Asociación Civil Bolivariana "Defensores del bolívar"

viernes, mayo 29, 2009

La Leonina Contabilidad del Estado Venezolano

Manuel C. Martínez M.
28 may. 09

¿Sabían ustedes que el Estado Venezolano ha asimilado para sí todas las artimañas contables que caracterizan el comercio preburgués y capitalista?

Con intenciones demostrativas, nos valdremos de fundamentados ejemplos contables de uso reiterado y tradicional por parte de todo el tren ministerial. Estas prácticas han imperado durante gobiernos anteriores y lo hacen en el presente.

Aclaremos que esta conducta inescrupulosa, ventajista y prepotente de los contables la aplica la burocracia venezolana, no tanto con intencionalidad preconcebida sino por una suerte de inercia contable propia de los ignaros, de los pacatos, de los timoratos y de los reaccionarios. Es un hecho incuestionable que en nuestro país, antes de ser importante para merecer cargos públicos de naturaleza técnica y de elevada responsabilidad fiscal, primero se hacen méritos políticos, se consiguen elevados cargos burocráticos y muy a contrapelo con esto se alcanza a ser importantes.

Estos contables de la cosa pública, además de las consabidas corruptelas que ya se dan por descontadas y sobre las cuales no nos ocuparemos por ahora, suelen llegar a los altos cargos gubernamentales sin una visión clara ni correcta de lo que significa una sana contabilidad.

Como quiera que esta disciplina económica ha estado al alcance de personas a quienes basta con instruirse en ligeros cursos de formación contable, gracias a la facilidad pragmática que permite la Contabilidad por Partida Doble (Luca Pacciuoli, Siglo XV), entonces hasta el más lerdo que imaginemos puede ponerla en práctica.

Bien, esta alta e inescrupulosa burocracia venezolana inconsciente y subliminalmente intuye, presiente, comprende y le teme a la clase de poder reinante en nuestro país, y adopta esta actitud sobre la inconmovible base de que los gobiernos pasan pero los poderos quedan, si no por sí mismos, por su sucesores.

Los ejemplos:

1.-El impuesto sobre la renta anual es descontado por nómina por adelantado y religiosamente todas las quincenas de cada mes y año,

2.- La prima del Seguro Social o su cotización también es predescontada conjuntamente con el impuesto del ejemplo anterior;

3.- Las cotizaciones sindicales y demás compromisos contraídos por el funcionario público también les son descontado de esa nómina semanal, quincenal y mensual.

Pero el carácter leonino aparece cuando observamos que todos esos descuentos de los honorarios, sueldos y demás ingresos del funcionario público no son abonados tan religiosamente en favor de sus beneficiarios específicos. El Ministerio de Hacienda siempre recibe un impuesto atrasado en por lo menos un trimestre; el Institutito de los Seguros Sociales tarda más en recibir esas cuotas de sus asegurados que el Estado ha rebajado del sueldo de aquellos al punto de que surgen muchas dificultades para la actualización de Solvencias de sus afiliados, quienes habiendo pagado sus cuotas oportunamente siguen apareciendo como morosos en listas negras ad hoc ante la infeliz mirada de cuanto inepto Ministro asume inmerecidas controles y gerencias administrativas en cualquier instituto que su Presidente de turno tenga a bien ofrecérselo sin mayores miramientos tecnocientíficos.

Y las cajas de ahorros, los sindicatos y las aseguradoras tampoco reciben ni un céntimo oportunamente. Sólo a punta de reclamos, huelgas, muchas costosas diligencias y hasta coyunturas políticoelectorales tienen que darse para que el Estado reintegre lo que le arrancó a los funcionarios púbicos.

La cuota descontada quincenalmente para el Fulano Fondo de Jubilaciones representa el prototípico caso de mala praxis contable estatal venezolana. Toda una vergüenza para quienes conservan todavía alguna dosis de orgullo y moral ciudadanas por haberse negado a corromperse en la cesta corrupta de la Administración Pública Venezolana en cuya Gerencia y por razones obvias es difícil hallar algún hueso sano. El caso es que a los funcionarios públicos venezolanos y docentes universitarios ACTIVOS se les descuenta la precuota que alimenta sin saciedad alguna a ese Fondo sin fondo de Jubilaciones de la Administración Estatal Venezolana.

Pero la mala contabilidad del Estado Venezolano consiste en que el Estado sigue descontándoles a los jubilados la misma precuota como si siguieran activos. Es más, este abuso contable y administrativo ha sido denunciado ante las pocas instancias de reclamo que todavía se conservan en este país, denuncia que ha pasado sin pena ni gloria. El caso es que estos corruptos del Fondo ni los presidentes del mismo reconocen sus arbitrariedades contables y se niegan a reintegrar lo que indebidamente han retenido a esos funcionarios. Es más, hasta se niegan a, por lo menos, cesar en tales y leoninos e indebidos descuentos.

El carácter leonino aflora también porque, por ejemplo, el IS/R es de obligatorio pago una vez al año, y aquellos contribuyentes que paguen por adelantado les asiste un descuento por pronto pago que jamás les ha sido reconocido, y como no hay instancia dónde reclamar eficientemente, este Estado termina saliéndose con la suya y logra por esa inescrupulosa práctica contable rebajar y minimizar sus desembolsos semanales, quincenales y mensuales ya que todos los funcionarios públicos reciben una paga amputada justamente en el monto de todos esos descuentos que imperativamente pesan sobre los ya menguados salarios de los funcionarios públicos del Estado Venezolano.


jueves, mayo 28, 2009

Fútbol, Truco y Retruco y otros Deportes en el Socialismo

(Pulcritud en los deportes como buen ejemplo ciudadano)

Manuel C. Martínez M.

25 may. 09

Pasemos revista por todos los juegos o deportes que hayamos practicado, o teóricamente conocido por diferentes medios. Observemos que en ellos priva la desconfianza en los movimientos y estrategias de nuestros rivales; estos por su parte suelen reflexionar y reaccionar ante nosotros de la misma manera.

La “Teoría de Juegos y Conducta Social” con inclusión de los computarizados y analógicos como vivencias cotidianas enseña que estos giran sólo alrededor del azar cuando los jugadores actúan sin trampas y el juego está libre de amaño ni apañamientos, es decir sin sesgos de ninguna naturaleza, a fin de que sea el albur lo que limpiamente dé cuenta del triunfador y perdedor correspondientes. Pero la mala e incierta conducta subyace permanentemente como premisa que debe tomarse en cuenta.

En la caza y pesca, asimilados a deportes de sano esparcimiento, vemos cómo el pescador sin rubor alguno engaña y ceba a inocentes pececillos con su malintencionada y mezquina carnada. Vemos cómo el cazador coloca furtivos artilugios en la ruta hacia abrevadero más cercano o a su morada, y así atrapar sin piedad alguna a su posible y potencial presa.

A las aves en su encantador y alegre vuelo se las elimina a punta de perdigonazos o “floverazos“ manipulados con unas ventaja y alevosía propias de sicarios. A los gallos de riña se los acaricia, alimenta y da salubridad para luego llevarlos al cadalso de la gallera donde son sometidos a sanguinarios y recíprocos picotazos y espuelazos de parte y parte hasta verlos morir desangrados, infartados o colapsados. Cada jugador de gallos debe vigilar de cerca las numerosas trampas que suelen imperar en semejantes riñas. Espuelas falsas, minidosis de drogas, etc. Otro tanto y más ocurre en la colorida, sanguinolenta y mal llamada Fiesta” brava.

El fútbol da tantas demostraciones de mañas y malos ejemplos a tal punto de que dentro del propio escenario deportivo se instalan arbitrarios jueces listos para sancionar a los infractores del caso mediante tarjetas de variopinto colores, quienes son hasta encerrados” fuera de la cancha o sacados del juego por uno o más encuentros y hasta temporadas de acuerdo a la infracción cometida. El connotado “béisbol” supone un derroche de escupitajos y palabras obscenas. Las variadas estrategias estereotipadas e improvisadas en los juegos de cartas, El “truco y retruco, el As y ley; en el dominó y ajedrez, etc., son buenos ejemplos de deportes impregnados intensamente con pesadas dosis de interesantes artimañas que pudieran desdecir como buenos ejemplos para los deportistas en ciernes.

Sobre esas bases podemos empezar a desconfiar de todos los deportes mal vigilados y distanciados un trecho largo de los sanos principios que caracterizan a los famosos Juegos Olímpicos modernos, aunque estos disten mucho de sus homólogas y fundacionales Olimpíadas Griegas, de los cuales pensamos no que eran muy pulcras ni santas que digamos.

De resultas, si pensáramos socialistamente deberíamos repensar hasta qué punto y para qué nos fueron inculcadas todas esas posibles técnicas o trucos desde nuestras inocente infancia. Sólo así entenderíamos que detrás de cada jugada deportiva se deriva una gran desconfianza, que puede esconderse una engañifa ora de nosotros mismos, ora del contrario en juego tendenciosamente heredada tal vez de nuestros ancestros más primitivos e incivilizados, y que como mala conducta al fin deberíamos superarla para empezar a confiar en todo lo bueno que podemos albergar para todos y hasta para nosotros mismos.

lunes, mayo 25, 2009

Los Poderosos Prejuicios Antisocialistas


Manuel C. Martínez M.
24 may. 09


Consideramos que el tiempo completo de relajación del Sistema Capitalista espera todavía por muchas vueltas alrededor del Sol. La libre convertibilidad del explotado en explotador y el virulento contagio de este sistema potencian y convierten a favor suyo hasta el más ilustrado de los asalariados de formación marxiana y marxista.


Entiéndese por formación marxiana la adquirida directamente de las obras y ediciones propias de las manos y cerebros de Karl Marx y Federico Engels. Entiéndese por f. marxista la posteriormente derivada de las obras, versiones y ediciones de los intérpretes de la obra de aquellos.


Tomemos como ejemplo los Nobelados de la Literatura y Economía desde los años finales del Siglo pasado. Casi todos los artistas, literatos y pintores y músicos de elevado intelecto fueron severos críticos de las injusticias cometidas por los gobernantes y poderosos de todos los tiempos. De un tiempo para acá eso ha sufrido notorios y reversibles cambios. Por ejemplo, Karl Marx representó (y lo sigue haciendo) el crítico más objetivo y contumaz del Capital como formación socioeconómica o modo de vida bajo condiciones de explotación de muchos hombres por sólo unos pocos, relativamente hablando.


El genial Beethoven optó por suprimir el Epitafio en el nombre original de su preciosa “Tercera Sinfonía, Eroica( Emperor)”. Lo hizo como reacción a la conducta proimperialista sorpresivamente asumida por Napoleón Bonaparte cuando éste se autocolocó la corona correspondiente. El epitafio eliminado expresaba la complacencia anterior del compositor, puesto que la dedicaba a la celebración
de la memoria de un gran hombre.


Veamos la Alta Gerencia y Administración de las empresas burguesas de mayor giro económico. Casi todos esos factores terminan como socios de poderosas empresas capitalistas.


Fijémonos en la inapropropiadamente llamada Clase Media de los países del mundo mercantil. En el grueso estadístico de todos esos asalariados se puede observar una sumisión absoluta de la gestión imperialista y globalizadora del gran patronaje burgués. Estos aristocratizados de la plantilla salarial suelen desentenderse de la hambruna generada en el mundo burgués. En su defecto, usan a esta con fines económicos para repotenciar y alimentar el mismo sistema que los engendra a ellos y
a la hambruna e intranquilidad sociales que nos caracteriza desde hace más de 2 cientos años de europeizada industrialización burguesa.


La fuerte y eficaz virulencia de la mercancía capitalista es tal que basta una de sus unidades para llenar de ellas el amplio espectro de la economía del país, de una región y hasta del planeta mismo.


Fue a partir de la primera contrata de mano de obra no esclava ni feudal que todo esto comenzó. El hombre que no tiene nada qué vender como producto suyo, sino su propia fuerza de trabajo, más tarde o temprano termina vendiéndola al primer
patroncito que le proponga comprársela. De allí en adelante el comprador se hace capitalista y el vendedor asalariado, burgués y proletario, el primero explotador y el segundo explotado, y todo ocurre ante la mayor incredulidad de legos y leídos.


Luego de esa prologación, pasemos a enumerar y admirar los innegables encantos del sistema de vida más perfectamente desarrollado hasta ahora en materia de “explotación del hombre por el hombre”, y por sí mismo, agregamos nosotros:


Comprar mercancías útiles y necesarias para sus consumidores potenciales, limitarnos a su exposición en los inventarios de cualquier tarantín, y dedicarnos cómodamente a esperar por sus ansiosos compradores, es una de la pocas tareas
laborales a las que pueda dedicarse una persona, y si además con esas transacciones de compraventa su practicante logra lucrarse y hacerse rico y hasta muy rico, entonces, ¡bienvenido sea! el sistema que ha comercializado la producción de las mercancías y convertido al mundo en un mercado máximamente generalizado. Este mercado es comprensivo de la producción y compraventa del dinero, de las materias primas, de la producción y venta de los medios de producción, y, lo más interesante, representa
un sistema de vida que logró convertir a la mano de obra feudal y esclava en una mercancía libre y semoviente, encantadoramente productora de otras mercancías, como tal, susceptible de compraventa y en la cual se halla la base y la fuente de todo tipo de enriquecimiento económico. Esta mano de obra incluye técnicos, científicos y artistas, burócratas y filósofos.


Fíjese usted: Que un trabajador diligente, industrioso y vocacionalmente trabajador logre con su salario hacerse de un modesto capital burgués, o tomarlo a préstamo de algún ente financiero, con el cual iniciar prósperamente su carrera como explotador de otros asalariados como él, o inferiores a él y hasta superiores a él, no puede menos que admirarse como una de las incuestionables “bondades” de este sistema, aunque detrás de sus deslumbrantes encantos haya terminado escondiéndose la más perversa forma de vida sociohumana.


Si bien es cierto que los pocos y grandes explotadores pertenecientes a la Alta Burguesía se forman por la decantación piramidal de la inmensa masa de explotadores, tenemos que reconocer que quedan en su amplia base los numerosos comerciantes medios y detallistas, los pequeños y medianos productores. Todos ellos
representan una considerable cantidad de trabajadores y ex trabajadores obviamente satisfechos con el sistema, aunque vivan permanentemente quejándose ante cualquier impedimento regulador de la avaricia sembrada en todo comerciante, en todo industrial de un sistema que no conoce límites superiores para el enriquecimiento personal, habida cuenta de que cada “dólar” de riqueza adicional se integra al capital de propiedad privada y personal.


Otro encanto no menos importante es literalmente poder renacer de sus propias cenizas. El ejemplo nos viene dado por la extraordinaria y creciente recuperación de la economía capitalista luego de profundas debacles o crisis económicas experimentadas en reiteradas oportunidades, al punto de haber incorporado como suyos los famosos ciclos de la economía burguesa. Sólo zozobran y sucumben los capitalistas de menor giro sobre los cuales pesan mucho las eventualidades y azarosos vaivenes del mercado.


Ahora bien, es difícil hallar consensos entre trabajadores y explotadores medianos y pequeños en materia de renuncia al sistema que, en primer lugar, es el único que han conocido. En segundo lugar, renunciar al sistema que les ha permitido vivir holgadamente, y en tercer lugar un sistema de vida donde probar que unos hombres explotan o viven del trabajo ajeno de sus trabajadores es todavía materia de discusión e incredulidad casi generalizada.


Porque, sencillamente, el grueso de los trabajadores asalariados no experimenta la explotación como lo hacía el siervo medioeval y el esclavo de más atrás. El asalariado no se capacita concienzudamente para renegar de su patrono como persona que lo explote, mientras aquel logra de ésta mejoras salariales y todas esas reivindicaciones que han permitido el fomento y mantenimiento del estrato sindical.


Esas bondades y encantos capitalistas pasan a convertirse en poderosos prejuicios antisocialistas que terminan coadyuvando con el patronaje y negando las aspiraciones revolucionarias de las minorías de trabajadores que van renunciando a la conciencia burguesa y sustuyéndola por una verdadera conciencia proletaria.













































miércoles, mayo 20, 2009

Dialéctica Belicosa en La Unidad y Lucha de Contrarios

Dialéctica
Belicosa en La Unidad y Lucha de Contrarios

(Reorientemos el
Materialismo Dialéctico)
Manuel C. Martínez M.
15
may. 09


Desde los arranques mismos del Materialismo Histórico y Dialéctico, la moderna concepción comunista del mundo sembró la idea de lucha, de antagonismos, de contrariedades, de contradicciones y hasta de una irreconciliable enemistad, particularmente enfilada contra el modo burgués de producción y comercio, todo en búsqueda y consecución de su relevo.


Al respecto, observamos que poco explícita ha sido la Literatura socialista acerca de cuáles contrarios corresponderían al nuevo modo. El tipo de lucha más connotado hoy por hoy sigue siendo el de la lucha obrero-patronal, lucha entre ricos y pobres, l. entre capitalistas y proletarios, l. entre supuestos “izquierdistas” y “derechistas”, lucha entre gobernantes y súbditos, entre explotadores y explotados. En fin, algo así como una lid entre el “homo faber y el h. sapiens”, o entre pensar y hacer, como si se pudiera concebir una producción de bienes materiales al margen de la producción de “bienes” espirituales, como si fuera cuestión de prioridades o de posterioridades, en lugar de fundirlas a favor de una interesante, azarosa y ambivalente complementariedad de dos, tres y más partes involucradas.


El científico Federico Engels, por ejemplo, fue prolijo en concebir el movimiento de la materia como una lucha de contrarios, a tal punto de afirmar que todo cambio o movimiento supone la posibilidad de que, por ejemplo, en un espacio y momento dados, alguna cosa, objeto o ser se hallen y deshallen.


Esta concepción de beligerancia permanente, de “negaciones hasta de las negaciones”, ha sido tan convincente y mediáticamente tan bien vendida que hemos soslayado todas las evidencias conducentes a la paz social, y, por el contrario, hemos tendido a ver en nuestra sociedad un conglomerado de grupos sociales en permanente lucha muy ajenos a toda posibilidad estable e imprescindible para el logro de la necesaria paz social de la que tanto se parlamentea.


Reconozcamos que el iniciador de semejante intranquilidad social, primero atribuida al “reino” animal y que terminó siendo extensiva la especie humana, fue el científico mutacionista Charles Darwin, predecesor de Engels.


El filósofo idealista objetivo Georg Wilhelm Friedrich Hegel también manejó esta corriente de “natural” impacifismo social, y prácticamente convirtió el diálogo de los seres humanos en discusiones abiertamente parasocráticas y diferentes pero asimiladas a posiciones recíprocamente encontradas, en lugar de apreciarlas como simples, paralelas y concomitantes ideas de recíproca coadmisión para todos los coparlantes en juego, para todos los interlocutores, de tal manera que al fin se arribara a una idea de consenso. Ese visón socrático debemos reconsiderarla.


Por lo visto, hemos estado muy lejos de los brillantes aportes mozartianos, valga la digresión. Este superdotado compositor musical alemán desde hace más de 200 años vio en las óperas, de las que compuso varias, no un coro desafinado de discusiones contradictorias y simultáneas de voces, sino una rigurosa , alternada y concomitante armonía con feliz resultado sonoro.


Digamos que contradictoria y filosóficamente buscamos una paz social sobre las bases de una preconcepción intrínseca e ínsitamente conflictiva. Algo así como cuando buscamos algo que al mismo tiempo deseemos no encontrar, según proverbiales expresiones del común de la gente.


Hemos estado afirmando, sin reserva alguna, que nuestra mano izquierda es contraria a la m. derecha, que ir hacia adelante es caminar al revés de hacerlo hacia atrás, como si el cambio de dirección geográfica fuera realmente un retroceso y no un avance por caminos más sinuosos y posiblemente laberínticos sin que ello y para nada nos autorice a considerar que se trate de ir y venir, de salir o entrar, de subir o bajar, de comer y descomer.


Cuando decimos que vamos hacia la derecha sugerimos que vamos al contrario de la gente que lo haga hacia la izquierda, y nos hemos impedido de vernos como personas que simplemente caminamos siempre errática y unidireccionalmente, siempre hacia adelante, sin pasado, sin retrocesos, sin contradicciones, porque hasta los reveses debemos empezar a mirarlos como parte de la caminata, como elementos constitutivos de un fenómeno de mayor complejidad que otros que se nos presenten más linealmente, más por la ruta de las hipotenusas que por la rectangular angulosidad de los catetos.



Es un hecho heredado etológica y políticamente que para cada “polo” suponemos la coexistencia de un contrapolo, para cada fenómeno un contrafenómeno, para el ayer contraponemos el futuro; para el presente, el pasado y f., y para este, aquel mismo pasado. No hemos podido comprender la inexistencia del pasado ni la del futuro, que sólo existe un verdadero continuum presencial de nunca acabar. Algunos fisiólogos han llegado a afirmar que nuestras etapas evolutivas de niñez, adultez y vejez no son para nada escalones etarios de nosotros mismos, sino que, más bien, representan otras tantas niñez, adultez y vejez del hombre mismo a todo lo largo de su infinita y única presencia histórica.


Es que si en verdad respetáramos la dicotomía de la unidad de contrarios en permanente pugna, entonces deberíamos contraponer a este mundo otro mundo; ¡ah!, pero aquí caeríamos en la vieja concepción del “más allá” tan negada y siquitrillada por la concepción del materialismo y de su correspondiente dialéctica materialista del “más acá”.



Religiosamente se habla de paraísos e infiernos como contrarios de multitudinaria aceptación. Moralmente hablamos de honestidad y probidad. Estéticamente, de fealdad y belleza; biológicamente, de homos y heterosexuales, y contablemente lo hacemos con eso de ganancias y pérdidas. Todas estas categorías han estado incómodamente encajonadas en los más desagradables lechos procustianos.


Y con tanta fuerza de Ley se nos presentan las apreciaciones e inferencias humanas que aun dentro del idealismo se habla de objetivistas y subjetivistas, y dentro del materialismo, de objetivos y subjetivos, para finalmente concluir en que sólo hay dos caminos: uno dialéctica o belicosamente negado de partida por el otro camino, el idealista, y, el materialista, sujeto a la misma intolerancia, en rigurosa paridad de contrarios como si los hombres pudieran pensar fuera de la materia o concebir a esta sin modalidad idealista alguna.


Cuando el propio materialismo admite que sólo se trata de ideas reflejas del exterior a fin de monopolizar el pensamiento como una genuina y sofisticada expresión de la materia misma, absurdamente se cae en la negación de todo el edificio dicotómico previamente erigido como una unidad de contrarios, para de este modo simplemente desembocar en la frágil y transmutante armonía entre dos, tres o más partes que de manera interactuarte, a la izquierda, a la derecha, hacia arriba, hacia abajo, idealista o materialistamente, recoger todas las posibilidades dinámicas en juego. Una dinámica o movimiento que indistintamente se nos presenta en reposo o en agitadas convulsiones de nunca acabar, aunque sin contrariedades entre sí.


Sólo trataríase de un movimiento guiado por la postura dominante, por la idea A o por la B, o por la C o la Ch, pero, en conjunto, por ideas o materia, por cuerpo y espíritu, todo en paz y sin materialidad ni espiritualidad excluyentes excluyente.


Así pues, hemos estado manejando (o nos han estado manejando) una filosofía marcadamente barroca, sin solución de continuidad, carente de metas estables, pero buscadora y transitadora de unos caminos que no terminan por detenerse en ningún lugar que se halle tan siquiera hipotéticamente prefigurado, salvo las entelequias de marcado, desviado, y contradictorio tinte idealista o esotérico, o en un lugar saturado de una pintura no menos desviada y contradictoriamente terrenal.


Ha sido una concepción inductiva propia de la más arraigada y perjudicial contradicción para unos seres humanos siempre deseosos de convivencia, de arreglos mutuos, de colaboración laboral, y todo ello en estricta correspondencia con el innegable carácter gregario de la naturaleza humana.




A estos enemigos y contrarios se los identifica como partes transitorias de una Unidad en permanente cambio hacia nuevas unidades contentivas de nuevas dicotomías no menos contrapuestas. El contrarío vencedor se instalaría y generaría otro contrario sobre la base de una suerte de simetría filosófica y arbitrariamente introducida por los pensadores más destacados que se conozcan, no tanto por ellos mismos, sino por sus apologistas y traductores, por sus cohortes de bien aprovechados discípulos.


Allí, con ese método, no se observa cambios esenciales sino formales, salvo especulaciones e inferencia que por lógicas que nos luzcan no dejan de ser largos saltos en el vacío del “más adelante “. Se trataría del “otro
mundo del más acá”, materialista, contrario y alterno al idealista mundo de los creyentes en la inmaterialidad del alma y en la desespiritualidad y animalidad de la materia.


Las generaciones modernas han seguido dicho método casi al pie de la letra sin poner en duda el acierto o desacierto presente en la concepción del fenómeno de los “cambios”, en los que suponemos una permanente beligerancia y no simples peldaños de pacífica concomitancia. El absurdo irreflexivo de este método filosófico ha sido tal que hasta en los competidores deportivos hemos visto contrarios en lugar de armoniosos equipos en búsqueda de tal o cual puntaje superior sin por ello unos sean perdedores y otros ganadores, sin que por lo tanto unos sean contrarios de otros. Porque la obtención de un mayor puntaje numéricos podría dar superioridad cuantitativa pero no cualitativa, y de allí que los jugadores sigan siendo tan vencedores como los ganadores, perdedores.


Las razonables dudas surgidas sobre la posible armonía de los “contrarios” ha sido zanjada mediante la modalidad de “contrarios antagónicos” y no antagónicos, pero contrarios al fin. Entonces se habla de contrariedad “pasiva”, o de contrariedad “activa” cuando aquella se trueca en antagónica. En los mercados se habla de competidores, y no de colaboradores, cosas así.


Por extensión, hemos visto en cada vecino un potencial enemigo, en cada país un potencial contario listo para atacarnos como si no hubiéramos superado en nada nuestra ancestral ascendencia antropológica prehumanoidea. Hemos llegado al absurdo de ver en los deberes y haberes contables una contrariedad numericomatemática como su los números sustrayentes no fueran tan positivos como los números disminuyentes, como si todos ellos no fueran números a secas. Por ejemplo: -2 no necesariamente es antónimo numérico de +2, ambos son números dentro del inagotable recorrido que va desde – ∞ hasta + ∞, con una diferencia específica cuantitativa no contradictoria e igual a 4. Semejantes diferencias se obtiene indistintamente entre: -2 – (-6); y obviamente entre: +6 – 2.


Desde luego, la Matemática ha tenido buena parte filosófica en esta beligerancia fenoménica, a tal punto de que decimos que la √4 tiene 2 raíces no menos contrarias, y esto ocurre porque hemos asimilado la relatividad de unos valores a una contrariedad sufrida por/y entre ellos.


Curiosamente, a la Matemática no se le evalúa ni se pone en duda su “cientificidad”. Se la concibe como infalible y toda posibilidad de yerro durante su praxis se le endilga a sus practicantes. Es que la Matemática, preconcebida como ciencia neutral, especialmente reservada para imprimir rigurosidad científica a las demás ciencias, también fue víctima de esta diatriba entre contrarios que jamás han existido como tales. A ella se le aísla y contrapone a las demás ciencias. Al punto de identificar contraproducente y paradójicamente la praxis con la teoría, pero cuando esto ocurre ya no puede seguirse sosteniendo la unión contrarios inexistentes como tales.


Planteamos la precaria necesidad de repensar la Dialéctica y empezar por llamarla Multiléctica. Dentro de esta nueva visión empezaríamos a entrever que el sistema de vida actual, dominado por la contrariedad representada por un burguesismo de empresarios y proletarios, no es lo máximo ni lo último, sino que simplemente es un estriberón que está antecediendo a otra nueva forma de vivir que más tarde o más temprano sobrevendrá sin que para su admisión tengamos que seguir viendo en ese “cambio” una lucha ni guerra entre los actuales conductores del proceso económico y cultural, y los de las nuevas formas de gerenciar la sociedad humana.


La concepción belicista del hombre luchador no ha pasado de ser el trasunto de primitivas prácticas rayanas en la animalidad y que darwinianamente las hemos trasladado mediante una suerte de biologismo antropológico dotada de una frágil carga de dudosa admisibilidad filosófica.



De resultas, y si a ver vamos, toda esa “revolucionaria” unida lucha entre estereotipados contarios no ha superado su condición de “crítica”, en lugar de arribar a una verdadera “revolución” entre los componentes del universo social, a fin de que simplemente unos dejen de trabajar para otros, y de que estos otros dejen de explotar a aquellos. Sin embargo, mientras todo lo sigamos reduciendo a la belicosa unión y lucha de contrarios jamás desaparecerían los rivales involucrados en semejante contienda.










martes, mayo 12, 2009


Rasero Salarial para
Mineducación y Otros Sectores

Manuel C. Martínez M.
12 may. 09



Si oí mal o tergiverso sus declaraciones, pido disculpas de antemano.


El Ministerio de Educación “Popular” de Venezuela acaba de sincerar su posición en materia salarial. Por televisada voz directa y en vivo del Ministro ad hoc acabamos de oír lo siguiente, palabras más, p. menos: “…lo que se propone el gobierno es evitar lo que ocurría en el pasado (durante la IV República) cuando unos docentes privilegiados tenían altos ingresos en comparación con los bajísimos de los obreros y el de mayorías que trabajan en Educación. Ahora el gobierno simplemente le quitará ingresos a quienes ganan más para con esas economías poder mejorarle los ingresos a las mayorías que ganan muy poco”.


Obsérvese: Desde ahora los incrementos porcentuales mejorativos del poder adquisitivo de los trabajadores venezolanos no serán diferentes según la antigüedad, productividad, etc., sino que los mejores sufrirán rebajas. No es difícil entrever un rasero igualitarista para unos trabajadores que podrán ser de diferentes grados de formación tecnocientífica y tener mayor experiencia, pero quienes para el Estado “Socialista” son simples privilegiados y hasta hambreadores del Estado y de las valiosas empresas privadas.


Obviamente, semejante medida resulta crasamente violatoria del principio socialista, según el cual las mejores remuneraciones son para quienes mayores aportes haga a la sociedad. Que un gobierno autodenominado “Socialista Siglo XXI” lo viole deja mucho qué desear y pensar, o sencillamente ya sabemos en qué consiste esta variante
socialistoide.


Estamos por inferir que la propuesta y ejecución del Estado burgués en materia laboral está dirigida a mejorar las condiciones socioeconómicas de los llamados marginados y excluidos, cuestión muy loable en principio. Sin embargo, tales mejoras salariales para los más necesitados está yendo con cargo al empeoramiento de aquellos trabajadores quienes a punta de iniciativas personales, mejor formación y dedicación, más y mejores estudios y responsabilidad laboral, habían logrado ciertas mejoras en sus condiciones de vida. Por cierto, esta vieja distribución salarial, no sujeta a ningún rasero, salvo el de que “a igual trabajo, igual salario”, ha sido el camino seguido en las sociedades burguesas para evitar la degradación absoluta y generalizada hacia el lumpen, y por eso muchos trabajadores se agruparon involuntariamente y constituyeron lo que se conoce como la aristocrática Clase Media.


Estos modernísimos y socialistísimos ajustes redistributivos de la pobreza, en lugar de quitar a los ricos para beneficiar a los pobres, les quita a unos menos pobres para mitigar el hambre de otros miserables. No podía ser de otra manera, habida cuenta de que a los empresarios burgueses sólo les interesa el trabajador en funciones, y desentenderse de los desempleados y de aquellos ex trabajadores que ya les resulten asaz improductivos e irrentables. Dejan al Estado que cargue con esos “bacalaos” que ellos mismos van engendrando mediante su sistema de enriquecimiento privado sin límite superior alguno.


Todo eso traduce algo muy importante: La alta burguesía y sus títeres gobernantes y sindicalistas del mundo sólo mejoran las condiciones de sus asalariados dentro del propio seno de la masa laboral. De allí arranca la carga tributaria que grava exponencialmente los ingresos de los trabajadores, de tal manera que pagan más impuestos aquellos que obtengan mejores salarios. Digamos que el Estado burgués siempre ha castigado a los trabajadores más y mejor calificados. En eso ha consistido el empoderamiento de los pobres, logrado sólo apunta del desempoderamiento de otros pobres. Y a tales medidas de igualación de la pobreza el Estado, mendaz por excelencia , da en llamarlas: “mejor distribución de la riqueza”


Esa redistribución de la pobreza dentro de la propia clase asalariada, o sea, la redistribución de las remuneraciones laborales se viene practicando dosificada y sostenidamente desde la misma IVR mediante el conocido “salario mínimo”.


A ese salario m. lo hemos denominado “salario minimizado” porque precisamente sirve como una referencia ejecutivamente impuesta por el Estado burgués tanto para trabajadores burocráticos como para los privados. Estos ajustes mínimos sirven al mismo tiempo para el ajuste general de todos los baremos y demás tablas escalafonarias.


Digamos que con este salario m. se minimizan y tienden a desaparecer las discusiones burguesas, y muy “capitalistas”, obrero-patronales. Su resultado es obvio: Las empresas privadas tienden a ganar más porque reducen sus egresos por concepto de mano de obra y sin que esta reducción se refleje en una baja de los precios al consumidor. Además, el Estado repotencia su caudal de votos electorales y reduce las incómodas presiones sociales, las numerosas huelgas, etc. Digamos que “todos” salen ganando: los empresarios capitalistas, sus gobernantes populistas de turno, los marginados y excluidos, y, paradójicamente, ganan hasta los propios afectados con ese rasero salarial porque como miembros de la Clase media, aunque se estén empobreciendo, su enfatuado y alienado orgullo burgués termina autoconvenciéndolos de que con tal de que no llegue el Comunismo todo estará bien y merece efusivos aplausos.


Ahora, con este rasero salarial sobrevendrá una máxima tecnificación y automatización del aparato productivo, de tal manera que hasta el más improductivo trabajador pueda accionarlas mediante dicotómicos botones de pulsar y repulsar. De otra manera no sabemos explicarnos cómo en una sociedad socialista y capitalista puede ganar lo mismo un trabajador alta o medianamente calificado que un sencillo trabajador de faena sucia.





viernes, mayo 08, 2009


Antidialéctica de la Propiedad Privada
Capitalista

(Los límites de la Acumulación
Capitalista)

Manuel C. Martínez M.
07 may. 09



Cuando Marx se aleja de Hegel, de quien fue excelente discípulo, seguidor y admirador, lo hace por haber logrado ver la otra cara de la Dialéctica Hegeliana (DH). De esa manera el mundo pudo verse cabeza para arriba, y no lo contrario, según la propia metáfora que Marx y Engels introdujeron. Fue así cómo apareció la primera cosmovisión científica materialista, y comenzó el derrumbe de la Filosofía Idealista que todavía agoniza en este mundo. Quien haya leído la “Ideología Alemana” estará familiarizado con este escabroso tema.


A la luz de su gran descubrimiento, el perfeccionamiento que le aplicó Marx a la DH hoy se nos presenta con una sencillez de perogrullo. Para aquel entonces fue la innovación más trascendente que la Filosofía de todos los tiempos pudo recibir. Se trata de la metamorfosis del conocimiento mismo y del de todos los fenómenos conocidos por el hombre y de los que siempre estarán en la infinita cola para ser descubiertos.


Holísticamente hablando, la Dialéctica es una de la leyes de la Naturaleza de mayor absolutez posible. La introducción de la Relatividad "einsteiniana” pudo magnificarse mediáticamente porque sencillamente dejaba colar muy subrepticiamente, al mismo tiempo, un programado derrumbe de esta precipua e inconmovible ley natural.


Si hablamos coloquialmente, estamos refiriéndonos a la infinita sucesión de los cambios cuantitativos en c. cualitativos, y viceversa. La mejor y mayor divulgación de esta ley corrió a cargo de Vladimir Ilyich Lenin, y fue bien acogida y más popularizada aun por Mao Zedong


Los dígitos de la serie natural de números enteros, por ejemplo, es un palmario ejemplo de esta Ley: Así, aumentada sucesivamente la cuantía que cada número representan, su paso monodigital de 1 a 9 recoge los primeros cambios cuantitativos a secas. Al llegar al 9, la serie cambia de rostro: entonces se inicia la subserie de dos dígitos con lo cual y de paso se inaugura el algoritmo “cero” de obvia y conocida importancia matemática. Con el número 10 aparece pues el primer cambio cualitativo de la serie. Este primer cambio cualitativo experimenta luego un nuevo cambio cuantitativo que se agota al llegar a 19, momento para el cual aparece el segundo cambio cualitativo con el número 20, y así sucesiva e infinitamente posible e inacotable. Los números racionales no escapan a esta ley.


Sin embargo, bien miradas las cosas, esta ley dialéctica (LD) pareciera sufrir una fisura cuando la aplicamos al fenómeno de la Acumulación Capitalista. Recordemos que Marx le fijó como límite del crecimiento del capital (para la relación patrono-asalariado) el desgaste en la tasa de ganancia media (tgm). Esta limitación o finitud de la relación capitalista sería un efecto a largo plazo causado por la tendenciosa baja en tmg. Esta baja sobrevendría por las limitaciones propias del rendimiento técnico de los medios de producción, bajo condiciones de explotación salarial, cuyo empleo va acarreando grandes y costosos volúmenes de inventarios paradójicamente invendibles en mercados que no pueden crecer al ritmo del crecimiento de aquellos medios de producción. Estos encarecen sin cesar por causa de sofisticados progresos tecnocientíficos aplicados para la consecución de mayores volúmenes de mercancías en el menor tiempo posible y con menores costes unitarios medios..


Digamos que teórica o hipotéticamente la acumulación cuantitativa del capital físico y la relación capitalista deberían sufrir cambios cualitativos, según la LD, cambios que vienen siendo frenados subjetivamente por los grandes y modernos burgueses de las trasnacionales. Las guerras programadas en los laboratorios industriales y financieros, las plagas virales y afines germinadas en las empresas de la farmacopea burguesa, etc., dan cuenta de la creación inducida de mercados que buscan una salida al estancamiento de los mercados convencionales. Por su parte, la relación capitalista sólo se robustece con cada conato crítico de derrumbe social.


De esa manera, el Capitalismo estaría escapándose del cumplimiento de la Dialéctica, la estaría violando, y efectivamente así lo viene haciendo exitosamente desde hace muchas décadas, pero de todas maneras dicha ley conservará su inviolabilidad, en consecuencia debemos hallar una explicación al fenómeno en cuestión.


Desde acá, pensamos que la propiedad privada sigue siendo el núcleo dominante en toda relación laboral de explotación independientemente de que esta suponga riquezas en pocas o muchas manos. Observemos que en el sistema capitalista la riqueza acumulada por los empresarios sólo ha experimentado hasta ahora necesarios y objetivos cambios cuantitativos que
aparentemente tenderían al infinito si no cayéramos en la cuenta de que no menos necesariamente esa acumulación debería recibir un cambio cualitativo más tarde o más temprano. La pregunta que nos hacemos es: ¿Cuándo y cómo ocurrirá su primer cambio cualitativo?


Como respuesta, empezamos a preguntarnos si realmente todo podría reducirse a la puesta en práctica de una REDISTRIBUCIÓN del ingente cúmulo mundial de la riqueza generada por dentro del escenario de dicha propiedad privada. Esta redistribución estaría muy lejos de suponer la eliminación, ni mucho menos, reducir cualquier conato de “revolución” social a las consabidas e infructuosas nacionalizaciones o confiscaciones de los principales medios de producción realizadas por unos gobernantes que siguen sin dar demostraciones de saber qué hacer ni cómo aplicar eficazmente semejante e inmenso potencial económico tan sorprendentemente acumulado bajo el régimen capitalista. Dejamos al margen las toneladas de sangre derramada provenientes de las venas de los ingentes contingentes de asalariados que permitieron y crearon semejante riqueza.


La sociedad burguesa y sus alta y mediana burguesías tienen ese pasivo con los trabajadores del mundo, en los libros de la Contabilidad Social. Pensamos que la cuestión obreril podría reducirse al paso de la factura correspondiente, pero, ojo, esto no significa que la cobranza de esta acreencia suponga la eliminación misma de la propiedad privada. Tal resultado, negado de partida, sólo supondría destrucción de todo el progreso alcanzado hasta ahora gracias al indetenible desarrollo de las Fuerzas Productivas (FP) que, como inferimos, sólo han experimentado cambios cuantitativos.


El Primer cambio cualitativo de las FP sería ponerle límite cuantitativo a la acumulación capitalista sin esperar que la tgm se encargue inercialmente del asunto. El Estado burgués podría comenzar con la fijación de un tope cuantitativo para la riqueza en manos particulares, más allá del cual cualquier excedente debería pasar limpiamente a los trabajadores involucrados últimamente en el desbordamiento de dicho tope.


Los perceptores de esta riqueza excedentaria podrían perfectamente seguir alimentando la relación social capitalista, y cada uno de los nuevos patronos quedaría sometidos a la misma limitación. Estaríamos en presencia, pues, de una novísima distribución de la riqueza. Esta empezaría a respetar la ley dialéctica de los cambios cuantitativos crecientes para que estos sufran c. cualitativos que posteriormente se traducirían en nuevos cambios cuantitativos expresados de esa manera en un creciente número de explotadores, de patronos y de burgueses. Digamos que la propiedad privada, lejos de desaparecer quedaría robustecida por causa de un cambio cualitativo en su tenencia, en su distribución social.


Convirtamos, pues, a un mayor número de asalariados en un mayor número de explotadores, y sujetemos todos estos a la condición sine qua non de no seguir acumulando riqueza sin tope alguno. Permitamos que periódicamente los propios trabajadores experimentes cambios sociales de trabajador a explotador, sin el actual albur que engañosamente permite que sólo muy pocos trabajadores y desde las condiciones actuales puedan salir de la pobreza, mientras los patronos del mundo sigan acumulando indefinidamente sus desbordadas riquezas de explotación.




jueves, mayo 07, 2009


¿Qué tal si
Privatizamos el Poder Judicial?

Manuel C. Martínez M.
06 may. 09



Sólo es un secreto a voces la pésima e irreparable calidad del Poder Judicial venezolano, cuyos servicios dejan mucho qué desear en los distintos campos: penal, civil, mercantil y “bancofinanciero”. Dilaciones, y petulancia burocrática, inoperancia oportuna, defraudaciones sentenciales, despilfarros procedimentales, anacronías jurídicas, obsolescencia organizacional, etc., todo eso configura un cuadro improductivo para unos servicios tan valiosos e imprescindibles en cualquier sociedad civilizada, pero que cobran mayor relevancia en la sociedad capitalista cuya estructura familiar es privada y querellante por excelencia.


Esa deficiente e ineficaz calidad judicial, notoria por demás, ha servido para que con sobrada razón algunos venezolanos hayan buscado causas y causitas, y sugerido fórmulas y formulitas en búsqueda del saneamiento y mejora en los servicios del caso que nos ocupa.


Jueces, fiscales, legos escabinos, jurisconsultos, docentes, abogados, todos ellos representan una heterogénea masa de trabajadores en pugna por imponer, personal y privadamente, cada uno sus propios alegatos e inferencias, razón esta por lo que no han aplicado la cooperación interlaboral como método para agilizar los procesos judiciales ni resolverle querellas ni casaciones a los afectados de cada día.


La legislación venezolana se ha ido saturando de leyes y leyecitas, de una legislación hípercasuística donde la mayoría de sus leyes terminan durmiendo el sueño de los justos por su inaplicabilidad, su empolvamiemto o ignorancia dentro de los propios tribunales, y donde las necesidades del burócrata judicial en nada difiere del mercachifle cuyos inciertos ingresos lo mantiene diariamente en constante y estresante expectación.


Sábese que por naturaleza propia los servicios jurídicos nacionales del llamado Estado de Derecho siempre han sido públicos o al servicio, ni tan indistintamente, de tirios y troyanos, de negros y blancos, de honrados y deshonestos, de alfabetos y analfabetos, de pobres y ricos, de patronos y asalariados, de prestamistas y prestatarios, de comerciantes y consumidores, de mayores y menores, de mujeres y hombres, de heter y homosexuales, de grandes damas y grandes prostitutas, y de delincuentes y probos.


Esta indiferenciación teórica y constitucional ya deja mucho qué desear en un país donde el lucro particular y los problemas familiares de esos negros, de esos blancos, de esos banqueros, de esos prestatarios, de esos asalariados, de esos capitalistas, de esos consumidores, de esos comerciantes, y de esos analfabetos y alfabetos, guía la mente y los pasos de una ciudadanía nacida, alimentada y educada en un atomizado mundo individualista y robustecidamente burgués por todas sus aristas y dimensiones.


Los hombres preocupados por la mala marcha del Poder Judicial han hablado de obsoletos métodos procedimentales, de carencia de espacio físico, de mala remuneración de la burocracia judicial, de malos hábitos del venezolano y de otra larga lista de posibles y hasta concomitantes causas de semejante anacronismo, desorganización y baja productividad del poder institucional que más peso cultural ejerce en cualquier sociedad del mundo de ayer y de hoy, inclusive más allá de los aportes culturales derivados del multisistema educativo nacional, estadal y municipal.


Pensamos que este Poder Judicial bien podría ser objeto de privatización de tal manera que su gerencia y directivos judiciales vean en cada caso ventilado en sus oficinas una fuente de lucro y correspondientemente vean también y en paralelo, una causa de quiebra capitalista en caso de que no sepan prestar buenos y oportunos servicios, ni garantizarle la razón legal a un demandante, ni sugerir el justo castigo a quien negro, blanco, rico, pobre, empresario o asalariado, haya cometido algún ilícito, delito, o violación o incumplimiento de obligaciones varias.


Esta privatización del Poder Judicial no tiene nada de extraño ni inédito, habida cuenta que actualmente la mayoría de los defensores y demandantes de la querella nacional es ejercida privadamente por abogados debidamente acreditados en su libre y arbitrario ejercicio profesional.


El libre ejercicio de la abogacía es en sí mismo un anticipo y buen ejemplo de privatización judicial. Entonces, ¿por qué no se privatiza también y definitivamente la fiscalización de los deberes y obligaciones de los burócratas de los poderes legislativo y ejecutivo? La legislación venezolana, actualmente y a la inversa, hace del poder Ejecutivo y del Poder legislativo un doble suprapoder que constitucionalmente subyuga y regula el ejercicio burocrático del poder Público Judicial. Los magistrados son preseleccionados por esos poderes, y el Presidente está facultado para casar a voluntad suya cualquier decisión que cualquier tribunal haya tomado con justificada razón.


¿Por qué no se privatiza la atención y defensa del agraviado, del secuestrado, de las víctimas del hampa común y burocrática?, cosas así.


Así como muchos servicios privados han sido nacionalizados, también algunos servicios que tradicional y contractualmente han sido nacionalizados pudieran ser perfectamente privatizados, ya que mal puede seguir el Poder Judicial en unas manos burocráticas y de difusa responsabilidad de quienes por lo general y tendenciosamente terminan convirtiendo la Justicia en coto privado.

miércoles, mayo 06, 2009

El Anticomunismo del Siglo XXI

El Anticomunismo del Siglo XXI

(Ensayo)

Manuel C. Martínez M.

04 mayo 09


A estas horas ya cumplió años de nacido el Fundador del Comunismo, Karl Marx. Ha sido el científico e intelectual que rentablemente más ha contribuido con los industriales burgueses de la mediática de los últimos 160 años. Su copiosa producción literaria, hecha mercancía, ha batido ecuménicamente todos los records de venta sin haber recibido jamás una loa ni premio alguno de parte de los productores del libro. Se estima que se ha leído y comercializado más que la propia Biblia.


Aprovechamos su aniversario para tratar sobre la insostenible y variada vulgarización emprendida durante estos últimos tres siglos (XIX-XXI) por sus sempiternos enemigos. Muchos de estos, ante el fracaso sostenido de sus ataques y desvirtuaciones teóricas llevadas a cabo por los panegíricos y apologistas tarifados, y hasta Nobeladamente Premiados, después de practicar la más despiadada criminalización del Comunismo, la de sus seguidores, y después de la destrucción de la URSS, han terminado y sin tapujo alguno disfrazándose de “socialistas”.


Desde la Critica de Marx, desde su filosofía, y armados maquiavélica o aburguesadamente con sus aportes críticocientíficos, han asumido funciones procapitalistas a las que bautizan y patentan como socialistas. Los practicantes de este nuevo ataque antisocialista buscan desprestigiar de tal manera la literatura comunista que luego del próximo fracaso burgués, el pueblo asalariado quedaría harto de “socialismos” incapaces de resolver la problemática obreril porque sencillamente el nuevo socialismo no es más que el decrépito capitalismo que pareciera renacer a partir de sus propias cenizas.


Porque, transcurridos ya 191 años del Nacimiento de Karl Marx, las leyes laborales actuales siguen expresando el resultado de luchas políticas por la defensa y perpetuidad del salario, y quienes defiendan a este obviamente defienden al burgués, al patrono capitalista. Es una especie de novísima praxis de anticomunismo. A esta nueva estrategia anticomunista, muy aplaudida en muchos países del mundo actual, doy en llamar El Anticomunismo del Siglo XXI

domingo, mayo 03, 2009

Cremaciones

Cremaciones & Necropsias


Manuel C. Martínez M.


01 may. 09


"La cremación es la práctica de deshacer un cuerpo humano, quemándolo, lo que frecuentemente tiene lugar en un sitio denominado crematorio.


Junto con el entierro, la cremación es una alternativa cada vez más popular para la disposición final de un cadáver"


Obtenido de la misma fuente siguiente:


"Las razones por las que se realiza una necropsia o autopsia (en humanos) es para saber causas exactas de muerte del sujeto; desde posibles envenenamientos, padecimientos que lo aquejaban u otras causas."


El documento que se expide luego de esta donde queda detallado todo el resultado, se le llama Protocolo de Necropsia."


Obtenido de "http://es.wikipedia.org/wiki/Necropsia"


Obviamente, en el caso de las CREMACIONES tal alternativa se pulveriza.


Si bien la cremación es una práctica funeraria de vieja data, extensiva a los cadáveres de seres humanos, modernamente se la viene promocionando para evitar posibles angustias que pudieran sufrir las personas que hayan sufrido catalepsias varias. Hay argumentos en pro y en contra.


Sin embargo, una cosa es indudable: esta modalidad funeraria potencialmente se presta para que algún nteresado esconda rápidamente cualquier averiguación sobre las verdaderas causas de muerte en caso de que estas sean diferentes a la refrendada por la autoridad ad hoc.


El caso que nos ocupa nos induce a declarar tajantemente que no dudamos para nada de la importante labor ejercida por estos prestadores de servicios crematísticos. Estos son practicados con todo el rigor sanitario moral y la confianza comercial que se merecen como empresarios debidamente legalizados, en aras de satisfacer las modernas exigencias profilácticamente sanitarias.


Desde luego, la práctica de la cremación se viene convirtiendo en un gran filón lucrativo para los involucrados en este tipo se servicio alterno. Efectivamente, se viene desarrollando todo un mercado que está compitiendo eficazmente contra los entierros tradicionales.


Las cremaciones se realizan dentro de las primeras 48 horas postmórtem. Para su identificación, el cadáver es exhibido por una ventanilla ante 2 dolientes o amigos que hayan comparado tales servicios, durante pocos segundos y en cuestión de un santiamén de aquel cadáver sólo quedan cenicientos vestigios. El horno da cuenta del cadáver con mucha brevedad incinerante. Tan alta es la temperatura empleada.


Posteriormente, los dolientes reciben una ánfora o urna contentiva de los residuos inorgánicos, desde donde dudamos que se pueda hacer algún seguimiento patológico, en caso de dudas más allá del simple informe del forense o de la Partida de Defunción generalmente levantada por el médico de quien más a la mano se disponga.


Pensamos que bien podrían hacerse previas radiografías integrales del cadáver a fin de por lo menos dejar alguna opción a posibles averiguaciones que debieran hacerse en caso de dudas razonables.


En cuanto a las urnas funerarias del cadáver que sería sometido a cremación, estas son entregadas contractualmente a las empresas crematorias. Estas son autorizadas por los compradores para que sean donadas a terceras personas. Pensamos que también estos empresarios deberían presentar pruebas fehacientes del beneficiario oportuno de tales donaciones para que finalmente los dolientes conozcan al donante.

Los Límites del Salario


Los Límites del Salario
(Por un Último Primero de Mayo))
Manuel C. Martínez M.
30 abr. 09



Con el apoyo de economistas burgueses, el de los políticos inescrupulosos y el de los piratas de la diaria mediática se refuerza y enfatiza cada vez más la perniciosa confusión que pesa sobre esta importante y brillante categoría económica.



Mañana, Pro. de Mayo, el Salario estará en las bocas de centenares miles de millones de trabajadores entonando un monótono y angustioso coro que lleva ya más 150 años sin silenciarse ni lograrle salida a la mala vida del trabajador burgués. Se hablará de su aumento y con ello de la continuidad del sistema que lo sostiene.


La Literatura económica y las hemerotecas del mundo moderno se han nutrido con los aportes de los panegiristas y apologistas del sistema capitalista en su terca lucha para enfrentar la inconmovible verdad de que el salario es el camino más expedito emprendido por la Industria lucrativa moderna para justificar la vida holgada de los ricos en la vecindad de la miseria de las grandes masas de trabajadores y ex trabajadores. Este sangriento y escabroso camino ha sido construido desgraciadamente por las serviles manos y voces de un sindicalismo genuflexo y
aburguesado.


Los políticos de oficio, los populistas y demagogos de la burocracia mundial, han vendido la falsa idea de que el sindicalismo puede andar por un lado, y la Política por otro, como si la defensa del trabajador asalariado fuera un asunto privado, y como si tampoco los políticos no fueran trabajadores del mismo sistema económico sobre el cual se encarama el Estado. De allí que los trabajadores y sus sindicalistas sigan defendiendo el salario y con ello al patrono, a cambio de la defensa de su propia vida.


Ambos, sindicalistas y gobernantes, niegan o ignoran que ningún salario garantizará jamás una vida mejor para los trabajadores en conjunto, aunque sí puede sobrerremunerar a una elite de asalariados a quienes encumbra y proyecta como futuros empresarios y coaccionistas de las mismas empresas donde hayan sido privilegiadamente gratificados.


De resultas, los sindicatos no han podido ir más allá de un alargamiento de la vida del capitalismo, de una reducción de la jornada a un ritmo de crecimiento muy inferior al del crecimiento vegetativo de la población fabril activa, ni han podido frenar en un ápice la voracidad del enriquecimiento patronal, como tampoco la pobreza y pauperización crecientes del proletariado.


Pero en medio de esa oscuridad sindical, estatal y literaria, hay un foco de luz que no podrá apagarse mientras subsista la relación obrero-patronal. Estamos hablando de los Límites del Salario. De su límite inferior del que se vienen encargando los propios gobernantes como miembros principales de la clase trabajadora que son, con toda su carga de servilidad que suelen mostrar ante el inmenso poder y el supragobierno de la alta burguesía internacional, usualmente conocida como El Imperio, y servilidad exhibida ante los gobernantes de los principales países burgueses.


El Salario Mínimo pasó a ser un mandato burgués de los industriales, y una atribución ordinaria de los gobernantes. Su monto tiende a cubrir por defecto el consumo “basal” de la población que lo perciba. Se fija para los trabajadores de menor índice de formación técnica, a pesar de que estadísticamente estos suelen ser un número relativamente muy pequeño en cada empresa capitalista.


También, este SM sirve para que el gobernante de turno mantenga su inventario de seguidores y se apoltrone en el poder. El SM principalmente sirve para que los empresarios minimicen su inversión en capital salarial ya que sus tabuladores terminarán justados a ese mínimo monto, con todo lo cual las discusiones obrero-patronales van diluyéndose y consecuencialmente perdiendo relevancia. Los SM de hecho van reemplazando la labor sindical, reforzando el paternalismo gubernamental y trastrocando la conciencia social del asalariado quien se ve a sí mismo más como un súbdito de su gobernante que como un trabajador oprimido de su patrono.


Con esto, coherente y consecuentemente el salario deja de ser un asunto privado, de la libre empresa, ya que en el ejercicio del gobierno se asume labores sindicales a través de un paternalismo creciente reemplazante.


Por su parte, el Límite Superior del Salario (LSS), si bien y aparentemente hasta ahora ha venido creciendo en correspondencia con las necesidades del trabajador, es una variable que cada vez tiende a la baja en su ritmo de crecimiento. Entre otras causas de este estancamiento está el hecho de que las necesidades de la CM se amplían sin cesar con el consumismo inducido por la misma industria y mercado
burgueses.


Podemos vislumbrar que más pronto que tarde veremos un salario cuyo LS ya no podrá acrecentarse sin poner en riesgo la gananciosidad y lucratividad del empresario. Por ejemplo, en Latinoamérica se percibe una mancomunidad integracionista de países declarados “socialistas” que están deteriorando las condiciones económicas de la Clase Media (CM). Su salario y condiciones laborables, su costo capitalista, digamos, ya no resulta rentable so pena de un inaguantable y mortal descenso en la tasa de ganancia.


El crecimiento sostenido del límite inferior del salario, al lado del acotamiento y la esterilidad del LSS, sumados a economías en el Control de Calidad de las mercancías de tercera lanzadas a unos mercados que cada día se monopolizan más, representan la alternativa al límite final del del salario capitalista. Digamos que por un lado se acrecienta el límite inferior del salario con cargo al inevitable achicamiento de su límite superior.


Ante esa pequeña luz, sugerimos y pensamos que ya tampoco debe seguirse incrementando el salario sino más bien considerarlo como simples anticipos de la ganancia anual. Y así, vendido el producto nacional, y determinado el valor y precio del Valor Agregado por los trabajadores, estos, conjuntamente con sus patronos, cuantificarían a prorrata el monto de las ganancias que les correspondería a las partes involucradas. Sólo así, por lo menos y mientras tanto, los incrementos salariales dejarían de disolverse como la sal en el agua, se frenaría el empuje inflacionario, el dinero dejaría de devaluarse, y por fin nos acercaríamos a un verdadero final del sistema capitalista, liberados como estaríamos del freno actual que representa la contraproducente política de los ajustes salariales de cada Primero de Mayo.