COMPLEJIDAD de la VIDA CASERA
Por Manuel Martínez
01 de marzo de 2006
El hombre ha sido nómada por excelencia, el sedentarismo es de relativa nueva data. Hoy sigue practicando esa errática forma de vivir por razones geoeconómicas: cambio de explotador, desahucios, suba de alquileres mientras carezca de casa propia, etc.
Pero, bien miradas las cosas, resulta por demás curiosa la realidad de un hogar asentado en casa propia en la cual lo que abunda es el trabajo minucioso, frecuente, rutinario y agotador para la mujer y el hombre que lo constituyan. Esto se traduce en una sobrecarga laboral sui géneris, a diferencia del trabajo realizado en los talleres patronales o propios, o en las oficinas burocráticas. En estos lugares todas las actividades son monótonas y se hallan enmarcadas dentro de determinadas y contadas obligaciones que terminamos por aprender y satisfacer hasta inconscientemente. No así, en la casa; en esta no sólo debemos realizar las tareas que nos encomienden sino que debemos armonizarnos con los estilos particulares y las necesidades del todos y cada uno de los demás miembros de la familia.
Porque, salvedad de los hogares pertenecientes a la alta burguesía en los cuales el amo de la casa dispone de un despacho personal e inviolable, como si no formara parte de la casa misma, en la casa del asalariado es frecuente que se nos solicite labores extras, conversaciones distractoras, llamados de atención las más de las veces cargados de frivolidad o de fastidio por parte del resto de los cohabitantes, de tal manera que no conseguimos concentrarnos en nada en ningún momento, porque si nos llama la persona *a*, lo hace la *b*, y si no lo hacen ahorita, lo hacen dentro de poco.
El wikinguismo puede hallar una explicación de peso en esta complejidad del trabajo casero. Y también la asistencia a clubes vespertinos donde uno se aísla de la casa por horas indefinidas para concentrase y compartir con otros de manera continua pero sobre materias comunes, una comunidad de objetivos que es muy difícil hallar en el hogar puesto que cada personalidad anda en lo suyo propio. He ahí la complejidad del trabajo casero.
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