Asociación Civil Bolivariana "Defensores del bolívar"

lunes, octubre 01, 2007

EMPIRISMO SOCIOLÓGICO

Por Manuel C. Martínez M.
1-oct-07

Los mejores Psicólogos y consejeros son nuestros padres, suelen volcar sobre nosotros toda su experiencia con su preciosa y bienintencionada carga de soluciones para los conflictos sociales que como niños y jóvenes inexpertos vamos confrontando en el mismo medio cultural donde ellos también se desenvolvieron. Se trata de un empirismo sociológico perfectamente viable, plausible y certero.

Todo lo anterior es válido a título familiar y a lo sumo a nivel local, pero no ocurre igual con la cuestión social propia de una región más amplia o del país. Los conflictos y vicisitudes nacionales no pueden ser atacados mediante fórmulas empíricas ni mucho menos mediante consejas de viejos tiempos, de empíricos sociológicos y muchísimo menos por cuanto político ocasional tenga facultades constitucionales para dirigir los destinos de un país, si intenta hacerlo sin la debida asesoría altamente especializada.

Los relatos bíblicos e históricos en general ya nos hablan de este gastado y fracasado empirismo político, con su cúmulo de profetas, hechiceros y adivinadores quienes de buena fe y con los recursos *sociológicos* de marras pretendieron darle solución a los problemas sociales que hoy sigue confrontando la sociedad clasista.

Las desigualdades económicas, la hambruna de muchos y la riqueza de pocos, los privilegios aristocráticos, la carencia de paz social y de solidaridad conciudadana, la inseguridad alimentaría y sanitaria para todos, la iniquidad de los gobernantes, el servilismo interesado de verdugos, tartufos e incensarios y *policías* listos para frenar todo conato reivindicativo a favor de las mayorías, son la base de los estudios sociológicos modernos, de una ciencia que apenas cubre más de 100 años mal contados.

Los profetas, empíricos bíblicos de otrora, los charlatanes y hechiceros, los llamados economistas fisiocráticos, los socialistas utópicos, los Voltaire, Montesquieu, los enciclopedistas, los Rousseau, los Víctor Hugo, los Simón Rodríguez, los Simón Bolívar y otros no menos connotados, con su empirismo sociológico trastrocado en luchas políticas gobierneras, últimamente terminaron con las injusticias medioevales esclavistas y feudales, al precio de entronizar el poder burgués no menos pernicioso, según la experiencia que los contemporáneos vivimos sufriendo en carne propia.

Científicamente hablando, la Sociología es una ciencia de fresca factura, y la Economía más reciente aún. Cuando nuestro admirado caraqueño Dn. Simón Rodríguez, por ejemplo, aparece en nuestros escenarios y aconseja al Libertador Simón Bolívar sobre cómo conducir la sociedad recientemente independizada, lo hace a punta de especulaciones filosóficas de irrealizable comprobación y convalidación. Le aconsejó sobre lugares comunes, sobre la necesidad de experimentar, un método que ya tenía sus buenos siglos de avanzada en la Europa opresora y baconiana. Le aconsejó, al igual que Rousseau, la educación de los ciudadanos, sin considerar para nada el costo involucrado ni la realidad de que de nada sirve educar a un pueblo con los guiones y preceptores al servicio de la clase opresora. Y es que Simón Bolívar, ni Dn. Simón Rodríguez no conocieron a Karl Marx puesto que cuando Bolívar muere, este apenas cumplía 12 años.

Como sabemos, la problemática del conflicto social que caracteriza la sociedad clasista jamás pudo ser abordada con argumentos y métodos objetivos hasta la llegada de la ciencia de la Economía, formulada por ese sabio alemán autor de la teoría capitalista y correspondiente prescripción terapéutica contenida en la obra: Das Kapital, en respuesta a la economía vulgar que alimenta a gobernantes, consejeros, escritores, políticos y literatos anidados apoltronadamente en la sociedad capitalista, y quienes reducen sus consejas a reformas y perfeccionismos del mismo sistema capitalista que los acoge y los da como buenos, aunque pequen de simples empíricos sociológicos.