Socialismo venezolano de Derecha
Por Manuel Martínez
4 de enero 2007
Las justas presiones del proletariado llevan más de un siglo, y el patronato burgués se ha limitado a la represión en variadas formas, no sólo persiguiendo a los directivos políticos rebeldes, tarea que encomienda constitucionalmente a sus gobernantes títeres, sino con inflación compensatoria de los pequeños ajustes salariales concedidos ante un costo de vida permanentemente insufrible y modernamente tasado mediante el artilugio del *salario mínimo* oficial (léase minimizado), con cargo a la imposición gubernamental de endeudamientos públicos que el Estado anual y metodológicamente realiza para subsidios y subvenciones, dádivas y demás ayudas sin contravalor económico que en el presente gobierno eufemísticamente se llaman *misiones*.
Esa terrible situación se traduce en inestabilidad social, en una disconformidad popular que suele estallar con desordenadas protestas inmediatamente sofocadas con violencia armada, y con unas elecciones de segundo grado que legitima al gobierno de turno y les da a este una estabilidad temporal de necesario reciclaje.
Por su parte, los panegíricos del sistema capitalista, en connivencia con falsos revolucionarios, es decir, con revisionistas o socialistas de derecha, han inventado mil y un sustitutos de la bandera SOCIALISTA, única que podría dar término a la problemática proletaria.
Efectivamente, han surgido los movimientos socialdemócratas y socialcristianos de fallida encomienda, y han surgido los defensores de socialismos blandos que en común han pretendido la irrealizable tarea de la conciliación de burgueses y pobres, de patronos y asalariados, una utópica conciliación que si bien funciona en las mesas de discusiones salariales y de mejoramientos del hábitat laboral, desaparece en la calle, casas y calles de estos pueblos porque mientras permanezca la relación salarial el patrono seguirá haciéndose más rico, y el asalariado más pobre.
Es un hecho que cuando se dé semejante conciliación los burgueses siempre estarán armados con su enorme poder econónomico, mismo que obviamente les regarantizará la misma ventaja que hasta ahora han tenido, y por supuesto los asalariables concurrirían bajo las mismas miserables condiciones de inferioridad, y apenas contaría con un Estado cuya naturaleza lo hace más proclive a la defensa del poderoso que del débil.
Lamentablemente, por TV hemos oído las declaraciones del actual Presidente de la República de Venezuela en las cuales descalificó de un plumazo al propio Karl Marx y a Vladimir I. Lenin. Dijo que ningún Socialismo puede fincarse en la DICTADURA del PROLETARIADO, que este aserto fue un error de esos Sociólogos, que *debemos hacer un socialismo democrático donde participemos por igual todos los estratos y ciudadanos que hagamos vida común en nuestro país*.
Debemos concluir que ora nuestro Presidente demostró una crasa ignorancia sobre semejante y delicada materia, ora se presta sumisamente al juego burgués del SOCIALISMO de DERECHA, y si esto es así, no podemos menos que calificarlo de revisionista, un papel tristemente jugado por quienes han estado más al servicio del grupo dominante que del pueblo humillado por aquel.
Que este papel de *socialista de derecha* lo haya desempeñado un encomendero salido del propio barro burgués no nos extrañaría, pero un rol de socialista de derecha desempeñado por un gobernante portador de un currículo de humildad y pobreza económica como el del Presidente Hugo Chávez, es lamentable y nos da pena ajena.
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