Asociación Civil Bolivariana "Defensores del bolívar"

miércoles, octubre 18, 2006

La importancia del conocimiento *social* Vs la del individual

Por Manuel Martínez

La importancia del conocimiento *social*, de Manuel C Martínez M.
Vs.
La importancia del conocimiento *individual*, de Juan Enríquez Cabot

La lucha del sistema burgués por alargarse su decadente vida no cesa en ninguno de los frentes políticos y mediáticos del mundo, no lo hace en los países ya industrializados sin salida viable, tampoco en los de la Rusia postsoviética, ni en la agotada Europa, ni en las zonas desérticas del Cercano Oriente ni Mesoriente, ni en la América latina y colonizada; así como tampoco en los centros universitarios y académicos de tercera, segunda y primera categorías, ni en magazines televisivos e impresos.

Acaba de caer en mis manos un escrito político altamente revelador del desespero ideológico burgués de fresca moda, luego del fracaso de las viejas estrategias anticomunistas, de las ineficaces persecuciones políticas que inútilmente buscaron acallar las voces disidentes del sistema financiero mundial.


Pareciera que la producción en serie de Nobelados en Economía no les ha dado los frutos esperados, que los aportes ni las hipótesis de estos privilegiados no garantizan la estabilidad del sistema económico mundial.

Todo el escrito de Cabot gira monótonamente alrededor (así expresado por él) del desequilibrio entre los principales y convencionales SECTORES de la PRODUCCIÓN: I, Primario o minero agrario, petrolero y orimulsionero; II, Industrial, y III Comercial y de Servicios. Por supuesto, omite deliberada o ingenuamente (?), el verdadero Sector importante para el sistema burgo capitalista mundial: El SECTOR FINANCIERRO INTERRNACIONAL.

En primer lugar, el equilibrio entre los sectores convencionales de la Economía: Primario, Secundario o Industrial, y el de Servicios siempre ha sido una hipótesis inteorizable.

Son una rareza, los países dotados balanceadamente de minas, energéticos, feraces tierras poliproductoras de dietas panalimentarias, luego de contar con una mano de obra de eficaz calidad apta para labores manuales, mesointelectuales e intelectuales.

El Comercio Internacional se abrió paso, y sigue haciéndolo, y se alimentó, y sigue haciéndolo, precisamente con el desequilibrio económico experimentado por la mayoría de los países. Existe todo un copioso menú de opciones para el intercambio exterior e interior de los pueblos. El fenómeno de las importaciones y exportaciones, la navegación moderna en todas sus expresiones están afirmadas en ese desequilibrio.

Pero nada de eso tiene que ver con que un país minero o petrolero tenga que abaratar o regalar sus recursos para dedicarse a la educación de una mano de obra que no dé señales tempranas de ser útil para labores tradicionalmente identificadas como exclusivas de privilegiados. Hay un desequilibrio biológico difícil de zanjar sociológica y pedagógicamente hasta ahora entre personas, muy aptas para diferentes oficios manuales e intelectuales, pero sólo muy pocas resultan potencialmente sobresalientes en labores de ingenio, de intelecto avanzado y mucho menos de genial intelectualidad. A muchos genios ni siquiera les agradó la escuela primaria.

Por lo demás, ¿cómo se las arregla un país agobiado y oprimido por deudas incancelables, periódica y religiosamente recicladas con los Industriales y financistas internacionales,¿cómo harían para retener lo mejor de sus gentes si los países imperiales aconsejados por Cabot, se están encargando desde hace tiempo de reclutar lo mejorcitos de estos países?

Las universidades venezolanas, por ejemplo, están reteniendo lo mejorcito de su producción de profesionales para sus plantillas internas (Programa Generación de Relevo), sin que dichos egresados, que no terminan de serlo porque se quedan en casa, pasen por los centros educativos preuniversitarios (Cf. Canibalismo Universitario, aporrea, Soberanía, Manuel C. Martínez M.




Del escrito supra, atribuido a la pluma del académico Juan Enríquez Cabot, por ejemplo, tomemos las siguientes citas:


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Esa cita es la más importante del escrito ahora ampliamente divulgado por ese escritor y consejero político mexicano. Obviamente, busca desprestigiar la importancia económica de este recurso hoy escapado del control imperial, luego de que su ruinosa y despilfarradora economía dio cuentas de sus ingentes recursos de índole energética semejante.

Donde el consejero Cabot dice petróleo, léase hierro, magnesio, vanadio, estaño, aluminio, manganeso, oro, cobre, bananas, azúcar, agua potable, orimulsión.


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Mayor loa al individualismo azaroso no podría concebirse en los tiempos modernos. Copérnico, Galileo, Newton, Einstein, Lavoisier, los esposos Curie, Mendel, Mendeléiev, todos ellos, aisladamente, individualmente, revolucionaron al mundo. Salvador Dalí hizo otro tanto, aunque en artes plásticas. Se trata de revoluciones tecnocientíficas, pero hasta allí.


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Debo añadir: Entra un Nobel, tras Nobel, tras Nobel; entra un bien pagado consejero político, tras consejero, tras consejero, y el sistema burgués sigue su irrefragable agonía.

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Cabot se refiere a las mentes de los países controlados por el Imperio ya industrializado, ese que produce abundantes *patentes* o registros de comercio en beneficio de sus principales accionistas del mundo financiero internacional. Omite deliberadamente que con cada Registro de comercio se da empleo industrial a la misma gente que supuestamente debe estar preparada para el Sector Servicios.

Y nos preguntamos: Y ese resto del mundo, ¿qué hará?, ¿a qué se dedicará? Es la vieja y mecanicista conseja de *si tú estás bien, los demás lo están*, si tú progresas, los demás también, una nueva variante del mentado INDIVUDUALISMO donde radica el sistema de explotación más perverso diseñado por ese tipo de gente que, como los Cabotes, ahora vende el intelecto, el ingenio y la capacidad de generar patente, los servicios individuales humanos como el gran generador de felicidad, y pretenden seguir echando por la borda la auténtica causa de nuestros principales desequilibrios económicos: la desigualdad de clases sociales, unas parasitarias y otras obreras. La desigualdad real e imperante entre países dominantes y dominados, países aconsejables y países consejeros, países sometidos imperialistamente con unas economías que el Imperio ahora considera suya como si se tratara una proyección del viejo feudo medieval, de la viejas y malolientes empresas londinenses de pionera instalación, de la vieja hacienda o el antiguo rancho norteamericano.

No debemos subestimar el valor económico de los recursos naturales no renovables, porque estos representan un valor extraeconómico. Se trata de potenciales materias primas cuya producción costó milenios al concurso de las fuerzas de la naturaleza, y así como hubo países, como Inglaterra, que por suerte picaron adelante en el desarrollo industrial moderno, y que actualmente controlan buena parte de las los activos bursátiles del mundo financiero, y ahora no quieren perder esa punta, asimismo existen países privilegiadamente dotados por la naturaleza de unos recursos complementarios a los demás Sectores de la Producción.

Estos países a los que Cabot pretende aconsejar con su conocimiento individualizador, deben entender que el mejor de los conocimientos no lo representan los individuos productores de patentes y reclutables por su propio país para sí o para terceros, sino el conocimiento colectivo, el conocimiento acerca de que sólo un sistema que sepa distribuir mejor la pobreza en el mundo, como salida única a las desigualdades económicas del mismo.

El mejor del conocimiento no es el individual, sino el colectivo, cuando este caiga en la cuenta de que, por el contrario, estos recursos naturales, este SECTOR PRIMARIO y RURAL, debe ser cada día más encarecido porque cada vez más se acerca su agotamiento. Y saber y conocer que la producción de patentes no significa otra cosa que la diversificación productiva, la diseminación o atomización de los centros productivos imperiales, una suerte de involución hacia los arcanos talleres de producción del capitalismo incipiente.

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Allí está la dificultad, y el veneno ideológico. Este apologista del individualismo imperial (consciente o no de lo que hace y escribe) ahora nos dice que cada país es responsable aisladamente de su futuro, y le preguntamos: ¿dónde comprar y cómo hacer para que estos países *rurales* y mineros que no generan patentes, puedan retener a sus mejores hijos, a sus intelectuales, si las transnacionales del mundo que él tanto cita se están encargaron de hacerlo antes?