Asociación Civil Bolivariana "Defensores del bolívar"

lunes, mayo 21, 2007

BASTA YA DE CULPAR A LOS EUROPEOS

Por José Pinto*
21/05/07

No sé si seriamos felices si en nuestra América fuésemos una raza pura, la indígena, quien diga lo contrario trabaja solo basado en hipótesis.

La lucha por sobrevivir es un instinto propio de todos los seres vivos y podemos decir que eso es sano y necesario. En algunos escenarios la maldad del hombre, reflejada en la envidia, el resentimiento, la codicia, la vanidad y el poder ha simulado ese instinto de sobrevivencia para justificar la invasión y avasallamiento de otros pueblos. Las civilizaciones precolombinas de toda la América no fueron la excepción en esa forma de actuar, aunque para la época, algunas alcanzaron un alto nivel cultural y dominio en algunas ramas de las ciencias, tal como lo hicieron las tres grandes civilizaciones de América: los Aztecas, los Mayas y los Incas.

Los Aztecas impusieron su hegemonía en gran parte del territorio mexicano y les cobraban a los pueblos subyugados su tributo en bienes y en esclavos. Los olmecas y otomíes en el territorio mesoamericano fueron "invadidos" por los pueblos bárbaros nahuas, creando en diferentes épocas a los teotihuacanos, toltecas y mexicas, estos a su vez también "invadieron" a los Mayas del sur, mezclándose también con los pueblos nahuas del norte y centro del país. Los pueblos Mayas de Itza de Chichen Itza “acabaron” con los pueblos de Cocom de Mayapan luego de treinta y cuatro años de lucha, “asesinando” a toda la familia Cocom, salvo al hijo de Huanac Ceel que estaba de viaje.

Si leemos la historia del imperio Inca, veremos que se expandió por tres de sus cuatro partes – desde Ecuador hasta el centro de Chile – mediante “guerras” de conquista, tras las que se “sacrificaban” por miles a los prisioneros. La sociedad era prospera para los Incas (la jerarquía del imperio) y los sacerdotes, pero sus vasallos no tenían ningún derecho, y su acceso a las riquezas les estaba absolutamente vedada.

Si los europeos no hubiesen llegado – invadido – a nuestro continente, no sabemos si los Incas, los Mayas o los Aztecas hubieran deseado ampliar sus fronteras hasta más allá de las que ya tenían, sometiendo en forma criminal a los pueblos vecinos más débiles – que también eran dignos de admirarse por su cultura – o si pacíficamente los hubiesen convencido para juntos convertirse en una nueva civilización descollante. No sabemos si luego de transformarse en una gran potencia se hubiesen decidido a surcar los mares e “invadir” a Europa o a la inmensa Asia de forma netamente pacífica, serían solo especulaciones porque nada de eso pasó.

No creo que nuestros aborígenes eran del todo felices tal como lo expresara el presidente Hugo Chávez la noche del pasado viernes 18 de mayo en el Aló Presidente llevado a cabo en el Complejo Cultural Teresa Carreño de Caracas, no creo que eran del todo prósperos y organizados, no creo que eran del todo justos y equitativos, no creo que conformaban una sociedad perfecta, como no creo tampoco que hoy lo sea la nuestra, podemos reconocer e imitar algunas de sus formas de organización pero no todas.

En la América precolombina no se conocía la rueda, lo que quiere decir que se utilizaban ingentes cantidades de esclavos para mover las grandes piedras y los grandes monumentos religiosos que servían para construir pirámides y los palacios de gobierno; faltaban los animales herbívoros domesticables, las llamas, guanacos y vicuñas en el Tahuantinsuyo – cuya sede estaba en la ciudad del Cusco – ni como animales de carga ni como alimento eran suficientes, en otros lugares de la Mesoamérica, del Caribe y Suramérica solo habían pavos y perros y “se recurría a la antropofagia”. Los Incas en tiempos de escasez repartían equitativamente sus graneros para el pueblo, en condiciones normales se favorecía mayormente a los gobernantes y sacerdotes.

No existe la sociedad perfecta y no podrá existir mientras esta imperfección intrínseca del hombre nos envuelva, no somos dioses, pero si podemos lograr acercarnos un poco a esa armoniosa sociedad si dejamos a un lado la creencia de ser los dueños absolutos de la verdad y por tanto querer imponerla a costa de sangre y fuego. Basta ya de culpar a los europeos – quienes afortunada o desafortunadamente catalizaron esta mezcla de razas y de pensamientos – de todas nuestras desgracias e imperfecciones actuales; basta ya de sembrar odios y rencores por los errores de nuestros antepasados, por la diversidad de colores de nuestra piel, por las distintas creencias religiosas y por la pluralidad del pensamiento existentes en nuestro país; seamos sabios y humildes, asumamos nuestra responsabilidad por los errores que cometemos y no culpemos por ellos a segundos o a terceros, escuchemos a los demás, miremos hacia el futuro y trabajemos con denuedo y amor para lograr la unidad de todos los hombres en la edificación de una nueva sociedad más acorde con las fuerzas divinas que nos permitieron surgir de la nada, donde todos podamos vivir en justa armonía y paz, ya que a la final todos somos una sola raza, descendientes de una primera pareja humana, y no podemos vivir en condiciones naturales fuera de este único y pequeño punto maravilloso del espacioso universo que un día bautizamos con el nombre de planeta Tierra.

(*) José Pinto - Email: guariche1000@yahoo.com