Asociación Civil Bolivariana "Defensores del bolívar"

martes, mayo 12, 2009


Rasero Salarial para
Mineducación y Otros Sectores

Manuel C. Martínez M.
12 may. 09



Si oí mal o tergiverso sus declaraciones, pido disculpas de antemano.


El Ministerio de Educación “Popular” de Venezuela acaba de sincerar su posición en materia salarial. Por televisada voz directa y en vivo del Ministro ad hoc acabamos de oír lo siguiente, palabras más, p. menos: “…lo que se propone el gobierno es evitar lo que ocurría en el pasado (durante la IV República) cuando unos docentes privilegiados tenían altos ingresos en comparación con los bajísimos de los obreros y el de mayorías que trabajan en Educación. Ahora el gobierno simplemente le quitará ingresos a quienes ganan más para con esas economías poder mejorarle los ingresos a las mayorías que ganan muy poco”.


Obsérvese: Desde ahora los incrementos porcentuales mejorativos del poder adquisitivo de los trabajadores venezolanos no serán diferentes según la antigüedad, productividad, etc., sino que los mejores sufrirán rebajas. No es difícil entrever un rasero igualitarista para unos trabajadores que podrán ser de diferentes grados de formación tecnocientífica y tener mayor experiencia, pero quienes para el Estado “Socialista” son simples privilegiados y hasta hambreadores del Estado y de las valiosas empresas privadas.


Obviamente, semejante medida resulta crasamente violatoria del principio socialista, según el cual las mejores remuneraciones son para quienes mayores aportes haga a la sociedad. Que un gobierno autodenominado “Socialista Siglo XXI” lo viole deja mucho qué desear y pensar, o sencillamente ya sabemos en qué consiste esta variante
socialistoide.


Estamos por inferir que la propuesta y ejecución del Estado burgués en materia laboral está dirigida a mejorar las condiciones socioeconómicas de los llamados marginados y excluidos, cuestión muy loable en principio. Sin embargo, tales mejoras salariales para los más necesitados está yendo con cargo al empeoramiento de aquellos trabajadores quienes a punta de iniciativas personales, mejor formación y dedicación, más y mejores estudios y responsabilidad laboral, habían logrado ciertas mejoras en sus condiciones de vida. Por cierto, esta vieja distribución salarial, no sujeta a ningún rasero, salvo el de que “a igual trabajo, igual salario”, ha sido el camino seguido en las sociedades burguesas para evitar la degradación absoluta y generalizada hacia el lumpen, y por eso muchos trabajadores se agruparon involuntariamente y constituyeron lo que se conoce como la aristocrática Clase Media.


Estos modernísimos y socialistísimos ajustes redistributivos de la pobreza, en lugar de quitar a los ricos para beneficiar a los pobres, les quita a unos menos pobres para mitigar el hambre de otros miserables. No podía ser de otra manera, habida cuenta de que a los empresarios burgueses sólo les interesa el trabajador en funciones, y desentenderse de los desempleados y de aquellos ex trabajadores que ya les resulten asaz improductivos e irrentables. Dejan al Estado que cargue con esos “bacalaos” que ellos mismos van engendrando mediante su sistema de enriquecimiento privado sin límite superior alguno.


Todo eso traduce algo muy importante: La alta burguesía y sus títeres gobernantes y sindicalistas del mundo sólo mejoran las condiciones de sus asalariados dentro del propio seno de la masa laboral. De allí arranca la carga tributaria que grava exponencialmente los ingresos de los trabajadores, de tal manera que pagan más impuestos aquellos que obtengan mejores salarios. Digamos que el Estado burgués siempre ha castigado a los trabajadores más y mejor calificados. En eso ha consistido el empoderamiento de los pobres, logrado sólo apunta del desempoderamiento de otros pobres. Y a tales medidas de igualación de la pobreza el Estado, mendaz por excelencia , da en llamarlas: “mejor distribución de la riqueza”


Esa redistribución de la pobreza dentro de la propia clase asalariada, o sea, la redistribución de las remuneraciones laborales se viene practicando dosificada y sostenidamente desde la misma IVR mediante el conocido “salario mínimo”.


A ese salario m. lo hemos denominado “salario minimizado” porque precisamente sirve como una referencia ejecutivamente impuesta por el Estado burgués tanto para trabajadores burocráticos como para los privados. Estos ajustes mínimos sirven al mismo tiempo para el ajuste general de todos los baremos y demás tablas escalafonarias.


Digamos que con este salario m. se minimizan y tienden a desaparecer las discusiones burguesas, y muy “capitalistas”, obrero-patronales. Su resultado es obvio: Las empresas privadas tienden a ganar más porque reducen sus egresos por concepto de mano de obra y sin que esta reducción se refleje en una baja de los precios al consumidor. Además, el Estado repotencia su caudal de votos electorales y reduce las incómodas presiones sociales, las numerosas huelgas, etc. Digamos que “todos” salen ganando: los empresarios capitalistas, sus gobernantes populistas de turno, los marginados y excluidos, y, paradójicamente, ganan hasta los propios afectados con ese rasero salarial porque como miembros de la Clase media, aunque se estén empobreciendo, su enfatuado y alienado orgullo burgués termina autoconvenciéndolos de que con tal de que no llegue el Comunismo todo estará bien y merece efusivos aplausos.


Ahora, con este rasero salarial sobrevendrá una máxima tecnificación y automatización del aparato productivo, de tal manera que hasta el más improductivo trabajador pueda accionarlas mediante dicotómicos botones de pulsar y repulsar. De otra manera no sabemos explicarnos cómo en una sociedad socialista y capitalista puede ganar lo mismo un trabajador alta o medianamente calificado que un sencillo trabajador de faena sucia.