La actuación parlanchina
La actuación parlanchina
("Mucho ruido y pocas nueces")
Manuel C. Martínez M.
15 dic. 09
Hemos venido observando en el hombre que mientras más habla menos hace. Un módulo popularísimo que resulta forzoso citar es el de la tribuna venezolana.
Efectivamente, nuestros políticos se caracterizan por su efluviosa parlanchinería; siempre prestos para planear, proyectar, hacer votos de bondad y demás fantasías y bizantinerías de cara a la ganancia del voto electoral popular, ofrecimientos que mayormente no cumplen, aunque no por irresponsabilidad, sino por la sencilla razón de que la mejor y mayor parte de su tiempo pensante lo dedican a hablar de viva voz y a través de los distintos medios modernos.
Y parece que así actúa la gente por término medio: circunlocua, describe escenarios, novelea, cuentea, se muestra detallista, piensa hacer lo que no termina haciendo, de tal manera que su cerebro pareciera actuar con funciones excluyentes y no complementarias.
En tal sentido, si hablamos mermamos nuestra capacidad de trabajo fáctico, la de de manualidades diversas, de las artes y artesanías. De esa manera la vida va reduciéndosenos a cúmulos de propósitos que, aunque bien intencionados, nos bloquean inconscientemente nuestra capacidad de
realizaciones de obras diversas.
Así, pues, podemos decir que el don del habla es para hablar, como el de las manos lo es para actuar, razón de peso para caer en la cuenta de que curiosamente lo que el hombre ha ganado en parlamento lo ha perdido en capacidad laboral, que la actuación humana tiende a ser parlanchina frente a unos animales (?) que parecieran que nos hablan actuando ante la monotonía de su monótono "guau, guau".
("Mucho ruido y pocas nueces")
Manuel C. Martínez M.
15 dic. 09
Hemos venido observando en el hombre que mientras más habla menos hace. Un módulo popularísimo que resulta forzoso citar es el de la tribuna venezolana.
Efectivamente, nuestros políticos se caracterizan por su efluviosa parlanchinería; siempre prestos para planear, proyectar, hacer votos de bondad y demás fantasías y bizantinerías de cara a la ganancia del voto electoral popular, ofrecimientos que mayormente no cumplen, aunque no por irresponsabilidad, sino por la sencilla razón de que la mejor y mayor parte de su tiempo pensante lo dedican a hablar de viva voz y a través de los distintos medios modernos.
Y parece que así actúa la gente por término medio: circunlocua, describe escenarios, novelea, cuentea, se muestra detallista, piensa hacer lo que no termina haciendo, de tal manera que su cerebro pareciera actuar con funciones excluyentes y no complementarias.
En tal sentido, si hablamos mermamos nuestra capacidad de trabajo fáctico, la de de manualidades diversas, de las artes y artesanías. De esa manera la vida va reduciéndosenos a cúmulos de propósitos que, aunque bien intencionados, nos bloquean inconscientemente nuestra capacidad de
realizaciones de obras diversas.
Así, pues, podemos decir que el don del habla es para hablar, como el de las manos lo es para actuar, razón de peso para caer en la cuenta de que curiosamente lo que el hombre ha ganado en parlamento lo ha perdido en capacidad laboral, que la actuación humana tiende a ser parlanchina frente a unos animales (?) que parecieran que nos hablan actuando ante la monotonía de su monótono "guau, guau".
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