Asociación Civil Bolivariana "Defensores del bolívar"

martes, septiembre 29, 2009

La Delpinada del Siglo XXI

Manuel C. Martínez M.

29 sep. 09

Delpinada debe su nombre a una famosa sátira que unos intelectuales de la época guzmancista y federalista le dedicaron a un mediocre y ramplón poeta, de nombre Francisco Delpino y Lamas.

Como buen ignorante y petulante, ese poetastro con ínfulas de vocación lírica requería urgentemente ser ridiculizado. El creador y copartícipe de esa bufonada criolla y caraqueña fue Vicente Romerogarcía, mejor conocido como autor de Peonía, obra costumbrista venezolana. (L. J. Lovera de Sola, Prologuista de Peonía, Alfadil Ediciones, España 1981)

La sátira como estilo mediático precedió a La Delpinada. Cada vez que los críticos de un gobernante o de una clase social deban echar mano al teatro, al humor gráfico, en un intento frustrado por burlar la censura política, se ejercitan delpinistamente.

Se cuenta que un Rey español a quien apodaron El Grande perdió muchas tierras previamente conquistadas por sus predecesores. Una noche unos “guarimberos” hicieron un agujero frente al palacio del Rey y colocaron un grafiti que decía: “Mientras más tierra le quitan, más se crece.” (Tomado de Santiago Key A. Obras Selectas, Ed. Edime, Madrid 1955)=

Nuestra Delpinada teatral ocurrió en los tiempos del Federalismo efervescente durante los cuales la figura del déspota ilustrado y autócrata Antonio Guzmán Blanco termina crecida ante tanta ignorancia generalizada, y halla en los presidentes Linares Alcántara, en Crespo y en Hermógenes López sus más fieles seguidores.

A este AGB sólo podían comparárseles el ya difunto Bolívar, y Páez quien sale del juego en 1873. De este personaje se dice que fue el único político-escritor venezolano que para entonces ya tenía claros los efectos de la Segunda Revolución Industrial, y luchó teóricamente por sembrarla en Venezuela, es decir, por montarnos en los procustianos carros de un Capitalismo que en nada ha beneficiado ni beneficia a los trabajadores que con este se contaminan.

Vicente “Romerogarcía” fue un escritor de naturaleza molieriana, un escritor oscuro como víctima que fue de la censura que han sufrido siempre los hombres cuando los asiste la verdad no concordante con los gobernantes de turno.

Guzmán Blanco halló en Romerogarcía uno de sus más y mejor dotados críticos. Fue representante de la verdadera oposición, y no de la politiquera como la que llevan actualmente a cabo los insepultos del “Puntofijismo” nacional.

Hoy nos encontramos con una “delpinada” históricamente evolucionada y concordantemente alineada con los requerimientos económicos de este Siglo XXI. Sus protagonistas son todos los países que vienen engatusando a nuestros gobernantes contemporáneos, a quienes colman de elogios, de fingida admiración y de unas loas y apologías que jamás han rendido a sus respectivos connacionales.

Marx también ha arado en el Mar

(Ingenuidad de Bolívar y precocidad de Marx)

Manuel C. Martínez M.

10 sep. 09

Simón Bolívar, tan laureado, venerado, perseguido, endiosado y muy utilizado, ofrece un bajo parangón con el vilipendiado, odiado, satanizado, marginado, silenciado, tergiversado y muy poco utilizado Carlos Marx, pero ambos tienen en común haber arado en el mar”.

Luego de lanzado al mundo el Manifiesto Comunista (Marzo, 1848) las enseñanzas de sus autores llevan sus buenos siglos sin ser suficientemente aplicadas. Como docentes, Marx y Engels no han tenido muchos alumnos sobresalientes, que digamos, pero a Bolívar estos le han sobrado y siguen apareciendo por toda América y más hasta allá.

Si el proyecto libertario y justiciero de este último lleva 200 años sin ser eficazmente aplicado, el de Marx parece ir por el mismo camino.

Al margen de Bolívar y de Marx, la desunión del proletariado del mundo, apenas apelotonado como aceite y vinagre por esporádicos líderes de lo más populistas o pseudomócratas continúa, sigue produciendo pobreza y desilusiones, y servir ambos de romántica esperanza con platonizada candidez también los une.

Hay muchas razones especulativas que la elucubración popular pudiera exponer para explicar por qué la generosa semilla de elevado potencial de felicidad y justicia para la humanidad ha tardado tanto tiempo para que, cual trilogía de personas fundidas en una sola, termine de unir sus lazos de libertad, fraternidad e igualdad.

Hay una razón de peso que podría explicar los fracasos de tantas tentativas lebertarias. Esta razón constituye el principio y objetivo básico de la obra de Marx, y en esto, la precocidad científica y premonición de éste superó en mucho el idealismo, buenas intenciones e ingenuidad del otro.

Estamos hablando de la desigualdad social que se halla pesadamente asentada en la “infraestructura” del modo de vida burgués. De perogrullo, donde halla 2 o más clases sociales, una explotada, y explotadoras las demás, no puede haber igualdad. Si el piso de una sociedad y sus fundaciones y pilares se hallan fracturados, resulta iluso erigir cualquier edificación estable para todos sus habitantes.

La sociedad donde vivimos no puede garantizar ningún tipo de igualdad social que de alguna manera merme los privilegios de sus clases de mayor poder económico, ya que eso es y sería un contrasentido.

Mientras no se admita que mejorar las condiciones de los asalariados sólo perfecciona y alarga la relación burguesa; que mientras al lado de desempleados y marginados sólo mejoran las condiciones de algunos trabajadores, entonces jamás podrá haber libertad ni fraternidad ni igualdad ni unión proletaria local, ni regional ni mucho menos mundial

Paradójicamente los trabajadores que van corriendo con mejor fortuna por equis razones políticas, familiares, ecdémicas o naturales, jamás podrán unirse al resto del proletariado rezagado. Por el contrario, ha sido comprobado que mientras mejores sean la remuneraciones laborales de muchos asalariados, estos más se alejan de su condición social originaria y pasan a engrosar las filas de la mediana burguesía. En esta, por supuesto jamás serán asimilados como tales, pero sí muy bien usados como férreas férulas contra la protesta del resto de los trabajadores. A lo sumo, terminan pareciéndose entre sí, como bien lo afirmó el escritor Leon Tolstoi.

Estos pseudoburgueses, autollamados “clase media”, terminan siendo usados como falsas pruebas vivientes de que en la sociedad capitalista se puede ascender desde el oscuro “hueco de la pobreza a prístina la libertad de otro mundo exterior. Las mejoras salariales son el mejor mecanismo de alienación con que cuenta la burguesía para seguir alejando la completa posibilidad de unión proletaria

Por eso podemos afirmar que Marx ha arado transitoriamente en el mar esperando una unión de proletarios al margen de una generalizada y global revolución que elimine la división social clases y la figura del aslarariamiento. Allí también aró definitivamente Bolívar cuando pretendió quitar privilegios a unos para otorgárselos a otros, principalmente en aquellos tiempos de plena efervescencia del burguesismo en aquellos territorios americanos posindependendistas. El logro de igualdad entre los hombres es una utópica tarea, de partida tan árida como el mar cuando se pretenda igualar por encima lo que se halla roto por debajo.

Hablemos sobre Nobeles

(Algunos no son de fiar)

Manuel C. Martínez M.

26 sep. 09

De entrada, los premios Nobeles de Economía y de Paz son acientíficos. Esto es así debido a que la Economía Científica es marxista y leninista por excelencia, es la que hurga en las causas, principios y leyes de la conducta social asumida por los hombres cuando entre sí estos se las arreglan para satisfacer organizadamente sus necesidades económicas.

Esta Economía Científica (EC) analiza las leyes propias de la Sociedad Burguesa e infiere que en esta reina inexorablemente la explotación de unos hombres por otros, que allí priva la desigualdad de oportunidades, las irresolubles injusticias sociales, y que en ella germinan todos los vicios humanos derivados de la pobreza alimentada y reciclada por un modo de producción que escamotea al trabajador su parte en el proceso productivo, parte que trasiega para sí el patrono capitalista.

La EC asegura que dentro del mismo modo burgués no hay opciones válidas diferentes a la expropiación de todos los principales medios de producción; nos enseña que las reformas burguesas sólo logran, a lo sumo, alimentar la coexistencia de todas las desigualdades clasistas.

Los trabajos de esos economistas nobelados tienden a la estabilidad del sistema burgués. Consecuencialmente, mal podría recibir un Nobel aquel profesional que, lejos de proteger y alargarle la vida al sistema capitalista, prevé su terminación y aboga por su reemplazo lo más pronto posible.

Igualmente, el Nobel de la Paz premia a quienes se han ocupado eficiente y eficazmente buenos intervalos temporales de paz para la clase explotadora del sistema capitalista. Se concluye con que ambos tipos de Premios son antimarxistas por definición.

Ahora pasemos a considerar algunas consejas de economistas nobelados no marxistas, no sin antes recordar que todos ellos salieron del hueco de la pobreza. El monto actual de un Nobel ronda su MM de dólares.

2008 Paul Krugman por "sus aportaciones a la teoría de la Economía Internacional y la Geografía Económica"

Pareciera que 300 años de opresión social de patronos sobre asalariados no le ha bastado.

2006 Muhammad Yunus economista que obtuvo el Premio Nobel de la Paz "por sus esfuerzos para crear desarrollo económico y social desde abajo".

Un “desarrollo desde abajo, financiado desde arriba por los de arriba.

2005 ROBERT J. AUMANN y THOMAS C. SCHELLING por haber ampliado nuestra comprensión del conflicto y la cooperación mediante el análisis de la Teoría de Juegos.

Como si el hambre del asalariado y del lumpen engendrado por este sistema dependiera del azar. Se trata de la más palurda e irónica versión de las causas de la miseria laboral.

2004 EDWARD C. PRESCOTT y FINN E. KYDLAND por sus contribuciones a la dinámica macroeconómica: la consistencia del tiempo en la política macroeconómica y las fuerzas que regulan los ciclos económicos".

Estos economistas proburgueses reconocieron la persistencia de las ínsitas crisis que caracterizan este sistema, para el cual las depresiones y/o recesiones se convierten en estímulos para las inversiones que a largo plazo reciclan sus propias crisis.

2002 DANIEL KAHNEMAN por haber integrado los avances de la investigación psicológica en el análisis económico y VERNON L. SMITH por haber establecido los experimentos de laboratorio como un instrumento en el análisis económico empírico.

Aquí dejaron ver el lavado cerebral que ha practicado ideológicamente un modelo de vida que ha ido formando dentro sus propias víctimas explotadas un cuadro de sumisos y embobalicados “escuálidos” (nombre con el que el “chavismo” venezolano identifica los cuadros de trabajadores de mejor remuneración salarial, a sus comerciantes y pequeños empresarios, a quienes equivocadamente se les trata como “clase media”.

2001 GEORGE A. AKERLOF, A. MICHAEL SPENCE y JOSEPH E. STIGLITZ por sus análisis de los mercados con información asimétrica.

Estos proburgueses y mercadotécnicos con ínfulas de socialista han tenido el tupé de sugerir que entre los rubros del PTB se incorpore el valor del “gasto social” gratuito cubierto con los impuestos del Estado burgués. De esta manera, por ejemplo, un país marcadamente paternalista como Venezuela podría ofrecer uno de los PTB más altos del mundo, habida cuenta de que prácticamente no hay una sola boca venezolana que no reciba gratis uno que otro servicio público, con inclusión de las personas mejor dotadas económicamente. Porque, si a ver vamos, sencillamente Venezuela lleva sus buenos 60 años viviendo literalmente de la renta de los trabajadores petroleros.

Mediante esos acomodaticios artilugios estadísticos macroeconómicos, la pobreza permanente de nuestro PTB, ya acrecentado por concepto de la estériles exportaciones de crudos y materias primas utilizadas por los países industrializados de punta, dejaría de intranquilizar a esos organismos financieros internacionales y a los inversionistas privados extranjeros que luego de 100 años no han podido demostrar en qué consiste ni de qué tamaño es el beneficio nacional de la ayuda que siempre nos han hecho para penetrar nuestra economía, a la que se han limitado a saquear de variopintas maneras.

2000 JAMES J. HECKMAN y DANIEL L. McFADDEN por desarrollar la teoría y los métodos de análisis de datos estadísticos que son actualmente utilizados ampliamente para estudiar comportamientos individuales en economía y en otras ciencias sociales.

Como si los científicos, Marx, Engels y Lenin no hubieran escrito miríadas de páginas sobre semejantes datos.

1998 AMARTYA SEN por sus contribuciones a la economía del bienestar.

Un curioso y antonímico “bienestarque pareciera ser sinónimo de mayor hambre para los trabajadores del mundo burgués.

1997 ROBERT C. MERTON y MYRON S. SCHOLES por desarrollar un nuevo método para determinar el valor de los derivados.

El colmo de la reducción de una ciencia al estudio microeconómico de casos aislados.

1994 JOHN C. HARSANYI , JOHN F. NASH y REINHARD SELTEN por sus pioneros análisis del equilibrio en la teoría de los juegos no cooperativos.

Otros lúdicos metidos a Economistas.

1993 ROBERT W. FOGEL y DOUGLASS C. NORTH por haber renovado la investigación de la historia económica aplicando la teoría económica y métodos cuantitativos para explicar el cambio económico e institucional.

Digamos que estos “”innovadores”” niegan que la teoría procede de la historia, y afirmaron que la historia deriva de la economía. Algo muy parecido a que primero pensamos y luego actuamos” de la manera más obsoletamente cartesiana.

1992 GARY S. BECKER por haber extendido el dominio del análisis microeconómico a un amplio campo del comportamiento y la interacción humanos, incluyendo comportamientos no mercantiles.

Este se botó”: Ahora la Economía no sólo estudia las relaciones de producción y sus derivados mercantiles sino las extramercantiles, la Física, la Química, la matemática, por citar algunas acciones que pudieran escapar al tratamiento mercantil, si es que existen.

1990 HARRY M. MARKOWITZ , MERTON M. MILLER y WILLIAM F. SHARPE por su trabajo pionero en la teoría de la economía financiera.

Estos pretendieron reducir la Economía a parcelas de estudio, como si las finanzas pudieran desligarse y concebirse al margen de la producción y/o del comercio.

1989 TRYGVE HAAVELMO por su clarificación de los fundamentos de la teoría de la probabilidad para la econometría y su análisis de estructuras económicas simultáneas.

Otro que endilgó al azar y a las probabilidades el asunto obreril.

1988 MAURICE ALLAIS por sus contribuciones pioneras a la teoría de los mercados y la eficiente utilización de los recursos.

Como si la Ley de oro de la Economía no se conociera desde hace cientos de años. Hablamos de la maximización de los ingresos (elevación de precios de venta), y minimización de costes( baja de precios de compra.)

1987 ROBERT M. SOLOW por sus contribuciones a la teoría del crecimiento económico.

Otro que adivinó de cómo el capitalismo supone acumulación que se concentra y acrecienta hasta nunca acabar, salvo que sobrevenga una baja irreversible de la tasa media de ganancia.

1983 GERARD DEBREU por haber incorporado nuevos métodos analíticos a la teoría económica y por su rigurosa reformulación de la teoría del equilibrio general.

Nuevo sucesor de Marx sin ser marxista.

1981 JAMES TOBIN por su análisis de los mercados financieros y sus relaciones con las decisiones de gasto, empleo, producción y precios.

Nos luce más como Administrador que como Economista.

1980 LAWRENCE R. KLEIN por la creación de modelos econométricos y la aplicación al análisis de las fluctuaciones económicas y políticas económicas.

Nos lucen más como Ingeniero que como Economista.

1979 THEODORE W. SCHULTZ y SIR ARTHUR LEWIS por su investigación pionera en el desarrollo económico con atención particular a los problemas de los países en desarrollo.

Estos abandonan las clases sociales y trabajan con países. A quienes podríamos denominar Megaeconomistas en lugar de macroeconomistas.

1978 HERBERT A. SIMON por su investigación pionera en el proceso de adopción de decisiones en las organizaciones económicas.

Este es un “involucionario” revolucionarista.

1977 BERTIL OHLIN y JAMES E MEADE por su rupturista contribución a la teoría del comercio internacional y los movimientos internacionales de capitales.

Otros Contadores y Administradores que fungen de economistas.

1975 LEONID VITALIYEVICH KANTOROVICH y TJALLING C. KOOPMANS por sus contribuciones a la teoría de la óptima localización de recursos.

Dos Ingenieros más metidos a Economistas proburgueses.

1974 GUNNAR MYRDAL y FRIEDRICH AUGUST VON HAYEK por su trabajo pionero en la teoría del dinero y las fluctuaciones económicas y por sus penetrantes análisis de la interdependencia de los fenómenos económicos, sociales e institucionales.

Otros que adivinaron que en Macroeconomía se maneja la interdependencia de las unidades productivas y derivadas.

1973 WASSILY LEONTIEF por el desarrollo del método input-output y por su aplicación a importantes problemas económicos.

Este es un plagiario actualizado de François Quesnay, el fisiócrata medioeval.

1972 SIR JOHN R. HICKS y KENNETH J. ARROW por sus contribuciones pioneras a la teoría del equilibrio económico general y la teoría del bienestar.

Los promotores de estos Nobeles deberían haberles dado los Nobeles de Economía (burguesa) y de Paz.

1971 SIMON KUZNETS por sus empíricamente fundamentadas interpretaciones del crecimiento económico que ha conducido a una nueva y más profunda comprensión de la estructura económica y social y el proceso de desarrollo.

Este supuestamente borró la Crítica de la Economía Política, de Marx y Engels.

1970 PAUL A SAMUELSON por el trabajo científico a través del cual ha desarrollado la teoría económica estática y dinámica y contribuido activamente a elevar el nivel del análisis en la ciencia económica. Es autor del manual de economía más vendido de la historia, que, además de hacerlo extraordinariamente rico, ha servido para formar muchas generaciones de economistas de todo el mundo.

Según este economista burgués, Marx y Engels se quedaron cortos, pero en su defensa al régimen capitalista.

1969 RAGNAR FRISCH y JAN TINBERGEN por haber desarrollado y aplicado modelos dinámicos al análisis de los procesos económicos.

En cuanto a los Nobeles de Paz, ellos están muy bien justificados. Ellos han hecho una extraordinaria labor en pro de la paz social que tanto necesitan la clase burguesa y sus gobernantes títeres para poder gozar, usufructuar y disponer a su arbitrio la riqueza expoliada a los verdaderos trabajadores.

El resto de las sociedades burguesas, sus trabajadores, el lumpen, los artesanos sin capital y los burócratas menores, no se caracterizan por hallar en sus vidas paz alguna, salvo la que los cristianos les ofrecen postmórtem.

lunes, septiembre 28, 2009

Las Taras del Trabajo Asalariado

(Contribución a Das Kapital, de K. Marx))

Manuel C. Martínez M.

06 sep. 09

Desde los mismísimos tiempos del clásico Adam Smith, la División del Trabajo de los asalariados ha sido vendida como un gran filón para incrementar la ganancia capitalista, por aquello de la economía de costes y de los mejores índices de productividad jamás antes alcanzados, además de ser aquella división la base para la mecanización cibernética lograda hasta ahora en favor del desarrollo industrial que permite una gananciación explosiva para las inversiones individualistas burguesas.

Los trabajos parciales conjuntamente ejercidos por varias personas, derivados de la fragmentación del trabajo individual artesanal, producen más unidades mercantiles por unidad de tiempo y de dinero. Este procedimiento aumenta el valor añadido por concepto de mano de obra y “milagrosamente” reduce su coste capitalista, todo lo cual permitiría una baratura del valor unitario que trasladado al mercado haría la vida más barata también. No es así, el inversor se apropia de todas las mejoras productivas, se las atribuye a su capital y a su personalísima participación patronal como inversionista, y consecuentemente no puede reconocerlas como pertenecientes a sus asalariados. Para justificar su ganancia ante el mundo, echa mano del mercado al que acredita como fuente de aquella, y/o como resultado de pujas y habilidades extralaborales que la competitividad y el juego de la demanda-oferta terminan imponiendo.

Con la División del trabajo se logra, pues, una mayor productividad técnica alcanzada por el propio desarrollo de las Fuerzas productivas, o sea, por la mejor autotecnificación de la mano de obra mnufacturadora y creadora de todo el aparataje tecnocientífico de los últimos dos o tres siglos, y esa productividad, repetimos, no es acreditada como portadora de la ganancia burguesa porque en la contabilidad burguesa los salarios son asimilados a costes de producción, según venimos analizando en esta serie de trabajos literarios atinentes al problema obreril.

El citado Adam Smith logró evadir la concepción medioeval del fisiocratismo, según la cual sólo el trabajo agrícola resulta rentable por cuanto las mercancías obtenidas con su práctica contienen más valor que el invertido para logarlo. Y eso es una incuestionable verdad sólo repelida por la literatura burguesa. Además de la tradicional idea paracientífica del mercado como fuente de la ganancia, Smith abogó para que siguiera vigente la política del “«laissez faire, laissez passer», aunque contradictoriamente la continuidad y supervivencia del modo de vida burgués se ha sustentado en la férrea protección de un Estado injerencista por excelencia, por aquello de protección a la clasista propiedad privada, entre otras formas de intervencionismo gubernamental propias del sistema capitalista.

El trabajo comercial y artesanal resultan estériles o no gananciosos, según afirmaban los panegiristas del naturalismo económico (fisiócratas, como Quesnay), cuestión que fue radical y convenientemente retorcida por los clásicos burgueses de la Economía, y cuyos trabajos literarios, en cierto modo y paradójicamente, resultaron convalidados por muchas versiones de literaturas económicas socialistas tanto marxianas como marxistas.

Porque, si a ver vamos, ciertamente sólo la Naturaleza es capaz de ofrecernos más valor que el invertido por la mano de obra de mineros y campesinos. Y también resulta cierto que los artesanos no logran rentabilidad alguna con el mercadeo de sus productos personales. Tampoco y mucho menos rentable puede resultar el trabajo de talleres y centros fabriles pues ningún proceso productivo técnico puede brindar más valor a puerta de fábrica que el invertido dentro de esta. (Cónfer mis trabajos: Los salarios no son costes de producción.html ; ../../../Local Settings/Temporary Internet Files/Content.IE5/ZTHC7QOY/el-fetichismo-del-salario_files el-fetichismo-del-salario.html ).

Ciertamente, el trabajo artesanal no puede ser ganancioso, se entiende “naturalmente ganancioso”, pero el ventajismo patronal de una clase capitalista deriva de hecho una ganancia de explotación, contranatural, primeramente porque no paga todo el valor aportado por el trabajador artesano en condición de asalariado, y al no reconocer la “plusvalía” como explotación, forzosamente cambia el aporte del trabajador por un imaginario aporte extraíble del mercado. Fue así cómo quedó sembrada la idea de un mercado creativo de ganancias según el mayor o menor grado de “habilidad” comercial del vendedor, y según la coyuntura correspondiente en materia de oferta-demanda, según venimos explicando.

Y en verdad que ha sido así, pero no sólo desde el punto de vista meramente lucrativo y tecnoproductivo, sino debido a la alienante estrategia social que la Economía Clásica y la E. Vulgar han implantado en la mentalidad de un obrero que más vive para su personalísima e insignificante tarea industrial que para su persona como un individuo, y mucho menos como una comunidad de trabajadores.

Entonces empezamos a entender que la sociedad capitalista, lejos de basarse en el respeto a las actuaciones y decisiones del individuo, a este ha destruido mediante la División del Trabajo. Sus despiadados ataques al Comunismo sólo han pretendido disimular un sistema que no sólo ha despersonalizado el trabajo de los asalariados sino que ha encarecido sostenidamente en el tiempo el precio de venta de unas mercancías que reciben el recargo contable de numerosos trabajadores, como son los de vigilancia, supervisión de planta, contabilidad, gerencias, direcciones y presidencias de comprobable esterilidad productiva.

Es que sobre ni a partir de semejantes consideraciones clásicas y barbarismos económicos, la burguesía ni sus apologistas podrían admitir que el patrono saque provecho de sus trabajadores ni que el mercado sólo pueda reconocer el valor que realmente portan las mercancías al salir de su manufactura. Al respecto, los fisiócratas no se “pelaron” y sus científicas apreciaciones bien merecen una reivindicación teórica.

El caso que traemos a colación nos habla de cómo hemos sido víctimas de una gran mentira literaria diseñada, impresa y divulgada por esa burguesía que logró adueñarse del poder político luego de aniquilar la saliente aristocracia feudal donde el artesano era dueño de sus productos, habida cuenta de que él sí tenía una propiedad privada sobre sus medios de producción “individual”, de que era el dueño de su personal e individual propiedad privada.

El artesano fue y sigue siendo, un trabajador auténticamente libre e individualista que por sí mismo puede bastarse y cubrir todas esas labores que vienen desempañando los llamados trabajadores indirectos. Entre estos, supervisores, gerentes, directores, presidentes y afines, en su condición de trabajadores forzosamente requeridos cuando el trabajo del artesano se halla fragmentado en todas las tareas que él perfectamente subsume en su personalísima individualidad.

El mejor representante de aquella mentira parece haber sido el nombrado y renombrado Adam Smith. Aparentemente, a este apologista del capitalismo incipiente le asistió la razón, pero en verdad ha sido una gran impostura divulgada convenientemente para justificar el trabajo libre de ataduras gremiales”, a fin de combatir la autonomía del comerciante y del artesano, y principalmente para permitir la centralización oligopólica de los medios de producción en las exclusivas manos patronales burguesas, y no en las de los trabajadores. Es la idea de la “propiedad privada” clasista, o sea, propiedad privada para y de unos pocos, y ausencia de ella para las mayorías.

Sólo una escrupulosa lectura de los copiosos originales escritos por Karl Marx y Federico Engels podría arrojar luz sobre esta mentira mediaticoliteraria que tanta tinta ha derramado contra un modo comunista de producción en ciernes.

Sin embargo, este hipotético modo comunista de producción contradictoria y realmente ha estado afirmado en una concepto socialista no menos aburguesado que el sustentado por los mismos seguidores de economistas como Adam Smith, David Ricardo y del resto de los apologistas del Individualismo productivo, de la ganancia de mercado y de la negación del plusvalor como un trabajo excedentario impago por el mal llamado “productor” de las mercancías bajo condiciones capitalistas.

Porque, independientemente de que en el Medioevo reinó la explotación de siervos y afines, no es verdad que sus principios económicos hayan perdido vigencia. Particularmente sigue siendo válido el aserto sobre la esterilidad gananciosa del trabajo artesanal y comercial. Puede afirmarse sin temor a equívoco alguno que los artesanos no dejan ganancia para sí mismos cuando mercadean su propia producción.

Ciertamente, los asalariados, al contrario de lo negado por fisiócratas, sí resultan gananciosos para el capitalista, pero es sólo debido a la conceptualización de los salarios como coste de producción, y debido a una ganancia definida como el excedente entre el capital invertido neto y el precio final de las mercancías, fábrica afuera.

Es hora de empezar a desmentir que la clase burguesa tuvo algo de revolucionariedad social, una mentira tan bien montada que hasta los propios fundadores del “Anticapitalismo comunista terminaron reconociéndola en su Materialismo Histórico.

La protagónica figuración histórica de los burgueses fue sólo un paso adelante en el grado de explotación de la clase laborante. Al siervo campesino se le atribuía una baja productividad personal, y al iniciarse la explotación burguesa, el artesano fue agrupado en centros fabriles o talleres donde cada uno de ellos elaboraban enteramente y en todas sus fases técnicas los productos de su especialidad, para luego ser ensamblados. Durante el precapitalismo reinó la cooperación de artesanos del Medioevo. Eran una agremiación de artesanos y no de sus individuales y personales centros de trabajo. Los artesanos se agremiaban con estatutos de riguroso cumplimiento. Las cooperativas artesanales se conocieron como Gremios medioevales con todas sus características de un exacerbado proteccionismo grupal. Esta forma de vida laboral fue transformada por el capitalismo incipiente en la cooperación de artesanos del Capitalismo y a estos se les apelotonaba en galpones ad hoc.

Más adelante, la dinámica praxis laboral produjo la cooperación de trabajadores parcelados, desprendidos de la división del polifacético trabajo del artesano; este desaparece del taller y sólo queda la suma de las tareas suabartesanales que se reagrupan para la manufactura total de una mercancía, cuya elaboración completa antes corría a cargo de un individuo ( el artesano)en particular.

En los talleres se conjugaron las labores o fases técnicas constitutivas de cada artesanía, a partir de lo cual ya el trabajador asalariado iba perdiendo toda autonomía sobre su producción. La individualización medioeval fue quebrada por un trabajador parcelado. Precisamente, la literatura burguesa ofrecida en los centros de adiestramiento imperial, conocidos con el eufemismo de “universidades, como Harvard, Cambridge, Sorbona, etc., contienen específicas materias pensumarias dirigidas a ensalzar el individualismo en abierta contraposición a toda manifestación de asociaciones colectivas. A ensalzar un individualismo que de partida es negado para un trabajador que ya no es capaz de producir enteramente ni la más elemental de las mercancías. Es la cooperación de trabajadores parcelados en subtareas arrancadas de la división del trabajo. La estrategia divisionista smithoniana ha producido un ser alienado que, como precioso trofeo, ha sido su verdadero filón.

El individualismo engendrado por la división del trabajo arrojó y sigue arrojando un conglomerado de debiluchas y diseminadas fuerzas que si se integraran en colectivos de personas, y no de tareas derivadas de la división del trabajo del artesano, pudieran ofrecer una poderosa fuerza, si se quiere superior a la suma de los individuos. Digamos que la comunidad que pregona el socialismo actual poco lograría si arrastra la “taras” de la división del trabajo como forma elevadora de los rendimientos.