Asociación Civil Bolivariana "Defensores del bolívar"

viernes, noviembre 26, 2010

Conozcamos el IVA (3 Controles paralelos de divisas: Cadivi, Devaluación e IVA)

Manuel C. Martínez M.

24/11/2010 11:06:51

Desde que apareció el primer mercader, se inició la formación de un inmenso stock de herramientas, maquinarias y equipos, así como un crecimiento sin límite de los inventarios de mercancías de consumo final. En el sistema capitalista, acumulación significa sencillamente que la oferta supera la demanda solvente. Esta acumulación de capital también rige para la mano de obra proletaria.



Esa acumulación es una de las muchas contradicciones de ese sistema porque implica desempleo y potencial de empleo al mismo tiempo. La acumulación de la riqueza material nunca cesó hasta que los mercados dejaron de ser extendibles. Fue entonces cuando se inició una industrialización a gran escala planetaria a fin de ensanchar los mercados de mercancías finales y particularmente el de medios de producción. También el proletariado se ha universalizado y ensanchado, y hoy por hoy hallamos más desempleo.



Históricamente, la publicidad comercial se desarrolla como jamás se lo imaginó el hombre del siglo XIX. El consumismo quiso dar cuenta de todo el salario de los obreros, pero los trabajadores mejor desarrollados lograban ahorrar para su vejez, vacaciones y demás excentricidades proletarias, como esa de visitar a Europa para conocer sus ruinas y demás antiguallas, una serie de obras arquitectónicas y del Arte plástico que lo que inspiran es vergüenza ajena cuando nos enteramos de los ríos de sangre y sufrimiento que costearon su elaboración por manos explotadas.



No obstante, el capital (productivo, comercial y financiero) logró salida en los países rezagados o menos desarrollados. El Crédito Público se incrustó en las Constituciones de estos países ignaros y suplidores de materias primas; las compraventas internacionales se ensanchan, pero de todas maneras la acumulación empezó a frenarse cuantitativamente ya que como venimos afirmando no existen mercados solventes para tanto capital productivo ni comercial, como tampoco es posible dar pleno empleo en medio de tanto recursos ociosos o semiocupados.



Hoy por hoy, las industrias se limitan a renovar el capital constante desgastado u obsoleto, y a acumular capital dinerario. Se abandona el patrón oro ya que las reservas de este no cubren las ilimitadas necesidades de circulante. La moneda de papel y la modernísima m. virtual permiten la creación de dinero fiduciario e inorgánico. Con ello, la inflación se convierte en la crisis más generalizada que sigue creciendo en la mayoría de los países menos industrializados y atascados con ingentes deudas públicas de países representativos del mercado para la acumulación del capital financiero.



Originalmente, esa pérdida de confianza del dinero fiduciario es la que inspira y fuerza los movimientos inflacionarios ya que se trata de un dinero que no tiene ningún valor per se. Entonces se decide frenar o regular la Oferta de Dinero Internacional, vale decir, la oferta de dólares. La regulación de la “oferta dineraria” en dólares se lleva a cabo mediante 3 (tres) controles cambiarios:



1.- El Control de Divisas (Cadivi, caso venezolano), un control cambiario que, por un lado represa circulante nacional, e incrementa las reservas en dólares, una medida muy necesaria ante la Inflación internacional. Por otro lado, esa mayor disponibilidad de circulante nacional viciosamente provoca nuevas inflaciones domésticas que también provocan déficit fiscal. Este fuerza al “control cambiario” 2.- La devaluación del bolívar que impone una mayor oferta dineraria de parte del Banco Central de Venezuela, provocativa de nuevas alzas inflacionarias.

Está claro que toda devaluación de la moneda nacional minimiza la oferta de dólares al exterior y ensancha las disponibilidades de aquella. Surge así la necesidad de un “control de cambio” 3.- El Impuesto al consumo (IVA, o impuesto al valor agregado). Este se aplica independientemente de que se trate de mercancías básicas o suntuarias, para pobre o ricos, porque la idea no es pechar el ingreso familiar o empresarial, sino frenar la salida u oferta de dólares al exterior.



Tales son las fórmulas mágicas diseñada por el FMI, con obvia anuencia y conveniencia de los países imperialistas ya que el dólar es la moneda en la que la mayor parte de los países tienen sus Reservas Internacionales.



Total, tres (3) controles de cambio paralelos que siguen acogotando la economía familiar. Todos ellos buscan regular la oferta dineraria de dólares, cubrir déficit fiscal nacional, pero fundamentalmente dejar incólume las necesidades de empréstitos internacionales, habida cuenta de que con el IVA se elimina cualquier acumulación posible, cualquier ahorro de parte de los trabajadores, de los pequeños empresarios y del mismo Estado que termina gastando y consumiendo cada dólar y cada bolívar para la inestable satisfacción de necesidades encarecidas por un dólar ya sobrevaluado, una devaluación que empobrece el poder adquisitivo del bolívar y un IVA que limpia los bolsillos del trabajador.



Como el Estado agota siempre sus disponibilidades presupuestarias, por ingentes que sean sus ingresos en dólares, la ausencia de ahorro de los trabajadores y la del mismo Estado fuerzan a éste a la contrata permanente de empréstitos internacionales que es, precisamente, la finalidad de esa “reducción de la Oferta Dineraria”.

martes, noviembre 23, 2010

Conozcamos la Sociedad Rentista (El salario no es una renta, y el Estado castiga el ahorro de los trabajadores)

Manuel C. Martínez M.

23/11/2010 17:29:06

El grado de dominación que ejerce la clase burguesa en la sociedad capitalista actual es de tal magnitud que adecua el lenguaje, diccionarios, enciclopedias y afines a su entera conveniencia.



Tal es el caso del concepto de “renta”, una categoría económica que se las trae. Veamos: Si usted va a los diccionarios lexicológicos convencionales que enriquecen las bibliotecas más prestigiosas del mundo, y en cualesquiera idiomas, hallará que los asalariados y artesanos libres terminan siendo asimilados como perceptores de renta ya que sus “salarios” e ingresos por la venta de sus bienes, respectivamente, así son definidos, y el Estado lo corrobora cuando incluye a todos los ciudadanos como contribuyentes de la Renta Nacional, y entre estos, a los trabajadores que por supuesto no son capitalistas, ni arrendadores, ni prestamistas.



Pero, bien miradas las cosas, a esos diccionarios acomodaticios se les ven las costuras, puesto que en la entrada “renta” recogen las más diversas rentas. Los latifundistas arrendadores de terrenos o de viviendas y galpones entran como rentistas de la tierra; los comerciantes también porque sus ganancias representan rentas, e igualmente son rentas las ganancias del fabricante burgués por su contrata de asalariados, y por supuesto el más rentista termina siéndolo el Estado que enriquece a sus altos burócratas con las más diversas exacciones, como el IVA(impuesto al valor agregado 1); impuestos sobre la renta anual, además del IVA, y demás impuestos por variopintos conceptos, todos estos dirigidos al incremento de los ingresos del gobernante de turno, y de sus ayudantes en el Poder Judicial, el Poder Legislativo, el Moral , y demás poderes regionales y locales.



Aclaremos que el “Impuesto sobre la Renta” es un gravamen al ingreso, independientemente de que este se aplique a gastos o consumos, exclusiva, combinada o parcialmente. Y así se mantuvo hasta la llegada de Milton Friedman (Ver nota “1” de esta misma entrega).



Si eso es así, cabe preguntarse. ¿A qué destina el asalariado su salario normalmente, que no sea a la cobertura de su cesta básica y a cancelar a mediano y largo plazos los créditos recibidos por la compra de bienes duraderos (muebles y vivienda), imposibles de comprar al contado?, ¿por qué entonces debe ser repechado mediante un IVA que en nada acorta la demanda, habida cuenta de que el Estado, al disponer de mayores ingresos, los gasta y consecuencialmente presiona sobre la demanda.





Desde acá, contradecimos al Nobelado citado y proponemos que en lugar del control Antiinflacionario del IVA, se podría reducir el consumo semanal o mensual mediante un control de inventarios, de tal manera que los asalariados podrían contar con ahorros para años venideros en vez de ser pechado a favor de un Estado esencialmente manirroto.



El IVA está destruyendo toda capacidad ahorrativa de los trabajadores, y como el Estado gasta lo que le ingresa y hasta más, este Estado se torna forzosamente prestatario, con lo cual debe inferirse que hacia este objetivo se enrumbó el aporte de ese apologista Friedman.



Por lo demás, tildar al Estado Venezolano, o a cualquier otro semejante, como Estados rentistas es esconder subrepticiamente a los verdaderos rentistas de la sociedad burguesa, es decir, a los capitalistas nacionales e internacionales.

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1/ Este IVA es un impuesto al gasto, es decir, a la renta trocada en bienes básicos y suntuarios. Su imposición en las sociedades burguesas es el perverso resultado de la conseja del apologista Friedman:

“Milton Friedman (1912-2006)

Premio Nobel 1976

Uno de los más importantes economistas de la segunda mitad del siglo XX. Premio Nobel de Economía en 1976 "por sus resultados en los campos del análisis del consumo, historia y teoría monetaria y por su demostración de la complejidad de la política de estabilización." Friedman fue un monetarista. Propuso resolver los problemas de inflación limitando el crecimiento de la oferta monetaria a una tasa constante y moderada. Economista empírico, era especialista en estadística y econometría. Defensor del libre mercado, fue el más conocido líder de la Escuela de Chicago debido, en parte, a que sus escritos son muy fáciles de leer por el hombre de la calle.” http://www.eumed.net/cursecon/economistas/Friedman.htm

Antes de ese nobelado, los gravámenes al consumo tenían como fin las restricciones a ciertas importaciones indeseables, y el  impuesto al lujo en general, a las bebidas espirituosas y cigarrillos. A partir de este consejero burgués todas las mercancías son pechadas, con insignificantes excepciones que políticamente no les conviene a los gobernantes populistas.  Del IVA no se escapan   ni los menesterosos cuando tienen que comprar medicinas. La propuesta del IVA se derivó del supuesto control de la demanda con miras restrictivas de la Inflación, pero que resulta  inoperante  y contradictorio con un Economista que fungió de librebrecambista, en su lucha contra el Keynesianismo intervencionista. 

jueves, noviembre 18, 2010

Conozcamos a los Beneficiarios de Mercal (Ilusiones socialistas del Estado burgués)

Manuel C. Martínez M.

18/11/2010 17:28:02

Las ayudas que el Estado burgués les brinda a los más pobres y a los trabajadores de menores ingresos se conocen como “subsidios”. Las que benefician a los pequeños empresarios se llaman “subvenciones”.



Desde hace una década en el Estado venezolano se viene implementando una serie de plausibles medidas auxiliares que tienen las mismas finalidades de aquellas ayudas bajo el nombre genérico de “misiones”. Así, se conoce varias Misiones Robinson dedicadas a la alfabetización y educación en general, la m. “Mercal”, la m. Milagro, la m. Madres del barrio, etc., todas ellas tendentes a paliar las penurias sufridas por el proletariado desde hace unos 170 años.



Tales misiones han beneficiado ciertamente a un proletariado, una voz marxista que se oculta y cambia por el de “excluidos”, “marginados” y “miserables”, tal vez para evadir la verdadera problemática de esta sociedad clasista, cual es la del ingente desempleado que acumulativamente va generando el sistema de explotación más perverso ideado por los explotadores de todos los tiempos, como lo es el s. capitalista que impera en el mundo entero.



Desde la segunda mitad del pasado siglo, en Venezuela se ha ido formando un trabajador menos sumiso y más protestante y dueño de sus derechos frente a unos patronos quienes, además de ser explotadores burgueses, se han dedicado al saqueo sin límites de la riqueza nacional, mediante su encompinchamiento con capitales extranjeros. Se trata de los empresarios maulas, receptores de subvenciones y todo género de elasticidades mercantiles, financieras e impositivas.



Tales empresarios han tenido a su lado al aliado más perverso antiobreril, como lo han sido los sindicatos aburguesados que siguen enquistados en la presente Administración., y cuyo mejor ejemplo de traición obrera lo tuvimos con la monstruosa y descarada alianza obrero- patronal de aquel año golpista 2002, sin que este mismo Estado haya sido capaz ni potente para castigar a ninguno de ellos.



No obstante, el desarrollo de la fuerza laboral ha sabido manifestarse mediante luchas violentas que han dado como saldo millares de muertos masacrados por el Ejército Nacional en obediencia ciega a su función principal, cual es la de mantener la Paz Burguesa.



Efectivamente, este país ha tenido un estado burgués bien armado y siempre al servicio incondicional de los capitalistas, suerte de saqueadores de las riquezas naturales y del trabajo de los asalariados, con sentido muy poco nacionalista y grandemente extranjerista, puesto que ha sido un Estado al servicio de los intereses extranjeros desde el mismo José A. Páez para acá.



El cambio de las medidas asumidas por el Estado que puede observarse durante la presente década de este nuevo milenio es más nominal que real ya que todas, absolutamente todas, las medidas tomadas por el Estado burgués en este y cualesquiera otros países son medidas que finalmente benefician a los empresarios burgueses.



Veamos esto con mayores detalles: Cada necesidad subsidiada por el Estado, cada servicio público prestado, tienen por fuente de financiamiento los impuesto que en mayor parte le son arrancados a la clase trabajadora. Los impuestos enterados por los empresarios son deducibles de groseras ganancias, pero los impuestos arrancados a los obreros y trabajadores en general son mermas en el poder adquisitivo de esta gente que sí trabaja mientras aquellos sólo los explotan.



Cuando el Estado ayuda a los trabajadores, mediante bonos alimentarios, la conocida “cesta ticket”, por ejemplo, ¿qué otra cosa u otra función cumple que no sea la de abaratarle un poco el coste de vida al trabajador? ; y cuando eso ocurre, ¿qué otra cosa o función está cumpliendo “este Estado burgués” que no sea el de mantener frenado el salario de los trabajadores mientras la inflación sigue su curso y los empresarios se limitan a mantener esos mismos salarios minimizados y a subir sus precios de venta?



Recordemos que cuando un fabricante eleva sus precios de venta, estas elevaciones se contabilizan en toda la cadena de comerciantes, y finalmente son los trabajadores quienes cargan con ese muerto inflacionario. De paso, con el IVA, que criminalmente pecha a pobres y ricos por las mismas compras de las mismas mercancías, el Estado sale beneficiado, y de allí que poco pueda esperarse de un Estado que se lucra con la inflación inducida por él mismo.



Cuando el Estado otorga subsidios para la adquisición de vivienda, ¿qué otra cosa hace ese Estado que no sea abaratar el coste de la vida del asalariado?, y cuando eso ocurre obviamente, y de acuerdo con el régimen burgués, a menor coste de vida, menor precio para la fuerza de trabajo y consecuencialmente menores salarios, pero menores salarios, para jornadas constantes, no es otra cosa que mayores ganancias para el patrono.



En resumen, las misiones, subsidios y subvenciones tienen como verdaderos beneficiarios a la clase patronal, a la burguesía, a los capitalistas, pero, ¡claro!, son mediadas que se hayan a la orden del día para los políticos de siempre, siempre a la caza de problemas sociales, para asumir funciones de vengador de los pobres y hasta para vender ilusiones socialistas o unas medidas que no benefician a los trabajadores, sino a sus patrones. Tal es el verdadero papel del Estado Burgués.

martes, noviembre 16, 2010

El Sabotaje Inmobiliario (Reveses políticos)

Manuel C. Martínez M.

15/11/2010 19:00:10

La falsa Oposición venezolana, en materia política, no sabe otra cosa que sabotear, destruir bienes públicos, causar alarmas en la población, y silenciar aquellas medidas del gobierno que abiertamente son proburguesas, tal como lo es el encarecimiento de precio del dólar cuyo precio lo mantiene en las nubes gracias a las complacientes devaluaciones del bolívar iniciadas por Luis Herrera C., y robustecidas y reiteradas por el presente gobierno.



La más reciente de esa devaluaciones se montó sobre la previa eliminación de tres (3) ceros en las denominaciones dinerarias a fin de de esconder la descomunal crecida del Índice de Precios al Consumidor, y terminar con una aparente paridad actual que nominalmente casi iguala la de los tiempos de Carlos Andrés Pérez I.



Bien, en una Administración que se diga socialista, toda la producción de bienes básicos debe correr a cargo del Estado, de una sola vez y en bloque. Debe ser así porque, por ejemplo, en materia de bienes inmobiliarios, no se hace nada con la eliminación de latifundios agrícolas o de tierras ociosas, si se mantiene vivos los “feudos” del arriendo habitacional que es la manera capitalista de explotar la tenencia privada de la tierra.



Pero hay más, la Educación, la Salud y la Cesta Básica Alimentaria se componen de sendos paquetes de bienes complementarios no sólo en la mesa del comensal, sino en su composición técnica. La industria de los recipientes o envases, por ejemplo, va ligada necesariamente a la industria de bebidas alimenticias, de fármacos.



De tal manera que no se puede socializar al detal porque siempre se estaría dependiendo de una que otra materia prima complementaria o de algún componente constitutivo de los bienes que sean fabricados por el Estado. Montar empresas estatales dependientes de insumos elaborados por el capital privado es sencillamente crearle un mercado cautivo a la empresa privada con todo el potencial de irregularidades burocráticas que inevitablemente se desprenden de semejante contubernio productivo.



En el caso concreto de la vivienda, el Estado ha estado operando en competencia desventajosa para sí mismo con el capital privado. Así, el Estado les fabrica a los pobres en zonas de tercera, casas y apartamentos de tercera, y deja a la empresa privada las viviendas de primera. El Estado le hace concesiones al industrial de la construcción inmobiliaria, les da facilidades impositivas, exoneraciones, etc., pese a todo, sin embargo, el precio de la vivienda privada no se abarata, porque tales economías terminan engrosando la ganancia del empresario inmobiliario privado.



Los acontecimientos nacionales centrados en las expropiaciones, ocupaciones e intervenciones de empresas de la construcción de viviendas ha detenido el sabotaje inmobiliario que ha estado practicándose en un país donde el gobierno no ha podido resolver eficiente ni eficazmente el crónico déficit habitacional.



La falsa Oposición política, optó por frenar la terminación y entrega de varios miles de viviendas con la expresa finalidad de agravar y magnificar las fallas gubernamentales en esta materia, ya que mal podía esa oposición ayudar al gobierno en el logro de soluciones ya que su contribución favorecería a su enemigo jurado.



Pero, muy hábilmente, el gobierno reconsidera su postura anterior que consistía en respetar toda la ayuda que la empresa privara le ofreciera en una industria que insume grandes capitales. Optó por las medidas del caso, y ahora cuenta con una masa de beneficiarios, casi todos, pertenecientes a la llamada clase escuálida, y logra así unos votos que antes de esas medidas eran contrarios ya que los afectados solían atribuir toda la falla a la incompetencia gubernamental.



Al César lo que luzca del César: Esto ha sido un revés político que el gobierno le propinó a una Oposición acostumbrada a silenciar las medidas antipopulares que a ella favorecen, y con lo cual el gobierno pone coto a un sabotaje y termina ganando votos de gente que obviamente saltará la talanquera de los escuálidos.

sábado, noviembre 13, 2010

El Capitalismo vence al Capitalismo (Competencia simétrica)

Manuel C. Martínez M.

13/11/2010 7:18:42

Hasta ahora, los conatos socialistas han venido confrontando un modo de producción a otro, concretamente, el burguesismo posmedieval corrió paralelo al feudalismo, y el conglomerado soviético lo hizo al lado de los imperios capitalistas.la China maoísta siempre mantuvo un cordón umbilical capitalista con su arrendamiento de Hong Kong.



Se infiere que se ha tratado de una lucha leonina en favor del capitalismo. Efectivamente, este ganó la contienda, apenas Cuba supuestamente supo mantenerse en sus trece al precio de la pobreza que sigue imperando en la isla luego de medio siglo experimental socialista.



Hoy coexisten imperios capitalistas en franca lucha competitiva comercial entre sí. Sólo algunos países latinoamericanos se muestran riesgosamente partidarios de un “socialismo”, debilucho, timorato, y que andan a gatas frente a un entorno industria de auténticos devoradores de asalariados, de recursos naturales, energéticos y afines.



La dominación diplomática apenas representa el comienzo de un sometimiento general a favor de unos imperios capitalistas que ora compiten entre sí hasta cierto límite, ora saben balancear sus poderosas fuerzas económicas a fin de repartirse el botín de esta América Lantina todavía virgen en recurso materiales, y países que geoeconómicamente se hallan justo equidistantes de los imperios orientales y occidentales. América, en general, está siendo atacada por el Oeste y por Este con la complicidad servil de una América Norteña más al servicio de los intereses europeos, mismos que hoy sucumben ante el poder de los imperios orientales, como China y Japón. Esos imperios en pugna también pretenden repartirse mejor sus respectivos asalariados a quienes están decididos a empobrecer, según los nuevos paquetes neoliberales en pleno proceso de ejecución.



Ahora bien, toda competencia comercial resulta simétrica o desemboca en monopolio; se trata de desequilibrios oxigenantes cumplidos periódicamente, según el curso de sus fases de apogeo, decadencia y recuperación. Esa simetría es la que estamos observando en la presente competencia entre países altamente desarrollados y que lejos de recurrir a las tradicionales guerras políticas y belicosas, vienen optando por negociar entre ellos cual simples patronos que confederados siempre han estado de acuerdo cuando se trata de sobrevivir y seguir explotando sus cuotas de proletarios.



Esa a simetría económica la observamos cuando vemos una lucha diplomática que busca ablandar una China superpotenciada que ahora humilla y hace bajar la cerviz a los infatuados de siempre, como EE UU. Sólo así China podrá desarrollar endógenamente su propio modo de producción socialista, puesto que ya no se trata de una puja entre dos modos de producción desiguales o asimétricos, sino entre dos gigantes simétricamente capitalistas.

viernes, noviembre 12, 2010

Conozcamos el Feminismo Abstracto (Hablemos de “explotadoras” y explotadores)

Manuel C. Martínez M.

11/11/2010 17:15:05




En ninguno de los vínculos de nuestro epígrafe hallamos el verdadero feminismo científico, puesto que hasta ahora todos esos movimientos han tenido como objeto para sus defensas a una mujer abstractamente considerada.



El marxismo es consecuente con sus teorías y su juego de categorías relacionadas con el modo burgués de producción. Es así cómo se habla de “trabajo abstracto” o desgaste de músculos y nervios en funciones laborales, y también se trata el tema del “trabajo concreto” aplicado específicamente a determinadas materias u objetos de trabajo, y con la ayuda de los específicos y apropiados medios de trabajo.



La masa proletaria está constituida por asalariados y asalariadas, trabajadores y trabajadoras, con inclusión de niños y niñas, y quizás por ese “sexismo” característico del modo de explotación regido por “propietarios” privados, más que por “propietarias” privadas, quizás por eso, decimos, cuando tratamos el tema de la “explotación del hombre por el hombre” dejamos a un lado la “explotación de la mujer por la mujer”, como si estas no pertenecieran a ninguna clase social.



Por eso, cuando se defiende los derechos de la mujer, estos debería referirse prioritariamente al derecho de no ser explotada por hombre alguno ni por mujer alguna.



Pero hay más: En el supuesto negado de que el ejercicio del capitalismo corriera a cargo sólo de hombres burgueses, está claro que las esposas de esos explotadores de hecho se convierten en coexplotadoras de hombres y mujeres asalariadas.



La violación de esos derechos de la “mujer” ha corrido a cargo principalmente de de proletarios, y a los patronos capitalistas se les ha ignorado como que si en nuestras sociedades fuera indiferente ser amo de las fábricas o simple padre de familia. Es que en materia de Derechos Humanos, en el movimiento feminista universal cumplido hasta ahora, ha sido sintomático que a la mujer se le defienda como mujer en abstracto, y cuando se la concreta como trabajadora asalariada o como ama de casa, la defensa esgrimida por los defensores del feminismo se ha dirigido a su protección contra el maltrato físico, el derecho al trabajo, a la paga de un salario supuestamente, justo, al libre acceso a los centros fabriles sin diferenciación de sexo, a los centros de estudios, profesiones y oficios diversos, es decir, se ha pretendido defender a la mujer como asalariada, pero en beneficio y convalidando su explotación.



jueves, noviembre 11, 2010

Las Economías Recolectoras del Capitalismo (Sostén del mercado insolvente)

Manuel C. Martínez M.

08/11/2010 11:20:08


Los datos sobre sociedades “prehistóricas” nos hablan de consumidores dedicados a la recolección de frutos silvestremente ofrecidos por la Naturaleza. La caza y la pesca complementaban el sustento alimentario hasta que el nomadismo dio paso a un sedentarismo, y este desembocó en las civilizaciones antiguas erigidas por los trabajadores agrícolas y artesanos que históricamente han llegado hasta nosotros, luego de la larga evolución tecnociéntifica que conocemos.



Durante los últimos días hemos tratado el tema de la irrealización ora del plusvalor, ora de las ganancias meramente mercantiles. Con una plusvalía, o ganancia si fuere el caso, carentes de mercado, ninguna sociedad moderna podrá gozar de estabilidad económica, y la amenaza de las guerras y querellas internacionales erguirán siendo el amargo pan de cada día.



Paseémonos por este cuadro: Un empresario que no vea realizada toda su producción durante un tiempo y económicamente prudencial debe ajustar su plan de producción; ante esa conducta del mercado, tal ajuste supone reducción de empleo de recursos materiales y de mano de obra. Detrás de ese ajuste se repetirá la misma desigualdad entre una oferta superior a una demanda que de partida no podrá dar cuenta de aquella por el simple hecho de que parte de toda la producción mercantil burguesa le resulta gratis a sus vendedores, y como el poder de compra de los consumidores lo determina el volumen de empleo remunerado, la plusvalía, o la ganancia si fuere el caso, marcan inevitablemente el crónico déficit de mercado.



Ocurre que actualmente las leyes proteccionistas laborales han frenado esa respuesta empresarial, y la mayoría de los empresarios limitan sus ajustes a una baja en la productividad que obviamente pesa sobre sus costes medios.



Esos costes crecidos lo conducen a mermas en sus ganancias o a indeseables y perjudiciales alzas de precio, todo lo cual responde a alteraciones en la libertad de comercio que en nada favorecen la industria, independientemente de que los trabajadores gocen de una mayor estabilidad laboral puesto que pagarán necesariamente con mermas en su cesta básica y con malestar de desabastecimiento permanente.



También ocurre que cuando la industria se alimenta de recursos naturales no renovables (minerales, hidrocarburos, pesca, etc.) entonces los precios finales suelen ser inferiores a su valor en condiciones más artificiales para la obtención de materias primas y energéticos en general (hulla blanca, productos intermedios industriales,…). Los trabajadores de un país importador de petróleo, por ejemplo, no son solventes para absorber la plusvalía producida por ellos dentro de dicho país, mientras que a los trabajadores del país exportador de esas materias o energéticos naturales, por el contrario, hasta les sobra capacidad de compra puesto que jamás se imputa al valor de esos productos el coste original de tales recursos naturales, y las remuneraciones del trabajador mineropetrolero suelen ser superiores al nivel medio salarial del personal que opera en el resto de las industrias abastecidas con recursos sintéticos.



Otro tanto ocurre con los derivados agrícolas en cuyo coste jamás se valora el costo de la tierra agrícola que sirve de plantación, y que suele sufrir desgastes en su fertilidad natural. Sólo se imputa la mano de obra, los fertilizantes, semillas y demás costes constantes concomitantes, pero, al contrario del criterio fisiocrático de otrora, a la Naturaleza no se le atribuye participación “productiva” en estas mercancías. El arriendo feudal o capitalista solo acentúa la carencia de mercado.



Pudiéramos decir entonces que los países como Venezuela son “países recolectores”, e igual calificativo merecen los países atrapados todavía en la actividad agrícola en la cual el trabajo humano opera con elevada productividad de plusvalor y los rendimientos mineros y agrícolas superan en mucho los aportes laborales de su personal. No obstante, las actividades mineras, petroleras y agrícolas pertenecen a la industria que más se acerca al ideal del modo de producción que garantiza alimentos, energéticos y materias primas con menor grado de contaminación artificial, con menor composición orgánica de capital y consecuencialmente garantizan mayor solvencia de mercado para su propia oferta, aun en condiciones capitalistas de producción.

Los Artistas no son Comunistas (Aberraciones capitalistas)

Manuel C. Martínez M.
10/11/2010 12:33:21


¿Cómo podría ser comunista un artista que en apenas un año se embolsille 8 ó más MM de dólares por el solo hecho de pegar una o más canciones de fugaz audición?



Igual ocurre con los deportistas; ambos, artistas y deportistas exitosos, son una aberración más del sistema capitalista, único modo social donde se permite que este tipo de personas se lucren ilimitadamente sin trabajar, mientras millones de obreros trabajan para sobrevivir en la pobreza.



Debemos hacer hincapié en que los artistas y deportistas no crean riqueza alguna ya que no agregan valor alguno al PIB. Se limitan a recaudar fondos a través de los espectáculos montados por empresarios del deporte, música y farándula en general.



Los trabajadores no pueden apreciar ni pesar semejante expoliación porque a nivel individual cada espectador paga un pequeño monto de su salario y recibe una dosis momentánea de divertimento.



Cabe preguntarse, ¿por qué razón tales personas se lucran con ingresos exorbitantes? , y la respuesta nos la da y explica un sistema económico donde el resto de los empresarios anda por el mismo camino de enriquecimiento “sin tirar un palo”. Repitamos que arrendar tierras y viviendas, ni colocar fondos dinerarios ni coordinar gestiones fabriles agregan valor a materia alguna.



Es la vieja explotación afirmada en la propiedad privada de los medios de producción lo que explica la explotación burguesa, y esta se trueca en alcahueta de cualquier otra persona que a título personal halle medios y formas de hacer dinero fácil. Otro tanto, aunque ilegalmente, hacen los delincuentes al enriquecerse cada vez que dan un “buen golpe”.



Porque los empresarios burgueses, artistas, deportistas, escritores, cronistas, corruptos de la cosa pública, militares, delincuentes, y sindicalistas burgueses, en conjunto son un lote privilegiados de explotadores y coexplotadores que siempre han vivido de lo lindo sin terminar de resolverle el problema a los asalariados modernos.



El dinero que tan aceleradamente logrado y acumulado por estos artistas y deportistas no lo ganan los mejores profesionales académicos en toda su ardua vida; ni siquiera lo alcanzan los mejores artesanos de virtuosas creaciones. Tampoco lo obtienen ni reciben los más consumados científicos a quienes debemos sus aportes filosóficos, sociológicos, económicos y tecnológicos más revolucionarios.



Ocurre que tales artistas siempre pertenecieron al personal de servidumbre que entretuvo a reyes y reyezuelos. Los mejores compositores y ejecutores estuvieron al servicio de gobernantes y ricachones, y sus servicios de divertimento eran exclusivos de la realeza y sus cortesanos.



Llegados los tiempos modernos, el proletariado y la burguesía, en su afán por imitar los privilegios de los explotadores del Medioevo, así como construyen las insalubres piscinas, van a restoranes privados para ser servidos a cuerpo de reyes, y también llenan los escenarios de la farándula donde con gusto y orgullo amputan sus ingresos que en millones de casos alimentan la millonada de dólares que artistas y deportistas hoy por hoy se embolsillan sin ser trabajadores productivos, y mucho menos podrían ser comunistas.

lunes, noviembre 08, 2010

Las Ganancias tampoco tienen Mercado (Ganancias de fábrica y de mercado)

Manuel C. Martínez M.
07/11/2010 14:07:09


Cuando Carlos Marx  descubre los “precios de producción” (Cónfer: http://www.aporrea.org/actualidad/a37856.html ), ofreció un sistema ecuacional montado sobre la hipótesis de una economía equilibrada y estable. Desde luego, si bien concretaba todas las variables económicas en un escenario parcialmente macroeconómico, manejó unas Oferta y Demanda potenciales y equivalentes que teóricamente cubrían las necesidades productivas y consuntivas, y daban cuenta de un reciclaje permanente del capital, en condiciones de “reproducción simple”. (Cónfer. David Rosenberg, “Comentarios a los 3 Tomos de El Capital”, Libro 2, Introducción, p. 7, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, Cuba, 1979).



Efectivamente, hasta ese nivel de concreción, la oferta de medios de producción y la de los bienes de consumo cubrirían plenamente toda la demanda de ambos bienes, y el ciclo económico reiteradamente seguiría su curso. Producción y circulación daban cuenta de las metamorfosis del capital dinero, c. productivo y c. mercantil, dentro del proceso de rotación del capital.



Es de suponerse que Marx no manejó la Economía Internacional como un todo ya cerrado, por lo que el “comercio internacional” daría cuenta del evidente déficit de demanda doméstica frente a los excedentes de la oferta nacional. Por cierto, Rosa Luxemburgo (La acumulación del capital) llamó la atención sobre este problema de la “realización” : http://www.aporrea.org/ideologia/a111718.html

Rosa introdujo el mercado de las economías no capitalistas, y hoy podríamos asimilarle sus ideas a la transnacionalización del capitalismo.



Efectivamente, estamos viendo cómo, a través de políticas imperialistas, los industriales de punta con sus excedentes de plusvalor invendible logran incentivar al resto de los países para que se monten en el carro del “progreso industrial”, para que importen capital en medios de producción, y para lo cual complementariamente ofrecen dinero ocioso en sus repletas arcas. Antes exportaban bienes de consumo, ahora se dedican a la venta de medios de producción, con inclusión de “fábricas” completas y hasta “fábricas de fábricas”.



A tal punto, esos Industriales imperialistas han conquistado estos mercados para dar salida y empleo a su capital ocioso, que han logrado hacer del Crédito Público una premisa constitucional de todos estos países rezagados y “pendejeados”. Las Constituciones de nuestros países contienen un extenso articulado para el logro de partidas crediticias complementarias de todos los Presupuestos Anuales, ejecutados por unos gobernantes asesorados por falsos economistas entre los cuales priva el criterio de que mientras más bonanza disfrute una economía más debe endeudarse, ya que supuestamente podría conseguir “créditos baratos” por tener suficientes respaldos para su oportuna cancelación.



Sin embargo, Marx estuvo muy consciente sobre ese “problema de la realización”. Él dio cuenta de los excedentes de plusvalor mediante la Acumulación indefinida de capitales (Reproducción Ampliada), y a largo plazo (David Rosenberg, ob. cit., pp. 252 y sigs.), pero lo hace de tal manera que revela una acumulación de capital en permanente crecimiento, habida cuenta de que producción y circulación son fases de un mismo proceso creciente de la rotación de capital.



Como resultado, cuando el Comercio Internacional se cierre o agote sus posibilidades de crecimiento, cuando todos los países necesiten mercado para su propio e individual plusvalor, entonces el Capitalismo, como sistema mundializado, habría perdido razón de ser. Para entonces, se habría acumulando un capital ocioso, muy pesado por insumir costes de custodia, almacenaje, acarreo, conservación, contabilización, etc., que lo convierte en un capital que drenaría parte del capital dinero desempleado, como tragándose a sí mismo.



Por esa vía, se inyectaría dosis monetarias para compra de bienes de consumo, que probablemente y a muy largo plazo reiniciarían un nuevo ciclo del capital. Las innovaciones tecnológicas abrirán nuevos mercados en los países rezagados cuyos parques industriales resultarán obsoletos, mientras los países de punta resolverán transitoriamente sus problemas de mercado a costa de aquellos países. La explotación se elevará a un segundo nivel y el trasiego internacional de plusvalor será de “países proletarios” a “países burgueses”; la clase capitalista será tan internacional como el proletariado de todos los países juntos.



Por otra parte, una solución burguesa al problema de la “realización”, o del mercado de los excedentes productivos, sería “la negación de la explotación de los asalariados en la fábrica, la negación de la plusvalía”. Bajo este supuesto negado, nos preguntaríamos: ¿quiénes comprarían las ganancias de los productores, la de los comerciantes y prestamistas, y los impuestos de los gobernantes? Porque las ganancias estarían incorporadas en el precio de las mercancías; y si estas fueron pagadas por su justo valor - trabajo, y el asalariado recibió una paga que cubrió todo su trabajo prestado, entonces el excedente del precio sobre su valor (las ganancias) no tendría mercado proletario.



De ser así, estaríamos en presencia de unos fabricantes que recargarían el valor de las mercancías en el monto de su ganancia media, luego los comerciantes harían otro tanto. En ambos casos, fabricantes y comerciantes cargarían también al precio de venta la alícuota de los intereses bancarios a que hubiere lugar. El Estado, por su parte, recargaría sus sobreprecios impositivos.



Consecuencialmente, los trabajadores recibirían en la fábrica una renta de subsistencia que luego en el mercado quedaría amputada por el monto del sobreprecio de todas las mercancías , a fin de garantizarles ganancias a los capitalistas; con ello estaríamos en presencia de unos trabajadores que si bien no serían explotados en las fábricas mediante entrega de plusvalía alguna, sí lo serían en el mercado con cargo a su pobreza ya que la renta salarial jamás podrían usarla para su entera satisfacción.



Como quiera que los consumidores finales no productores, o sea los trabajadores, serían quienes cancelarían esos precios inflados, obviamente, con sus salarios no podrían comprar la totalidad de la oferta, y “las ganancias tampoco tendrían demanda solvente”.

domingo, noviembre 07, 2010

Ganancia Productiva vs. G. Mercantil (Los fabricantes y los comerciantes explotan directamente a los consumidores)

Manuel C. Martínez M.
05/11/2010 18:40:16

Si leemos a Marx, nos enteramos de que la ganancia del capitalista se produce en las fábricas y que luego ella sería vendida en el mercado. (El Capital, “Libro Tercero, Cap. IX”). Este conocimiento teórico es lo que permite afirmar que los asalariados son explotados en el sistema Capitalista, y que los comerciantes sólo convierten ese capital mercancía en capital dinero.



Ahora bien, dado que la plusvalía es invendible, según venimos explicando desde hace un par de entregas, el mercado mundial moderno sólo puede absorber y convertir parte de capital mercancía en dinero, justo en la cuantía del monto salarial volcado sobre la circulación y representada por los asalariados. Por esta razón, y si somos consecuentes, debemos precisar la factibilidad y posibilidad de que los comerciantes, banqueros y el Estado puedan coparticipar en esa explotación mediante alícuotas de plusvalía. Veamos:



Los críticos vulgares de la Economía Burguesa parecen haberse quedado estancados en el tiempo mismo que sirvió de plataforma social a Carlos Marx, ya que jamás se han paseado por la realidad comercial de una oferta burguesa que, si bien otrora halló compradores fuera de los países pioneros y punteros del desarrollo del sistema capitalista, mediante sus colocaciones extramarinas, hoy, luego de la universalización del mercado mundial, se comprueba que ya no hay mercados vírgenes donde colocar la incesante producción de plusvalía.



Ciertamente, algunos países imperialistas o potencias económicas logran colocar buena parte de ese plusvalor, pero siempre habrá otras economías que ven truncadas sus posibilidades de vender su propia plusvalía, y además ven mermada la venta de una parte de la producción que de otra manera podrían comprarles sus asalariados. Tales economías se ven impedidos para cancelar deudas a favor de esas mismas potencias, sobrevienen las demandas judiciales, y finalmente aparecen las subsecuentes crisis a las que ya estamos acostumbrados.



Como hemos planteado, mal puede tener demanda solvente una porción de mercancías cuyo valor para el fabricante se limita a su parte constante invertida antes del proceso productivo, pues el resto de su valor es valor agregado durante el tiempo de trabajado excedentario e impago que permite la producción de plusvalor.



Es claro que el monto de la demanda del asalariado no puede sumar más que el valor conjunto de sus salarios recibidos contenido en la cantidad de mercancías cuyo “valor bruto” se corresponda exactamente con la cuantía de esos salarios. Y es claro también que por razones obvias el valor del capital constante subsumido por el trabajo añadido como “plusvalía”, al lado del plusvalor, también escapa de su capacidad de compra. A lo sumo, tal demanda aumenta ligeramente con las remuneraciones percibidas parasitariamente y como capital constante por el personal de vigilancia, gerencial, contable y directivo en general. En este sentido, los capitalistas terminan comprando mercancías con su propio capital ya que estos trabajadores no agregan ni una pizca de valor.



Es claro que entonces, a mediano y largo plazos parte del capital constante queda también invendido, ocioso y causando pérdidas de conservación y depósito. De aquí que los desembolsos por concepto de intereses se hagan crónicos. Por esta razón los capitalistas ven reducido su capital en funciones, lo que los mueve a reducciones de personal, y con ello estarían mermando su ganancia bruta. Se crea así las condiciones para el “burbujeo” financiero que ya conocemos.



Antes de esta presente transnacionalización y universalización del mercado burgués, resultaba factible que los excedentes de producción (materialización mercantil del plusvalor) fueran perfecta y completamente realizados. Por eso Marx dio cuenta del reparto equitativo del plusvalor entre fabricantes, comerciantes, banqueros y gobernantes, aunque no así del capital constante contenido en las mercancías plusvaloradas, ya que los salarios no dan para tanto. Digamos que desde los tiempos mismos de Marx, ha existido una oferta sin demanda propia.



Hoy, con un mundo de países cuyas economías están sembradas de factorías, cada una de los cueles se ven imperiosamente forzados a buscar mercados fuera de sus fronteras y costas; hoy, con sistemas crediticios de expedita oferta-demanda, con transportes y una mediática que han acercado los mercados de oferentes y demandantes, ya no podemos seguir dando por realizado un plusvalor que de partida carece de demanda, ya no podemos seguir sosteniendo el espejismo de Say, según el cual “cada oferta creaba su propia demanda” http://es.wikipedia.org/wiki/Ley_de_Say

Quienes siguen apoyando esa ilusa apreciación de Say niegan la imposibilidad de colocar un PIB más allá del estricto valor y cuantía de los salarios, habida cuenta de que los capitalistas en conjunto no pueden comparase a sí mismos un excedente productivo que les ha resultado gratis, y que, por el contrario, les ha insumido parte de su capital en la cuantía de los materiales usados en la fabricación de mercancías durante el trabajo excedentario, según categorías ya connotadas.



En consecuencia, podemos inferir que con una plusvalía irrealizable, al lado del capital constante de las mercancías depositarias de esa plusvalía, irrealizable también, optamos por afirmar que “la ganancia del comerciante sí proviene limpiamente del mercado”, y los intereses de la banca y los impuestos en general derivarían de estos sobreprecios que fabricantes, comerciantes banqueros y gobernantes imponen al consumidor.



Esta inferencia permite darnos cuenta de que el fruto de la explotación salarial, representado en la plusvalía y que contiene capital constante ocioso, no basta al sistema para mantener explotado y en penuria al proletariado. Como ese fruto o plusvalor termina en los inventarios sin salida, las ganancias con las que se lucran y enriquecen los fabricantes, los comerciantes y banqueros y gobernantes, provienen también de los asalariados, pero no ya por concepto de explotación salarial, fábrica adentro, sino por los sobreprecios de mercado.



Estas conclusiones viene a dar la razón a los apologistas del sistema cuando han negado que las ganancias provienen de la explotación en esas fábricas, y que más bien responden sobreprecios que la dura competencia y las diligencias gerenciales practican los capitalistas en general.



Desde luego, admitida esta realidad, debemos inferir también que hemos estado montados en un sistema que explota a los trabajadores, que se acumula inútilmente, que es sólo para acrecentar y mantener una riqueza material que no halla compradores, y que obliga a los empresarios burgueses a esquilmar los salarios de un trabajador que ahora se nos presenta como doblemente explotado: en las fábrica para alimentar la riqueza burguesa y ociosa, y en el mercado para costearle el consumo a los parásitos del sistema, o empresarios y gobernantes en general.

sábado, noviembre 06, 2010

Conozcamos la Riqueza Capitalista (No intervengamos las fábricas, pero sí los comercios ociosos)

Manuel C. Martínez M.
05/11/2010 16:21:44

La riqueza material capitalista se halla representada por ingentes y desparramados inventarios de productos terminados (capital comercial), y por bienes terminados y semiterminados depositados en los centros fabriles en proceso de ser mercantilizados para su colocación en aquellos mismos inventarios (capital productivo).



Se trata de las mercancías que como valores de uso contienen un capital constante, o previo, que intervino en su elaboración y sirvió para fijar el valor trabajo que los asalariados depositaron en aquellos por concepto de plusvalía. Como quiera que son inventarios existentes en los abarrotados estantes y depósitos de los centros de expendio al consumidor, en espera de compradores que jamás llegarán a los precios “normales”, también son mercancías que representan un bochornoso y vergonzoso cuadro de abundancia dentro del hambre sufrida por toda la población que los produjo.



Ya hemos explicado recientemente que la “plusvalía” no tiene mercado, pero podría hallársele compradores si el Estado interviene dichos inventarios y en cierta medida obliga a sus propietarios a salir de ellos a precios suficientemente asequibles para una población trabajadora que a duras penas cuenta con los mismos salarios que los fabricantes de esas mercancías ahora las mantienen ociosas llenando esos centros comerciales.



Es un hecho palpable a diario que la mayoría de los comercios saturan sus inventarios con mercancías obsoletas, de tercera calidad, con unos bienes que fueron quedando “fríos” luego de las estaciones de mayor demanda: navidad, vacaciones anuales, carnaval y afines. Con unas mercancías que, sin embargo, satisfarían mucho a muchas familias que las necesitan con urgencia.



Es relevante saber que ese inventario mercantil y ocioso ocioso sirve como respaldo crediticio ante la banca ya que ciertamente representa un capital aunque lamentablemente ya no funcione como tal, no para ser cambiado por capital dinerario que permita nuevas reposiciones de mercancías que den salida a las mercancías depositadas en los galpones fabriles.



En lo que respecta a los centros fabriles, tales inventarios han venido sirviendo de depósitos de una “riqueza capitalista” que si a ver vamos sólo está sirviendo para su exhibición y para garantizar las renovaciones de crédito involucrado en los nuevos procesos de producción que, paradójicamente, sólo terminan saturando unos inventarios comerciales que reflejan la ociosidad y flaqueza de la riqueza burguesa.



Ese cúmulo de mercancías invendibles, sin funcionalidad para el sistema capitalista, está pesando económicamente sobre los propios comerciantes y fabricantes ya que son mercancías que requieren mantenimiento, estiba, caleta, alojo y una serie de insumos constantes propios de comercios con personal contratado, consumo de electricidad y pago de patentes varias. Además, mientras esos inventarios no se vacíen se está frenando la producción y el empleo en general lo cual robustece la invendibilidad de dichos inventarios.



Digamos que son centros comerciales parasitarios cuyos dueños terminan recibiendo anualmente unas ganancias minimizadas sólo compensables con alzas de precios rayanos en la especulación, misma que suelen practicar en las épocas de ventas masivas, sin que estas logren vaciarles la totalidad de sus invendibles inventarios.



Ante esa realidad comercial, les hacemos un llamado a los comerciantes para que por iniciativa propia opten por la vieja y humanitaria práctica de los “remates” o liquidaciones aceleradas, algunas estacionales, otras eventualmente decididas para la urgente renovación de inventarios. De lo contrario, los gobiernos que quieran responderle a una ciudadanía que clama por más vestido, más calzados, más bienes en general, deberán intervenir tales expendios a fin de que por la vía de su abaratamiento esa riqueza capitalista y ociosa cumpla su correspondiente ciclo económico.

jueves, noviembre 04, 2010

La Plusvalía no tiene Mercado (Crisis crónica del Capitalismo)

Manuel C. Martínez M.

04/11/2010 7:29:37

La Relación Social Capitalista configura a la burguesía como clase explotadora, y al proletariado como c. explotada, pero hasta allí se trata sólo del aspecto humanista del sistema. En cambio y complementariamente, la “plusvalía” representa la materialidad más objetiva de dicha relación de explotación del trabajo.



Por esa razón, Carlos Marx organiza su obra, El Capital, de tal manera que en sus primeros 3 Libros trata ese aspecto humano de la relación burguesa a través de la Mercancía (Libro Primero), su Circulación (Libro Segundo) y su Tratamiento Macroeconómico (Libro Tercero), y reserva para el Libro Cuarto, de 3 Tomos, todo lo concerniente al plusvalor.



Obsérvese que ambos aspectos, la relación burguesa y la plusvalía, consumen casi un mismo metraje tipográfico, y déjese sentado desde ya que mientras los dos primeros libros han sido más o menos bien digeridos por la burguesía y sus epígonos, no ha ocurrido lo mismo con el Libro Tercero, habida cuenta de que es en este libro donde Marx y Engels dan cuenta del origen no mercantil de la ganancia. (Cónfer: “El problema de la Transformación”, de mi propia autoría: http://www.aporrea.org/actualidad/a37856.html

Sobre esas bases teóricas, pasemos al mercado para detenernos en los inventarios de mercancías que permanentemente saturan todos los estantes de las empresas del mundo dedicadas al mercadeo mayor y al detalleo de una producción que de partida carece de compradores, por ingente, costosa y sofisticada que sea la publicidad que constantemente fabricantes y comerciantes practican para incentivar, torcer, renovar, ampliar y forzar insatisfactoriamente una demanda que de partida tiene la limitación del salario como rasero adquisitivo.



Tampoco la excelente calidad utilitaria de esas mercancías burguesas logra mayores compradores ya que, a lo sumo, la competencia intraclasita de fabricantes o de comerciantes involucrados logra colocar algunas, pero con cargo al estancamiento de otras.



Ni siquiera los mecanismos alternos del crédito han podido dar cuenta de una oferta sin demanda adecuada. Por el contrario, el crédito al consumidor final y a los comerciantes y fabricantes siempre ha tenido como epílogo las famosas crisis de invendibilidad coyuntural, según apreciación burguesa, pero que en nuestra proletaria apreciación se trata de una crisis crónica.



La carencia de mercado solvente para la plusvalía parte de las propias fábricas, habida cuenta de que el capitalista, si bien logra recapitalizar algunos costes constantes, y todos los salariales, nunca podrá vender por no hallar compradores la parte de los costes constantes empleados en el trabajo excedentario creador la plusvalía impaga.



El fenómeno de la “acumulación” de capital que termina centralizado en las compañías transnacionales, al lado del fenómeno de la injerencia mercantil apoyada en doctrinas librecambistas y demás mecanismos comerciales internacionales , son fenómenos derivados de la propia estructura económica provocado por un sistema que logra fabricar mercancías gracias a unos trabajadores a quienes no les paga, con lo cual tampoco puede recapitalizar los insumos materiales utilizados para fijar el trabajo más allá del tiempo necesario a cambio del caula los trabajadores reciben su salario.



Las guerras interimperilistas, las discrepancias comerciales permanentes y la política gubernamental de todos las economías suelen girar alrededor de la conquista y penetración de un mercado que jamás podrá absorber unos excedentes mercantiles en los cuales el capitalista sólo invierte capital constante, y este por naturaleza es incapaz de ofrecer ganancia sin recibir el trabajo que lo convierte en mercancías. Como esta parte del trabajo asalariado no le cuesta nada al capitalista, resulta lógico que como mercancías terminen saturando unos inventarios que están a la vista de todos.



Desde acá, dado que estructuralmente la plusvalía carece de mercado solvente, sugerimos que los gobiernos empeñados en solucionar el problema del hambre en su amplio sentido pongan cuotas mínimas de realización para todos los comerciantes a fin de que estos vacíen sus inventarios, por ejemplo, a través de remates periódicos, so pena de ser confiscados antes de que sean declarados obsoletos o inutilizables por perfectibilidad y daños afines.

lunes, noviembre 01, 2010

Conozcamos las Mercancías Socialistas (El problema no es la mercancía, sino la plusvalía)

Manuel C. Martínez M.
31/10/2010 19:30:47


En su más reciente “Aló, Presidente”, el Presidente Chávez instó a sus colaboradores para que diseñen y apliquen estrategias de producción y oferta entre las comunidades o empresas productivas socialistas ya en funcionamiento, a fin de que se vayan deslastrando de los hábitos capitalistas.



Él considera que esas empresas no deben vender su producción, sino suministrarla a las que la necesiten, según la naturaleza de los bienes involucrados, tanto si se trata de bienes terminados para unas, como de insumos para otras. Considera que no se debe seguir dando tratamiento de “mercancías” a los bienes producidos por esas empresas socialistas.



Presentó como modelo el comportamiento de los cuarteles, ya que en estos una Comandancia General, por ejemplo, se limita a suministrar material diverso a sus dependencias asignadas mediante acuse de recibos y conformidad de las partes que entregan y reciben. La idea es desaparecer la figura de la mercancía.



Al parecer, el Presidente atribuye la explotación capitalista a la existencia de las mercancías en sí mismas. Parece desconocer que la mercancía precedió y sirvió de base al régimen actual, aunque en aquellas mercancías pioneras sólo se concretaba el “plusvalor” apropiado por esclavistas y feudales, el mismo plusvalor que sigue presente en los servicios prestados por toda la burocracia, y por los servicios prestados por la servidumbre que opera como trabajadora en oficios domésticos: jardineros, choferes, cocineras, etc.



Bien, mientras sigamos con un sistema mixto de empresas capitalistas y socialistas, pensemos que finalmente algunas de estas últimas dedicadas a la producción de bienes terminados o intermedios tendrán que vender su producción como bienes de consumo final, a un precio que revele el valor trabajo contenido en ellas; este precio las identificará como mercancías, y estas precedieron al régimen capitalista.



Durante la fase socialista, camino del comunismo final, se puede y es necesario seguir procesando mercancías sin que este tratamiento desvirtúe la práctica socialista ni su mercadeo tenga que traducirse en más Capitalismo. Si estas observaciones del Presidente son para enfatizar su voluntad socialista, o sus actuaciones revolucionarias, entonces ellas no son precisamente las más adecuadas.



Las mercancías son simples bienes mercadeables a través del dinero o por simple trueque. Dado el desarrollo de las sociedades modernas, el intercambio mediado por el dinero resulta inevitable, y este puede perfectamente ser un simple vale (cesta tickets, por ejemplo), una nota que funja de “acuse de recibo”, etc.



El desarrollo histórico del dinero desembocó en el uso del oro como instrumento general de valor, y hoy se limita a papeles fiduciarios cuyo respaldo económico se halla en pleno cuestionamiento ya que, al parecer, las monedas más fuertes pertenecen a los países más fuertemente armados, y a los países títeres que les acompañan en sus actuaciones de domino universal sobre los pueblos más débiles o poco complacientes con la conducta imperialista que hoy priva en esas economías que controlan el mundo moderno.



Resulta que las mercancías actuales están full de “plusvalía”, una categoría económica científica que teóricamente significa y mide la cuantía de valor no remunerado al trabajador asalariado. Llámese plusvalor o plusvalía, en el caso socialista, lo importante no es un asunto semántico. Más bien, debe procurarse una mejor distribución de ese valor que entregan gratis los trabajadores capitalistas y socialistas.



La manera más expedita que, a nuestro juicio, debe adoptarse es atacar la jornada de trabajo. Desde aquí proponemos que las empresas llamadas socialistas empleen trabajadores sólo durante media jornada, y completen a esta con la contrata de relevos durante iguales medias jornadas. Con esta medida no sólo se reduce de cuajo cualquier asomo de explotación por parte del Estado, sino que se estaría reduciendo aceleradamente el desempleo proletarista que ordinariamente alimenta la empresa capitalista. Sugerimos, pues, que, independientemente de si una empresa socialista siga o no vendiendo sus productos, debe modificar de inmediato el horario de trabajo.