Asociación Civil Bolivariana "Defensores del bolívar"

lunes, diciembre 01, 2008

El Encanto de la Alienación Burguesa

Por Manuel C. Martínez M.
01 dic. 08

Resulta dudoso que los esclavos y enfeudados de otrora hayan tenido alguna pizca de consideración favorable hacia sus “amos”, y muchísimo menos pretensiones de convertirse en semejantes explotadores como señal de progreso social.

Recordemos que los primeros se mercadeaban como cualquier mercancía, particularmente los esclavos que alimentaron con su trabajo la formación de capital en la América postcolombina. Toda esa petulancia holandesa, inglesa y lusoespañola que nos sigue vendiendo la literatura contemporánea y su ilustrada mediática tiene ancestral y económicamente como respaldo una de las formas más detestables de enriquecimiento personal a costillas de otros seres humanos.

Algunos estudiosos del oprobioso sistema esclavista de vida afirman que esos trabajadores arrancados, cazados y enlazados de las costas africanas eran acarreados, estibados y transportados apretujadamente en barcos, de tal manera que cupieran los más en el menor espacio posible, “como sardinas enlatadas”, ni más ni menos. Y cuando los mercaderes de estos trabajadores satisfacían un pedido al mayoreo lo hacían según su pesada. Si faltaba, digamos unos 20 Kg, el traficante le arrojaba al comparador un niño de peso aproximado para completar el pedido.

En cuanto a los siervos (eufemismo de cachifas y de sirvientes) tanto citadinos como a los campesinos eternizados durante la mitad del tiempo de la presente era cristiana, alegremente llamada Edad Media, llevaron una miserable y ruinosa vida que tampoco permitió la posibilidad de que un plebeyo aspirara la condición de nobleza ostentada por sus explotadores.

Pero con el derrumbe del feudalismo, la insaciable burguesía mercantil instauró el presente régimen de explotación que tiene el encanto o sugestiva particularidad de que morbosa y masoquistamente desde temprana edad suele encriptarse en la personalidad del trabajador asalariado. Y lo hace de tal manera que este crece y se educa pensando, acariciando y alimentando su propia posibilidad de transformarse en patrono, es decir en explotador de otros en igual o peor medida que lo hacen los y sus actuales patronos.

Efectivamente, este sistema brinda estudios, modelos y módulos de explotación de una popularidad suficientemente eficaz como para ilusionar al trabajador de hasta peor paga salarial. Sorprendentemente, todo ese proceso de alienación proletaria comienza con la alfabetización y matematización de los niños y adolescentes en su condición de potenciales explotados a quienes desde las tempranas etapas de su vida se les mete en el redil de la escolaridad burguesa. Este redil es vendido por la Literatura Burguesa como un eficaz medio para la liberación personal, para su independencia y toma de conciencia. Y mire que es eficaz, sólo que no funciona contra el régimen vigente burgués, habida cuenta de que sólo fue una metodología ilustrativa válida para la superación de la condición servil y esclava, y para nada contra el trabajo asalariado.

El asalariado culto, paradójicamente, mientras mejor se educa y monta en el aparataje científico tecnológico y tecnocratita más se aliena y mejor sirve a los intereses capitalistas.

Y es obvio que esta contradicción ideológica prenda con pasmosa y contradictoria eficacia, habida cuenta de que resultan obreros educados, universitarios y biposgraduados que terminan ofreciendo y entregando una excelente, mejor y explosiva productividad, y su salario suele ir al ritmo y cuantía de esta.

Es así cómo en este sistema mercantil e industrial se fabrica Contadores Públicos Y Administradores Comerciales e Industriales para el manejo y custodia del patrimonio ajeno de sus propios empleadores. Es así cómo se lanzan al mercado abogados a granel que terminan defendiendo a dichos patronos de las “abusos” y “excesivas” exigencias de “sus” trabajadores. Es así cómo se preparan “economistas” que orientan y aplican principios y “leyes” crematísticas respetuosas del “máximo enriquecimiento en el menor tiempo posible con el mínimo esfuerzo de capital”. Estos últimos demuestran la preciosidad de sus alienados y valiosos servicios cuando se hacen merecedores de Nobeles Premios.

Digamos que el sistema capitalista y burgués no sólo explota y exprime la fuerza de trabajo productora de bienes enriquecedores del mismo patrono que malpaga ese trabajo, sino que termina controlando la mentalidad de esos explotados a tal extremo que la clase patronal macroeconómica y políticamente los usa como policías, como militares, como burócratas y como defensores ideológicos quienes encantadora y alienadamente colocan en su propio cuello la soga económica con la que viven atados.