciones salariales de cada empresa, se reducen a pequeños ajustes respetuosos del incremento salarial, y que por lo general siempre dista mucho de ajustarse ni siquiera al valor de las necesidades primarias del trabajador menos calificado.



En Venezuela, el SM recibirá a partir de mayo un ajuste de 10% sobre el SM actual, efectivo parcialmente a partir de la primera semana de ese mes y calculado sobre el SM actual. A ese nuevo salario el Estado arrancará 12% cuando el trabajador convierta su paga en bienes de uso y consumo. Como estamos en un proceso inflacionario de nunca acabar, el salario de todos realmente se verá doblemente reducido, y, como si fuera poco, la devaluación del bolívar sigue sus curso normal de crecimiento con un dólar paralelo libre de todo control por parte de un Estado que desdice mucho de su sus banderas socialistas y populares.



Como sabemos, cuando se permite la coexistencia de dos tipos de cambio, uno oficial y otro de libre convenio entre las partes, este último termina marcando el monto del dólar real ya que los tenedores de bolívares , a pesar de comprar con dólares regulados, con alzas especulativas y demás artilugios mercantiles buscarán sacar del trabajador y consumidor un máximo de bolívares que les permita su libre conversión y exportación de dólares no regulados.