Asociación Civil Bolivariana "Defensores del bolívar"

lunes, enero 31, 2011

Conozcamos Algunas Vidas Paralelas (Ciclo económico, vs. Ciclo político)

Manuel C. Martínez M.

29/01/2011 11:03:28



Hoy, en el convulsionado Egipto se discute y cocina el relevo burocrático que mejor garantice los “intereses creados”, en este caso, los de la alta burguesía nacio e internacional que son los verdaderos amos del DINERO(1) , amos del poder o agentes activos de la relación social capitalista.



En Egipto se busca reciclar más de lo mismo; se trata del “ciclo político” que se corresponde con el “ciclo económico del dinero, de la mercancía y de su correspondiente mercadeo” ya científicamente estudiados desde los tiempos mismos de los fundadores de la Economía Política Científica Burguesa.



Como sábese, el poder capitalista internacional priva sobre sus agentes, “testaferrados” y comisionados” regionales, gobernantes y afines, quienes, desparramados por el mundo, son el verdadero “Ejército Industrial” en funciones productoras e intercambistas de pluscapital(2) , o de “plusvalores”, como antes lo hacían los feudales y la alta burocracia jerarcocatólica. Durante el modo esclavista egipcio, el faraón y sus aristócratas religiosos acumulaban valores de uso agrícolas y afines, o plusproductos, hoy acumulan capital derivado de la explotación de sus asalariados.





Aquel “ejército industrial” representa la verdadera defensa “armada” y pacífica de aquellos intereses capitalistas, mercantiles y dinerarios, y defensa que se aplica a través de un Contrato Social plasmado en una Constitución abstraccionista, con derechos, obligaciones y sanciones a todos los ciudadanos sin distingos expresos de su posición clasista; por eso son Constituciones derechistas hechas a la imagen y conveniencia de la burguesía, con el respeto a los pobres por quienes parece sentirse lástima, pero no su indefensión como clase explotada.



Los ejércitos convencionales, castrenses y policiales, donde la soldadesca está formada por proletarios, se ocupan preferentemente de atacar al capitalista menor, y modernamente para reprimir las manifestaciones de los “tirapiedras”, o sea, de los trabajadores desarmados de armas convencionales y de “dinero”. Durante las conflagraciones mundiales los ejércitos convencionales buscan la sobrevivencia del sistema con la supresión de capitalistas ingobernables dentro de la propia clase burguesa mundial. Estos ejércitos castrense e inerme económicamente carecen de poder primario, es un efecto y no causa de poder alguno.



En Venezuela ocurrió con mucha semejanza: las eclosiones sociales que en potencia estaban allí, maduritas, esperaban la salida de los gobernantes socialdemócratas y falsos izquierdistas quienes hicieron dólares y de la suya , en cambote y durante ocho (8) largos lustros de ventajismos y abusos, durante los cuales mataron, masacraron, robaron, envilecieron y quebraron todos los valores ciudadanos, en una perfecta emulación de lo ocurrido en otros sociedades, como las de EE UU, por ejemplo.



El poder capitalista mundial y local vio a Chávez como un relevo que frenaría esas protestas de alta peligrosidad para los bolsillos burgueses, y la posible ruptura de la paz burguesa. Y él les ha cumplido hasta ahora y por ahora, sólo que no en favor de los mismos beneficiarios e interesados, sino de otros.



Tan pronto Chávez no pudo satisfacer a toda ni a la misma burguesía nacional y mediocre que directamente coadyuvó en su ascenso de la cárcel al Miraflores, decidieron darle el Golpe estatal aquel, y lo lograron. Su llevada a la Orchila lejos y pacíficamente, cual manso corderito, fue para exponerle los pormenores condicionantes de su vuelta a Miraflores, ya que en este caso, a diferencia de Egipto, el pueblo lo pedía con gritos y lágrimas en las calles caraqueñas, mientras allá el pueblo de las pirámides pide que se ese gobernante se vaya con sus dólares mal habidos a otras partes alcahuetas de tanto pillo de la Cosa Pública.



El alto mando Militar de allá, como el del mundo, cumple religiosamente todos los mandatos para mantener a raya a ese pueblo masoquista electoral; así lo hizo el triste y amargamente olvidado generalote que masacró a diestro y siniestro durante el “Caracazo” y luego largándose, como aquel inicuo personaje de apellido “Ñasca”, periodista y ex policía adequísimo.



El alto generalato sabe que si no lo hace así, si no aplaca cruentamente cualquier rebelión de asalariados, el Gobierno de relevo le pasará factura. Es lo que ocurrió en Venezuela con el Ejército que alcahueteó todos los abusos, muertos y desafueros de este mismo Ejército castrense que ahora se llama “bolivariano”, como allá en Egipto su vida paralela hace otro tanto.

 __________________________________________________________________________________

(1) El dinero capitalista representa en sí mismo la relación social burguesa, Cónfer: Carlos Marx, El Capital, Cap. I, íntegro.


(2) Autor citado, El Capital, Libro Primero, Sección Séptima, Cap. XXIII-1 (Ed. Siglo XXI, S. A., 4ta. Edición, España. México, Colombia, 1977, pág. 759)

viernes, enero 28, 2011

Conozcamos las Bolas Criollas (Antihigiénicas por excelencia)

Manuel C. Martínez M.
27/01/2011 22:35:49

””Los primeros informes precisos acerca de la llegada de este deporte a Suramérica se refieren a un fraile español, quien lo trae a Venezuela durante la época de la Conquista española. Su popularidad cobra fuerza en la década de 1930, y actualmente se ha propagado a Colombia(principalmente en Cúcuta), a Cuba y a varias islas del Caribe como Aruba, Curazao y Bonaire, países donde se practica por igual en todas las clases sociales.

A partir de 1956 en Venezuela se le da al deporte una dimensión de alcance nacional, con ocasión de los Primeros Juegos Deportivos Nacionales. Se funda la Federación Venezolana de Bolas Criollas, lográndose su organización formal como deporte. Desde entonces ha formado parte de todos los Juegos Deportivos Nacionales. De igual forma se han organizado los Campeonatos Nacionales de Bolas Criollas, que se realizan todos los años entre los meses de Agosto y Septiembre.

También se realizan diversos torneos locales, regionales, nacionales y hasta internacionales como el Torneo Internacional Bolas Criollas del Caribe, que ya va por su edición número 14.”


 
Este juego de bolas, ocho más el mingo(1) que les sirve de meta, antes fabricadas a partir del muy oloroso guayacán(2) , y hoy de inodoros sintéticos, es uno de los deportes populares que aún cuenta con muchísimos aficionados en Venezuela. Tiene como característica sui géneris jugarse junto con la ingesta de bebidas etílicas hasta consumar la ebriedad.

También practícase con fines crematísticos por parte de gente sobria. Bien, nos encontramos con un “juego” empíricamente adquirido practicable en planificadas o improvisadas canchas, en cualquier terreno de moderada planitud, a cualquier hora del día y a cielo abierto.

Dichas canchas carecen de revestimientos especiales. El barro hace de las suyas en invierno, y la polvareda, en verano. Unos escobazos a principio del día, y a jugar, ensuciar y ensuciarse.

En medio del jolgorio y los aspavientos más coloquiales y hasta soeces, las bebidas son combinadas con “pasa palos” asidos con las mismas sucias manos que los jugadores suelen insalivar para revolcar y arrastrar las nueve bolas durante su ejercicio.

Pensamos que semejante y primitivo deporte representa una evocación de pasiones genéticamente albergadas desde hace milenios en una sociedad que vio trunca su evolución natural por causa de traumatismos sociológicos y civilizatorios infligidos por los invasores europeos, y cuyo proceso transculturizante sigue sin terminar.
_________________________________________

(1) 2. Ven. En el juego de bochas, boliche al que deben arrimarse las bolas. Tomado del diccionario de Microsoft Word 2007.



(2) Misma fuente. m. Árbol de América tropical, de la familia de las Cigofiláceas, que crece hasta unos doce metros de altura, con tronco grande, ramoso, torcido, de corteza dura, gruesa y pardusca, hojas persistentes, pareadas, elípticas y enteras, flores en hacecillos terminales con pétalos de color blanco azulado, y fruto capsular, carnoso, con varias divisiones, en cada una de las cuales hay una semilla.

jueves, enero 27, 2011

Conozcamos las Funciones de la Vivienda (Sus usuarios y el bebé proletario vs. Sus traficantes y el bebé capitalista)

Manuel C. Martínez M.

26/01/2011 18:50:26


“La riqueza de las sociedades…capitalistas

se presenta como una inmensa acumulación de mercancías…

y por eso el análisis de la mercancía

es el punto de partida de nuestras

Investigaciones económicas”.(1)

Por definición, la mercancía(2) es un bien o valor de uso que llega al consumidor a través del dinero, es decir, que, salvedad hecha de los capitalistas, su consumidor potencial debe vender alguna para dotarse de una porción de dinero con la cual comprar otra a su conveniencia, para su consumo personal, mientras el capitalista tiene, de partida, el dinero para la compra de otras mercancías destinadas al comercio con fines especulativos y crematísticos, extravitales o contranaturales, o, en fin, para la explotación de asalariados(3) en los centros fabriles donde los trabajadores, impedidos socialmente para vender su trabajo convertido en mercancías, tangibles , objetivas y fuera de sí(4) , están limitados a vender, “en calidad social” de mercancía, a su “fuerza de trabajo” que en este sistema es la mercancía por excelencia(5) .



Un trabajador que venda su fuerza de trabajo y no el trabajo que con ella pudiera producir otras mercancías, por definición, es un asalariado, y su comprador, un capitalista. Esto es así en el régimen capitalista, mismo r. que ya lleva operando su buen lustro de centurias expropiando(6) , comprando, explotando, revendiendo, consumiendo, con la particularidad de que los explotadores burgueses, por razones que no viene al caso detallarlas aquí, llegan a este mundo con dinero sin haber producido mercancía alguna, y “sin haber tirado un palo”. Los capitalistas llegan como bebés capitalistas.



Los capitalistas del mundo, precisamente, operan en torno de la producción de mercancías, de la reventa de unas mercancías muy diferentes como valores de uso, pero idénticas sustancialmente como depósitos de “valor trabajo”, es decir, como fuerza de trabajo concretada en los valores de uso que el asalariado fabrica para un comprador que no los usa para sí, sino que los envía al mercado, es decir, que los usa como mercancía, y esta lleva en su seno la fuerza de trabajo que el capitalista usa en las fábricas.



Con la adopción, la entrada y consolidación del Capitalismo, todos los bienes se convirtieron en mercancías; lo hizo hasta el más intangible y útil de ellos como lo es la “fuerza de trabajo”(7) . El propietario de esta fuerza productiva es un proletario desde su nacimiento, carente de herramientas, de materias primas y sobre todo de un espacio físico donde utilizar su capacidad laboral para la creación de valores de uso, y, siendo su propia fuerza de trabajo un valor de uso en sí misma, termina usándola como valor de cambio, sólo porque nació como bebé proletario.



Bien, como quiera que los trabajadores necesitan dónde vivir, el grado de explotación bajo régimen burgués es tan severo que de partida niega a sus propios explotados hasta la posesión de una vivienda, habida cuenta que todos los bienes han sido convertidos en mercancías, y, como tal, la vivienda no escapa de esa homogeneización mercantil.



De tal manera, “que la tenencia propia de una vivienda por parte del asalariado es una genuina violación de la principal condición funcional del sistema capitalista”. Este sistema debe encontrar en el mercado a un trabajador libre en el más amplio sentido: libre de medios de producción, y la vivienda es uno de estos (8).



La propiedad privada de una vivienda por parte de un asalariado es una impostura. A tal punto es realmente imposible que un asalariado posea en propiedad privada una vivienda, que aún cuando la posea en “términos jurídicos”, carecerá siempre de ella puesto que “económicamente” el sistema le pasa factura por concepto de esa tenencia. Esto significa que cuando un asalariado ya tiene satisfecha su necesidad habitacional, entonces el precio de su fuerza de trabajo se achica justo en el valor del alquiler medio que le correspondería pagar en condiciones de arrendatario. Digamos que la vivienda no sólo es un valor de uso, útil como albergue familiar, sino que el valor de cambio de su utilidad es parte intrínseca del salario que el capitalista invierte como capital variable o salario.





Tal es la principal función de la vivienda, pero, además, como valor de cambio y como valor de uso simultáneamente, ya que hasta sus inquilinos no capitalistas, si bien la usan como valor útil de uso habitacional, tienen en también ella una reserva dineraria, como valor de cambio, que le abre la posibilidad de salirse de las fábricas o independizase del yugo capitalista, pero entonces el valor de sus mercancías artesanadas serán de menor precio.



Quien adquiere de alguna manera lícita una casa da inicio a una especie de renacimiento de su antigua condición, primitiva y luego feudal, cuando era dueño de medios de producción, y esto, lejos de ser una evolución modal representa una retoma de un momento histórico ya cumplido, una suerte, repetimos, de renacimiento de un modo precapitalista. Esperamos que no sea para un reciclaje ampliado del propio sistema burgués.

__________________________________________________________________

(1) Carlos Marx, El Capital, Libro Primero, Capítulo I íntegro.



(2) En la Edición cubana se habla de “arsenal de mercancías” en lugar de “acumulación” de las mismas


(3) Obra citada, Libro Primero, Cap. IV, Nota 6.


(4) De allí que Marx inicie El Capital con el estudio recogido en el citado Capítulo I, La mercancía.


(5) Obra citada, Libro Primero, Cap.VI.

(6) Una forma moderna de expropiar es la ejecución hipotecaria de viviendas por parte de clínicas u hospitales privados cuando los trabajadores en funciones o jubilados y ancianos acuden a sus servicios y el monto facturado por ese concepto sanitario generalmente excede con creces la cobertura de su Póliza, si fuere el caso. De esa manera, aquel trabajador que mal vendió su fuerza de trabajo durante años y logró adquirir la propiedad de una vivienda con fines de uso personal, termina rematándola y muriendo en los mismos cueros que lo trajeron al mundo como bebé proletario.



(7) En la edición Cubana se habla de “arsenal” de mercancías, en lugar de “acumulación” de estas. Esta versión literaria descansa en el hecho de que, efectivamente, las mercancías burguesas respaldan el poder político de las grandes transnacionales, un poder económico concretado en armamentos “bélicos” y/o capacidad de adquisición de las mismas. En tiempos de guerra, suelen paralizarse buena parte de la producción y destinarse los recursos así liberados a la producción de “bienes” hechos para matar, es decir, mercancías que niegan la esencia de de los valores de uso, habida cuenta de que los hombres que han trabajado lo han hecho para satisfacer necesidades vitales, no mortales.

[8] Carlos Marx, Obra citada, Libro Primero, Sección Segunda, Cap.VI.

martes, enero 25, 2011

Conozcamos las Causas de la Pobreza (Economía Científica vs. Sociología Vulgar)

Manuel C. Martínez Molina
25/01/2011 2:55:25

Reconozcamos que la pobreza no es un problema sociológico, sino económico, y que existe un menú de causas que conducen a ella en esta sociedad capitalista, por ejemplo, la ruina como efecto de malos negocios comerciales con deudas por pagar a prestamistas con suficiente poder social como para embargarle lo que le quede a la víctima luego de su desgracia burguesa. Otra es el desempleo del proletario sin alternativa para dedicarse a la explotación de sus colegas de clase, o para su contrata como funcionario público con paga de hambre, y tenemos también la minusvalía impediente para trabajar tan siquiera como asalariado raso o de salario mínimo.



Digamos que la pobreza representa un estado económico sufrido por un estrato social compuesto indistintamente por ex capitalistas y proletarios en funciones de explotado y de aquellos ya “sacados del juego” fabril por irrentables o poseedores de una fuerza de trabajo que ya no halla mercado que los apetezca.



Por cierto, las estadísticas reales(1) , que no las oficiales ni mucho menos las de la ONU (Organización de las Naciones burocráticas Unidas per se) señalan como causa de mayor peso en la formación de pobres a las plantillas burocráticas de países como Venezuela, apreciación que, si a ver vamos, luce lógica por cuanto a menor desembolso presupuestario en las copiosas nóminas burocráticas de ese país, sumada a la mora manifiesta en la cancelación de su Deuda Social endógena (caso Fideicomiso universitario), a menor desembolso por esos criterios, decimos, mayor probabilidad y capacidad de cancelación de la Deuda Pública Externa contraída con los entes financieros de la ONU(Fondo Monetario Internacional –FMI-, Banco Interamericano de Desarrollo-BID), y también menores exigencias en los precios de venta de nuestros recursos no renovables. Las crisis económicas atravesadas ahorita por la petulante y alienada Europa del Occidente europeo confirman estos asertos.



Venezuela, desde comienzos del siglo XX, ha exhibido una larga lista de gente que sobrevive en la miseria, sólo que muchos prefieren ocultarla por la vergüenza y el remanente de honrilla que todavía les queda como producto sociológico de esa mentira populista, según la cual, Venezuela es un país “de ricos” por el solo hecho de contar con inmensas riquezas naturales. De esa manera, la historiografía que nos corresponde hace mutis de la división de clases y niega literariamente la abundante cosecha de pobres que ha sembrado la dominación imperialista durante más de 5 centurias, antes española, luego angloholandés y norteamericana, y posiblemente por parte de esa misma dominación ahora sumada a otros imperios competitivos respecto de los anteriores.



Al parecer, el uso clasista de Max Weber por parte de la alta burguesía alemana, aupada por el resto de los capitalistas del mundo, no ha perseguido otra función que la de intentar desmontar los portentosos descubrimientos de Carlos Marx, a tal punto de que hasta su nombre resulta homofónico con el de este; Max es apócope de Maximiliano(2).



A propósito, señalemos que la Sociología vulgar comprende la Economía vulgar, pero tanto la Sociología científica como la Sociología y la Economía vulgares son comprendidas por la Economía científica. Cierto es que la S. vulgar pertenece a la “Superestructura” económica de la sociedad burguesa, como también lo hace la Economía vulgar y la Economía científica, pero, mientras esta sí puede dar cuenta de los asuntos sociales fundamentales, aquella no.



La pobreza, por ejemplo, jamás podrá ser resuelta por las vías de la Economía vulgar ni de la Sociología con igual vulgaridad, que son alas pseudocientíficas que la sociedad burguesa vende como consejeras para resolver el tremendo problemón económico de la pobreza.



A Weber se le atribuye la fundación de la Sociología moderna, y esto lo compartimos sólo en el sentido de que, mientras la obra de Marx contiene aportes innovadores fundacionales de la Sociología científica, aquél pretende vulgarizar a esta, lo cual lo acreditaría como un importante pionero de la Sociología Vulgar.


____________________________________________________________
[1] Llamamos estadísticas reales a aquellas que empíricamente se construyen a partir de la mera observación callejera de esos cuadros de pobres que pululan sin cesar y abundan como arroz en todas las sociedades del mundo burgués con inclusión de los infatuados países como Inglaterra y Francia.

[2]Maximilian Carl Emil Weber (Erfurt, 21 de abril de 1864 - Múnich, 14 de junio de 1920) http://es.wikipedia.org/wiki/Max_Weber/Karl Heinrich Marx (May 5, 1818 – March 14, 1883)” http://en.wikipedia.org/wiki/Karl_Marx

viernes, enero 21, 2011

Conozcamos la Censura Electrónica (Renacimiento y transnacionalización del control mediático)

Manuel C. Martínez M.
20/01/2011 6:07:50


Ya los dueños económicos[1] del mundo presente iniciaron su poderosa y veloz carrera electrónica, política e industrial, a fin de lograr una máxima censura o control de calidad sobre toda la producción y divulgación literaria de importancia ideológica, política, filosófica, económica, artística y sociológica, luego de la “popularización” de los medios, que como nunca antes pudieron hacerlo las fábricas de las clases dominantes que les precedieron a los burgueses en tan opinable  conducta.

Efectivamente, una ligera hojeada a las páginas liminares de los libros de siglos atrás dejarán entrever aquellas rígidas autorizaciones previas   que los gobernantes o sus representantes otorgaban a los escritores[1], unas  licencias que no han sido otra cosa que subrepticios contratos politicomercantiles de compraventa de la libertad de expresión, como condición sine qua non para su divulgación entre el pueblo, y cuando  el medio escrito se mercantilizó,  el usuario o lector  paradójicamente tuvo  que comprarlo  con sus ingresos, en el mejor de los casos. Para ambas trabas, el género panfletario fue una alternativa entre otras salidas, además de que sigue coexistiendo la insoluble contradicción que rige entre una clase social que lucha por divulgar e imponer mediáticamente sus ideas frente a un trabajador y pensador revolucionario que intenta ofrecer las suyas propias.

De esa manera,  el control  oficial  de marras   garantizó para sí una plena e inmediata actualización  de todo tipo de conocimientos alcanzables por  investigadores, elucubradores, filósofos, políticos, poetas, músicos compositores, disidentes   y demás  escritores.

Hoy, el desarrollo masivo del mercado mediático ha flexibilizado la oferta de “libertad de expresión” a fin de maximizar ganancias económicas e ideológicas, y si bien el control mediático burocrático directo es más elástico, entre  gobernantes y escritores, la figura del “Copyright” ha venido a suplir con éxito la “tradicional” función censurista a favor del sistema dominante actual, mediante  el control   de la propiedad privada jurídica[1] que enmascara la aquella propiedad económica que le sirve de base.

Así se arribó a la situación presente donde el desarrollo técnico de los medios electrónicos de producción burgueses experimenta un renacimiento de la  fiscalización mediática que permite penetrar los medios mismos que la mediática virtual  venderá en cada rincón demográfico del planeta, esto es, el flamante lector de libros electrónico (“eBooks”)

A tales efectos, la industria electrónica de  los medios escritos virtuales  adelanta  una exhaustiva recopilación internacional de todos aquellos libros cuyo contenido le resulte inconveniente o de baja rentabilidad, y cuya censura de vieja data se quedó inconclusa por    inexperiencia o por así permitirlo el bajo desarrollo de las Fuerzas Productivas de entonces.


Especialistas  de las principales academias burguesas del mundo son enviados a todos los países   en función de  recolectores de libros y afines. Tales compradores les ponen la mano a todas aquellas informaciones, datos, mensajes  y demás enseñanzas literarias que los movimientos antiimperialistas han acumulado desde hace varios siglos. Esa recolección suelen hacerla   en las “librerías de lance”, más conocidas en nuestro medio como “chiveras de libros”.
















Tomado de Ensayo de un Diccionario de Sinónimos y Antónimos de Federico C. Sainz Robles.

En ese recorte queda claro el paquete   de acepciones que caracteriza la palabra “apología”.








Tomado del Diccionario electrónico de “Word”, Microsoft 2007.

 En el segundo recorte  puede observarse cómo los antónimos y  sinónimos de la palabra “apología” son presentados todos como sinónimos dentro de la misma entrada de su léxico. Pensamos que se trata de un lapsus cometido ex profeso para la siembra de confusiones en los usuarios de este procesador de palabras, a fin de que vayan evitando el empleo de ciertas palabras “incómodas”  que ya están connotadas como despectivas en contra   la clase industrial burguesa y de sus “apologistas”. 

______________________________________________________________________________________
[1] En Economía (Científica) se contempla la “propiedad jurídica” u oficial, y la “p. económica” u originaria. Cónfer: Carlos Marx El Capital, Libro I, Cap. XXVI.
[2] Las editoras, suponemos,  debían respetar las disposiciones oficiales correspondientes, so pena de ser sancionadas por complicidad de hecho.
[3]  Ver nota superior de esta página.

martes, enero 18, 2011

Masoquismo Popular (Sin seguridad en sus efectos)

Manuel C. Martínez M.

12 nov. 08

Cuando el austríaco Sacher-Masoch(1) calificó de masoquistas a quienes gozaban sufriendo, no aludió expresamente a ninguna de las respetadas figuras religiosas, mártires y afines. Tiempo después es obvio que así se infiriera.

En desagravio de esos respetables ciudadanos del mundo religioso debemos reconocer que su atípica conducta respondía a un plan idealista en pro de la salvación •divina” de los pueblos, sus gremios o sus dioses.

Aunque en principio S-M trató particularmente el tema del placer sexual distorsionado, es un hecho que esta desviación puede ser analógica y perfectamente extendida a las satisfacciones morbosas que pueda sentirse con el maltrato físico, económico o psicológico que otra persona pueda infligirnos.

Y mientras este anormal sentimiento sólo involucre personas aisladamente consideradas no representaría mayor problema. Este se presenta cuando semejante irregularidad psicológica sea experimentada colectivamente.

Estamos hablando de la curiosa satisfacción política “popular” que caracteriza a todo un colectivo local, regional y nacional, en cualquier país del mundo y desde el propio nacimiento de las sociedades humanas. Hablamos de cómo todo un pueblo y con sus propios pasos y en cambote va derechito a las urnas electorales a elegir motu proprio o inducidamente a una gente que no son sus familiares, o, a lo sumo, con quienes sólo tiene vinculaciones políticas harto deleznables, sin actuario privado alguno que nos proteja al respecto.

Estamos hablando de la tradicional y republicana escogencia popular y democrática de gobernantes a quienes no se les exige de antemano ninguna garantía, más allá de su siempre y cuestionable palabra entretejida en sus rayadas y conocidas promisiones de difícil cumplimiento.

Resulta por demás sorprendente la conducta masoquista de quienes masivamente una y otra vez siguen entregando el patrimonio y la conducción del destino de toda una sociedad a un puñado de privilegiados. Estos, escogidos coyuntural y tradicionalmente, se yerguen conductores nacionales, y a ellos se les tiene y conoce como líderes.

Con respeto de las raras excepciones, tales líderes asumen para sí la expresa misión de adueñarse de toda la sociedad in sólidum, hacer y deshacer a su antojo, irrespetar costumbres y principios constitucionalmente pactados, burlar el Fisco Nacional a diestro y siniestro, y algunos (la mayoría) llegan a mostrarse represivos, asesinos y atropelladores de quienes no les caigan en gracia.

Se trata de un masoquismo desenfrenado y enfermizamente reiterativo. De poco han servido los sempiternos fracasos y decepciones acumulados y recibidos y experimentados por un pueblo que sigue sin autoevaluarse, que sacrifica su autoestima a la voluntad de gobernantes, a pesar de que estos han terminado defraudándolo las más de las veces.

Conste que aún en las sociedades sin clases resulta muy dudoso que un gobernante vele por todos y cada uno de sus gobernados. Débese tener en cuenta que cada funcionario público es una persona cargada de problemas comunes a sus electores. A diario nos consta que la mayoría de los gobernantes son pobres y consecuencialmente muy ávidos de riqueza. Su elección como administradores de la cosa pública pasa a ser el equivalente de “poner a zamuros a cuidar carne”.

Desde luego, dentro de un gobierno puede haber gente honesta y también g. de holgada posición económica, pero la facilidad que le ofrece a estos últimos la administración del Patrimonio Colectivo, a fin de mejorar su propio peculio y conservar su estatus, siempre les resultará más expedita que estar al frente de sus empresas y gestiones privadas, de erráticos y zigzagueantes resultados económicos.

Definitivamente, el descubridor del “masoquismo” se quedó corto cuando atribuyó el padecimiento de esta anomalía a las personas en particular, y no a los pueblos en su conjunto, para decidir la mejor forma de gobierno y sus mejores hombres públicos.

Semejante masoquismo carece de todo objetivo racional que pudiera justificar a todo un pueblo cuando este desde hace milenios viene practicando sin éxito alguno la elección de terceros para una Administración Pública en la que necesariamente todo el pueblo tendría que ser juez y parte. (Cónfer: Carlos Marx, Crítica de la Filosofía del Estado y del Derecho de Hegel, pássim)

lunes, enero 17, 2011

Conozcamos los Contras de la TV (Sin regulación es más dañina que beneficiosa)

Manuel C. Martínez M.

16/01/2011 20:00:14


Los pros que adornan toda la mediática son indiscutibles desde casi todos los puntos de vista y en todos los regímenes socioeconómicos modernos, actuales y potenciales, pero, sea que la mediática opositora prive sobre la oficial o viceversa, es un hecho indiscutible que la TV, en todos los países y bajo cualquier modo de vida, está desintegrando la comunicación intrafamiliar en favor de una supuesta comunicación universal virtual, local, nacional, regional y mundial, que, excluyente o armoniosamente, aquella dicotomía política busque imponer , habida cuenta de que a nivel local, regional y mundial sigue privando por ahora el actual sistema capitalista, y para todos se trata de la flamante, rentable e intocable Industria Electrónica.



El Estado que pretenda regular esa mercancía burguesa sufre reveses inesperados porque no se trata de buenos o malos programas, de mensajes oficialistas u oposicionistas; de lo que se trata es de una programación que en sí misma es desintegradora de la familia.



Este sistema burgués no opera sino con el apoyo del mercado libre o la minimización de cualquier tipo de injerencia que atente contra sus mercancías capitalistas, pero, salvedad hecha de las regulaciones de precio y de los abusos económicos que genera el desequilibrio entre la oferta y la demanda, la polarización que ejerce la publicidad y propaganda comercial o política, sus programaciones de entretenimiento, sus noticiarios y, paradójicamente, hasta sus programas de educación ciudadana, están quebrantando la unión familiar durante cada segundo y todos los días del año.



Esa unión está siendo reducida a simples lazos “virtuales” jurídicos y religiosos asentados en los correspondientes protocolos, y, como tales, esos lazos no garantizan que los padres conversen entre sí y tampoco con sus hijos, ni que estos lo hagan entre ellos mismos y/o con aquellos.



De igual forma, en bares y restoranes, y ahora con celulares y computadoras “hogareñas” a la a mano, los hijos suelen encerrarse herméticamente en un mundo ajeno a todo género de comunicación intrafamiliar porque hasta los deportes electrónicos para parejas o grupos los despojan de su condición humana natural para adoptar un ropaje y personalidad virtuales que cada día los aliena, veja, humilla y con ello están desmoronando todo el elevado edificio social producido por el trabajo desde los comienzos mismos del hombre.



Es que los personajes de la TV, sus deportistas, locutores, líderes políticos (corruptos y delincuentes inclusive), religiosos, brujos, esotéricos, parlanchines, artistas, actores y comics, todos ellos logran una irresistible atracción comunicacional de tú a tú que de la manera más egoísta impide que el hijo se distraiga hasta con los sanos consejos de su esposa o marido, según el caso, de sus padres o padrastros, de sus hermanos, en fin, de cualesquiera de sus familiares “más queridos”, aunque no oídos, y esto rige también para sus amigos de visita.



Es más, para un sistema teóricamente socialista y anticapitalista resulta más conveniente la unión familiar de hecho, razón por la cual cualquier regulación que se atreviere a ensayar es ambivalente y le terminaría resultando contraproducente.



Desde acá sugerimos que, a manera de ensayo restaurador de la unión familiar, se imponga cuñas para advertirles a los televidentes sobre la conveniencia de tomarse aunque sea unos “minuticos” en conversaciones familiares libres de estos virtuales y polarizantes interlocutores.

jueves, enero 13, 2011

Conozcamos el Mercado del Capitalista (El asalariado trabaja en 1 empresa para muchas de ellas, y el patrono explota en varias)

Manuel C. Martínez M.

13/01/2011 7:47:03


   La  literatura  económica  clasifica  a los capitalistas en comerciantes y banqueros (mercantiles), y productores o fabricantes, 3 tipos sectoriales identificados como capitalistas industriales[1], cuyos estudios referentes a sus actuaciones,   análisis y manifestaciones económicas son   enfocados separadamente, como si en cada momento cada empresario se dedicara sólo a uno de esos sectores en particular.

   Pero, bien miradas las cosas,  son  enfoques clasificatorios con expresos fines didácticos (?), digamos que se trata de una división   abstracta  que, por cierto, fue el método adoptado científicamente por Carlos Marx en las investigaciones científicas de naturaleza humanisticosociológica[2].
 
Cuando vamos al mercado burgués, en él podemos observar todas las particularidades del fabricante, del comerciante y del banquero, pero, si bien la ganancia industrial, comercial e interés son categorías nominalmente diferentes, en común son las partes concretas de la plusvalía creada en los centros fabriles. A tales efectos, poco importa producir la mercancía A o la B; poco importa comerciar con la una o la otra, como resulta indiferente otorgar créditos agrícolas o industriales a comerciantes y fabricantes de vivienda, aguardiente o tabaco.

Como eso es así, nada nos impide reconocer que el ejercicio del capitalista no está geográficamente restringido a un solo sector, como tampoco lo está a una rama industrial, ni a un banco en particular, ni al comercio de tal o cual mercancía o género de ellas. La preferencia hacia uno que otro sector de las inversiones sólo se realiza para economizar costes operativos, burlar los impuestos y/o maximizar la ganancia (casos mono y paramonopólicos). Sin embargo, lejos de separarse la aplicación concreta del capital en uno u otro sector, por el contrario, cada capitalista tiende a ramificarse hasta llegar precisamente a las posiciones oligopólicas o monopólicas, aunque casi siempre muy bien camufladas en lo contable y en lo jurídico para obtener la mayor cuota de plusvalía posible.



Ese máximo de plusvalor social que busca cada capitalista gira alrededor de la ganancia media, razón por la cual el capital se reparte en todas las ramas, todas las fábricas y todos los bancos de un país y, hasta mejor, del mundo. ¡Y mire que paradójicamente lo hace al margen de la competencia! Más que competencia lo que practica el capitalismo es un máximo esfuerzo por participar asociadamente en cada empresa importante, en cada intermediario al mayoreo y en cada banco de elevado giro financiero. Dedúzcase, pues, que los empresarios capitalistas nacionales de un país son forzosamente apátridas por su propia naturaleza burguesa.



Ciertamente, existen los bancos, los comercios y las fábricas hasta con personalidad jurídica independiente y domiciliada en determinadas coordenadas geográficas y temporales, pero detrás de todas o varias de esas empresas está el enredado capital de la sociedad, de sus copropietarios en condición de dueños privados, como son, de toda la plusvalía arrancada por todo el capital en funciones.



De resultas, las campañas y legislaciones antimonopólicas son en Economía, cambiando lo necesario, lo que sería el combate contra la ley de gravedad: se le compensa y hasta usa favorablemente, pero jamás podrá burlarse con prohibiciones jurídicas ni artilugios técnicos, valga la redundancia. Como el mercado es promonopolista por tendencia, Carlos Marx defenestró el Derecho Burgués para darnos a entender que ningún Estado democrático moderno puede legislar ni representar a todos los ciudadanos, sino a algunos de ellos.(3)



El monopolio no es ni ha sido realmente el control de un mercado por una sola empresa, ya que ésta en sí misma subsume la participación de varios accionistas, pero, estos, como es de esperarse, suelen tener también acciones en otras ramas, inclusive en empresas supuestamente competidoras. Esta competencia es falsa ya que por ley busca estimular y acrecentar la plusvalía de todas las empresas involucradas mediante una competencia agotadora aplicada a sus asalariados pertenecientes a los mismos accionistas, según sus alícuotas societarias. Parce ser que la unión de los proletarios del mundo que pidió Marx a gritos sólo perseguía que ellos evitaran la competencia entre sí ya que en nada los favorecía .



El mercado monopólico se convierte así en la meta final de la acumulación del capital, y los capitalistas individuales se someten a esa fuerza a contrapelo de que ellos mismos, subjetivamente, quieran evitarlo. Tal es el mercado del capitalista. De este nace la apatridad del capital, de allí surge la transnacionalización de las empresas; de él se erige la verticalización y horizontalización organizativas de la producción, el comercio y la banca.







[2] Carlos Marx, El Capital, Libro Tercero, Cap. I, Primer párrafo y en otros lugares de su precipua obra.


[1] David I. Rosenberg, Comentarios a los tres  Tomos de El capital  (Carlos Marx), Libro 2, Introducción.

[3]  Carlos Marx, Crítica de de la Filosofía del Estado y del Derecho de Hegel.

miércoles, enero 12, 2011

Conozcamos la Bolsa de Trabajo Burguesa (La producción fue comercializada)

Manuel C. Martínez M.

12/01/2011 5:47:16


   La literatura marxista viene recogiendo la producción económica como una fase de la circulación del capital, esto es: sostiene que  la fuerza del trabajo es tan capital como lo son los medios de producción (MP), una vez que el capitalista   compra ambas “mercancías” en el mercado donde concurren los propietarios privados del dinero,  de los MP    y los propietarios privados   de la fuerza de trabajo (FT)[1]. Tal es la bolsa de trabajo.

Dice, pues, que en este sistema no sólo se ha privatizado los MP, sino también la mano de obra. Ya los trabajadores no operan, “no mueven una paja”,  sino se les paga en dinero, y nadie cede  ningún MP sin percibir una renta. Cuando alguna  persona trabaja “ad honórem” lo hace porque conviene en ceder sus honorarios a favor de uno que otro fin, altruista  o personal solapadamente perseguido. Los capitalistas, por su parte,   apenas regalan alguna que otra mercancía, pero no ceden ni un ápice de su propiedad en MP, salvo por concepto de su venta.
 
   En ese escenario, de poco le sirve a un Estado burgués adquirir  MP si la mano de obra sigue siendo capital en potencia. En el modo socialista terminarían confiscados tanto los MP como la FT. A esto le temen obviamente los capitalistas al verse privados de sus privilegios, y también los propios trabajadores al perder su libertad para vender   su FT al mejor postor. Tal es el gran problema  político moderno, el meollo del tránsito al comunismo.

   Sigamos: decimos  bolsa de trabajo porque es el mercado donde los trabajadores entregan su FT, según su contrato celebrado con determinado patrono. Como sabemos, la FT sólo puede cederse mediante su aplicación manufacturera a los MP, según unas determinadas condiciones técnicas. Por su parte, el patrono sólo paga el precio de la FT luego de recibirla. De esa manera, el trabajador (asalariado) vende su mercancía y el comprador (capitalista) paga su precio. La producción es, pues, una operación mercantil, está comercializada.

En esa bolsa de trabajo se manifiesta una absoluta separación entre dos grupos de comerciantes: capitalistas y proletarios, un contratista rico, o con miras a serlo, y el otro pobre, o en vías de pauperizarse, pero propietarios ambos. Como tales, concurren al mercado (acuden a la bolsa de trabajo) unos como vendedores y compradores de MP, y otros, como vendedores de FT a unos compradores encargados de unir estos dos recursos productivos. Para realizar esa compra, el dinero circula y se canjea por MP y FT; su unión fabrica la mercancía nueva que debe venderse. Por eso, la producción presupone estas dos fases de intercambio: D-M y M’-D’; los apóstrofos señalan cambios cualitativos y cuantitativos, respectivamente, de M y D.

Ya no se trata de acopio de bienes útiles para la sociedad, sino de inventarios en dinero, en MP y en FT, para seguir acumulando. Esto explica los inventarios invendibles, la tecnificación subutilizada de los medios de producción y la sobrepoblación de personas no menos subutilizadas y desempleadas. Ahora, unos y otros, MP y los productores, resultan inaprovechables sin pasar por la bolsa de trabajo. En la pugna por entrar en este mercado se va la lucha social entre los propios trabajadores y contra sus patronos, y la de estos entre sí. Los primeros evitan la cooperación comunitaria, y los segundos se destruyen a sí mismos.

De resultas, el modo de producción capitalista logró comercializar las relaciones entre el trabajador y los medios de producción; la relación hombre-naturaleza está comercializada, se hizo capital, es decir, lo más importante dejó de ser la obtención de bienes, y pasó a serlo la producción por la producción misma. Tal es el significado de la acumulación capitalista, un modo de vida donde ya no se comercia con bienes, sino con mercancías que dejaron de ser el resultado de la división del trabajo para convertirse en el resultado de la propiedad privada sobre los medios de producción y de la fuerza de trabajo hechos mercancías.



[1] David I. Rosenberg, Comentarios a los 3 Tomos de El Capital, de Carlos Marx (La Habana, 1973)
  Carlos Marx,  El Capital (Crítica de la Economía Política) Libro Segundo “El Proceso de la circulación del capital”.

martes, enero 11, 2011

Conozcamos los Mercados del Capital (Los medios de producción como capital y c. recursos naturales)

Manuel C. Martínez M.

10/01/2011 12:33:45


El conjunto de las fases de circulación del capital traducen el proceso económico integral que discurre mediante metamorfosis del capital dinero, capital productivo y c. mercantil, proceso que puede codificarse como: D- M- P- M’- D’; los apóstrofos indican diferencias cualitativas y cuantitativas, para M y D, respectivamente, y P supone la inversión de capital en medios de producción y mano de obra.



Esas fases circulatorias suponen el mercado con sus intercambios de oferta y demanda que se cumplen en tres (3) mercados diferentes:



El primer mercado se encarga de unir los medios de producción con la fuerza de trabajo que el empresario encuentra allí separados, unión que se lleva a cabo con el capital dinero.



El segundo mercado, el del capital productivo, fabrica las mercancías técnicamente correspondientes, y el tercero las ofrece como valores de uso a determinados precios que representan la expresión capitalista mercantil del valor trabajo-social contenido en esas mercancías.



En este tercer mercado, los asalariados demandan valores de uso a los fabricantes, y estos se dotan de nuevos medios de producción. En ambos casos un tipo de capital se trueca por otro, pero todos los fabricantes logran recuperar su inversión dineraria (capital inicial) acrecentado con la plusvalía hecha ganancia.



En este tercer mercado se cierra del ciclo del capital, los medios de producción siguen separados de la fuerza de trabajo, y con ello se reproduce la misma relación clasista. Tal es el ciclo del capital, y así se remarca la diferencia vital entre intercambio comercial y la circulación capitalista. (1)



Se trata de un proceso que arrancó desde los tiempos de un comercio que luego se “capitalizó” y hasta ahora no ha cesado un segundo so pena de causar crisis y pérdidas de ahorros ya alcanzados. La producción de mercancías corría a cargo de artesanos y agricultores, y en su mercado intercambiaban sus mercancías como valores de uso, y a los comerciantes les circulaba su dinero como valor de cambio.



La originaria economía mercantil recogía sólo el intercambio e inversión de dinero en compraventa de mercancías que los comerciantes hallaban en el mercado. En el sistema capitalista se da un proceso de circulación que subsume la producción de las mercancías como una fase adicional a la compra de medios de producción y de mano de obra, y adicional también es de venta de las mercancías fabricadas.



Se trata de un capital que en su movimiento va adoptando diferentes formas económicas, y comience donde lo haga retornará preñado de plusvalía al cumplir su ciclo. Mientras antes se ofrecía mercancías para intercambiar valores de uso, ahora de se hace para la recuperación del capital.



Durante el capitalismo, la producción de mercancías produce en paralelo las propias condiciones sociales dentro de las cuales opera un sistema que reproduce explotadores y explotados, burgueses y proletarios, capitalistas y asalariados.



Las crisis económicas que hasta ahora conocemos han sido casos puntuales de interrupción circulatoria en uno o más de esos tres mercados, de un capital mundial que a veces tranca el proceso productivo, otras, el mercado de bienes terminados, y otras veces, el mercado de dinero (crisis financieras).



Luego, ¿los medios de producción dejaron de ser recursos naturales? Sí, porque el capitalista necesita constantemente transformar dinero en medios de producción y mano de obra; necesita ponerlos en funciones fabriles pacíficas y obtener mercancías que consigan mercado, todo con la exclusiva intención de enriquecerse con más capital. Por su parte, el proletario necesita hallar dinero como medio de compra de su fuerza de trabajo y para con aquel satisfacer sus necesidades naturales.

_________________________________________________________

[1] David Rosenberg, Comentarios a los tres tomos de El Capital, de Carlos Marx, Libro 2 (Editorial de Ciencias Sociales,  La Habana, Cuba, 1973).

 

lunes, enero 10, 2011

Conozcamos La Inflación (Tan dañina como la regulación de precios)

Manuel C. Martínez M.

09/01/2011 21:21:28


   Venezuela sufre de inflación sostenida desde hace unas tres décadas, desde aquel viernes verde que revalorizó la divisa norteamericana  para quedarse en subas permanentes hasta que se entienda mejor el problema de “cuánto vale 1 dólar”[1].
 
 
   Según nos venden los  apologistas burgueses, toda Inflación que evite la depresión económica  requiere un financiamiento, porque cuando el circulante   sobrepasa las necesidades monetarias para determinada cantidad  de oferta  se termina incrementando la demanda  y este incremento provoca una reacción inmediata en los precios, habida cuenta que la oferta es siempre menos elástica que la demanda. De parte de los consumidores, a más dinero disponible en cartera mayores visitas a las tiendas y expendios en general[2], y de parte de los empresarios, a mayor capital mayor incentivo para expandirse.
 
 
Obviamente, los precios pueden aumentar como efecto de un alza en el cambio extranjero o de la paridad; entonces, se inicia un proceso de descapitalización de muchos empresarios y/o el empobrecimiento de los trabajadores, mientras no se logre mejoras salariales. Si estas llegan, la inflación detiene sus perversos efectos ya que la pérdida del poder adquisitivo derivada de la devaluación se compensaría con mayor cantidad de dinero y la demanda se restablecería a niveles superiores.



Cabe acotar que las revalorizaciones de la moneda nacional, si bien evitan la producción de dinero inorgánico, o “circulante burocrático”, no necesariamente desembocan en deflación o bajas de precios. En Economía se maneja una experiencia tomada de la Física que se conoce como “histéresis de los costes”, que aplica la contabilidad de costes burguesa mediante su método llamado UEPS. Según esta técnica (último que entra, primero que sale), el alto precio anterior de adquisición de sus inventarios lo aplica para sus salidas, y generalmente este viejo precio sigue rigiendo para los nuevos inventarios adquiridos a menor coste, aunque con ligeros ajustes hacia abajo.



Todo eso y más hacen de los procesos inflacionarios una larga tela que cortar; no obstante queremos detenernos en un efecto paralelo que hemos venido observando en las Economías pacientes de procesos inflacionarios. Nos referimos al impulso que recibe la economía capitalista con estas inyecciones monetarias, puesto que ellas surten el efecto de una mayor liquidez de caja, y una mejor calidad de los bienes que suele acompañar a dichos brotes inflacionarios. Es un hecho que mientras se regulan los precios, se devalúa la moneda nacional y la Economía se deprime, los estímulos de los empresarios flaquean, puesto que su interés no es social sino particular. Si no venden suficientemente, poco ganan para sí mismos, carecen de ahorros, baja su capacidad inversora y acuden a economías mezquinas que terminan empobreciendo la calidad de sus bienes fabricados o de los importados, según el caso.



Pero los mayores volúmenes de circulante, orgánicos o inorgánicos, siembran un espejismo alentador a para la insaciable avidez del empresario capitalista; este invierte con mayor confianza (si el gobierno le ofrece garantías estables), adquiere mejores y más costosas materias primas, todo lo cual le permite mejorar la calidad de sus productos en un intento por justificar las consecuentes alzas de precio generadas por la Inflación.



Este financiamiento inflacionario, el espejismo de una mayor demanda, al igual que las regulaciones de precios, son medidas que si confluyen concomitantemente podrían provocar depresiones económicas y hasta estanflación, ya que la demanda terminaría bajando, sobreviene el desempleo y los precios seguirían creciendo.



De allí y curiosamente, los apoyos y argumentos de los apologistas del libre cambio actúan con estricto apego a su concepción burguesa, según la cual el único y racional incentivo que tienen los empresarios es la ganancia particular que les sirve de fondo de acumulación o ahorros. Cuando un gobierno regula los precios al consumidor no hace otra cosa que amputar la ganancia; como esta es la expresión monetaria de la plusvalía, tal medida atenta directamente sobre la economía ya que si bien el asalariado logra mejorar su vida, lo hace consumiendo el excedente productivo que sólo en manos del empresario se utiliza para ampliar la producción de los próximos períodos.



De resultas, devaluaciones monetarias, procesos inflacionarios, la regulación de precios y un mejoramiento en el nivel de vida de los trabajadores, sin que estos hayan mejorado su productividad, son medidas que desgraciadamente frenan el desarrollo económico en la sociedad burguesa.




[2] Jorgen Pedersen, Teoría y Política del Dinero.