FOOTBALL MUNDIAL. Una desigual competencia comercialmente equilibrada
Por Manuel C. Martínez M.
26 jun. 06
Forzosamente, todo evento competitivo arroja resultados dicotómicos, y a semejante lucha ora comercial, ora deportiva, nos hemos acostumbrado a tal punto que ya no nos inmutamos ante las lágrimas del perdedor ni ante la ruina económica del comerciante venido a menos.
Desde luego, productores y comerciantes de diferentes giros económicos suelen coexistir durante períodos más o menos largos, más o menos cortos. El mismo fenómeno se da en las competencias deportivas, y una de las más generalizadas es el football, después de las connotadas y arcanas Olimpíadas.
En el fútbol vemos cómo los países europeos tradicionalmente practicantes del mismo han ido desbordando su radio de acción, han ido penetrando mercados de fanáticos ultramarinos, a tal punto que ahora compiten países que de partida no tienen nada qué buscar en esos partidos.
Como ejemplo vigente está el presente campeonato tetraanual escenificado en Alemania. A este país le tocó en suerte (?) abrir con Costa Rica, un debilucho, inexperto y subalimentado país que no puede sostener bien ni a su respectiva oligarquía. La segunda contienda se llevó a cabo entre los diferentísimos países, Inglaterra y Ecuador.
Y ocurre que los competidores de los países dominantes pertenecen a empresas privadas, son comerciantes o inversionistas del deporte. Como necesitan ampliar sus fronteras mercantiles, o su clientela, por mejor decir, entonces poco a poco pero eficazmente han ido convenciendo a los gobernantes de los países pobres, muy carentes de personalidad propia, para que se animen a esas desiguales confrontaciones donde por lo general sólo saben caer en ridículo.
El caso más reciente de esta obediente conducta de un gobierno frente a las trasnacionales del deporte lo ofrece Venezuela, un país que subvencionó el año pasado al equipo *Vinotinto*, con la bicoca de tres millardos de Bs. Tenemos entendido que lo seguirá haciendo, y tal vez por sumas mayores.
De manera que estos países deportivamente incompetentes están resultando muy atractivos comercialmente, y no sólo garantizan la ampliación de los mercados al empresariado privado y lucrativo de los países imperiales, sino que sacrifican presupuestos de necesidades prioritarias, populares y domésticas en favor de aquel a fin de mantenerles el equilibrio ganancioso a los concernientes inversionistas del caso.
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