Asociación Civil Bolivariana "Defensores del bolívar"

domingo, septiembre 14, 2008

La Lucha de Clases y las demás luchas

Por Manuel C. Martínez M.
10 sep. 08


Ya hemos escrito sobre los “inversionistas” mercantiles contemporáneos dedicados a la obtención de ganancias por vías extracapitalistas y hasta precapitalistas. Se dedican a la usura, al acaparamiento de mercancías vitales, a la especulación y al saqueo de riquezas de países más débiles, a actividades morbosas como las narcomercancías y afines, a la trata de blanca, el sicariato, secuestros, etc.


Detalladamente, entre las formas de lucha del explotador no capitalista se hallan el malquistamiento político y la división de la sociedad en partidos políticos y variantes religiosas, en entes políticos independientes, en gobernaciones y alcaldías autónomas, en municipios de vieja data precolombina. También fraccionan a los trabajadores en familias mediante apellidaciones y paternidades debidamente registradas en prefecturas empadronadoras ad hoc; y los fraccionan mediante gremios sin conexión entre sí.


Ese tipo de explotador no capitalista es el verdadero promotor de guerras civiles dentro de cada país, y de guerras regionales y mundiales. Todas esas malas prácticas fueron frecuentes, comunes y dominantes hasta la llegada del sistema burgués o capitalista, pero todas ellas estaban yuxtapuestas a los sistemas esclavistas y feudales que imperaron en épocas precedentes.


Todas esas prácticas han merecido un repudio general de toda la sociedad, y tienen como contraparte las medidas condenatorias populistas que adoptan todas las legislaciones burguesas.


Po el contrario, los capitalistas ordinarios, aquellos dedicados a la contrata de asalariados, son muy sigilosos en la condena de esas desviaciones anticapitalistas, de esos abusos y prácticas indeseables desde los tiempos bíblicos. Esto les permite ganar afectos dentro del sector trabajador.


Pues bien, al lado de esas prácticas y luchas sociales paralelas, la conquista de mercados capitalistas por vía tecnológica y con la penetración de innovaciones mercantiles y sus correspondientes inversiones industriales ha sido siempre bien recibida por todos los países que muestran rezago técnico y carencia de capital para el montaje de empresas maquinizadas y procesadoras de materias primas nacionales o importadas. El Endeudamiento Público ha sido el corolario final de este tipo de penetración burguesa financiera.


Sin embargo, el capitalismo no ha reemplazado 100% a las demás formas precedentes de explotación, a esas que siguen atadas a concepciones geopolíticas medioevales y premedioevales.


Cierto que el sistema capitalista cobra prioridad frente a todas esas formas de explotación precedentes que son visiblemente muy oprobiosas y antipopulares, pero estas demás luchas sociales siguen sirviendo para ocultar la base económica del sistema social burgués.


Repetimos: al lado de esos explotadores no capitalistas, se hallan los explotadores capitalistas. Esta clase junto a la de los asalariados permanece subyacentemente como la estructura económica de la sociedad moderna.


Curiosamente, los capitalistas no maduran. A más de 200 años del ascenso burgués, sus empresarios y apologistas siguen atascados en la concepción feudal que los vio nacer. El influjo ideológico sufrido por patronos y trabajadores durante mil años y mucho más les impide ver que respectivamente son los modernos explotadores y explotados. De allí que la lucha de clases sea la escenificable entre patronos y asalariados, una lucha no contractual sino antagónica al término de la cual la clase asalariada terminaría imperando y promoviendo la generalización del trabajo para todos sin mediación de clase social alguna.


Las demás luchas responden tanto a la concepción precapitalista y sus variadas clases sociales que, por ejemplo, en Venezuela sus trabajadores se muestran disconformes con trabajos extras. Aluden que ellos ya no son esclavos. En consecuencia mal pueden pensar que sus patronos burgueses los explotan. Se sienten libres para saltar de un explotador a otro, y hasta se dan el tupé de exigir reivindicaciones y mejoras salariales sin darse cuenta que los patronos tan pronto las conceden las asimilan a sobrecostes de producción. Su traslado al precio de venta es lo que conocemos como carestía de la vida, tanto peor mientras más reclamos realice y logre el asalariado. Su inmadurez es tan fuerte que las críticas adversas al sistema capitalista las ven motivadas por simples abusos de corte precapitalista. Digamos que el inversor capitalista no termina por asimilar el “poder” de su poder, ni los asalariados por identificar en sus patronos a su explotador. Su anticomunismo es más visceral que racional, como si los comunistas fueran los feudales que él aniquiló. Digamos que los trabajadores vienen practicando muchas otras luchas sociales, y no la más importante que es la lucha de clases.