Asociación Civil Bolivariana "Defensores del bolívar"

viernes, junio 24, 2011

Conozcamos Mejor la Gesta Bolivariana (Metamorfosis de la Revolución Burguesa)

Manuel C. Martínez M.


24/06/2011

La trascendente importancia socioeconómica y política que para Venezuela tuvo la Guerra de Independencia de comienzos del Siglo XIX es indiscutiblemente admirable. Sus arrojados héroes y participantes, principalmente los mantuanos y los hombres que a la sazón ya eran libres en este territorio: pardos, comerciantes, artesanos y otros, tienen muy merecidas todas las conmemoraciones que se les haga todos los años.



Sin embargo, la manera de seguir evaluando y reconociendo esa epopéyica gesta independentista debemos actualizarla con la enseñanza de una Historia apoyada con los auxilios de los modernos métodos sociológicos ofrecidos por la Filosofía de la Segunda mitad del Siglo XIX, única manera de revisar la visión revolucionaria de los pensadores socialistas que inspiraron la Revolución Francesa, así como la de sus posteriores seguidores en el resto del mundo.



Esa Revolución, como sabemos, buscó romper con las pesadas ataduras y entorpecimientos económicos derivados de una feudalidad retrógrada cargada de vicios burocráticos y económicos. Pero, luego del triunfo burgués, se sigue desconociendo, ocultando y hasta negando que para los trabajadores de las sociedades clasistas de poco vale una revolución dirigida y emprendida por una clase que termine reemplazando a los explotadores salientes. Ese fue el caso de los burgueses victoriosos allá, en Francia, y aquí en América.



La Historia de Venezuela debemos ajustarla a la metodología moderna para reeditarla y perfeccionarla con los aportes del Materialismo Histórico y de la Dialéctica Materialista, aportes científicos que hoy por hoy son acogidos sólo por una parte de nuestra sociedad ya que, como era de esperarse, la clase burguesa que reemplazó a los oligarcas o realistas y mantuanos y comerciantes de aquellos tiempos feudaloides y aristocráticos lleva siglos mundiales a través de los cuales se metamorfoseó, al punto de que desde ese mismo siglo XIX y hasta más atrás asomó su incapacidad para resolver los problemas de la paz social, y que, lejos de aminorar la explotación feudal y esclavista de aquellos campesinos y artesanos, aplicada por los realistas americanos, terminaría recrudeciendo la explotación del trabajador asalariado.



El Materialismo Histórico sostiene que las guerras son consecuencia de desajustes en la base económica de la sociedad clasista, desajustes causados por la lucha entre la clase dominante del modo de producción obsoleto, y la clase que ha ido cuajándose en el nuevo modo, una clase más ajustada al desarrollo de las fuerzas productivas que el modo cuestionado haya permitido, salvedad hecha de la revolución socialista contra el modo burgués, ya que en este caso no sólo debe cesar el dominio burgués, sino también las clases sociales.



Esta nueva visión revolucionaria tiene su fundamento en la concepción dialecticomaterialista, según la cual, primero debe resolverse el problema económico y luego el político, pero, aun así, se puede dar dos tipos de revolución, el correspondiente al reemplazo de explotadores, y el referido a la eliminación de las clases sociales. En el caso de la gesta independentista venezolana, se dio el primer tipo. No obstante, la iniciativa revolucionaria es siempre política ya que sus líderes representan la evolución intelectual alcanzada económicamente por las fuerzas productivas, por la base económica.



De manera que los logros alcanzados por los independentistas del siglo XIX ya perdieron vigencia, y a aquellos héroes no puede seguírseles atribuyéndose los logros del presente, ya que la clase burguesa instaurada desde esos mismos tiempos de independencia de la Corona Española, hoy es una clase tanto o más retrógrada que la de aquellos realistas que dominaban la producción y el Estado de entonces.



A nuestros héroes independentistas debe seguírseles respetando y honrando, pero sólo en esos días de sus efemérides, y no convertirlos en los guías de una nuevo proceso revolucionario radicalmente apartado de aquellos tiempos y realidades. Hoy la lucha en contra esos mismos burgueses de ayer y de hoy, y contra sus más aferrados defensores, los mismos que han llegado a considerar que la independencia fue el fruto de un solo personaje.



Es aberrante seguir con una Historia que sigue considerando, escribiendo y señalando que los venezolanos de hoy debemos nuestra independencia del régimen realista a Simón Bolívar, no sólo porque la revolución que la burguesía que él representaba se ha metamorfoseado, sino porque con semejante culto a la personalidad se está negando los aportes de tantos otros venezolanos no menos meritorios que la evolución histórica ha ido produciendo.



Está claro que todos los procesos sociales responden a la coparticipación de los trabajadores, de todas las personas enfrentadas al Estado, contra el poder gobernante en lo político y en lo económico, ya que la verdadera labor de un revolucionario es asumir el coprotagonismo y la correvolución en estas constantes luchas entre las clases sociales actuales.

miércoles, junio 01, 2011

Conozcamos la Clase Proletaria (¿La socialización del capitalismo?)

Manuel C. Martínez M.
30/05/2011

“ “La miseria, llevada inclusive al punto en que engendra el hambre y las epidemias, tiende a aumentar la población en lugar de detenerla.”  Después de haber demostrado esta proposición por medio de la estadística, Laing agrega: “Si la gente se encontrase en una situación desahogada, el mundo quedaría muy pronto despoblado” ”. Carlos Marx, El Capital, Libro I, Cap. XXV.  

Las inferencias sociológicas de esas citas, perfectamente compartidas por Marx, han tardado siglos para ser pesadas con su justa aplicabilidad capitalista. La percepción que logró Carlos Marx sobre la mecánica capitalista fue tan vasta que desbordó su aplicabilidad dentro de una misma generación de industriales, y la dinámica burguesa acelerada con la acumulación de capital retarda la asimilación de sus aportes teóricos tanto a favor de los obreros como de los mismos explotadores.

Efectivamente, por una parte, 160 años después, hoy los estratos sociales proletarios peor remunerados están cobrando una importancia capitalista que nos comprueba lo que ya hemos señalado anteriormente: Que la llamada clase media tiende a su extinción o al pauperismo, mientras, por otra parte, los menos favorecidos por el sistema burgués son ahora tomados en cuenta como relevos numerarios de aquella mano de obra que está resultando irrentable en términos capitalistas.

Cuando decimos proletarios usamos un genérico envolvente de varios tipos de trabajadores, unos más productivos que otros, muchos en estado de ocio permanente, desempleados temporales, subempleados, ex trabajadores caídos en la miseria, delincuentes menores. Así como la burguesía exhibe un menú de capitalistas con desiguales condiciones económicas, así los proletarios también lo tienen en grados de pobresía.

La cuenta burguesa parece sencilla: La inversión en capital variable o los salarios de muchos obreros de baja calificación puede resultar más gananciosa que la de los elevados desembolsos en pocos trabajadores de alto nivel tecnológico, en razón de que cada día la tecnología permite que trabajen operarios con mínimo esfuerzo físicomental, mientras que preparar técnicos de alto nivel ya no tiene cabida en los planes industriales, amén de que con este trueque de unos trabajadores por otros se estaría incrementando el mercado solvente que tanto exigen los mismos adelantos técnicos propios de la industria con levada composición orgánica de capital.

Digamos que al sistema le está resultando indiferente emplear un mayor número obreros más baratos que invertir el mismo o mayor capital en un menor número de estos, además que a mayor volumen de empleo, mayor demanda de mercancías básicas., menor pauperismo, menor mendicidad, menor delincuencia, etc.

Como sábese, la clase media se ha convertido en un trabajador suntuario en sí mismo, despilfarrador o consumista, y con un estándar de vida que cuenta mucho más del costo de varias cestas básicas de un trabajador menos exigentes en calidad, pero que representaría una mayor demanda de bienes fundamentales para la vida laboral, si esos elevados salarios quedaran mejor distribuidos.

Si consideramos que el trabajo es social, las diferencias cualitativas o la productividad de unos trabajadores no pueden justificar semejantes abismos salariales, habida cuenta de que en cualquier equipo ningún trabajador resulta menos importante. Tales diferencias han sido inducidas por los apologistas del burguesismo para crear divisiones laborales dentro de una misma empresa y para que los timoratos reclamos de los peor remunerados no fueran apoyados por los mejor remunerados.

Es un hecho que las protestas proletarias, por mejores salarios, pero para nada contra el sistema capitalista, han sido propias y más frecuentes en las clase más favorecidas por el sistema en el sentido de que, por ejemplo, de perogrullo están empleados, se han hecho de una o más viviendas “ultradignas”, viajan fuera del país, saben reducir su prole, mientras que los obreros peor remunerados hasta miedo sienten se ser botados ante cualquier asomo de reclamos, y hasta modernamente se han venido conformando con los llamados “salarios mínimos” que oficialmente les impone el gobierno de turno.

Digamos trabajadores de primera y t. de segunda. Estos obreros “de segunda” han sido pacienzudos y conformistas por naturaleza, tal vez por hallarse muy cerca del barranco de la miseria, mientras que los trabajadores de primera (de la clase media) se han tornado harto infatuados, al punto de no considerarse explotados , sino, a lo sumo, mal pagados, a pesar de alcanzar elitistamente los mejores salarios del mercado.

Los explotados de la clase media han sido la mejor defensa de la clase burguesa, en contra de todo lo que haya olido a izquierda, a comunismo o a socialismo, y ahora parece que el sistema se cansó de ellos, ya no son rentables. Así les está pagando el sistema que tanto han defendido en la vieja Europa, en España, en la infatuada Londres, y en la longeva Atenas, en Irlanda, etc. Ahora, luego de siglos, empezaron a comprender que también son víctimas del sistema, y poco les falta para cuadrarse con la izquierda, sin terminar de asimilar que de lo que se trata es de una nueva revolución burguesa que damos en llamar socialización capitalista.

Creer que esta clase media moderna, o trabajadores proburgueses en vías de papauperización irreversible, pudieran izquierdizarse es caer en un “infantilismo de derecha”, puesto que lo que está en marcha es una suerte de “socialización capitalista”, y es en Francia donde sus integrantes se empezaron a convencer de que la clase media será la que realizará los trabajos “obreriles” que los inmigrantes pobres realizaban, mientras ellos se daban la gran vida de salarios elevados para sostener su consuetudinario anticomunismo.