Calidad y Cantidad en la Educación Venezolana
Por Manuel C. Martínez M.
29-sep-07
Pocos países en el mundo actual pueden exhibir la cantidad de centros educacionales de Preprimaria, Primaria, Secundaria, Universitaria y Postuniversitaria como lo hace Venezuela. Poco falta para que cada parroquia, cada centro urbano, o poblado, tenga su *aldea universitaria*, así denominada, con toda la carga implícita en tan denigrante vocablo.
Efectivamente, se cuenta en decenas el número de universidades, y de varios millones el número de primoescolares. Estas informaciones meramente cuantitativas ocupan buena parte de las alocuciones de nuestros infatuados gobernantes de ayer y de hoy mismito.
Pero bien miradas las cosas, debemos preguntarnos cómo es que ese gran número de centros y de población estudiantil no se da en los países técnicamente más y mejor desarrollados del mundo, de los cuales y desde siempre nos ha venido casi toda la literatura tecnocientífica que puebla nuestras bibliotecas y librerías.
Nos aventuramos a respondernos: Efectivamente ni en USA ni en Europa, ni en la sobrepoblada Asia se da ese fenómeno de centros educacionales a granel, como tampoco se pretende convertir cada ciudadano en un egresado con toga y birrete.
Resumamos: Cada centro de estudio, nuevo o reparado y repotenciado, supone jugosas e inmediatas comisiones, vulgarmente conocidas como *matracas*. Si un Aristóbulo, por ejemplo, pudiera ser honesto, lo admitiría, pero eso sería tanto como pedirle óvulos a los testículos.
Cada dotación de equipos, utilería y demás complementos involucrados: pupitraje, laboratorios, enseres, sustancias experimentales, bibliotecas, etc., suponen otra no menos jugosa matraca.
Y hasta allí todo marcha de mil maravillas. Luego viene la dotación de personal, generalmente exclusiva para docentes y administrativos medios humillados y prostituidos. Deben ser adulantes por excelencia, deben saber lavar sus inmundas ropas a escondidas, y, particularmente, deben ser sumisos y tolerantes con los salarios de hambre que caracterizan todas las nóminas de los centros educacionales del país.
El día que estos gobiernos decidan reconocer salarios que sí se correspondan con el valor del servicio prestable por buenos y excelentes profesionales, ese día deberá cerrar definitivamente un elevado porcentaje de esos numerosos, pero falsos e inservibles centros de estudios sostenidos sólo a punta de los referidos sueldos de hambre.
Europa, Asia y USA tienen pocos centros de estudio pero todos son de alta calidad, dotados con el mejor personal del mundo, no sólo en capacidad tecnocientífica, sino moral.
El lamentable caso es que Venezuela tiene más centros que ningún otro país, pero con la peor de la calidad educativa. Desde luego, con las escasas excepciones del caso. El colmo y lo evidente son el puñado de delincuentes de toga y birrete, quienes encumbrados como autoridades universitarias fueron denunciadas como delincuentes, según la actuación del valiente Ministro Samuel Moncada, y unos delincuentes quienes, por cierto, siguen tan impunes como el peor de nuestros corruptos tradicionales, a pesar de haber cometidos sus delitos durante más de 40 años..
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