Asociación Civil Bolivariana "Defensores del bolívar"

domingo, marzo 11, 2012

Los Reguladores de los Precios [i]

¿Qué es primero: la regulación del mercado, o la del Estado?

Manuel C. Martínez M.
09/03/2012 8:02:42

De entrada, la regulación de los precios parte de los propios centros fabriles, no puede ser de otra manera. Los comerciantes terminan concretando los que reciben de sus proveedores, y el Estado hace algunos ajustes comerciales posféstum y convencionales, por aquello de su objetividad e imparcialidad constitucional o política frente a productores y consumidores finales, una suerte de conciliación con ambas partes, soportada por los anacrónicos consejos rusonianos. Sólo cuando un Estado (?) funja de productor directo[ii], y con técnicas capitalistas, puede inferir con mayor certeza cuánto vale muy aproximadamente cada unidad de mercancía procesada en condiciones medias burguesas. Los chinos tienen una gran experiencia al respecto.


 

Más dialéctica no puede ser la interrogante que nos ocupa; la respuesta histórica más cercana a la verdadera dependerá de la postura filosófica asumida por los examinados. Como sabemos, preguntas dicotómicas como esa fueron subsumidas en la que hoy se halla perfectamente resuelta. Hablamos sobre lo que fue primero entre “la gallina y su huevo”. Para quienes sostienen criterios mecanicistas, idealistas o cibernéticos, Adán, por ejemplo, nació completico sin evolución biológica alguna, no conoció la niñez ni la bebidad. Así, pues, los precios parecen estar dados en el mercado y ya, sin gestación previa alguna, como si fueran independientes de su cadena evolutiva de costos desde la primera mercancía usada como materia prima y demás medios de producción, así como los de los proletarios y proletarias, obreros y obreras, que aparecen en el mercado ya ofertando su mano de obra, creciditos y creciditas, comiditos y comiditas.

Los apologistas tradicionales de la Economía posclásica seguirán sosteniendo que tal pregunta resulta anacrónica, que el mercado, que el comercio, que la compraventa, darían libremente cuenta de todas las regulaciones de precios, ganancias, satisfacciones, demandas, ofertas y de todo lo relacionado con la dinámica económica. Y serán tan obstinados y majaderos en ello que hasta “sin querer, queriendo”, niegan la explotación dentro de la fábrica de asalariados[iii]  .

Por su parte, los gobernantes seguidores de consejas no marxianas ni marxistas, sino, más bien, consejos desfasados como los de   Juan Jacobo Rousseau, como ejemplo paradigmático de atraso científico, de parte de sus seguidores modernos optan por que sea el Estado el primer regulador. Rousseau vivió antes de nacer Carlos Marx, y a  él se le excusaría  por desconocer los adelantos sobre las verdaderas causas de la pobreza de los hombres en las sociedades clasistas, causas descubiertas por Marx y Engels. Tales seguidores desfasados en el tiempo, confían en la intervención constitucional y contractual del Estado para garantizar con “imparcialidad”, la estabilidad social y los derechos de las partes, indistintamente, la de patronos y trabajadores, la de capitalistas y aslaraidos, la burgueses y proletarios.

[ii] Es de señalarse que la posibilidad de que el Estado asuma la producción directa de tal o cual mercancía no garantiza mayor exactitud en los precios de fábrica que sirvan de referencia para las regulaciones estatales pertinentes y para el logro de los precios más adecuados, habida cuenta de que se trata de una producción capitalista, y como tal debería enganchase con todas las empresas del ramo, nacionales y extranjeras. Estas últimas entran en la competencia mundial involucrada en cualquier mercancía de producción. Ninguna empresa privada gobierna, ni prevé, ni controla la infinitud de procedimientos y costes personalísimos y hasta arbitrarios de todo el aparataje mundial productivo, de partes, repuestos, maquinarias equipos, técnicos y profesionales, sueldos de diferentes nacionalidades obreriles, etc., costes estos que gozan de una independencia natural en su dinámica organizacional,  sus adelantos tecnocientíficos y con la carga de las diferentes legislaciones correspondientes a cada Estado afectado en la muestra del caso. Buena parte del comercio interfabril se realiza directamente de fábrica a f., sin pasar por la mediación de tercero.
[iii] Allí se fabrica pobres”, allí no sólo se fabrica mercancías, sino el propio modo de producción burgués, mismo que se ve constantemente reciclado y hasta repotenciado mediante maquillajes que la propia dinámica económica va imprimiéndole a sus organizadores. Tal es lo que ahorita, dentro del capitalismo mundial, experimenta (redundancia adrede) la relación capital variable/ctal. constante y que se nos presenta como la más reciente manifestación de posible unión de los proletarios del mundo, tan acertadamente pronosticada por Carlos Marx, a pesar de que sus editores comerciales han hecho lo imposible por sugerir que él solicita esa unión, siendo la verdad que, más bien, la dedujo de sus exhaustivos análisis y crítica del Capital. El ejemplo y asomos de esa posible alianza proletaria lo observamos en los “indignados” europeos y en los ex marginados de Suramérica quienes ahora reciben las los beneficios políticos inmediatos de un generoso paternalismo exacerbado como jamás antes se conoció dentro del Estado burgués.








martes, noviembre 08, 2011

Promesas Electorales y La Constitución

¿Cómo se compagina tanta promisión subjetiva con las obligaciones  constitucionales?

Por: Manuel C. Martínez M.
08/11/2011 7:39:57
Fuente: http://www.sadelas-sadelas.blogspot.com/

La primera manifestación de incumplimiento y de violaciones impunes de la Constitución por parte de los gobernantes de estos “mercados” , conocidos con el atavismo de Estados, viene dada por el consuetudinario y trillado paquete de promesas que los aspirantes a Presidente, Gobernadores y Alcaldes suelen hacer para ver si enganchan por enésima vez a sus potenciales subordinados y futuros poderdantes del Patrimonio Nacional que estos pondrán en sus manos a riesgo de que se lo cojan, lo regalen, o lo malverse de variopintas maneras.

Efectivamente, pongamos por caso, la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela prevé taxativamente cada una de las obligaciones del funcionario público, de los Poderes nacional, estadal y municipal. Veamos:

 
Art. 137.- Esta Constitución y la ley definen las atribuciones de los órganos que ejercen el Poder Público, a los cuales deben sujetarse las actividades que realicen.

 
Art. 139.- El ejercicio del Poder Público acarrea responsabilidad individual por abuso o desviación de poder o por violación de esta Constitución o de la ley.

 
Pensamos que los feudaloides “juramentos” que solemne o apayasadamente cumplen, so pena de ser “juzgados” por la república y sus leyes o por poderes divinos extraterrestres, salen sobrando.

 
Art. 144, Aparte único.- La ley determinará las funciones y requisitos que deben cumplir los funcionarios públicos para ejercer sus cargos.

Art. 145.- Los funcionarios públicos y funcionarias públicas (sic) están al servicio del Estado y no de parcialidad alguna. Su nombramiento o remoción no podrán estar determinados por la afiliación u orientación política.

Ese Art. ha sido uno de los más descarados y vulnerables e impunemente violados a cada segundo de vida gubernamental; el carnet o afiliación política ha reemplazado eficazmente toda esa leyenda constitucional.

 
Capítulo II, íntegro: De la Competencia del Poder Nacional.

Como puede corroborarse yendo a la lectura de toda esa legislación, pareciera que las promesas electorales siguen respondiendo a férreos atavismos feudaloides que se importó desde que la primera planta extranjera pisó tierra firme e insular en lo que desde entonces dio en llamarse Venezuela.

 
Lo curioso es que pareciera que de antemano se coadmite que los funcionarios públicos pudieran no cumplir con las obligaciones que taxativamente les corresponde como tales funcionarios, y que la población espera cada nuevo ejercicio electoral para ver qué cumpliría el aspirante, según sus promisiones, al margen de lo que diga o no diga la Constitución del caso.

La población, pues, sería la encargada a posteriori para sancionar con su voto. Al parecer, todo un contradictorio mecanismo popular para obviar la Ley que precisamente contiene disposiciones electorales.

sábado, noviembre 05, 2011

Nueva Fórmula para Competir y Destruir

Por: Manuel C. Martínez M.
Fecha: 05/11/2011 10:07:20
Fuente: http://www.sadelas-sadelas.blogspot.com/

Varios importadores y fabricantes de jabón de tocador y lavar se pusieron de acuerdo: decidieron comprar la más vieja compañía jabonera nacional, de esa mercancía, la tradicional y de oferta más barata, y que es o era especial para la inmensa mayoría de sus usuarios.


Como se trata de un bien de primera necesidad presente hasta en los más indigentes, hasta de quienes lavan a la orilla del río, entonces aquellos capitalistas deciden desmejorar al máximo su calidad original, al punto de que el cliente tradicional termine abandonándolo y forzosamente comprando de las demás marcas pertenecientes, precisamente, a los socios de esta fábrica adquirida pra sacarle el jugo al truco de la competencia ruinosa.



En este caso, se trata de una autodestrucción que, paradójicamente, resultaría gananciosa. Lo que ganan con sus ventas en el resto de las compañías del ramo, fabricantes e importadores, cubre con creces la posible pérdida de la recién comprada.


lunes, agosto 29, 2011

Enseñemos otra Moraleja de las Vacas Gordas y V. Flacas [1]

La Biblia  diviniza   las crisis económicas 
Manuel C. Martínez M.
30/08/2011 15:06:14

Más de 16 décadas lleva la humanidad clasista negando “la explotación del hombre por el hombre”[2], luego del hallazgo científico más portentoso e innovador que investigador alguno haya alcanzado sobre la faz de la Tierra, de una talla y genialidad  sólo igualable (como mínimo)  a Copérnico, de quien metafóricamente se admite que “detuvo al Sol desde su rústico laboratorio”, o a la del  inmenso Galileo,   predecesor  del gigante  Isaac Newton, y a la del  equipo   descubridor y estructurador de la Mecánica Cuántica, base tecnológica de la flamante industria informática, cibernética,  satelital y galáctica.

Ocurre que Carlos Marx descubrió y soportó con basamentos indeleznables, aunque sí negables, el origen de la pobreza, al lado  la riqueza material, de los males sociales en general, más allá e inclusive de aquellos a los que se le atribuye causas biofísicas,   naturales o “divinas”. El loado  Jesús de Nazaret, por ejemplo, siempre entendió, según versiones del Nuevo Testamento religioso, suerte de “historia” antigua y empírica por excelencia,  que la pobreza era un asunto de   iniquidad humana,  de inmisericordia, de actitudes diabólicas sembradas ínsitamente en la mente de los esclavistas de marras.  

Más de 160 años negando el carácter socioeconómico de los vaivenes de las llamadas   crisis  sociales que en no pocas ocasiones se las ha  atribuido a “mandatos divinos”[3], en un plano de igualdad interpretativo con las catástrofes  estrictamente naturales como las erupciones volcánicas, o la estrepitosa llegada de impactantes meteoritos.

Hoy se presume que muy probablemente muchas desgracias   marítimas, pluviales  o meteorológicas de toda índole, son perfectamente imputables  a la gruesa, larga, polvorienta  o morosa factura de las clases dominantes por su condición de propietarios exclusivos de los valiosos  medios de producción,  como la tierra, para citar el ejemplo más representativo de ellos, particularmente dentro de las condiciones actuales burguesas, un sistema de producción que como ningún otro anterior confronta insaciables necesidades de acumulación de riqueza de capital procedente de fresca plusvalía y, consecuencialmente, de mercados en permanente renovación, expansión y sostenimiento.

Son esas necesidades capitalistas in crescendo las que  irrefragablemente les impone el sistema a sus agentes. No se trata en nada de iniquidad subjetiva, por el contrario, el capitalista es la primera   y adinerada víctima del sistema que tanto defiende, y no precisamente por asomos de masoquismo o maquiavelismo alguno[4].

No se trata de facturas contables, sino de cargos sufridos como agentes involuntarios de un sistema que mantiene obnubilado y alienado al mundo con la idea de la riqueza fácil, despersonalizada y carente de solidaridad humana. Y conste que esa factura pendiente de cobro es independiente de la que adeudan por concepto de apropiación indebida de la mayor parte de la riqueza material dejada en feraces campos agrícolas, en complejas residencias y en las fábricas y comercios de explotación de los trabajadores a su cargo.

Vayamos al punto: En la reciente entrega de la nueva serie, “Enseñemos”, a la cual esta le sigue inmediatamente,  señalamos cómo las ganancias burguesas registradas anualmente por el Estado esconden y aíslan del resto de la sociedad  la ganancia acumulada por los explotadores[5]. Una ganancia en la que los ejercicios económicos industriales producen  y alimentan vacas gordas, pero,   al final se convierten en vacas flacas porque los procesos productivos, si bien son continuos en la práctica laboral, lucen arbitrariamente discretos en los libros de la Contabilidad capitalista.

El caso es que, por ejemplo, cuando un Estado confronta calamidades sociales, como buen Estado burgués jamás acusan vacas gordas y cierra sus ejercicios burocráticos con permanentes vacas flacas que debe alimentar a punta de créditos púbicos con cargo a los criados del asalariato, y/o con dádivas de empresarios que terminan arrogándose cualidades filantrópicas que tan caras les resultan fábricas a dentro.


[1] Cónfer: La Biblia, Génesis, Cap. 39.
[2] http://www.aporrea.org/actualidad/a17981.html

[3] Ver Nota 1 de esta entrega

[4] Carlos Marx, El Capital, Prefacio de la Primera Edición, 1867.
[5] http://www.aporrea.org/actualidad/a129190.html








 











 

domingo, agosto 14, 2011

Conozcamos la Piratería Universalizada

La Economía, una ciencia con licencia para vulgarizarse
Manuel C. Martínez M.
15/08/2011 19:21:01

Esta entrega, como lo hacen algunas precedentes y similares, busca deslastrarnos un poco de la difundida y arraigada “piratería” que sigue reinando en la calle, en la Universidad, en Política, en esquinas y bodegas, en el pesado acervo cultural de gente con bajo perfil académico y, lo más grave, en gente con toga, birrete “y todo”. Desde aquí invitamos y solicitamos un poco de respeto por la Ciencia de la Economía Política que es la ciencia, tal vez, más pirateada por legos e ilustrados, por variopintos gobernantes y periodistas, paraperiodistas, de este y de otros mundos.

La gravedad revestida por esta situación de piratería universalizada se agiganta cuando caemos en la cuenta de que los Colegios de Economistas del mundo tienen inscritos en sus nóminas de afiliados a un buen número de acreditados farsantes o adulterados de esta ciencia. Hablamos de los falsificadores de oficio, por así decirlo, representados por profesionales con formación más contable que de otra cosa, más precapitalistas que Economistas, más parlanchines que pensadores.

Y conste que estos profesionales no ejercen esta piratería de manera deliberada ni mucho menos malintencionada, salvo algunos raros casos de apologistas y renegados de cuyos nombres no debemos ni acordarnos, que nunca fueron y quienes ahora parece que fueran son lo que tampoco son.

Este toerismo sólo favorece al capitalismo, habida cuenta de que con ello se impide la correcta interpretación del verdadero significado y trascendencia sociológica, ideológica y económica del saber propio de la Economía Política científica que es otra cosa diferente, radicalmente diferente, a la Economía Vulgar o Econ. propia de mercachifles anteriores a los clásicos de la Economía Política, y de los posteriores a Carlos Marx.

Son esos economistas de bajo perfil y quienes se acostumbraron a citar a Carlos Marx para insultarlo postmórtem, y dan en llamarle, esos mismos piratas: ortodoxo, desfasado, superable, etc., pero resulta que en ninguna zona geosociológica hasta ahora ha sido aplicado Marx con el merecido carácter universal de su oferta científica que él nos hizo hace más de 150 años, y que el pueblo trabajador no ha podido todavía demandársela con la fuerza y el volumen demográfico proletario que se armonizaría con semejante y revolucionario aporte científico, una oferta literaria económica científica que, por ahora, sigue siendo “mucho camisón pa’ Petra..

Es de inferirse que este pirateriomo a ultranza nos viene dado porque el comercio y el “bodeguero” son de vieja y larga data, valga la redundancia. Pero ser pulpero ni ser alfabeto nos acredita para ejercer la crítica y praxis de esta interesante ciencia. Conocer determinado bagaje terminológico adquirido en calle y bodegas, en escuelas, academias y universidades, sólo nos permite la comunicación interdisciplinaria, pero hasta allí.

De lo que no somos profesionales o especialistas, es mejor no pronunciarnos, sin citar fuentes. Recordemos el triste caso del señor (Barón) Karl-Theodor zu Guttenberg[1] . Es ridículo seguir hablando y opinando in cualidad específica, cual periodista de tercera, tipo Bocranda que tanto criticamos, o como Fausto Malavé, o como un vulgar político de tercera, cual profesional de tercera, cual bodeguero de primera, de segunda y de tercera.

Todos nos debemos respeto entre sí, pero sobre todo debemos respetar las fronteras del saber. Conocer elementalidades de Medicina, por ejemplo, no nos acredita para 4efritar consejos colgados en Internet, verbigracia. Para jactarnos de saber leer, debemos previamente  saber que sabemos poco, como lo afirmó, por boca de Platón,   el griego Sócrates, según Filosofía Universal de libre acceso en el mercado correspondiente.
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[1] “La oposición, sin embargo, exige ahora la dimisión del ministro. "¿Usted cree que una persona puede falsificar 270 de 400 páginas de su tesis sin querer?", preguntó el líder del partido socialdemócrata (SPD), Sigmar Gabriel, a la jefa del gabinete. Y apuntilló: "Todos sabemos que usted (Merkel) tiene un estafador en sus filas". Cónfer:
http://www.elpais.com/articulo/agenda/Ministro/baron/rico/copion/elpepigen/20110227elpepiage_1/Tes

jueves, julio 28, 2011

Conozcamos la Formación de los Precios de Fábrica o “Costes Marginales", Segunda Parte (ii)

(La fábrica estima primero el precio, y luego el mercado lo ajusta al valor)


Manuel C. Martínez M.

25/07/2011




“Cada vendedor no puede encarecer en forma permanente sus mercancías, a no ser que también se someta a pagar siempre más caras las de los otros vendedores. Y por la misma razón, ningún consumidor llega a pagar habitualmente menos caro lo que compra, salvo que se someta también a una disminución similar del precio de las cosas que vende.”[1]




Observación preliminar: En ese epígrafe hay un sentido macroeconómico que no puede perderse de vista. Generalmente, cuando se elucubra sobre cuestiones económicas solemos echar mano a casos aislados, a particularidades. Muchos amantes de la Economía escogen casos como “una (1) arepera”, y hasta más allá: “una (1) arepa”. Otros citan una pieza de carne de res. Por supuesto, los hay que toman en forma modular la casa que construyeron para su hogar y le siguieron los pasos a toda su construcción en materia contable, cosas así. Esta tendencia irrefrenable a la comisión de desaguisados como esos debe evitarse si se quiere tener ideas más claras y acertadas sobre una ciencia que se las ha traído consigo misma, y sigue trayéndoselas por la sencilla razón de que hay apologistas de la Economía Política Vulgar que basan sus “academizados” criterios y defensas del sistema burgués de producción sobre semejantes menudencias.

 

Hecha esa digresión, vayamos al tema que nos ocupa: Como hemos señalando en la Primera Parte, las supuestas ganancias que dejarían las unidades que se hallan representadas en la curva de costos marginales (ver figura siguiente) no son otra cosa, en conjunto, que la plusvalía no reconocida por el fabricante, única forma de explicarnos con lógica, coherencia y sinceridad, por qué el fabricante logra vender por encima del subcosto que él registra en sus libros, habida cuenta de que lo hace sin asentar explícitamente el aporte de valor excedente que dejan sus trabajadores por cada unidad salarial recibida diariamente[2].

 Para: CP=Costes y precios; D= Curva de demanda; O= Curva de Oferta = C. de “costes o valores marginales”; Q= Cantidades ofrecidas y demandas; Zona zigzagueada= Ganancia obtenida cuando se logra el equilibrio entre demanda y oferta.




El caso es que ningún fabricante determina su ganancia mediante la diferencia aritmética entre el precio unitario de venta y el costo unitario, tal como lo dejan entrever los espejismos contables identificados como coste marginal, productividad marginal y otros artilugios propios de la Economía Vulgar y apologética del sistema capitalista.
De resultas, como la contabilidad burguesa ignora la plusvalía y limita sus cargos por concepto de mano de obra al volumen de salarios causados, se deja al mercado los ajustes pertinentes del precio de venta que ya el fabricante tiene en mientes (zona zigzagueada en la grafica superior que representa los excedentes de valor al que se vende sobre el valor que se paga al asalariado) y precio de venta con el cual lanza su oferta. Por experiencia, esos ajustes ya se han realizado, y el mercado limitará sus cambios y diferencias coste-valor a las variaciones de precios que vayan apareciendo, inclusive por ofertas de mercancías ya registradas, como son los casos inflacionarios, los cambios de paridad cambiaria, crisis ocasionales, inestabilidad política y afines.

Ese cálculo de costes marginales explica el entusiasmo y sigilo[3] que pone el productor en el control de precios de costo, sus economías, sus cargos hasta de las más insignificantes compras que realicen sus administradores; lo hace con tanto esmero y vigilancia como el puesto en los incrementos y sostenimiento de la productividad de sus trabajadores. De esa manera busca maximizar su producción de plusvalía y minimizar sus costes en dinero invertido, y cumple con la famosa ley de oro de la Economía Vulgar: “Mínimos costes y máxima ganancia”.

Hemos indicado en entregas anteriores [4] que la “concurrencia” de muchos en el mercado les permite a los vendedores y compradores conocer de los precios vigentes en cada momento, salvo que se trate de innovaciones mercantiles cuyos precios va introduciendo el fabricante hasta que poco a poco logre imponer y fijar el que más rentabilidad de deje. Recordemos que la penetración del mercado supone ensayos, descuentos, facilidades, publicidad, etc., pero, muy especialmente la introducción de unos precios ex ante que quedarán sujetos a todos los ajustes que a bien tenga la “mano invisible” con la que ya estamos familiarizados.

El mercado se ocupará sencillamente de frenar las ventas con precios distanciados del valor promedio que la propia dinámica, con sus obsolescencias e innovaciones, y la experiencia bursátil haya señalado. Como hemos dicho, el mercado terminará imponiendo el valor de las mercancías con un error mínimo, con lo cual la valoración de sus costes que haya hecho el fabricante tenderá a quedar ajustada a los cargos estándar por conceptos no menos estandarizados, entre los cuales se hallan las depreciaciones de medios de producción fijos o medios de trabajo, de los alquileres, del gasto administrativo, de las plantillas gerenciales, jurídicas, seguros, vigilancia, decoraciones y afines.

De esa forma, el plusvalor creado en fábrica no sólo queda reconocido por el mercado[5], sino que, por falta de regulación de “costes y precios justos” se admite los costes de medios de trabajo como costes imputables al precio fijado por el fabricante para sus ventas, cargos que, además de esquilmar a los consumidores, al lado de la explotación por concepto de plusvalía, sirven para burlar el IS/R de todos los países burgueses. Venezuela, 28/07/2011 12:47:50
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[1] Carlos Marx, El Capital, Libro Primero, Cap. V, Nota 14.


[2] Carlos Marx, Ibídem.


[3] Carlos Marx, El Capital, Libro Primero, Cap. VII, Subc. I.


[4] http://www.aporrea.org/tiburon/a127142.html

[5] “El intercambio que se hace de dos valores iguales no aumenta ni disminuye la masa de los valores existentes en la sociedad. El intercambio de dos valores desiguales…tampoco modifica la suma de los valores sociales (macroeconómicos), aunque aumente la fortuna de uno en lo que quitó de la fortuna de otro.” (Carlos Marx, Ob.cit., Cap. V, Nota 19. Introduje el paréntesis.

Conozcamos la Formación de los Precios de Fábrica o “Costes Marginales", Primera Parte (i)

(Primero la fábrica estima el precio y luego el mercado lo ajusta)


Manuel C. Martínez M.

28/07/2011 12:46:29




Luego de calcular sus costes globales de producción, usualmente denominados “costes de fábrica”, el capitalista fabricante aspira una ganancia que cuantifica en determinado % del capital global empleado y consumido. Digamos que no se va al mercado a lograr un precio de su oferta, según la competencia del caso con otros fabricantes, para luego descargar aquellos costes del valor de la oferta vendida y así averiguar, por defecto, cuál ha sido su ganancia. Es todo lo contrario.

Sin embargo, en la literatura económica burguesa, su contabilidad maneja los llamados “costes marginales”[1] de producción, que son recogidos en los llamados “gráficos de rentabilidad”[2] , y con estos elabora sus flujos o curvas de costes (inversiones de capital). Esos costes marginales son una ficción numérica que sirve para enmascarar la plusvalía, sin que necesaria ni deliberadamente ningún economista ni contable, ni analista de costo de la burguesía, se lo hayan propuesto así.
 
 
La curva de costes marginales, que es la inversa de la curva de la productividad marginal (otra ficción económica)[3] ha sido un ingenioso artilugio contable que logra contabilizar ex ante el costo o valor de producción, inclusivo de una ganancia (plusvalía) muy bien estimada que, como coste de fabricación, el mercado ex post reconocerá como precio de mercado, luego de dar cuenta de los errores (entre precios y valor trabajo) y de la puja entre oferentes y demandantes, de fabricantes entre sí, y entre estos y sus respectivas clientelas. Veamos la siguiente “gráfica de rentabilidad”:




Para C P = costes y precios; Q = cantidades demandadas y ofrecidas; D= curva de demanda, y O= c. de oferta.


Ocurre que, según esa gráfica, en la curva de costes marginales (curva de oferta O) cada punto de ella representa un “costo marginal” de hecho y cuidadosamente calculado dentro de la empresa, y representa a la vez un precio ex ante que es superior al precio de todas las demás unidades precedentes y pertenecientes a la misma curva en cuestión. Para el punto de intersección de ambas curvas, esa ganancia esperada está representada por la zona zigzagueada. La superficie del cuadrilátero representa el valor-precio de la transacción de equilibrio, y la zona no zigzagueada, los costes de fabricación formados a punta de costes marginales sucesivos y acumulados hasta ese volumen de “equilibrio” o de intersección de ambas curvas.



Como sabemos, esta curva, trazada en un sistema cartesiano (primer cuadrante), se mueve ascendentemente de izquierda a derecha, cóncava hacia arriba, razón por la cual cada precio y cada coste precedente pertenecientes a esa curva representa uno menor a todos los que le siguen hacia arriba en toda su trayectoria. Así, al vender al precio de un punto cualquiera de la curva, la fábrica habrá formulado y fijado de antemano ganancias para cada una de las restantes unidades del lote vendido.


No hay duda que tales “costes marginales” y afines representan un asombroso artilugio econométrico que forma parte de la Teoría Económica Vulgar, y que no en balde ha recibido premios provenientes, precisamente, de las academias burguesas, y en particular de la que fundó Alfred Nobel.


Pero sabemos también que cada fábrica opera con lotes de compras para la realización de su proceso productivo, y funciona con lotes de ventas de las mercancías que produce. Digamos que sus transacciones son rigurosamente al mayoreo. Hasta donde también sabemos, sólo los detallistas venden al detalleo, pero pagan al mismo precio cada unidad comprada. Con ello, la idea del costo marginal queda desvirtuada, pero, matemáticamente del valor trabajo de cada unidad fabricada, una parte representa salarios y otra plusvalía “marginal”, digámoslo así.


Cierto que es necesario calcular el coste medio de producción, esto es, formar los precios o costes de fábrica, pero es sólo para estimar   los desembolsos futuros de capital correspondientes a los nuevos procesos de producción, pero, no para fijarle precios de venta a cada unidad en particular. Sencillamente, cada lote de producción, según la cuenta burguesa, que niega la explotación en fábrica, contiene el valor trabajo que cuesta, según los costes de fabricación constituido por: mano de obra al costo de sus salarios y directamente involucrada, por materia prima debidamente disponibles para su transformación, y los costes externos para mejoras ambientales y laborales.

Esta entrega se completará más adelante.

P.D.: La terminología conjugada en estas cartas está sujeta al carácter universal de la Economía Política, más que al léxico de extensión popular. Esto es así para poder abarcar el mayor número de lectores capaces de leer según la simbología que previamente hayan trabajo en los libros especializados. Hacemos hincapié en el empleo de voces máximamente populares, pero sin descuidar ni reemplazar las necesarias categorías, principios, y designaciones económicas de uso técnico y profesional.
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(i) Hemos venido creando la serie de entregas virtuales sobre Economía Científica Política, y sobre Economía Vulgar, bajo la envolvente denominación de: “Conozcamos” y afines. Su compilación posterior la llamaré. “Conozcamos El Capital”, un proyecto de literatura económica cuya ejecución se mueve al ritmo y velocidad de los nuevos “conozcamos” que vamos aportando y creando con la praxis correspondiente. Agradecemos a “aporrea.org”, a su excelente y calificado personal, “ductor” y gerencial, toda esa generosa puerta abierta que nos vienen brindando, a mí,   y con ello a todos los lectores virtuales del mundo moderno.

[1] Consultar la literatura económica que circula en todos los centros académicos y universitarios del mundo marxista y no marxista. Libros de Teoría Económica, Diccionarios de Economía Política, El Capital (Marx) y afines.

[2] José Castañeda, Lecciones de Teoría Económica, Lección 23, # 5.

[3] Lo que la Economía Vulgar llama “productividad marginal decreciente” es, por el contrario, “productividad creciente” ya que a mayor cantidad de mercancías fabricadas en la misma jornada, menor valor añadido o menor costo para cada una de ellas, por lo que resulta falso que la empresa tenga costes marginales crecientes, sino todo lo contrario, en el bien entendido que por costo se entienda  valor trabajo. Cónfer: Carlos Marx, El Capital, Libro Primero, Cap. XV, Subc. III, # 2/ José Castañeda, Ob. cit., Lección 20, # 5.


lunes, julio 18, 2011

Conozcamos la diferencia entre: Precio de venta, Precio de producción y Costo de producción (i)

(Tales diferencias son diferentes para los burgueses y los
marxistas)
Manuel C. Martínez M.
17/07/2011 11:26:06

I.- Sea, c+v+pl = Valor de la producción = Costo de producción. Este costo procede de 2 fuentes: 1.-, del capitalista que aporta “c” + “v”; y 2.-, de los trabajadores involucrados quienes aportan sólo “pl”, ya que el monto del capital variable (v=salarios)) es aporte del capitalista tan pronto cancela y paga los salarios, salvedad hecha de los costes por concepto de vigilancia, gerencia, administración, abogacía, energéticos, alquileres, ya que todos estos costes están subsumidos en “c”, y entran como medios de trabajo. Queda pendiente el reconocimiento contable de los salarios retenidos, como son las prestaciones sociales, bonos navideños, vacaciones y afines, los cuales dejamos a un lado por razones de didáctica circunstancial.



En esa ecuación modular, supondremos que:



v=pl, para una tasa de Pl=100%, y



c=medios de producción o capital constante= a medios de trabajo (mt) + objetos de trabajo (ot), medios que suponemos de igual peso contable para ambos. La ecuación I nos queda así:



II.- mt+ot+v+pl= Valor de la producción= Costo de producción, y con datos numéricos:



III.- 10/mt+10/ot+80/v+80/pl=120 unidades monetarias, y 80% de ganancia bruta



Según vemos, estamos suponiendo que las mercancías se vendan a un precio equivalente al valor de esa producción. La concepción burguesa y su contabilidad dan por sentado que su ganancia, =80, la extrae del mercado, y niega que responde al aporte gratuito que dejan los asalariados con motivo de su explotación, puesto que crean un valor nuevo=80(pl), y reintegran un prevalor= los salarios=80/v, todo representado en nuevos valores de uso adoptados por las mercancías ya procesadas.



Como no suele venderse al valor, sino al precio de producción[1] ,



Precio de producción, c+v+pl, se transforma en:



IV.- c+v+ ganancia o plusvalía media.



Esa ganancia media (gm) es el resultado macroeconómico de dividir estadísticamente toda la plusvalía de un período entre todo el capital (c+v) involucrado, o sea,

∑vi/ ∑(c+v)i.



De esa manera, los capitalistas terminan conformes con una tasa de ganancia acorde numéricamente con su capital empleado, independientemente de que algunos empresarios aporten relativamente más plusvalía que otros. Esta sustracción de plusvalía de una fábrica a otra resulta coherente con la misma ignorancia o renuencia de los capitalistas a reconocer que la ganancia no vine del mercado. Digamos que los capitalistas con menores composiciones orgánicas, vale decir, los más tecnificados, sustraen para sus bolsillos parte de la plusvalía arrancada por los empresarios que operen con composición orgánica mayor, o sea, con más fuerza de trabajo viva. Y:



V.- Precio de venta= c+v+pl= mt/10+ot/10+v/80+gm.



Ese es un precio para vender según los precios de producción que ya hemos tratado. Si suponemos, para facilitar el modelo, que gm=pl, y se da un equilibrio entre oferta y demanda, entonces,



PV=20+80+80=120, para una tasa de ganancia bruta= 80%. Esto ocurre cuando la empresa registra como coste imputable al precio de venta su inversión en “mt”, es decir, cuando la contabilidad burguesa considera que los “mt” consumidos deben ser pagados por el consumidor, según hemos venido rechazando en entregas precedentes.



Una sana contabilidad burguesa debería vender según esta ecuación:



V’.- ot/10+ v/80 +pl/80= 170, según nuestras apreciaciones de entregas anteriores ya citadas, para una ganancia bruta =77,77%, aunque para el empresario se reduciría a 70%=70/(c+v)= 70mt/ (10mt+10ot+80v) .



Según el concepto burgués, allí en V’ no se cargó el valor de sus medios de trabajo consumidos y en consecuencia habría un pérdida de 10. Por esta razón, procedería un cargo hacia su ganancia bruta (70), como una manera alterna para seguir repartiéndose la plusvalía entre los mismos accionistas. Con ello los capitalistas de mayor composición orgánica se desquitarían parcialmente lo que pierden con los precios de producción y con la mayor tributación que pagarían al Estado impositivo.



Corolario: Desde luego que “mt” forma parte del coste y valor de la producción, pero un valor que está formado por el valor agregado por los trabajadores de “v”, por el valor de la materia prima (ot) y por el valor consumido de mt. Los dos primeros costes, valor agregado y “ot”, son recibidos por el comprador, pero no así todos esos gastos y “costes” de producción en que debe incurrir el empresario para poder usar la fuerza de trabajo, y vaciar esta sobre el valor de uso que le sirven de soporte al trabajo de los asalariados, es decir, esos gastos representados por los objetos de trabajo.



El costo de la producción no debe ser igual al precio de su venta, ni siquiera en condiciones de equilibrio. Cuando el fabricante burgués carga los “mt” al precio de venta, no sólo se quedaría con los salarios y la materia prima, habida cuenta da por vendidos los medios de trabajo. Como realmente el capitalista recibe su valor de cambio sin que el consumidor los reciba 100% como valores de uso, eso significa que el consumidor entrega más dinero por una mercancía cuyo valor de cambio es inferior, y sólo recibe materia prima y trabajo, dos valores de uso cuyos valores de cambio sí se justifican.



Mal puede un comprador pagar un precio en dinero por un valor de uso cuyo valor de cambio sea menor. Si el comprador recibiera el valor de uso correspondiente a los “mt”, entonces podría usarlos para fabricar sus propias mercancías.

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(i)
Hemos venido creando la serie de entregas virtuales sobre Economía Científica Política, y sobre Economía Vulgar, bajo la envolvente denominación de: “Conozcamos” y afines. Su compilación posterior la llamaré. “Conozcamos El Capital”, un proyecto de literatura económica cuya ejecución se mueve al ritmo y velocidad de los nuevos “conozcamos” que vamos aportando y creando con la praxis correspondiente. Agradecemos a “aporrea.org”, a su excelente y calificado personal, “ductor” y gerencial, toda esa generosa puerta abierta que nos vienen brindando, a mí,   y con ello a todos los lectores virtuales del mundo moderno.
[1] Cónfer: http://www.aporrea.org/ideologia/a121141.html