Asociación Civil Bolivariana "Defensores del bolívar"

lunes, octubre 27, 2008

La Biestatalidad de Venezuela

Por Manuel C. Martínez M.
26 oct. 08

Últimamente se habla y escribe mucho “gamelote” sobre separatismos, autonomía y coexistencia de un Estado II dentro del Estado. Sin embargo la Constitución vigente no dice nada expreso sobre tales posibles fenómenos políticos. El resto de la población no lo toleraría y la Constitución declararía írrito cualquier intento de esa naturaleza.

Curiosamente, una rápida lectura del Primer Art. de dicha Constitución revela que allí se da prioridad memorística a la “integridad territorial y a la autodeterminación nacional”. Ambos rasgos constitucionales aluden expresamente a nuestras fronteras y costas frente a otros países vecinos y extravecinos, pero no a posibles conatos o realizaciones secesionistas dentro de esas fronteras y c.

Sin embargo, los recursos naturales de mayor importancia económica no laborales se hallan en el subsuelo patrio y estos todos pertenecen in sólidum al Estado, según Arts. Constitucionales 302-303, como un intocable legado jurídico de la Venezuela Colonial.

Bueno, a pesar de todo eso la realidad económica experimentada en el devenir político venezolano nos dice que la Sociedad Anónima Petróleos de Venezuela (Pdvsa) fue de hecho separada del Estado primario. Los principales concesionarios de este Estado II estuvieron erguidos sobre toda la legislación venezolana, la que por el contrario estuvieron diseñando o burlando, siempre a su transnacionalista y desintegradora conveniencia.

Con la llegada de la V República, Pdvsa sufre una mutación jurídica en su organización. Ahora es una red de Empresas Mixtas privadas y cuyo rendimiento de cuentas sigue siendo inauditable por el pueblo venezolano, tal como la Contabilidad de las compañías concesionarias lo estuvo durante casi 100 años. El pueblo chavista ha dado como bueno y acertado el criterio y las políticas petrolera y económica del Presidente Chávez.

Ahora bien, a sabiendas de parte del Estado ofiacial es también un hecho notorio e inocultable que el hampa ha tomado para sí a la población venezolana, al trabajador, al pequeño comerciante y a algunos desprevenidos banqueros a quienes esquilma como le da la gana. Son pocas, raras y muy sortarias las familias venezolanas que no hayan sufrido patrimonial, moral y físicamente las decisiones ilegales de ese Estado Delincuencial que a nivel nacional opera a sus anchas con las más descaradas autonomía y separatismo.

Multitud de expendios de licores al aire libre, intocables distribuidores de mercancías morbosas, casinos, venta de bienes “piratas”, comerciantes al margen de control sanitario, matracadores en las oficinas públicas, y pare de contar al lado de abundantísimos e intocables delincuentes de variopintas especialidades.

Digamos que la Biestatalidad de Venezuela consiste en albergar en su seno un Estado que alimenta con su impunidad, con su exasperante tolerancia y con la coparticipación de funcionarios quienes por omisión, negligencia o complicidad han tomado nacionalidad hamponil.