Asociación Civil Bolivariana "Defensores del bolívar"

jueves, abril 27, 2006

Registro de nacimiento y bautismo(Arcano triunvirato político, castrense y religioso)

Por Manuel Martínez
27 abr. 06

A propósito de la disputa política religiosa que desde la llegada del Presidente Chávez al Poder llena los espacios mediáticos venezolanos, hacemos las siguientes disquisiciones:

Suele seguirse afirmando, a pesar de haber transcurrido más de 500 años de la *caída* del Imperio Romano, que la Iglesia Católica perdió aquel poder político omnímodo y universal que disfrutó durante sus buenas centurias, luego de haber exterminado buena parte de los cristianos pioneros, y de haber optado por su conversión a la incipiente religión monoteísta que barrió en Occidente con mucha de la poliidolatría que caracterizó a la Roma precristiana.

Desde dicha conversión, Roma se erigió en núcleo y periferia de la fe que los hebreos no pudieron divulgar por sí mismos, por causa de los mismos embates sufridos por quienes desde ese momento se declararon descendientes del apóstol Pedro, y sacratísimo hábitat de la buscada *Tierra prometida*.

La Iglesia apostolicorromana todavía no nos explica bien cómo es que siendo Jesús un asiático, sus celebraciones anuales se escenifican en tierra europea, y no en los auténticos tierreros donde fue sacrificado, muerto y sepultado por el Imperio.

El caso es que Roma sigue en ejercicio pleno de sus derechos y funciones políticas desde el momento mismo que, irrespetando los DD HH de un bebé o de un niño, le imparte bautizo, a pesar de que Jesús fue bautizado a la edad de 33 años, bien crecido y bien dueño de su propia conciencia. Nos resulta incongruente la actitud de una Iglesia férreamente intolerante para la eugenesia y los abortos, pero presta para despachar bautismos a unos seres incipientes y obviamente ingenuos.

Por otra parte, síguese dándose tratamiento civil a unas actividades íntimamente ligadas al Poder Militar. Es el caso del Registro de cada nacimiento ocurrido en cualquier pulcro o inmundo rincón de la nación. Este registro militar, etiquetado como registro civil, es el trasunto lineal del viejo catastro que la Roma Imperial dispuso a los efectos de conocer estadísticamente cuántos tributarios deberían *bajarse de la mula* para el sostenimiento de la misma opresión que todo Imperio supone. Este catastro se llevó a cabo durante los mismos tiempos del embarazo de la señorita María, futura madre de Jesús, según archiconocidas versiones bíblicas.

Ciertamente, con semejante Registro *civil*, los gobiernos modernos, desentendiéndose de con cuántas arepas una madre pobre cría a sus hijos, disponen todos los años de un contingente, reglamentariamente apto para tomar un arma de fuego y ser licenciado para llevarse en los cachos a quien él mismo le estorbe, o así lo dispongan los gobernantes antidemócratas.

Finalmente, es corriente oírle decir a muchos políticos en el Poder que el Ejército anda por un lado y ellos por otro, y que la Iglesia debe ocuparse de las cosas espirituales y no inmiscuirse en la materializada y monetarizada Política, en una especie de parabolismo cristiano, por decir: Al César *lo que es del pueblo* (versión de Alí Primera), y a los gobernantes lo que también es del mismo pueblo.


Pero, bien miradas las cosas, en realidad no hay deslinde entre el poder religioso y el poder político, como tampoco lo hay entre estos dos poderes y el poder castrense. Se trata de triarcadas ínsitamente complementarias, que a lo sumo muestran diferenciaciones coyunturales formales, mas no sustanciales. Un ministro religioso puede perfectamente asimilarse a un soldado, y ambos, a un gobernante o administrador público. Se trata, más bien, de una práctica y funcional división del trabajo que supone todo sometimiento de los pueblos, de sus crédulos y disciplinados habitantes, mediante oraciones, fe, balas o grandilocuentes discursos.

De resultas, las disputas entre políticos, religiosos y militares parecieran formar parte de las domésticas y frecuentes discusiones familiares.