Asociación Civil Bolivariana "Defensores del bolívar"

jueves, septiembre 16, 2010

Conozcamos el Desarrollo Desigual y Combinado (O cuando la Competencia Burguesa se vende como Socialista)

Aunque la Física Cuántica parece tener otro criterio, los fenómenos, prima facie, sin importar su naturaleza sustancial, no dan saltos al cambiar de un estado a otro, y sin abordar directamente los intríngulis del Micromundo, ni sumergirnos en la “última matrioshka” , la imposibilidad de cambiar de súbito y 100% el modo burgués por el modo comunista por lo menos ha resultado muy cierta hasta ahora.



A lo sumo, podría atenuarse los “dolores del parto”, según aconsejó Karl Marx. , quien con esto daba “luz verde” al aserto aristotélico sobre: “natura non facit saltus”. Pensamos que elucubraciones como estas podrían haber desbrozado el camino al científico y político Vladimir Ilich Lenin, bolchevique y primer gobernante proletario durante la incipiente Rusia soviética, y sería así cómo él arribó al descubrimiento de la importante ley dialéctica del Desarrollo Desigual y Combinado.



En obediencia o respeto a esa ley, los fenómenos transitan por fases intermedias preparatorias de la extinción gradual del modo saliente, y concomitantemente alumbradores de los prolegómenos del modo siguiente hasta su definitiva implantación. Digamos que, en líneas gruesas, del modo burgués se pasa a la fase socialista, durante la cual se va liquidando atenuada y progresivamente el primero y con ello va dándosele la bienvenida al modo comunista.



En el caso de la China “comunista”, nos parece que esta Economía es un prototípico ejemplo de cómo están coexistiendo en ella 2 modos de producción. Así, la sobrepoblada Economía China nos luce parcialmente socialista para sus adentros, para su población proletaria, aunque, “malas o buenas lenguas” (algunos observadores mediáticos) afirman que allá se cultiva todavía el modo esclavista . De igual manera, China, fuera de sus fronteras geográficas, asume un régimen capitalista altamente desarrollado y heredado de su “fructífera” experiencia burguesa en la Hong Kong, sesquicentenaria colonia inglesa y burguesa.



Ese desarrollo industrial la capacita para competir ventajosamente con los imperios capitalistas occidentales de viejo cuño que han ejercido dominio en las economías americanas desde los mismos tiempos de Simón Bolívar.



Corolario: Sobre las bases del carácter apátrida del capital, con ayuda de los modernos transportes transatlánticos, con la de la comunicación satelital en pleno proceso de perfeccionamiento, y gracias a la virtualidad de las operaciones cambiarias mercantiles, y debido también a las innegables ventajas comparativas de un país que cuenta con la población proletaria más numerosa del planeta, sobre esas bases, colegimos que Venezuela estaría ahora trocando su comercio exterior con la misma alta burguesía de todos los tiempos modernos, sólo que ahora se trata de capitales fundidos accionariamente en empresas sitas en una China que se nos vende como “socialista”, pero que, desigual y combinadamente, opera con los mismos intereses lucrativos capitalistas de todos los tiempos, aunque se trataría de una competencia ruinosa para los burgueses medios y menores norteamericanos que, desde luego, por ahora “no van pa’l baile” en esta reconfiguración del capitalismo transnacional.

Manuel C. Martínez M./Pedro González H., “La última matrioshka en las Investigaciones del Micromundo” ( AsoVac, Acta Científica Venezolana, 1990, p. 119 )


Karl Marx, “El Capital, Tomo I, Prefacio Primera Edición Alemana”.

Manuel C. Martínez M./Pedro González H., “La última matrioshka en las Investigaciones del Micromundo” ( AsoVac, Acta Científica Venezolana, 1990, p. 119 )


Karl Marx, “El Capital, Tomo I, Prefacio Primera Edición Alemana”.

http://www.forosperu.net/showthread.php?t=27473

miércoles, septiembre 15, 2010

Conozcamos la Corrupción Burocrática (Las máscaras de la incompetencia tecnoprofesional)

Manuel. C. Martínez M.
15/09/2010 13:23:27

La intermediación “interpersonal” suele ser causa de tergiversaciones del mensaje, de la labor, o del objeto involucrado en la sesión, custodia, administración, o compraventa, si fuere el caso.



En la esfera mercantil, ni siquiera el trueque escapó de la inescrupulosidad del comerciante o acopiador, pero, estos abusos y desviaciones sólo sirven para comprimir los tiempos de la acumulación de dinero, y, en el caso mercantil capitalista, para acelerar la concentración de capital ya que este intermediario no sólo toma para sí el circulante dinerario que representa el valor de las ventas, sino que roba, estafa, o indebidamente se hace de un dinero que no le pertenece.



Esas desviaciones son muy típicas de las alta y baja burguesías, ya que los comerciantes y “fabricantes” medios suelen ser más timoratos y precavidos en sus operaciones de intermediación. Además y curiosamente, esas desviaciones enmascaran la verdadera explotación que caracteriza a todo sistema clasista.



Es así cómo los gobiernos clasistas, burócratas mercenarios, prestados al servicio de la burguesía, optan por combatir y castigar, hasta severamente, la especulación, las figuras monopólicas, etc., pero sólo lo hacen para evadir las verdaderas causas del empobrecimiento de los trabajadores, a quienes fabricantes y comerciantes terminan esquilmándolos más allá de sus alícuotas de plusvalor. Tales gobernantes son corruptos estructurales en el sentido lato de esta palabra. Mal puede ignorarse que los gobernantes de los últimos 150 años ignoren a Marx, aunque ellos nieguen toda su “Contribución a la Crítica de la Economía Burguesa” .



Si les damos el beneficio de la duda, entonces estaríamos en presencia de incompetentes para la cosa Pública, en razón de tratarse de personas que primero se meten a políticos, logran ascender a cargos de elevado Poder Político, y, a guisa de funesta consecuencia, terminan siendo respetados como personajes importantes en el campo de la “todología”.




Así funcionan estos políticos de tercera, de países de tercera, ya que evaden ser primero  importantes, como profesionales o como técnicos, para luego poder desempeñarse al frente de la Administración Pública en su variopinta multidisciplinariedad, en materia de gerencia tecnoprofesional, en lo sanitario, educacional, económico, ingenieril, policial, jurídico, diplomático, etc.

En sociedades como la de Venezuela se desconoce como necesario el divorcio que debería privar entre las gestiones tecnoadministrativas y las meramente políticas, o sea, las de Relaciones Públicas Exteriores, Protocolos internacionales, las de la cuestión de seguridad interna y externa, cosas así, pero perfectamente distinguibles de las gestiones domésticas meramente tecnoporfesionales.



La corrupción burocrática tiene sus variantes más o menos inocultables sin mayores esfuerzos filosóficos ni metodológicas. Por ejemplo, corrupciones por concepto de malversaciones ex profesas o por incapacidad técnica; por concepto de sobreprecios en las obras públicas con cargo al Fisco Nacional (según se enmascara la verdadera fuente de financiamiento que, el caso venezolano, proviene, no de la tributación indirecta, como tal, sino del plusvalor de los trabajadores del sector petrolero, salvedad hecha de la alta meritocracia de Pdvsa que es tan beneficiaria de esa plusvalía o del “plusproducto” como lo fue la de los antiguos concesionarios, a quienes ahora se les conoce como Empresarios Mixtos).



Porque coexiste la corrupción por simple o crasa incompetencia tecnoprofesional. Precisamente, para los ya encumbrados burócratas de oficio resulta más “honroso” que se los señale como corruptos de la cosa pública, que como incapaces, buenos para nada.

Este sería el caso: Un alto burócrata ministerial, por ejemplo, firma y conviene la celebración de contratos varios, según el criterio de los propios vendedores o contratistas privados. Luego, la obra o el bien comprado resulta un fiasco, y la malversación sale a flote, pero ese burócrata sería primero señalado como corrupto, como un funcionario supuestamente consciente de la mala calidad del bien o de la obra involucrada, como un burócrata que asume esa responsabilidad de “corrupto” y la asimila a una nota que “enriquecería su currículum”, y no como una raya, ya que lo otro sería salir del cargo por incapaz técnica y profesionalmente.



En ese segundo e improbable caso, quedaría automática y políticamente inhabilitado, mientras que si su salida es por ladrón, eufemismo de corrupto (o al revés), sale con un elevado potencial para reconquistar el poder perdido, según los resultados favorables en las nuevas correlaciones políticas, ya que las nuevas elecciones le permitirán seguir ejerciendo como experto en materia de corrupción, a pesar de ser tremendo “pirata” o “tiraflechas” en todo lo que firme con sus garabatos cargados de ignorancia rayana, a veces, en la más absoluta analfabetitud. . Digamos que la Corrupción Burocrática venezolana tiene un fuerte y agridulce sabor a ignorancia e incompetencia profesional.

[1]  En Venezuela ha habido Rectores Universitarios con apenas un Tercer Grado de Educación Primaria de tercera, en lo sustancial, aunque formalmente haya sido graduado con títulos  de bachiller   y de profesional universitario.

[1]  Karl Marx, “Contribución a la Crítica de la Economía Política"

martes, septiembre 07, 2010

Conozcamos el “Encanto” del Capital. (El mito de la monopolización del capital)

Manuel C. Martínez M.
07/09/2010 21:39:37

La sociedad explotadora actual, hasta ahora es la última de las sociedades antagónicas donde sólo trabajan las mayorías, tan pobres hasta para carecer de herramientas de trabajo casero o campesino, y su fuerza de trabajo la emplean en favor exclusivo de las minorías de explotadores, ayer sátrapas, esclavistas y feudales, y hoy burgueses. Así suele definirse ligeramente la sociedad capitalista en la literatura marxista.



Sábese que la clase burguesa acompañó a los explotadores de finales del Medioevo, y comercialmente acumuló capital dinero suficiente como para derribar a la aristocracia reinante a finales del siglo XVIII en la Francia de Luis XVI. El desarrollo de las fuerzas productivas, el del mercado que crecía a punta de mejoras en la navegación y la mecanización del trabajo artesanado (desde entonces dividido en mil fracciones) para fabricar velozmente las mismas mercancías básicas y también las innovadoras que ese mismo desarrollo fuera derivando, todas esas variables, forzaron la transformación de los comerciantes en clase capitalista, puesto que en lugar de comprar mercancías terminadas y listas para su reventa, compraba insumos para fabricarlas y luego venderlas.



Esta metamorfosis se recoge en las fórmulas del comercio y del fabricante, respectivamente:

D-M-D’, para D’ > D, y M = mercancías terminadas; y D-M...P...M’-D’, para M = medios de producción con inclusión de mano de obra viva o “fuerza de trabajo”, D’ > D, y para P = proceso de explotación de la fuerza de trabajo asalariada en la manipulación transformadora de medios de producción en M’.



Desde luego, con ese inmenso poder económico bastó la toma cruenta del poder político. Fue así como pasó a controlar todo el poder nacional hasta entonces reservado a la aristocracia y el Clero, y a los artesanos y campesinos enfeudados pudo reemplazarlos con proletarios libres de todo tipo de propiedad mueble e inmueble, porque así lo imponía ese agigantado mercado representado por una América ya descubierta 300 años atrás.



Ese crecimiento del mercado de mercancías en gran escala requirió la inversión de grandes capitales en dinero; esto dio origen a las asociaciones de capital en la figura jurídica de las Compañías Anónimas. Estas compañías se venían cocinando dese el mismo siglo XVI como compañías más comerciales que industriales.( Harry E. Barnes, “Historia de la Economía del Mundo Occidental”, UTHEA, Cap. IX-1). Estas compañías devinieron en expresión genuina de una democratización de la explotación abierta a todo ciudadano en posesión de capital dinero con independencia de su procedencia: tomado a préstamos de quienes asumieron el rol de capitalistas financieros, robado, o como producto de negociaciones ilícitas diversas y antisociales como la trata de blanca, la de esclavos, de narcóticos, de casinos y demás centros prostibularios para el divertimento de los ricos, corruptos y demás explotadores.



Pero el verdadero “encanto” del capitalismo es que a los explotadores se les permite la atomización del capital mediante las referidas compañías anónimas, a pesar de que algunos pocos capitalistas conserven la mayoría de las acciones, ya que el numeroso resto de los asociados lucharán permanentemente para lograr máximos dividendos, por acumular su particular capital, razones por las cuales la acumulación de capital no tiene límites, habida cuenta de que, pongamos por caso, si un Estado decide ponerle coto cuantitativo a esta acumulación del gran capitalista, siempre habrá accionistas menores que no cubran esos límites y por eso la acumulación macroeconómica sigue su curso.



Paradójicamente, mientras mayor sea la tributación que se les haga a los medianos y grandes capitales, mayor será la duración de su vida histórica, y mayores serán los mecanismos para compensar el impuesto pagado con cargo al mercado. Es en este sentido que sí cabe la convicción de que el mercado sea fuente, ya no de ganancias, pero sí de recuperación de los impuestos honrados a gobernantes con fines, aplicaciones y objetivos todavía en tela de juicio para los empresarios y para el pueblo trabajador.



Dubitables interpretaciones asumidas por marxistas y no marxistas, particularmente por editoriales de procedencia soviética y Occidental, han estado combatiendo estas compañías anónimas, mediante su persecución y restricción constitucional, cuando optan por asociaciones o mancomuniones de diferentes centros fabriles mono y oligopólicos, a las que se atribuyen las causas de los males sociales de cara a esconder su condición de capitalistas y explotadores.



Es lo que ocurre con las campañas de mercado antiespeculativas que siempre ignoran y dejan a un lado la explotación de los proletarios y polarizan desviadamente la atención en la explotación de los consumidores; con ello reducen a los asalariado a subpagados susceptibles de mejoras salariales y de otras reivindicaciones afines, para sacarlos de la pobreza, aunque no de su condición proletaria.

miércoles, septiembre 01, 2010

Conozcamos los Medios de Producción (Versión burguesa vs. v. marxiana)

Manuel C. Martínez M.
01/09/2010 0:30:40

Cuando se admite la división de la sociedad en clases, la dominante define las categorías sociológicas y la forma y manera de pensar de toda la sociedad. Los conatos protestatarios pararrevolucionarios son apenas el comienzo de que el sistema vigente ya confronta desconfianza para la clase explotada.



A lo largo de toda la historia de la sociedad humana, los trabajadores jamás han tenido conciencia social propia; su obligación de trabajar para vivir les ha convertido en un ser con conciencia prestada porque hasta de esta han sido expropiados.



La clase burguesa entiende como medios de producción las herramientas prefabricadas, las materias primas, la tierra como espacio operacional, los recursos energéticos y hasta la mano de obra o fuerza de trabajo. La concepción de Carlos Marx excluye de ese concepto a la mano de obra, ayer esclava, avasallada o feudal, y hoy asalariada, a la que se reserva la exclusividad de la producción de la riqueza material.



Es esta concepción marxista, luego de muerto Marx, y marxiana durante su vida, la que introduce por vez primera la coexistencia de clases sociales de producción, una dueña de los medios de producción y la otra “dueña” solamente de fuerza de trabajo.



No obstante, todavía hay tiempo para hacer perfecciones en la clasificación social que nos ocupa. Así, deberíamos incluir en los medios de producción burgues no solo maquinarias, materias primas, productos semiterminados, energéticos, galpones, estanterías, etc., o, en su defecto, capital dinero disponible para comprar esos medios de producción, sino también las mercancías que se hallan en los inventarios de los comerciantes.



Como el trabajador produce la riqueza con medios ajenos y su mano de obra aplicada a estos la vende con ese fin productivo, es obvio que salga de la fábrica con apenas el salario que le pagan por su explotación. Sin ahorros, sin capital, o sea, sin excedentes salariales, luego de cubierta la “cesta básica”, que pudiera invertir en la compra de medios de producción, le resulta difícil saltar de una clase a otra. Y cuando logra hacerlo, simplemente está reforzando la explotación del resto del proletariado del que dejaría de pertenecer en el acto ya que de explotado saltaría a explotador.



Ocurre que la parte de los medios de producción convertidos en mercancías de consumo final para las cestas de capitalistas y obreros, es decir, las mercancías en poder de los comerciantes, pueden identificarse como “medios de producción” de la vida y progenie del proletariado. En este sentido, los capitalistas no sólo se adueñan de la plusvalía sino que con su capital variable aportado como salarios están “produciendo”, literalmente produciendo, esa misma mano de obra que requieren para mantener activa su explotación y su condición de explotador. (Cónfer Lenin, El Desarrollo del Capitalismo en Rusia, § I)



Efectivamente, el tiempo de trabajo necesario durante el cual el obrero repone el salario recibido, es un trabajo necesario para que el capitalista siga contando con esa mano de obra. Como esta mano de obra no es esclava y no entra en el patrimonio del capitalista, necesariamente también el asalariado debe prolongar su jornada al precio el mismo salario durante un tiempo como “trabajo excedentario” destinado a la producción de la plusvalía o razón económica del sistema burgués.



Digamos que mientras los asalariados producen con su fuerza de trabajo la riqueza material de la sociedad, los capitalistas producen la mano de obra proletaria condenada a seguir siendo explotada por aquel productor. Por eso los medios de producción incluyen la misma mano de obra asalariada, según la versión burguesa, y no pueden contenerla en la versión marxista que aboga por la eliminación de las clases sociales.



Los capitalistas reproducen la clase de los proletarios y estos en funciones laborales producen todo el “PIB” que conocemos. Desde luego, a pesar de esa similitud funcional, una cosa queda clara: Mientras el capitalista solo invierte dinero para explotar a otros, y consume su cesta familiar sin haber trabajado, el asalariado produce lo que él mismo se come y usa como consumo personal y familiar, y produce y reproduce al mismo explotador que lo contrata.





Cerramos diciendo que el capitalista compra la fuerza de trabajo para conservar y producir proletarios, y el asalariado produce su propio sustento, el del capitalista y el dinero o capital que lo mantiene en esa condición de explotado permanente. De aquí la gran importancia de las “huelgas laborales revolucionarias” como mecanismos contrareproductoras de la sociedad clasista. Estas no sólo detienen en seco la reproducción del salario y del asalariado, sino también detienen en el acto la reproducción de los patronos burgueses y del capital como relación social. Es una huelga destinada a poner fin a la condición de asalariado y a poner fin a la reproducción de los capitalistas.



Por ejemplo, una huelga general de los “medios de producción humanos”, según el criterio burgués, equivale a una dosis mortal de la clase explotadora. Los esquiroles han sido los grandes culpables de que este recurso no haya resultado eficaz, y de allí la inmensa necesidad e importancia de la “unión de los proletarios el mundo”, según la versión marxiana.